domingo, 7 de noviembre de 2010

Memoria de 1.966 ( III ).- Los olvidados





Ya escribí que 1966 fue un año de grandes estrenos, pese a la censura y al increíble retraso con que llagaron a las pantallas zaragozanas grandes películas. Creo que cometí un error al anotar las "diez mejores de 1966". Tenía que haber otorgado en justicia el nº 1 a "Ciudadano Kane" (Citizen Kane, Orson Welles 1941) y a "Los olvidados" (Luis Buñuel, 1950) ex-aequo. Porque para mi "tanto monta monta tanto", y si el tremendo debut del genio de Wisconsin llegó tras 25 años de "antesala", la considerada - junto a "Metrópolis" (Fritz Lang, 1924) - Patrimonio de la Humanidad  "tan solo" lo hizo con 16. No era el primer film del no menos genio de Calanda en asomarse a Zaragoza. Antes - yo no la ví - se había estrenado en el desaparecido Teatro Argensola "Robinson Crusoe" (1953) que era en color y una notable peli que tarde tiempo en visionar. Hubo un inefable prospecto en el que Luis Buñuel figuraba......como actor secundario. No creo que sea necesario citar que "Los olvidados" - como "Kane" - fue/es una obra maestra inmortal y otro capítulo insoslayable en la Historia del Cine.






LOS OLVIDADOS, DE LUIS BUÑUEL (1950)

Un prólogo, imágenes de Nueva York, París y Londres, voz de Ernesto Alonso, en todas partes cuecen habas,  México D.F., sus barrios marginales,  Jaibo (Roberto Cobo)  un joven asesino,   Pedro (Alfonso Mejía) un adolescente rechazado por su madre (Estela Inda),  un ciego (Miguel Inclán) golpeado por Jaibo en un descampado. Secuencia  surrealista en que la madre da vísceras a Pedro que Jaibo le arrebata saliendo debajo de la cama donde yace un cadáver, Ojitos, otro niño  lazarillo del ciego , Meche, una turbadora adolescente de la que el ciego se quiere aprovechar.  Jaibo, que se acuesta con la madre de Pedro y le mata en el gallinero de la casa de Meche. Esta y su abuelo arrojan su cadáver a un muladar, mientras Jaibo es abatido por la policía. Voces e imágenes sobreimpresionadas, un perro, buenas noches. Planos de gallos, de brazos en alto que van a matar. El puñetazo brutal lo recibe el espectador en pleno estómago. Violencia y crueldad nada gratuitas, no vistas en el cine ni antes ni despues.






1966 no era un año propicio para el éxito popular de Luis Buñuel. Se promulga la ley Orgánica del Estado con la que Franco pretende dejar "todo atado y bien atado". Falta poco tiempo para que las Salas de Arte y Ensayo (antes el Cine-club Saracosta) y las Filmotecas vayan recuperando la obra del sordo de Calanda.  Pero en 1966, Luis Buñuel sigue siendo un nombre famoso estampado en los libros de cine. "Los olvidados", en Zaragoza, fue un anticipo que solo interesó a los jóvenes cinéfilos. No sirvieron ni en esta ni en ninguna otra ciudad española, los denodados esfuerzos de la crítica progresista (Triunfo, Nuestro Cine, no Film Ideal por supuesto) ni en la futura capital de Aragón la entusiasta crítica (al César lo que es del César) de Joaquín Aranda en "Heraldo de Aragón". La película duró exactamente una semana en el cine Coliseo y no recorrió circuito alguno. Yo ni había visto "Un perro andaluz" (Un chien andalou, 1928). Fue, por tanto, mi primer contacto con Buñuel. Sali del cine, lo recuerdo muy bien, desnortado, anonadado, confuso. La copia era ciertamente pésima. Tras varias visiones de esta película única ahora soy incapaz de discutirla. Es un film genial, aunque yo en mi subjetividad (véase asimismo "Kane") considero que la obra cumbre de Buñuel es "El ángel exterminador" (1962).






Los más tradicionales especialistas, con Georges Sadoul al frente, estiman que "Los olvidados" es la película con la que Buñuel recupera el discurso interrumpido desde"Tierra sin pan" o "Las Hurdes " (1931). Es cierto, como tambien lo es la pasmosa facilidad con la que el cineasta resolvía los encargos de su gloriosa etapa mexicana (mejor que le posterior francesa) arrimando el ascua a su sardina. El mismo Sadoul, amigo de don Luis (como le habrían de llamar en Francia a partir de "Belle de Jour  y su León de Oro en Venecia 1967) , le explicaría que en "L'Humanité" (diario del P.C.F.) había que criticar duramente "Los olvidados", a pesar de su éxito y premio al mejor director en Cannes 1951 (1). Motivo: salía el director de un correcional presentado como una buena persona. Es el mismo Buñuel - que nunca perteneció a Partido Comunista alguno - quién lo cuenta en su libro de memorias "Mi último suspiro", riéndose de "la orden" de la Unión Soviética.







"Los olvidados" parte del neorrealismo sobre el que Buñuel tenía opiniones singulares. Detestaba a Rossellini y "Roma cittá aperta" (1945) y se sentía muy afín a Vittorio de Sica y Cesare Zavattini. Ni una palabra sobre Visconti. Obviamente "solo" parte, porque su película  crea todo un flujo subconsciente en que los temas son la ausencia del padre, el complejo de Edipo, la orfandad, la maldad y la muerte. La inquietante música, de Rodolfo Halffter sobre temas de Gustavo Pittaluga, lo subraya. El feísmo (inaudito en el gran director de fotografía mexicano) de las imágenes de Gabriel Figueroa  lo apoya. Como escribió Octavio Paz, "Buñuel muestra la evolución del surrealismo, que se inserta ahora en las formas tradicionales del relato, en este caso una tragedia sin coturno, integrando las imágenes irracionales que brotan de la mitad oscura del hombre". El formidable poeta, el novelista Carlos Fuentes y el español exiliado Max Aub fueron  grandes valedores del cine Buñuel.






André Bazin señala: "se trata de un ejemplo del cine de la crueldad, en consonancia con las propuestas que para el teatro había hecho Antonin Artaud con su teatro de la crueldad. Visión muy limitada. Buñuel se permite mostrar lisiados sin el menor intento de mover la compasión del espectador hacia ellos. Antes al contrario, muestra al ciego  lascivo, avaro y delator. O al hombre-tronco, que se desplaza sobre un carrito de ruedas y al que los "ragazzi di vita" de México D.F. le empujan cuesta abajo. "Los olvidados", una catarsis. No hay concesiones para el humor. La retranca buñueliana vendrá a continuación y ya no abandonará la asombrosa filmografía del director aragonés más que en contadas y poco estimulantes películas francesas ("Cela s'appelle l'aurore" 1956, "La fiévre monte a El Pao" 1957) La sexualidad, el horror, el crimen, la miseria, el lumpen, la lucha por la vida traspasados por la navaja surrealista. Cuando edite en vergerus un dossier Buñuel ya escribiré que el terible (en el cine) y cachondo turolense no solo es el mejor cineasta nacido en la Península Ibérica (junto al lusitano de 101 años y en activo, Don Manoel de Oliveira), sino uno de los inmortales en lo absoluto de la corta Historia del Cine. No se si entre los 5 o 10 más grandes.





¿Permanece en 2010 alguna muestra del surrelismo que haya superado la barrera temporal?. Pocas. Cuatro o cinco cuadros de Dalí, Miró si hubiese participado en el movimiento artistico de los años 20 del pasado siglo, que si pero no. Ni hablar de Breton, "Nadja" es insoportable y sobrecargada de pedantería francesa. Buñuel, él si, tan joven, fresco y lozano como cuando soliviantó al personal con "Un chien andalou" (1928) y "L'âge d'or" (1930). Y "Los Olvidados", y "El angel exterminador" y........Por cierto no se avenían bien los sordos (¡con los que hay en Zaragoza por el cierzo!) aragoneses. Entre los muchos artistas que detestaba el de Calanda se contaba Don Francisco de Goya







El estreno del film en México fue un escándalo. Se llegó a pedir la expulsión del realizador del país y no faltaron intentos de linchamiento de Buñuel. Se retiró de los cines rápidamente, pero la presión de mencionados intelectuales, el clamor de la crítica francesa y europea, los premios de Cannes 1951, lograron que en 1952 se reestrenase son sorprendente éxito comercial. A día de hoy la crítica especializada mexicana considera que "Los olvidados" ocupa el segundo lugar de las 100 mejores películas de su cinematografía. El primero se reserva para "¡¡Vámonos con Pancho Villa!!, de Fernando de Fuentes (1936). Con toda mi admiración para esta estupenda obra, la de Buñuel se sitúa a años-luz de distancia en cuanto a calidad se refiere. Faltaría más.


Luis Betrán

1) En Cannes 1951 compitieron, por ejemplo "Milagro en Milán" (Miracolo a Milano, Vittorio de Sica 1951) o "Eva al desnudo" (All about Eve, Joseph L. Manckiewicz 1950), otra obra maestra. La Palma de Oro la ganó la muy estimable "La señorita Julia" (Fröken Julie, Alf Sjöberg, 1951).

Se filmó por miedo del productor Oscar Dancigers otro final "feliz". No existen ni han existido nunca copias de esa versión edulcorada.

2 comentarios:

  1. Gracias por traer a nuestra memoria esta película, que ví una sola vez, hace años (ya la volveré a ver), pero recuerdo esa misma sensación a la salida del cine: ¿cómo era posible rodar... ¡eso! Porque no se trataba de la miseria, estilo Potemkin, sino de la crueldad, sin ningún aditamento estético. Brutal.

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  2. En efecto Mónica, crueldad pero no gratuita. Cuando la vi por primera vez en 1966 ni siquiera recuerdo si me gustó. Trás más de 3 reprises, te aseguro que es una de las cuatro o cinco mejores de Buñuel. Y, como, escribo, no solo una obra maestra absoluta. Más que eso: una película que marca un antes y un despues en la Historia del Cine.

    Gracias por tu comentario

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