domingo, 10 de octubre de 2010

¿Cuando se jodió Perú?



Ese es uno de los interrogantes más célebres de la literatura de la segunda mitad del siglo pasado. Corresponde a "Conversación en la catedral", probablemente la obra cumbre de Mario Vargas Llosa el esperadísimo y celebradísimo Premio Nobel 2010.


Es cosa sabida que me gusta echar mi cuarto a espadas en noticias de gran calado como esta. ¡¡Cáspita¡¡. Parece que el dichoso Nobel se lo han concedido a España entera. Vaya cobertura informativa en las radios y las televisiones. Que enorme cantidad de páginas en los diarios. Cuantiosas felicitaciones a este caballero que es peruano, aunque se nos haya recordado tropecientas veces que tambien tiene la nacionalidad española y es miembro de la Real Academia de la Lengua, la que limpia, fija y da esplendor. Como yo soy yo y mi circunstancia, comenzaré que a mi eso de los Nobel me la trae más bien al fresco. Tan solo podría esgrimir una opinión en este de las Letras y, acaso en el de la Paz. En todos aquellos científicos ni bola ya que mis conocimientos de Física, por ejemplo, rayan en el analfabetismo. Amén de la cuestión política, que como bien sabemos le privó a Borges del que hubiera sido indiscutible, y ahora la señora coyuntura ha favorecido a Vargas Llosa que pienso tampoco admite polémica alguna. Me queda la pregunta del millón: ¿para cuando un premio Nobel del Cine?. Aunque la cosa da un poco de miedo aunque los suecos son muy suyos en inventarse talentos literarios y traer a las editoriales de culo, en lo del llamado Séptimo Arte igual van y se lo adjudican a Christopher Nolan con lo cual se crearía y perdería toda credulidad el mismo año.




Puestos a manifestarme sobre los P.N. concedidos a escritores que se han servido del castellano me sobran unos cuantos: Echegaray, Benavente, el guatemalteco Asturias, el colombiano García Márquez y ¡¡¡¡Camilo José Cela!!!. Me explicoteo. Era yo bien joven cuando la eclosión del celebérrimo boom de la literatura latinoamericana. Dado que se citaban a autores, algunos de los cuales no tenía ni la más repajolera idea de su existencia, formatee un cajón de sastre inicuo en el que lo mismo cabían Octavio Paz, Borges o Carpentier que Rulfo, García Márquez....y don Mario, naturalmente. No fui el único. Afectó a toda una generación de lectores que acudieron a la cinta de salida y disputaron etapas del Tour Hispanoamericano Lector, que no tenía montaña, e infinidad de sprints para llegar el primero a comprar "Cien años de soledad", "La ciudad y los perros", "El siglo de las luces" o "Pedro Páramo". Sobre todo, la de García Márquez que yo me se de quién, a lo largo de un año o más, no leyó novela alguna que no fuese esa. (1).





Tempus fugit. Yo leí "Cien años de soledad" a los veintitantos y quedeme anonadado. Y eso que había recibido un avisete de alguien que de cine andaba algo pez y solía salirse de las pelis a pesar de ganarse parte de su pan en el oficio de crítico cinematográfico de "Mierdaldo de Aragón". Pero de literatura estaba puestisimo y nunca se le hizo la debida justicia en este aspecto en la, con toda seguridad, futura capital europea de la cultura. Joaquín Aranda, obviamente. Yo adquiri mi ejemplar de la novela de García Márquez en la desaparecida librería Hesperia, sita en la Plaza de los Sitios entonces José Antonio. Como Aranda y yo nos conocíamos - yo era crítico en lo del cine en la radio - el fallecido don Joaquín me sopló al oído; no te compres esa mierda, cambiala por "El siglo de las luces". Se ve que no le gustaba el realismo mágico. Al cabo de más de 20 años me dio por releer las cuitas de Macondo....y se me cayeron de las manos. Lo mismo el citado "realismo mag.". Ahora del colombiano solo me gusta "El amor en los tiempos del cólera". El resto de su obra me parece una nadería ajardinada. Un floripondio con menos olores que los sueños inducidos de "Origen". Puestos a recordar otra vez; me volví a topar con Joaquín Aranda y le dije aquello de cuanta razón tenías. Ahora que ya he leído a Borges, a Cortázar, a Carpentier, el colombiano ese no es más que un analfabeto funcional de la literatura que estuvo de moda porque iba de rojo.



Con Vargas Llosa sucedióme lo opuesto. Me habían gustado "La ciudad y los perros", "Los cachorros" y me habían entusiasmado "La casa verde" y "Conversación en la catedral", novelas estas últimas que contienen todo un universo que no desdeña ni el realismo ni la magia pero los junta en el prodigio casi inalcanzable de la armonía de la obra total, amén de sumergirnos en una nación de la que poco sabíamos (Perú) o de un paisaje (la Amazonía, antes de su destrucción) que tenía algo de mítico. El burdel donde el viejo don Anselmo tocaba el acordeón o la taberna en la que se discutía la historia y la política del país del Machu Pichu pasaron ya a formar parte de mi adorado edén literario que en modo alguno me correspondía sino a quién lo había descrito.

Pero llegó la la puta alcahueta de la política y se nos jodió Perú. ¿Como íbamos a admirar a un señor que  presentaba su candidatura a la Presidencia de su país liderando un partido conservador?. Que le enviaba flores verbales a la mala bruja de Margaret Thatcher, que dijo apoyar al P.P.. Vade retro Satanás. Se acabó Vargas Llosa y, como tantos otros donde dije digo dije diego. Vargas Llosa carecía de interés, era un mal escritor y una mala persona. Un chaquetero que había dejado tirado a Fidel y se había pasado a las filas de la más ultramontana derechona. Se acabó. Ni un libro más de ese peruano traidor..........Aunque me temo que tanta animadversión era de boquilla. Más falsa que Judas en mi persona....que seguí leyendo al "malvado escritor". Y encima rematé de cabeza cuando allá por los ochenta y pico, en una de mis anuales visitas a mis amigos de Santander, escuché su preciosa voz en los Cursos de Verano de la Universidad Menéndez y Pelayo (Palacio de la Magdalena). Y como todo el auditorio, se partió de risa cuando Don Mario - al que nunca le faltó el sentido del humor - explicó aquello de que en lo referente al erotismo tenía un severo problema. A saber: solo experimentaba la pulsión sexual explosiva con mujeres de su familia. En efecto, se casó primero con su tía (la Julia) y luego con su sobrina (la actual señora de Vargas).



Quisiera terminar exponiendo mi pequeña exclusión del general vocerío. Creo que Vargas Llosa es un gran escritor y un memorable ensayista y articulista. Creo y reitero que "La casa verde" y "Conversación en la catedral" son dos obras maestras. Que su ensayo sobre la inmensa Madame Bovary roza la genialidad. Que "Pantaleón y las visitadoras" y "La tía Julia y el escribidor" son tan divertidas como estupendas. Que "La fiesta del chivo", en ese tema al que se sienten obligados a escribir todos del boom y los de antes, es junto a "Yo el supremo" de Roa Bastos la mejor novela sobre el dictador de turno. Por tanto Vargas Llosa triunfa allí donde fracasaron García Márquez (¡¡que horror "El otoño del patriarca"¡¡¡), Alejo Carpentier ("El recurso del método"), Miguel Angel Asturias (¡¡que tostón "El señor Presidente") y hasta el padre fundador del subgénero, el mismísimo Valle Inclán en su amanerada y pijotera "Tirano Banderas" (2).

Sus oscilaciones políticas igual se deben al lío de faldas con García Márquez y el puñetazo que dejó al del liqui-liqui (iba con mono de obrero en la sesión de pugilato) con un ojo a la virulé. Que yo soy muy macho y a este mequetrefe no le permito que me quiera birlar a recia moza. Y si el va de rojo, pues me hago azul y le llevo y le llevaré la contraria por los siglos de los siglos amén. Que risa.

Resulta un tanto rarillo que un tipo tan facha como Vargas Llosa escriba siempre novelas más bien críticas con las derechas, el facherío, los militares, los energúmenos con mando en plaza, la globalización y hasta el Imperio.

Y a modo de estrambote no me calló que "La guerra del fin del mundo" me pareció mala, malísima. Y el Rigoberto por ahi, por ahí.  La del "Conselheiro" simulaba una de aquellas más bien siniestras, con las debidas excepciones, películas del "novo cinema brasileiro". Bueno "la debida excepción" en mi caso es "Antonio Das Mortes" de Glauber Rocha, un auténtico musical con muchos tiros y conciencia política. Por cierto, mala suerte la de Mario Vargas Llosa con el cine. Vaya petardos que hicieron él mismo y Francisco Lombardi. Recomiendo no verlos por nada del mundo. Ni en nombre de un Premio Nobel, venga que lo digo, justo e imprescindible.


Luis Betrán


1) No ocultaré mi animadversión por ese cerdo llamado Camilo José Cela del cual solo soporto, y admiro, "La colmena" y "El primer viaje a la Alcarria".

2) Del mismo modo que el teatro de don Ramón me parece extraordinario, su "Tirano" y sus "Sonatas" me dejan gélido.


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