jueves, 28 de enero de 2016

EL CINE FASCISTA DE QUENTIN TARANTINO


LA INCURABLE ENFERMEDAD LLAMADA TARANTINITIS




Hace muchos años hubo una dura polémica en “El País” (cuando éste diario se podía leer, no como hora devenido en panfleto de ultraderecha con el cerdo de Felipe González apoyando al P.P.), entre Antonio Muñoz Molina y Javier Marías sobre la celebrada “Pulp fiction”, un film fascista para el primero y un ejemplo de gran cine apolítico pare el segundo. Evidentemente yo estoy con Muñoz Molina. Este sujeto listo llamado Tarantino, además de plagiar cuanto le viene en gana y reciclar basura ajena, consigue que variopinto público se ría cuando a un ser humano le saltan la tapa de los sesos o le perforan la barriga, naturalmente con abundante sangre. Ese, y no otro, es el éxito de este abyecto cineasta. Evidentemente un cine fascista adobado con falsas dosis de progresismo para idiotas. Tenía el listón muy alto con la citada “Pulp fiction”, con “Reservoir dogs” (iconos de la “posmodernidad, según los afiliados al  tarantinismo), con “Kill Bill” o con “Malditos bastardos”. Lo ha elevado con su última propuesta: “Los odiosos ocho”. Tan horrible como su título español.



Atención, porque ya en los créditos de esta película nos advierten. Estamos ante una obra magna: “La octava película de Quentin Tarantino”. Oh, perdóneme usted la vida, genio del celuloide. En estos tiempos de directores egomaníacos (pienso en Tarantino y también en Iñárritu) que estrenan películas de metrajes de tres horas, tan dañinos para la vejiga, pienso en los viejos productores de Hollywood, que no hubiesen permitido, bajo ningún concepto, semejantes delirios en el proceso de guion y en el de montaje. A diferencia de aquellos jefazos de estudio, los padrinos de Tarantino (los hermanos Weinstein, con su compañía financieramente muy tocada) le dejan hacer y deshacer a sus anchas. Sabedores de las taquillas del director, aceptan sus guiones sin rechistar, aunque el buen hombre roce el ridículo, como con ese grotesco final de Malditos bastardos, en la que un comando de tebeo mata a Hitler y a toda la primera plana nazi (si no la ha visto usted es que ha salido del coma). Pero claro, cualquiera le dice nada a este individuo hiperactivo, que aquí estamos hablando de genios del cine, de artistas insobornables y libérrimos que ruedan, escriben y montan lo que desean a pesar del público, de la lógica y de una narración pulida y sin delirios autorales.



Pero, ay, la marca Tarantino hace mucha caja; llena las salas de cine en todo el mundo gracias a millones de modernos que aguantan sin ir al baño y ríen supuestas gracias que no veo por ningún lado. Los odiosos ocho está ambientada pocos años después de la Guerra de Secesión. Empieza con una diligencia en un paraje nevado. En ella viajan Kurt Russell, que hace de caza recompensas, y Jennifer Jason Leigh, su fugitiva. En el camino se encuentran con Samuel L. Jackson, militar, y un sureño renegado. Los cuatro acaban en una parada para diligencias (antigua mercería, belo detalle poético) donde encuentran a Demian Bichir, que hace de chicano, a Tim Roth, que hace de verdugo, a Michael Madsen, que hace de vaquero, y a Bruce Dern, general confederado y todo el rato sentado.  A diferencia de aquella obra maestra de John Ford (y que tantas veces se proyectó Orson Welles para aprender lo que era eso de dirigir cine), a la diligencia de los odiosos ocho le cuesta mucho llegar a su improvisado destino porque sus pasajeros hablan mucho. Lo suyo es un palique verdaderamente cansino desde que empieza la película hasta que acaba. Ya desde los minutos iniciales empiezas a intuir la tabarra que te van a dar durante casi tres horas de película. Un suplicio.



Cuando la diligencia llega a la cabaña donde se desarrolla la acción, todos tus temores se empiezan a hacer realidad: la película se va a desarrollar entre esas cuatro paredes. La razón es sencilla: Tarantino quiere regresar a sus orígenes (aquel icónico garaje de Reservoir Dogs) y pretende una fusión entre La cosa, de Carpenter, y obras de Agatha Christie como La Ratonera o Diez negritos.  Los odiosos ocho recuerda demasiado a la pésima obra de Carpenter: hombres aislados, mucha nieve, mucho frío, Kurt Russell, música de Ennio Morricone (nominado al Oscar), alguien que finge ser quién no es y amenaza a todo el grupo, sorpresas, sangre, vísceras… Pero, ay, aburriendo con diálogos excesivos que llevan al film a las casi tres horas de metraje, una duración excesiva y rematada por un final caprichoso y abrupto. Al sufrirla, da la sensación de que Quentin pensaba haber escrito un guion mucho mejor de lo que realmente es. No ha sabido desarrollarlo, y no digamos rematarlo. Como siempre.



Otro de los caprichos del geniecillo Tarantino ha sido exigir que la película se ruede en Ultra Panavision 70 mm. Y aunque la fotografía del gran Robert Richardson (también nominado) es fabulosa, no se entiende muy bien este capricho porque en exteriores puede tener su sentido, pero no en los interiores. Y más de dos tercios de la película, que parece más una obra de teatro que de cine, son interiores. Sé que a estas alturas de su carrera es imposible que Tarantino haga una película que no sea una concatenación de bromas tontas y diálogos supuestamente ingeniosos y eternos, pero debería intentarlo. Alguien (un guionista o un productor con cabeza y poder) debería recomendárselo. Aunque supongo que es ya muy tarde. Quizás si dejase de tener éxito en los cines y sin esa legión de fans modernitas, podría darnos, al menos, una buena película antes de jubilarse. Lo dudo. Otra opción es hacerlo ya. Retírese porque sus mediocres diálogos, sus gruesas bromas y sus descarados “homenajes” (aquí a Carpenter, a Leone, a Ford o a sí mismo) aburren al más pintado.



Se ha hablado, oh gran Quentin, del Cristo crucificado y sangriento que suege entre la nieve al comienzo del bodrio. Es otro plagio de “Uno rojo, división de choque”, de Samuel Fuller. Y poco de la misoginia machista de Tarantino. La pobre Jenifer Jason Leigh no para de recibir hostias. Es muy mala. Casi como Susana Díaz.

Luis Betrán.

viernes, 22 de enero de 2016

TOP 2015


LAS MEHORES PELÍCULAS ESTRENADAS EN ZARAGOZA EN 2015

 
1.- Taxi Téhéran , Jafar Panahi



2.- Leviatán (Leviathan), Andrey Zvyagintsev

3.-National Gallery (National Gallery), Frederick Wiseman

4.- Phoenix (Phoenix), Christian Petzold



5.- Irrational man, WOODY ALLEN

6.- White God. (Fehér isten), Kornél Mundruczó

7.- Mandarinas (Mandariinid), Zaza Urushadze

8.- El club, Pablo Larraín



9.- Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (En duva satt på en gren och funderade på tillvaron), Roy Andersson

10.- Calvary (Calvary), John Michael McDonagh

11.- Paulina.- Santiago Mitre

12.- Nightcrawler (Nightceawler), Dan Gilroy

13.- Timbuktu (Timbuktu), Abderrahmane Sissako

14.- Güeros, Alonso Ruizpalacios

15.-   Yo, él y Raquel, (Me & Earl & the Dying Gir), Alfonso Gómez-Rejón

LAS MEJORES PELÍCULAS ESPAÑOLAS


A cambio de nada, Daniel Guzmán
Ahora o nunca, María Ripoll

LAS PELÍCULAS FASCISTAS
Whiplash (Whiplash), Damien Chazelle
El francotirador (American Sniper), Clint Eastwood

EL PETARDO DEL AÑO 2015


The Assassin, Hou Hsiao-Hsien

LOS PETARDOS ESPAÑOLES
Felices 140, Gracia Querejeta
Murieron por encima de sus posibilidades, Isaki Lacuesta
La novia.- Paula Ortiz


Mejor actor: Michael Fassbender (Macbeth)
Mejor actriz.-Charlotte Rampling (45 years)


Luis Betrán

jueves, 14 de enero de 2016

ALGUNOS ESTRENOS


STEVE JOBS, Danny Boyle

Un buen guion de Sorkin, estropeado por la histérica dirección del, para mí, insoportable Danny Boyle. Pero esta película merece verse por tan solo una razón: la portentosa creación de Fassbender. Trás verle en "Macbeth" y en "Steve Jobs" si no le dan el Oscar es que en Hollywood ya no hay justicia. Como recuerdo tambien "Hunger" y "Shame", casi estoy por pensar que actualmente Fassbender es el mejor actor del mundo. Y además llena la pantalla con un aspecto físico imponente. Me pondré cursi: ha nacido una estrella. 
EN EL CORAZÓN DEL MAR, Ron Howard
 
Muy maja película con sabor de cine clásico de toda la vida y que dábamos ya por perdido. La peli huele y sabe a Mar, con mayúsculas. Tiene un espléndido sentido narrativo, buenas interpretaciones aunque  también  unos muy discutibles efectos especiales creados por ordenador. Pero a la par que entretenida, el film desgrana de forma sutil temas de calado, como la muy interesante relación interclases del capitán y del primer oficial. Lo más relevante en mi opinión es el abordaje de la relación entre la  obra de arte y la realidad. ¿Debe la obra de arte copiar fielmente, caligráficamente, la realidad, o bien debe transponer el espíritu  o la esencia de lo real tal como ha sido sentido por los ojos del artista? Y también, ¿ qué debe prevalecer , la realidad o la leyenda?  (Aunque esto Ford nos lo dijo hace tiempo: Print The Legend!) . Añadir que esta película podría entenderse como una precuela de "Moby Dyck" (la novela, que me fascina y aburre a partes iguales), pero no de la gran película de Huston de la que siempre he sido fan....a pesar de Gregory Peck.

45 AÑOS (YEARS), de Andrew Haigh


Esta película, para mí muy estimable, cuenta con un handicap difícil de superar. Bebe de los riquísimos manantiales bergmanianos de "Secretos de un matrimonio" y "Saraband" y, claro, se queda a considerable distancia de las propuestas del maestro sueco. A su favor, una banda sonora muy astutamente escogida, unos diálogos inteligentes, una realización más que aceptable. Y, sobre todo, Charlotte Rampling y Tom Courtenay imprescindibles en vose (¡que voz vieja y cascada, la de Courtenay!). Ellos se bastan y sobran para otorgar atractivo a esta película de breve duración. El acierto de esta película es, a mi juicio, la apuesta por narrar sin hablar. Es más importante lo que los personajes van reflejando con sus actitudes, y sobre todo, con la gestualidad de sus rostros  (singularmente, el rostro de Rampling, que está para 30 Oscar en esta película) que lo que los personajes dicen. Ahí encuentro la diferencia con "Saraband" y " Secretos de un matrimonio",  pues en las obras maestras de Bergman la importancia de lo que se dice, del maravilloso texto, es mucho más relevante que aquí, en la que la sombra acechante al matrimonio es más unívoca, menos compleja.  El climax se alcanza en la espléndida secuencia final de la fiesta, en la que el director nos ofrece un contraste entre la falsa  y simplista conducta de Courtenay con su discurso plano, previsible, y en definitiva, mentiroso  con el elocuente silencio de Rampling, que ha de disimular su tristeza y desolación al darse cuenta de que lleva viviendo 45 años con un hombre al que en realidad no conocía, un hombre que le ocultó sus más profundos sentimientos y secretos.

IRRATIONAL MAN, Woody Allen


En mi opinión la mejor película de Woody Allen en no pocos años. Un guion perfecto - Allen como sabemos es un gran escritor - que bebe de las fuentes inagotables de "Delitos y faltas", pero esta vez con un giro que se aleja de su primus inter pares. Además Allen cuida mucho la puesta en imágenes, ofreciéndonos travellings laterales magníficos y una dirección de actores irreprochable que se traduce en unos excelentes Joaquin Phoenix y Emma Stone. Película poco abundante en chistes, aunque la pedantería exhibida por el profesor que interpreta Phoenix no deje de ser un tanto burlona. Me ha sorprendido el atroz pesimismo de esta película, obra de una hombre ya de vuelta de todo y que, evidentemente, no cree en nada. Una vez más la sombra de Bergman aparece aunque el tono sea muy distinto al del maestro sueco. El asesinato concebido como una de las Bellas Artes. Le sobra, a mi parecer, cierto atropellamiento en sus magníficos diálogos. El cruce de sus obsesiones bergmanianas y en mi opinión, las que también tiene con Dostoievsky ( en particular, Crimen y Castigo) han dado lugar a esta película de tono  pesimista y sombrío  ( pese a la intensa luz diurna que paradójicamente invade sus imágenes en todo momento) y magníficamente filmada (últimamente  el Woody director está cogiendo cada vez más músculo) . Phoenix creo que está como una chota (y también muy gordo, a juzgar por esta peli) pero es un actor cada vez mejor: tanto en The Master, como en Her, como en esta peli, creo que está  irreprochable. 

MACBETH, Justin Kurzel


En primer lugar no me gusta ninguna de las adaptaciones que de este "must" de William se han hecho en cine. La de Welles me parece mala de solemnidad y no solo por su bajo presupuesto. La de Kurosawa es un western con muchas flechas de lo más aparente, pero si a Shakespeare se le priva de sus diálogos resulta que sus intrigas son muy sencillas y, estimo, opinión mía, que "Trono de sangre" es una buena película que de W.S. no tiene más que la escena del bosque de Birnam. La de Polanski es notable pero su actor y su actriz son infames (Jon Finch/Francesca Amis). Y ahora llega Kurzel y se nos pone moderno en la que, para mí, es la mejor versión sino fuese porque: 1) Sin la escena del bosque de Birnam y sin el soliloquio final de lady Macbeth antes de su suicidio, la terrible tragedia de W.S. queda mancillada sin remedio. 2) Astrana Marín, el mayor especialista en W.S. que ha tenido este país cuenta que para lady Macbeth  W.S. buscó una actriz fea y que gritara e incluso arañase a su débil marido. M;arion Cotillard, muy guapa ella, no me sirve. Encima llora y LADY MACBETH NO PUEDE LLORAR. ¿Dónde están las alucinaciones del menguado Macbeth en la escena del banquete?. Parece ser que todo vale con Shakespeare. No para mí. Con todo éste es el mejor "Macbeth" del cine excepto en su, opino, ridículas secuencias bañadas en rojo que imitan  la media hora final de la obra maestra de Eisenstein "La conjura de los boyardos". Dèjá vu. Ah, pero lo que antecede es excelente, principalmente por el inmenso poderío de Fassbender, capaz por sí solo de llenar la pantalla, de provocar horror y de expresarse en un inglés cercano al del mismísimo Olivier. Tienen puntos en común este Macbeth y Steve Jobs. Ambos están obsesionados con el poder, ambos son crueles. Ambos son Fassbender que, sin embargo, matiza diversamente a uno y a otro. Por eso, para mí, éste es el "Macbeth" de Fassbender con no pocos flecos de Shakespeare. Abundo en mi opinión de que actualmente Fassbender es el mejor actor del mundo, no olvido para afirmación tan temeraria ni "Hunger", ni "Shame".

LA NOVIA, Paula Ortiz


Esta película está realizada por una aragonesa, asunto que a mí me es completamente indiferente, y ha obtenido un montón de nominaciones a los próximos Goyas. Es una versión de "Bodas de sangre", la pieza teatral de Lorca que más me gusta. Pero da igual, en esta cursilísima, florida, estúpida y ridícula película, de Lorca no queda más que Luisa Gavasa. Literalmente un horror, cine de "qualité" que puede proporcionar risa o indignación, según el día que se tenga. La señora Puyó ha levitado con ella. Era de esperar.

Luis Betrán

jueves, 7 de enero de 2016

EL PUENTE DE LOS ESPÍAS Y VUELVE LA FUERZA


UN ABOGADO PARA ACABAR CON LA INJUSTICIA (Y UNA GUERRA NUCLEAR TAMBIÉN)

 
Miramos el cartel de la película y, al lado de la cara de Tom Hanks, aparece escrito: "en un mundo al borde del abismo, un hombre honesto marcó la diferencia entre la guerra y la paz". Ese hombre honesto es Hanks, claro. Y quién lo dirige, su queridísimo amigo Steven Spielberg. Y con guion de los hermanos Coen. Esto empieza a ponerse interesante. Os voy a contar una historia: un hombre justo e íntegro, a pesar de la oposición y nulo apoyo de quien le rodea, trata de luchar contra la injusticia por muchos obstáculos que se le interpongan, obrando siempre de forma ética y consecuente. Sí, lo sé, os acabo de contar el argumento del 80% del cine de Hollywood, pero en este caso estaba hablando de El puente de los espías, la última obra del conocidísimo Steven Spielberg. Mi relación con este director es de amor-odio (más odio que amor, la verdad), pero al igual que en España no se puede criticar a Iniesta porque nos dio un Mundial, yo prometo contenerme en mis críticas negativas hacia el bueno de Steven. El hombre capaz de hacer cursi nada menos que el Holocausto en La lista de Schlinder (1993). No me abstendré de escribir que de este genio del marketing solo aguanto “Tiburón”, “El imperio del sol” y “Munich”. Poco amor, ciertamente. 


Pero bueno, vayamos a lo nuestro. Spielberg se pone más o menos serio para traernos una película de corte clásico sobre el espionaje en la Guerra Fría. Más que un thriller sobre el espionaje propiamente dicho, nos encontramos con un drama judicial en un contexto muy determinado y jugoso para el cine americano .Tom Hanks tiene menos cara de tonto dando vida al abogado James Donovan, al que le encargan la complicada tarea de defender a un espía soviético. Es ahí cuando, sorprendentemente, Spielberg saca su dardo a pasear para criticar el sistema judicial estadounidense y la moral del pueblo americano. Ese odio hacia el enemigo soviético y a quién lo defiende, esas miradas de asco, ese mirar hacia otro lado de la justicia...


Además de esta historia, nos encontramos con otras dos líneas protagonizadas por personajes (Powell y Pryor) que acabarán convergiendo en el camino de Donovan. Pero, siendo honestos, a nadie le importa lo que les pase. Son personajes planos, grises y tópicos, creados como simple herramienta para que la historia avance. Mi empatía con ellos es nula, y dudo que ese fuera el objetivo de sus roles. Es a partir de la aparición de ambos cuando empieza a aflorar lo peor del filme.


FLASHBACK. Vemos a un pequeño Steven Spielberg en el regazo de su madre mientras esta le dice: "hijo mío, por muy grandes que sean las dificultades, los buenos siempre ganan y el amor (de cualquier tipo, hacia personas, extraterrestres, países...) puede con todo". Steven sonríe, y con esta idea en la cabeza crece, que no madura, y decide plasmarla en la mayoría de sus películas. Volvemos a la realidad. Todo esto viene a justificar la oleada de patriotismo que inundará la pantalla. Para no extenderme demasiado, os lo resumo de forma sencilla: EEUU=guay, URSS=caca. Nada nuevo, ¿verdad? Mención aparte se merece el espía soviético condenado. Desde Big Hero 6 (2014) no veía a un personaje más entrañable y bonachón. Dan ganas de exculparle de los cargos, acogerlo en tu casa y darle galletitas con leche antes de acostarse.


Pero no todo es malo, para nada. Si con más de 2 horas de película, ni media escena de acción y casi todos diálogos no me he dormido en el cine, es que algo bueno habrá. Por ejemplo, la fantástica escena inicial. Sin apenas diálogos, muy visual y perfectamente filmada, manteniendo intrigado al espectador. Así sí, Steven. El fino sentido de humor que salpica el metraje, supongo que mucha culpa de esto la tendrán Joel y Ethan Coen. La ambientación, como en todas las películas del director, es maravillosa. Cuidada al detalle, nos traslada 60 años atrás gracias a los escenarios, localizaciones y vestuario. La fotografía de su fiel acompañante Janusz Kaminski transmite trabajo y talento en cada frame, recordándonos mucho a la estética de Camino a la Perdición (2002) de Sam Mendes. La escena final, pura poesía visual, realizando un bonito paralelismo con otra poderosa escena anterior.


En definitiva, ya sea para bien o para mal, el sello de Spielberg está presente en todas sus obras, y eso es algo meritorio. Su talento para contar historias es innegable, pero la óptica que elige normalmente no me agrada. Y ya que la cosa va de citas, a modo de resumen, terminamos con una de 1984 de Orwell: "encontrarse en minoría, incluso en minoría de uno solo, no significa estar loco. La cordura no depende de las estadísticas". Tom Hanks lo sabe.
 
Este puente tan patriotero – último refugio de los canallas según Samuel Johnson – solo lo cruza bien Mark Rylance y yo no lo tacharía de fascista. Sí que me parecen abiertamente fascistas dos películas que los críticos cahieristas españoles han nombredo entre las mejores que viron en 2015: “Whiplash o la letra con sangre entra” y “El francotirador” del muy tocable intocable Clint Eastwood. Jamás he estado ni estaré en USA. Me repugna el imperio del rifle y las lágrimas de cocodrilo de Obama. Y tampoco veré esa con cuya publicidad me machacan y en la que parece que se cuenta que “vuelve la fuerza”. Uno es mayorcito para idioteces. Ya me tragué en su día “La guerra de las galaxias”·, y como el cuervo de Edgar Allan Poe repito: never more, never more.
Luis Betrán