martes, 12 de octubre de 2010

La Stupenda




 
Mientras continuaba sus peleas con la gran  Renata Tebaldi (1), La DIVINA MARIA CALLAS se encontró con otra gran rival como estilista del bel canto: JOAN SUTHERLAND. Callas, que actualizó una tradición adocenada , poseía estilo, dramatismo y musicalidad. Pero Sutherland poseía la voz; sonora, dorada, radiante. Otra vez el mundo de la ópera se dividió en dos bandos. Los admiradores de la australiana señalaban que no habían conocido una voz igual en décadas, una soprano que podía cantar la Reina de la Noche o Constanza (La flauta mágica y El rapto del serrallo, W.A. Mozart) en una función  y Norma (V. Bellini) o Lucía di Lamermoor (G. Donizetti) en los días subsiguientes. Y era verdad: no la habían escuchado. Era una voz de volumen casi wagneriano que podía realizar las proezas de coloratura más exigentes. Callas tenía una buena opinión de Sutherland. Asi que en una ocasión le dijo a Walter Legge, el mítico productor de EMI y esposo de Elizabeth Schwarzkopff (2), "Hará una gran carrera, aunque solo nosotros sabemos cuanto mejor soy yo". En efecto: María Callas fue/es, en mi opinión, la mayor cantante operística de todo el siglo pasado, la que entendió - o se lo enseñó Visconti - que la ópera es teatro cantado. Joan Sutherland se mantuvo en el sitial de las superdivas durante casi 30 años  y la llamaron LA STUPENDA. A renglón seguido, en el Metropolitan de Nueva York , surgiría otra voz maravillosa, cercana en timbre a Tebaldi, que ni era una trágica ni una maestra de la coloratura. Montserrat Caballé. La llamaron LA SUPERBA. Joan Sutherland falleció ayer en Suiza,  día 11 de octubre de 2010. Había nacido en Sidney (Australia) el 7 de noviembre de 1926. Tenía, por tanto, 83 años. Los operófilos de todo el mundo estamos de luto. Los cinéfilos tambien: en pocos días han muerto Claude Chabrol, Arthur Penn, Tony Curtis, Gloria Stuart, Roy Ward Baker y hoy el magnífico característico del cine español Manuel Aleixandre. Vaya entrada de otoño.








Georg Friedrich Händel fue quien convirtió a la soprano Joan Alston Sutherland en La Stupenda en 1960. Fue bajarse del escenario de la Fenice de Venecia después de haber cantado Alcina, la genial ópera del  fabuloso compositor alemán nacionalizado inglés, y pasar a ocupar uno de los espacios más destacados en el firmamento de las grandes divas. Existe una grabación, junto a Teresa Berganza, que sigue siendo referencia a pesar de no ser una versión historicista, de esas que hoy se consideran las únicas válidas en el repertorio barroco e incluso en Mozart. Naturalmente, discrepo.


Sutherland era una mujer de aspecto enorme, decididamente poco agraciada en su extraño rostro y que se concentró siempre en el vocalismo - como Caballé -, no porque fuera insensible musicalmente sino acaso porque el esfuerzo que le exigía la emisión incesante de diferentes tonalidades provocaba una dicción descuidada. A veces, su italiano o su francés resulta totalmente ininteligible. Fue menos en los últimos años de su larga carrera en los que aprendió a actuar, una pésima actriz. Una estatua cantante. Se casó con el director de orquesta Richard Bonynge que fue quién la dirigió en la mayoría de sus representaciones o de sus grabaciones discográficas, casi siempre con Decca. Aunque tambien la dirigieron los grandes sir John Barbirollu y Erich Kleiber y los muy notables directores de foso Tullio Serafin, Vittorio Ciu, Antonino Votto, John Pritchard, Nello Santi.....Acaso el punto de inflexión de su carrera fue la "Lucía de Lamermoor" que cantó en el Covent Garden de Londres en 1959 con dirección escénica de Franco Zefirelli. Sería, junto a Norma, su papel más demandado que interpretó por última vez en el Liceo de Barcelona junto a Alfredo Kraus (inmejorable Edgardo) en 1988. Poseo el DVD correspondiente y lo conservo como oro en paño. Las interminables ovaciones se adornan con una lluvia de papeles en los que está escrito: Sutherland-Kraus, los monarcas de la ópera.








Sin embargo su partenaire más habitual fue el inolvidable Luciano Pavarotti que la adoraba ya que había sido decisiva en el impulso de su carrera. Tambien conservo grabada su retirada en 1990, que tuvo lugar (como no) en la Opera de Sidney haciendo el rol breve pero intensísimo de Marguerite de Valois en "Los hugonotes" de Meyerbeer. Australia se volcó y de que manera. Sus anodinos compañeros de reparto apenas saludaron, pero ello salió la última y vestida con un bellísimo traje de gala. Como los aplausos - el público en pie - no terminaban nunca, cantó "Home sweet home" y en las ciudades de Sidney, Melbourne y Camberra (capital administrativa de Australia) los cielos se llenaron de fuegos artificiales en su honor.


Hoy nada de esto sería posible. La gran época de las divas terminó hace años. Hoy se vive la dictadura de los registas escénicos, capaces de montar "Rigoletto" en los años veinte del siglo pasado, en plena Ley Seca y en Chicago. O sacar a los personajes sentados en tazas de retretes como hizo el temible Calixto Bieito en el tambien verdiano "Un ballo in maschera". No obstante; los mayores desmanes se cometen con las óperas barrocas, y de forma especial con las de Haendel que conocen un revival extraordinario. Ver a señores y señoras con americanas o minifaldas cantando los amores de Julio César con Cleopatra resulta particularmente ridículo. Pero parece que no hay nada que hacer. Lo mismo que con los dichosos "instrumentos de época". Una pena. Antes la ópera era mucho más divertida. Y creíble, lo que es asunto bien dificil.








Los mejores roles de Sutherland fueron, además de Lucia di Lammermoor, las mencionadas La Reina de la Noche, Constanze y Donna Anna (Don Giovanni, W.A. Mozart) Amina en (La sonnambula, Bellini), y Elvira (I Puritani, Bellini)), Semiramide (Rossini), Marguerite de Valois (Les Huguenots, Meyerbeer), Lakmé (Delibes), Alcina y Cleopatra (Giulio Cesare, Haendel) y Norma. Es admirada particularmente su interpretación de Marie, la soldado tamborilera en La Fille du Regiment (Donizetti). Durante los últimos años de su carrera, personifica los cuatro papeles de Los Cuentos de Hoffmann, Offenbach), Lucrezia Borgia y Anna Bolena (Donizetti), Esclarmonde (ópera olvidada de Massenet que la diva y Bonynge rescataron y que le pertenece a ella y solo a ella). Tan solo me resulta excepcional en Offenbach y Massenet


No me convence ni su Violetta en la "La traviata" (no hay dramatismo alguno y eso es imperdonable en esta ópera), ni su Margarita en el "Fausto" de Gounod cantado mecánicamente y con peregrina dicción francesa (a años luz de Victoria de los Angeles). Es excelente en lo vocal su Gilda de "Rigoletto", pero plana su Leonora de "Il trovatore". Ni Verdi ni Puccini se le dieron bien. No cantó nunca en teatro la princesa "Turandot" del segundo, más su grabación discográfica junto a unos compañeros de lujo como Pavarotti, Caballé, Ghiaurov y hasta Peter Pears bajo la dirección de Zubin Metha ,es un dislate en lo que a ella se refiere. Aquí es nuestra querida Montse la que se lleva el gato al agua en una maravillosa personificación de la esclava Liú. Y Pavarotti en su "Nessun dorma", faltaría más. Hoy algunos de los roles en que sentó cátedra Sutherland, los canta Nathalie Dessay que tiene asimismo excelente coloratura pero una voz tan pequeñita como la ......de otra genial mezzo de agilidades, Cecilia Bartoli.










Y ahora el recuerdo. En 1989 llevo a cabo un viaje de quince días a Egipto en la segunda quicena de septiembre. No me voy a referir aquí ni a las innumerables y eternas bellezas del país de los farones, ni al calor ni a nada de eso. En el delicioso crucero por el Nilo, en una buque de la cadena hotelera Sheraton,sucedió que bajo de mi camarote al comedor a la hora del almuerzo y.....me encuentro sentada en una gran mesa y en compañía de su esposo y un grupo de amigos o familiares a la mismísima Dame Joan Sutherland. Creí que estaba soñando o algo así, pero no era ella en persona. Así que tras vencer mi timidez me acerqué a su mesa y le dije "señora, enhorabuena, usted ha sido la mejor Norma y Lucía de la historia" (no me lo creía yo habiendo existido Callas, pero la ocasión bien merecía la mentira). Sorprendentemente, tanto la eximia como Richard Bonynge se levantaron de sus sillas, me estrecharon la mano y la Stupenda exclamó "Oh, thank you, thank, you very much!", me estampó un beso en la mejilla y remató con una simpática carcajada. Palabra de honor. Queda para mi biografía.



Recibió innumerables galardones y fue Dama del Imperio Británico. Gloria inmortal para Dame Joan Sutherland, la Stupenda.



Luis Betrán



1) Ya saben la frase de Callas respecto a la Tebaldi. "Yo soy el champagne y ella es la gaseosa"



2) La más exquisita de las sopranos mozartianas y straussianas amén de formidable liederista. Una de mis cantantes líricas preferidas. Gran actriz, asimismo.

2 comentarios:

  1. Dear friend ( en honor a La Stupenda), debo decir que cuando escuché la noticia pensé en tí. Y tu magnífico post no me ha desilusionado.
    Gracias

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  2. Gracias a ti. La Stupenda será debidamente homenajeada en el Ateneo en noviembre y diciembre. Faltaría más.

    Abrazos en fa sobreagudo

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