miércoles, 25 de noviembre de 2009

Grandes voces de la ópera: Victoria de los Ángeles

¡Que Santa Cecilia se torne milagrera en tanto que patrona de la música! ¿Qué hemos hecho los amantes de la lírica para merecer esto? Annus horribilis el 2004: Fedora Barbieri, Franco Corelli, Gérard Souzay, Nicolai Ghiaurov, Hans Hotter, Renata Tebaldi... Y llega el gélido 2005 y la inflexible Parca siega la vida de la amadísima Victoria de los Ángeles en aquestos horrendos aquilones de enero, febrero y marzo.

Como dice Castilla del Pino "Victoria no nos hizo solamente oir lo bello: en muchas ocasiones lo creo”" y añade Juan Angel Vela del Campo "ha convertido en oro todo lo que ha tocado, su pérdida es inmensa, no hay consuelo posible, qué dolor su ausencia" (El País, 16 de enero de 2005).

En efecto, Victoria de los Angeles –la más grande cantante lírica española de todo el siglo XX– no era únicamente una dama de la ópera, era mucho más. La expresión tan manida de singular e irrepetible parece concebida para esta mujer tantas veces golpeada por el infortunio en su vida privada, para esta antidiva que ejemplificó, en el sentido más profundo que se puede dar a esta palabra, el calificativo de artista. Su sensibilidad trascendente, su quitaesenciada musicalidad, su fraseo de encaje, su timbre de amorosa seda, su perfecta diccción en italiano, en alemán, en francés –que maravilla su forma de interpretar la melodie de Fauré, de Chausson, de Canteloube o las frágiles criaturas de Massenet, de Gounod, de Debussy-, su dramatismo o gracejo, según el caso, en las canciones españolas de Falla, Granados, Rodrigo, Turina, Mompou, Monsalvatge, Toldrá...

Quedan para la historia sus puccinianas Mimí o Butterfly junto a tenores del calibre de Jussi Björling o Giuseppe Di Stefano; su Elizabeth del wagneriano Tannhausser en Bayreuth bajo la dirección de Sawallisch –ella fue la única española que pisó el coliseo de la verde colina–; su divertida e interiorizada Rosina de El Barbero de Sevilla; su fragante condesa de las mozartianas Bodas de Fígaro; se sensualidad sin desgarros chulescos en la estupenda Carmen dirigida por sir Thomas Beecham; sus verdianas Desdémona (Otelo, naturalmente) junto a Mario del Mónaco o Amelia (Simon Boccanegra) con Tito Gobbi; su inigualable Marguerite del Fausto de Gounod con la batuta de André Cluytens y flanqueada por Nicolai Gedda y el enorme Boris Christosff; su perfumada Manon de Massenet dirigida por Pierre Monteux; su etérea Melisande de Debussy con la que se despidió de la ópera en 1980 (Madrid) y su trágica Salud de La vida breve de Falla que sólo ella hizo inmortal. Y en la intimidad camerística y emotiva del lied, acompañada por Gerald Moore en sus décadas de esplendor vocal de los 50 y los 60, solamente Elisabeth Schwarzkopff y Dietrich Fischer Dieskau le pueden hacer sombra; con ellos grabó un fabuloso LP, trasvasado a doble cd, en homenaje a ese maestro de los pianistas acompañantes. Y en la canción española de concierto nadie tuvo el decir primoroso de Victoria. Ni su antecesora Supervía ni sus seguidoras Lorengar o Berganza.

Y con todo... ¡qué vergüenza!, ¡qué indignidad!, ¡qué ingratitud! para Cataluña y España entera. Victoria de los Ángeles hizo su gran carrera operística en Alemania, Italia, Austria, Inglaterra, Francia, Argentina y hasta en Japón o Sudáfrica. Cantó ópera nada menos que en 53 países, pero poco, poquísimo en España y junto a Alfredo Kraus como único tenor español en el Werther de Massenet. El Liceo, donde había debutado en 1945, la castigó posteriormente con 27 años de ausencia, probablemente por apellidarse López García y ser una charnega. Y aquí me permito una digresión para oportunistas postmodernos: el nacionalismo es la raíz fascista, la izquierda jamás puede ser nacionalista, su razón de ser -Marx dixit- es el internacionalismo, la ausencia de fronteras, la unión del proletariado universal. Victoria retornó al emblemático teatro de las Ramblas en l992 y la aclamaron y la inundaron de flores. ¡A la mierda hombre, a la mierda!, como diría Fernando Fernán Gomez. La hipocresía y el oportunismo primando sobre la cultura en los politicastros de aldea.

A la postre, nada importa tanta mendacidad. La voz más íntima y estremecedora del ultimo siglo –de nuevo Vela del Campo– nos dejó un tristísimo 15 de enero de 2005 a los 81 años. Había nacido el 1 de noviembre de 1923. En nuestra memoria quedará el recuerdo de una mujer que cantaba como su nombre, que nos emocionaba como un poema de Cavafis, como una tela de Rosetti, como una película de Ozu. Ella es genialmente inmortal.

2 comentarios:

  1. pregunta a montserrat caballe,j ccarreras y P domingo el xk la boicotearon??
    "el arte no entiende de nacionalismos ! las personas si."
    Ninguno de esos 3 sujetos citados jamas le llegaran a la suela del zapato a la Gran victoria de los Angeles una mujer irrepetible Gran diva y Dama del Bel canto Catalan,Español.

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  2. Cierto, la boicotearon y tambien a Teresa Berganza y Alfredo Kraus. No tengo la menor simpatía por Domingo y Carreras. Tampoco por Caballé aunque reconozca que su voz fue extraordinaria aunque nulo su talento interpretativo. Victoria, en efecto, es irreptible. Mi cantante lírica favorita junto a Callas (irrepetible tb. en ópera) junto a la alemana Elisabeth Schwarzkopf. No sea tan misterioso hombre (o mujer), que me gusta saber el nombre o alias del que escribe aquí. Gracias por el comentario.

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