jueves, 25 de junio de 2015

DOSSIER ORSON WELLES (3)



DOSSIER ORSON WELLES (3)

ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD (3)





Welles parecía condenado a vagar de un país a otro, dejando en todos ellos un montón de proyectos abortados o a medio acabar. En 1955 empezó a rodar “Don Quixote” en México y Paris, con él mismo como Don Quijote (absurda elección, no tenía “triste figura”) y Akim Tamiroff como Sancho Panza, pero la película nunca llegó a buen puerto. Otros proyectos que fueron quedando a lo largo del camino fueron las historias bíblicas de Salomé, Noé, Abraham, dos adaptaciones más de Shakespeare, “King Lear” y “Julius Caesar” (producida finalmente en 1953 por un antiguo colaborador del Mercury Theatre, John Houseman, pero con Joseph L. Manckiewicz como director y guionista que llevó a cabo una obra maestra que en nada se parecía al estilo de Welles), y, para mayor inri “Catch 22”, que al final fue dirigida – espantosamente – por Mike Nichols en 1970, con el propio Welles en el papel del general Dreedle.





“Mr Arkadin” (1954, Confidential report) se rodó en España principalmente, y Welles trató de perpetrar una suerte de remake de “Ciudadano Kane”. Con algunas secuencias magistrales y la potente música de Paul Misraki, el resultado es un fiasco agravado por un reparto de pésimos intérpretes y un Welles, ridículo con su barba postiza de dios Neptuno. La mansión de Arkadin fue……el Alcázar de Segovia. Tambien se escuchaba una saeta.






Para muchos de los admiradores de Welles, “Sed de mal” (Touch of evil, 1958, su último intento de reconciliarse con Hollywood) es su gran obra maestra. Ellos sabrán porqué, dado que si la realización es magistral, la historia no se tiene en pie y es una muestra más del egocentrismo del actor y director. En ella Welles interpreta a Hank Quinlan, un obeso y decadente inspector de policía, cuyo sentido de superioridad le lleva a utilizar pruebas falsas contra los sospechosos que, según su “instinto infalible y su pierna”, son culpables. La acción se sitúa en una ciudad fronteriza – famosísimo el espléndido plano secuencia que abre la película - , cuyas calles, hoteles, bares y burdeles crean una atmósfera de pesadilla, y entre cuyos habitantes se encuentra una magnética Marlene Dietrich como la madame de la casa de lenocinio , además Tanya al parecer fue en otros tiempos amante de Quinlan y ya envejecida se muestra “filosófica” y pronuncia dos frases “para la Historia” ambas dirigidas a Quinlan: “tú ya no tienes futuro” y la que cierra el film “era un hombre extraordinario”, comentario algo descacharrante ya que Welles-Quinlan es, en todo momento, un perfecto canalla. Akim Tamiroff tiene su papel, hay cameos de Joseph Cotten y Zsa Zsa Gabor. Y uno no se explica muy bien qué coño pintan dos estrellas como Charlton Heston (risible haciendo del mexicano Vargas) y Janet Leigh. Todas las explicaciones que ha dado Welles sobre la participación de Heston parecen marxistas, línea Groucho, y lo que sí parece cierto es que Ben-Hur tuvo que poner pasta gansa de su bolsillo para terminar el film.







En unas declaraciones a Fotogramas efectuadas hace muchos años, Heston decía de “Sed de mal” que era una mala película, pero que le había gustado trabajar a las órdenes de Welles. Averígüelo Vargas (nombre, justamente, del personaje de Moisés). Durante años se consideró a “Sed de mal” como un ejemplo más de las humillaciones infringidas por Hollywood a sus genios creativos (obviamente él y, supongo, Eric Von Stroheim). Se dijo que los montadores de la Universal masacraron la versión original de Welles. Sin embargo, hace poco tiempo, se pudo reconstruir la película en su versión íntegra, comprobándose que las modificaciones introducidas por el estudio constituyen, de hecho, una mejora, al suprimir algunas escenas innecesariamente explicativas. Los cortes realizados por la Universal ponían el acento en la sensación de misterio y mal metafísico que es, no tengo dudas, el principal atractivo de la historia.




“El proceso” (The trial, 1962), una producción franco- ítalo – alemana,  se rodó en Paris y Zagreb, y en ella Welles gozó de una libertad de acción como no había tenido desde “Ciudadano Kane”. En la famosa y larga entrevista concedida por Welles a Film Ideal, los redactores escribían: “Sed de mal” es una obra maestra, a lo que Welles respondía “gracias” y más adelante comentaba “digan lo que digan “El proceso” es el mejor film que he realizado nunca. Algo que discutirían, y mucho, los fanáticos wellesianos que son legión.

Luis Betrán

Este texto ha consultado para fechas y datos biográficos el Diccionario del Cine de Ediciones J.C.



jueves, 18 de junio de 2015

DOSSIER ORSON WELLES (2)



ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD (2)
 




Cuando Welles volvió a Hollywood, lo hizo solo en calidad de actor. Primero trabajó en “Alma rebelde” (Jane Eyre, 1943). El productor, David O’Selznick, había elegido a Robert Stevenson como director y nada menos que a Aldous Huxley como guionista. El principal papel había sido pensado para Joan Fontaine, mientras que el de Rochester estaba inicialmente destinado a un actor mayor: Ronald Colman o Laurence Olivier. Al rechazarlo ambos por distintos motivos, la elección de Welles sorprendió pero lo interpretó con brío y cierta teatralidad, aportando una furia romántica muy cercana a Emily Brönte. Le película es notable y tuvo éxito, lo que permitió a Welles dirigir, con guion ajeno e interpretar al nazi malvado, “El extraño” (The stranger, 1946) con la que, según él, quería demostrar a Hollywood que podía ser un director comercial. Salvo la escena final de su muerte, bastante wellesiana, el film es mediocre y resultó un fracaso de público y crítica.




Probablemente Welles se inventó la historia esa de que estando en el aeropuerto de Boston, vio en una estantería una novela titulada “La dama de Shangai”, llamo a Harry Cohn y le dijo: mándame 50.000 dólares, compra el libro y yo dirigiré la película. El patrón de la Columbia no iba a aceptar tamaña sugerencia, pero el caso es que el film se hizo y el presupuesto se encareció porque lo protagonizó Rita Hayworth, recién divorciada de Welles. Historia tan rocambolesca como la propia película, en la que Weles interpretó, pésimamente, a un idiota, le plantó a Rita una peluca rubia y la convirtió en la mantis religiosa de un argumento idiota. Como resultado se puede citar que el mito de Hayworth quedó destrozado, que el film no superó la medianía pero que Welles, el prestidigitador, sacó de su chistera de trucos una secuencia icónica: la del laberinto de espejos, varias veces homenajeada y brillantísima. Recuérdese, a beneficio de inventario, “Misterioso asesinato en Manhattan” de Woody Allen.






Se dice (¿??¿) que Vera Ralston, la esposa del propietario de la Rebublic,  Herbert J. Yates , productora de series B, convenció a su cónyuge  de que contratase a Welles y a John Ford para dar un toque de clase al estudio. Cierto o no, hoy principalmente se recuerda a la Republic por “Elhombre tanquilo” – un gran Ford – “Johnny Guitar” – un excelente Nicholas Ray – y…..por “Macbeth”, de Orson Welles. Ford y Ray trabajaron con presupuestos aceptables. No fue el caso de Welles, cuyo “Macbeth” se filmó en solo 23 días y con parvo bagaje de dólares. Se trata de una película desigual, con magníficos momentos y una horrorosa lady Macbeth. Aunque volvería, una vez más, a Hollywood para rodar “Sed de mal” (Touch of evil, 1958) este “Macbeth” de 1948 es el título que marca su divorcio definitivo como cineasta en la Meca del Cine. Fue también la primera de una serie de adaptaciones de obras de Shakespeare realizadas a lo largo de su carrera y, por supuesto, la peor. “Othelo” (1949-1952) sería muy superior y “Campanadas a medianoche” (1966) una extraordinaria y melancólica obra maestra. De sus trabajos como actor en la década de los 40, imposible olvidar su magnética presencia en la sublime “El tercer hombre” (1949) en la que, como siempre ha reconocido honestamente Orson Welles, no dirigió una sola secuencia y esta mítica película le corresponde íntegramente al británico sir Carol Reed.






Lo que no tiene nada de sorprendente es la afinidad de Welles con Shakespeare. El actor y director se pasó sesenta años de su vida reflexionando sobre la grandeza y los misterios de la portentosa obra de Shakespeare. Otra leyenda poco creíble cuenta que cuando tenía siete años se sabía “El rey Lear” de memoria, y a los diez se había aprendido todos los grandes papeles trágicos de Shakespeare. Nunca pudo filmar “El rey Lear”, pero es rigurosamente cierto que varias veces representó en teatro y dirigió algunas tragedias  del vate de Strafford, incluso antes de “Ciudadano Kane” montó un “Julio César” interpretado íntegramente por actores de raza negra, siempre con la compañía del Mercury Theatre que él mismo fundó y que protagonizan el mencionado “ciudadano”






Tras completar “Macbeth”, comenzó a rodar “Otelo” (Othello). Esta película habría de convertirse en la odisea llena de dificultades que caracterizaría a partir de entonces la mayoría de los proyectos de Welles. El rodaje se arrastró interminablemente hasta 1952 – de paso big Orson se largó a rodar “El príncipe de los zorros” (1950) y se permitió garbeos por España para ver, con o sin Ava Gardner, corridas de toros en las que participase el gran diestro Antonio Ordóñez en cuya finca de Ronda pidió ser enterrado. Pero queda mucho trecho para el fatal desenlace. Aunque las peripecias de la producción se reflejan también en el resultado final – y una fuerte influencia de Eisenstein en el magnífico arranque del film – con secuencias filmadas en Italia o Marruecos, “Otelo” supera de largo a “Macbeth”, y si su Desdémona – Suzanne Cloutier – es también impresentable, su amigo Michael Mac Liammoir crea un maravilloso y felino Yago, cuya maldad, según insinúa la película, esta originada por su impotencia sexual. “Otelo” volvería, de algún modo, a consagrar a Welles ya que ganaría, seguramente con justicia, la Palma de Oro en Cannes.

Luis Betrán

Este texto ha consultado datos biográficos en el Diccionario delCine de Ediciones J.C, y en la biografía autorizada de Orson Welles escrita por Barbara Leaming.




miércoles, 10 de junio de 2015

DOSSIER ORSON WELLES (1)


ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD (1)





“Despues de Dios, Orson Welles”. Esta pulla del guionista Herman Manckiewicz resume a la perfección la mezcla de temor y resentimiento con que fue acogida en Hollywood la llegada de Orson Welles, para él que parecía haberse acuñado en exclusiva la palabra GENIO. Había conseguido mucho prestigio como productor teatral y de la radio. El presidente de los estudios RKO, George J. Shaefer, le dio carta blanca  y para du debut cinematográfico Welles estaba decidido a crear algo original y personal. La recién descubierta “To much Johnson” no es más que una sucesión de planos-gags sin sonido que da más grima que otra cosa. Primero, ahora en serio, se planteó la adaptación de la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” – que muchos años más tarde daría lugar a la obra maestra de Francis Ford Coppola “Apoccalypse now” – que resultó inviable debido a su elevado costo, y luego de vio obligado a abandonar un proyecto basado en “The smiler with a knife”, debido a la aversión de Carole Lombard y Rosalind Russell (las estrellas propuestas para la película) a trabajar con un director desconocido.




 Sin desanimarse por todas estas adversidades, Welles se decidió por un guion original, “Ciudadano Kane”, ideado por Herman Manckiewiz y él mismo (dudosa la participación de Welles). A pesar de los riesgos que el proyecto implicaba, Schaefer apoyó en todo momento a Welles y puso a su disposición todos los medios con que contaba  la RKO. Pero, antes de su estreno, la película se encontró con problemas imprevistos, Louella Parsons, que dirigía el departamento de cine  del imperio periodístico de Wiliam Randolph Hearst, fue una de las primeras en ver la película  y le contó al magnate de la prensa que la historia de “Ciudadano Kane” no era sino una versión poco halagadora del romance entre Hearst y su amante, la actriz Marion Davies. Los periódicos de Hearst se negaron a aceptar los anuncios del film y, como consecuencia de ello, no pudo ser exhibida en todo el país. A pesar de obtener algunas críticas entusiastas, la película no fue el éxito de taquilla en el que había confiado la RKO. Sí lo fue artístico. Durante muchos años, y tras desplazar a “El acorazado Poetemkin” (1924) de Eisenstein, “Citizen Kane” (1941) fue considerada la mejor película de la Historia del Cine. Actualmente, y según los criterios de la revista inglesa “Sight and sound” ha perdido ese puesto en beneficio de “Vertigo”. Una solemne tontería ya que “Kane“ es infinitamente superior a la excelente película de Hitchcock y además cambió para siempre la Historia del Cine. Tal y como había sucedido con el Potemkin. Dígase lo que se diga, “Citizen Kane” es una inconmensurable obra maestra. Dígase lo que se diga, Eisenstein sería con el tiempo la influencia visual más relevante en la estética de posteriores films de Welles.




Mientras tanto, el “genio” de Wisconsin estaba rodando para el mismo estudio su segunda película, “El cuarto mandamiento” (The magnificent Amebersons, 1942), basada en la notable novela de Booth Tarkington. Welles no actuaba en ella, prefirió concentrarse totalmente en la labor de dirección. Conocía muy bien la historia, ya que en 1939 había interpretado en la radio el papel del joven protagonista, George Amberson Minafer. Eligió a Tim Holt para que lo interpretase en la pantalla, y consagró todas sus energías a recrear la nostálgica imagen de la vida estadounidense a finales del XIX. Los que consiguieron ver la versión montada por el propio Welles en una prewiew celebrada en el United Artist Theatre de Pasadena, recuerdan “El cuarto mandamiento” como una experiencia asombrosa e imborrable, como una película cinematográficamente tan importante o más que “Ciudadano Kane”. Sin embargo la RKO decidió que era necesario introducir en ella cambios y la remontó totalmente dejando su duración en 88 m, con lo que se amputaron más de 20 de la versión original. Mientras ocurría esto, Welles estaba trabajando en dos proyectos: “Estambul” (Journey into fear, 1942) que Welles interpretaba y dirigía conjuntamente con Norman Foster, y en un documental sobre América del Sur realizado en cooperación con el gobierno norteamericano, “It’s all true”





Hasta aquí la leyenda. Preciosa si fuera cierta. Paro ya sabemos que no fue así. Welles, un “bon vivant” de escasa profesionalidad, se largó al carnaval de Río de Janeiro y filmó varios planos que dieron lugar a “It’s all true”, olvidándose completamente de sus Ambersons que fueron remontados por Robert Wise, y tampoco rodó un solo plano de “Estambul”, mediocre film de serie Z filmado íntegramente en estudio, y en el que se lo debió pasar bomba con su romance de entonces con la ya declinante y bellísima mujer Dolores del Río, que rápidamente haría las maletas y regresaría a su Mexico natal donde recuperaría su condición de estrella, gracias a Emilio Fernández y “María Candelaria. Ya tenía más de 40 años y nunca sería la suprema diosa del cine mexicano, puesto reservado a la sublime “doña”, María Félix.

Luis Betrán

Este texto ha consultado el Diccionario del Cine de Ediciones J.C. y la biografía autorizada de Orson Welles escrita por Barbara Leaming.