miércoles, 17 de noviembre de 2010

Dossier Luis García Berlanga (y II)




En Berlanga se apreciará una radical variación al trocar la fuente de su inspiración ya anunciada en la primera mitad de "Los jueves milagro" (1957) : en lugar de aclimatar la  acción en una amable aunque picarona civilización, sus películas se vuelven duras, despiadadas  al emparentar con una herencia cultural netamente hispánica: el esperpento. Tiene mucho que ver en este giro el guionista Rafael Azcona - elogiado hasta la sobrevaloración, muchos trabajos suyos son bochornosos - que colaborará con el gran director para servirnos una agria aproximación a la realidad nacional que se doblará en una visión más crítica. Particularmente en "Plácido" (1961) y "El verdugo" (1963).






"Plácido" es la primera obra coral de Berlanga aunque exista el personaje que da título al film, interpretado por Cassen, que todavía puede considerarse como protagonista. Es una película decisiva en el itinerario berlanguiano, pero vacilante. La crueldad de algunas secuencias se contrapone todavía con el sentimentalismo de otras (pocas, la verdad). La acumulación de gentes de variado pelaje, casi nunca bueno, en la primera paella valenciana de su autor y un cierto tremendismo a base de tarados físicos y mentales - imputable,pienso,  a Rafael  Azcona - , es motivo de que a veces lo anecdótico acabe imponiéndose a lo esencial. Lo que no sucederá en la única obra maestra de Luis García Berlanga: "El verdugo", sin duda  una de las películas esenciales de la Historia del Cine Español.






En "El verdugo" se refleja la crueldad y opresión de un medio que transforma la vida de uno de sus componentes. Con un lenguaje abierto, dispar y mordaz, Berlanga nos ofrece la tragedia de un hombre (Nino Manfredi, excelente) que, obligado a casarse con la hija (Emma Pennella, extraordinaria) del verdugo (José Isbert, casi sin voz pero de nuevo sensacional) por problemas de habitáculo, se ve llevado por la fuerza a efectuar una ejecución con tan celtíbero método como el garrote vil. En la sonrisa del espectador de encierra la tragedia, revulsivamente áspera, del personaje. Secuencias como aquella en que la pareja en plena luna de miel en las mallorquinas cuevas del Drach se ve sobresaltada, él no ella, por las voces de la guardia civil reclamando la presencia del nuevo verdugo, el arranque de la película, la boda, pertenecen con pleno derecho a una supuesta antología de los mejores momentos del cine español de cualquier época. Nada sobra ni falta en este film genial que fue premiado por FIPRESCI en el Festival de Venecia de 1963, galardón que sirvió para que se levantara contra la obra maestra una serie de "extraños" manejos políticos.





Berlanga colabora , en 1962, en una película de episodios, al lado de René Clair, Alessandro Blassetti y Hervé Bronmerger titulada "Las cuatro verdades". Su sketch "La muerte y el leñador", con Lola Gaos y Hardy Kruger es tan malo como los restantes, y peor todavía  la coproducción con Argentina  "La boutique" (1967) que además es un grave fracaso en taquilla. En 1969, vuelve a sus temas preferidos en "Vivan los novios". La opresión religiosa y maternal hacen que López Vázquez (notable, y deliciosa Laly Soldevila) se conserve en la ingenuidad infantil y sus sueños sean inalcanzables por la represión decisoria en que se encuentra. Es su primera película en color, filmada en Sitges, fallida por culpa de un guión mediano y una realización sin nervio. Con ella terminan casi veinte años en la filmografía de un autor que elegirá, ya muerto Franco e instaurada la democracia, un camino hacia el abismo que se inicia con "La escopeta nacional" (1978). Antes, en 1973, había ensayado su primer film de marcado tinte  erótico, con muñeca hinchable incluida, en la igualmente decepcionante "Tamaño natural", protagonizada por Michel Piccoli.





Colaborando una vez más con Azcona, Berlanga escribe el guión de "La escopeta nacional, comedia que narra las peripecias de un industrial catalán y su querindonga (sobrados Sazatornil y Mónica Randall), fabricante de porteros automáticos, que organiza una cacería con la intención de que la Administración dicte una ley que le ayude en sus propósitos comerciales.. El film tuvo un gran éxito, pero este tercer Berlanga prepara ya paellas cada vez de más difícil digestión. Sobras garrafons, chacinerías, groserías (la colección de pelos de sexos femeninos del marqués de Leguineche interpretado eficazmente por Luis Escobar, la exclamación de un cura - exageradísimo Agustín González - "los que yo ato en en la tierra no lo desata ni Dios en el cielo" -), chistes vergonzantes. Parece como si al sentirse libre de censura el director sacase a relucir un aspecto fallero que no le conocíamos. Y no hay moñacos de peor gusto que los ninots de las celebres fiestas valencianas. Esta película, que inicia el declive en la filmografía berlanguiana, aún es soportable y algunos aspectos satíricos están conseguidos (los ministros franquistas del Opus, el amor a la pela de los catalanes (si se hubiera hecho a día de hoy en la Cataluña nacionalista habrían puesto el grito en el cielo). El cineasta, a la vista de los resultados en taquilla, prosiguió con una trilogía Leguineche que además de este film incluyó las lamentables "Patrimonio Nacional" (1980) y "Nacional III" (1982). Berlanga incorpora al catálogo de procacidades de "La escopeta nacional" las ventosidades, eructos ....





No quiero hacer sangre sobre las cintas que siguieron, por respeto al director y a su etapa en blanco y negro. Son todas ellas espantosas - si acaso y con muy buena voluntad podrían salvarse algunas escenas de "La vaquilla" (1985), no el hecho de tomarse la Guerra Civil a chirigota, y no las mencionaré. Los tan elogiados planos secuencia, ni la elección de la coralidad  mejoran estas pésimas paellas en las que el arroz estrá definitivamente pasado de cocción. A Berlanga, como antes que a él a Bardem, la España democrática no fue el caldo de cultivo adecuado para su cine. Una clase social y política nueva podía reirle las gracias. No les molestaba. Era políticamente correcto.


Esta atroz decadencia  no debe competir con los logros berlanguianos en blanco y negro. El lugar de honor de Luis García Berlanga en el cine español está seguro y garantizado (tanbien el de Bardem). "Bienvenido mr. Marshall", "Plácido" , "El verdugo" y, en menor medida, "Esa pareja feliz", "Calabuch" y hasta "Los jueves milagro"  constituyen un activo superior al pasivo.


Luis Betrán

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