jueves, 19 de noviembre de 2009

Memorias III: 1966

Españolito que estás en España
disponte a votar.
Sí a la paz y al progreso


REFERENDUM NACIONAL 1966
LEY ORGANICA DEL ESTADO



"Recuerden los españoles -dijo el Caudillo- que a cada pueblo le rondan siempre sus demonios familiares, que son diferentes para cada uno. Los de España se llaman: espíritu anárquico, crítica negativa, insolidaridad entre los hombres,extremismo y enemistad mutua" (Francisco Franco).


XXX aniversario del Alzamiento. Ley Orgánica del Estado. Todo va a quedar definitivamente “atado y bien atado”

Zaragoza, la ciudad tranquila y confiada (1), se dispone a votar SI. Los niños no votan, TU SI. Yo, afortunadamente, NO porque en 1966 tengo 19 años y ni siquiera he jurado la banderita roja y gualda.

1966, año franquista por excelencia. Inefables casualidades de la vida. Me hallo cercano de mi sueño dorado –¡¡¡TENER VEINTE AÑOS!!!, todo un hombre– y merodeo por las catacumbas políticas venerando a todo aquél que es de izquierdas y va a arriesgarse a votar NO. ¿Qué soy yo? En tanto que hijo de militar de buena graduación y que quiere perpetuar la dinastía en su único vástago, TODO lo que significa aversión a órdenes, curas y generales. Además he leído El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de F. Engels (primer libro marxista que devoro y al que todavía hoy profeso gran admiración) y ya sé que, a pesar de lo que diga mi progenitor (auténtico socialista, ahí queda eso), José Antonio Primo de Rivera era un redomado fascista. Estilo el mío con flecos edípicos de llegar al materialismo dialéctico.

En Zaragoza eso de votar se vive febrilmente los dos últimos meses del año, tras el discurso de Franco ante las Cortes en sesión extraordinaria de 12 de noviembre de 1966. Cartelones enormes de VOTA SI y ausencia total de propaganda de otro tipo de alternativas. Pero antes de la "euforia azul y caqui", se había repetido otra gran fiesta. De nuevo el Real Zaragoza gana la Copa del Generalísimo en el mismísimo Bernabeu. Victoria por dos a cero ante el Atlético de Bilbao, tras ofrecer un recital de fútbol-espectáculo, cañonear a Iribar como si fuera el Alcázar de Toledo. Paseíllo, ovación y vuelta al ruedo para todo el equipo, muy especialmente sus dos goleadores y más finos artistas: Juan Manuel Villa (futuro concejal no-democrático del Ayuntamiento) y Carlos Lapetra (entonces integrante de familia de ricos hacendados oscenses) ya fallecido sin que ningún otro jugador con tanta clase haya vuelto a pisar La Romareda. Así que nuevo recibimiento apoteósico a "los magníficos", similar al descrito en 1964.

Más la verdad es la verdad, la diga Agamenón o la diga su porquero. Tras el Referéndum de 14 de diciembre, la Ley Orgánica del Estado se aprueba el 10 de enero de 1967. Es la fecha de mi vigésimo cumpleaños. Golpes que da la vida, como cantaba Raimon.

Los jóvenes zaragozanos ajenos al fútbol (pocos) o a la política (muchos) van iniciando un proceso de desperezamiento cultural. Y en este camino que al menos durará una década, el cine juega un papel importante. Auge y esplendor de los cine-clubs, acercamiento mítico al cine por manes de la influencia de la –para mí– terrible revista Film Ideal, especie de sucursal casposa de Cahiers du Cinema pero cuya impronta dura hasta nuestros días (2). Evasión por evasión, la gente de esta ciudad va regularmente al cine –por entonces Zaragoza era una de las ciudades con más salas de España- y en determinados círculos el llamado Séptimo Arte va siendo considerado seriamente –aunque parezca paradójico– como no portador de valores necesariamente "humanos". Film Ideal lanza un grito que es casi una orden: ¡¡¡el que quiera mensajes que vaya a la Western Union!!!; compañía de ferrocarriles que como sabemos tiene sus estaciones y apeaderos en nuestra piel de toro. Para algunos, como el que suscribe, el cine entra ya definitivamente a formar parte de nuestras vidas. Estrenos, reposiciones, atisbos de futura Filmoteca en TVE, debates que enfrentan a los amantes de Resnais con los de Raoul Walsh. En última instancia todo se puede compaginar porque todo configura nuestra identidad, que es ya la de un núcleo de no desdeñables proporciones de la juventud zaragozana de aquellos años: el fútbol, el cine y el NO VOTAR.

A los 25 años de su realización se estrena en el cine Goya Ciudadano Kane. Ver "la mejor película de la historia del cine" por primera vez es cumplir un sueño largamente acariciado por los cinéfilos de aquí. Todos nos dirigimos a la sala para arrodillarnos en supuesto reclinatorio. Y más de una vez. Y no le hacemos justicia en cuanto nos supone una pequeña decepción. ¡Caramba!, no es para tanto, siguen pensando los amantes de Cantando bajo la lluvia o de Rocco y sus hermanos. Bueno; pues sí que lo era. Lo que pasó simplemente es que no la entendimos. Demasiado jóvenes. Con el paso de años y años y la no deseada madurez, ya sabemos que Kane cambió el cine y lo revolucionó como no se había hecho desde El acorazado Potemkin (Eisenstein) y, probablemente, no se volvería a hacer hasta La aventura (Antonioni) y luego 2001, una odisea del espacio (Kubrick). Mira que atreverse a discutir la magna obra de Orson Welles. Pecadillos de juventud, insisto.

Pero tambien se estrena A bout de soufflé (Al final de la escapada la llamaron por si alguien picaba en anzuelos de Dino Risi y Vittorio Gassman). ¡¡¡Aquí esta Godard y su ópera prima!!! Esto sí que es la revolución. Vaya lío, vaya discusiones. Film Ideal dirime el pleito con veredicto salomónico. ¡¡¡Viva Welles!!!, ¡¡¡Viva Godard!!!, ¡¡¡Abajo Welles, abajo Godard!!! (Portada de Film Ideal nº 189, 15 de junio de 1966).

A Mr. Belvedere en Fotogramas no le gusta El coleccionista de Wyler que por entonces se cotiza a la baja (3). Mayor Dundee de Peckimpah no es precisamente Duelo en la Alta Sierra. Lord Jim –Richard Brooks sobre la gran novela de Joseph Conrad– división de opiniones. Yo me apunto a las palmas y con alguna reserva tambien las extiendo a Los profesionales del mismo director, por entonces en su mejor momento creativo.

Me despido de mi adorada Kim Novak tras verla gorda, fea y vulgar en Moll Flanders (Terence Young). Dicen que Losey se pasa de revoluciones en su misoginia en Eva. Falso. Años más tarde veremos The Servant y tanto monta monta tanto, dentro de elevadas cotas de calidad. El director de Wisconsin vive asimismo su áurea época en el Reino Unido. Nouvelle vague, nouvelle vague. La bobalicona Alphaville de Godard (¡¡¡anatema!!!) y la estimable Cleo de 5 a 7 de Agnés Varda (señora de Jacques Demy).

Hay quién se atreve a insultar a las mentes que conservan neuronas activas: Jerry Lewis en repetidas ocasiones (4). Y mientras Quine y Edwards se muestran en imparable decadencia, podemos seguir amando a Audrey Hepburn y a las flores en la memorable My Fair Lady, canto de cisne de George Cukor.

En el Coliseo Equitativa y casi de tapadillo se estrena oficialmente nada menos que Los olvidados del, en aquellos días, invisible/divino/diabólico LUIS BUÑUEL. Y, a pesar de los nobles esfuerzos cuasititánicos de Joaquín Aranda en Heraldo de Aragón, dura exactamente una semana y deja indiferente al personal no cinéfilo. No a mí que me deja conmocionado. Es, creo recordar, mi primer contacto con el genio de Calanda en una sala de estreno de Zaragoza. Quizás no acabo de entender del todo (y con el tiempo se revelaría que no era tan difícil) el cosmos buñueliano, pero con 19 juveniles añitos quedo tumbado, abrumado, despistado e intuyo que se trata de una obra maestra enorme, violenta, cruel y humanísima.

El rapto de Bunny Lake nos devuelve al Preminger del cine negro (todavía no habíamos visto Laura) y sorprende verle alejado de sus best-sellers elefantiásicos (Exodo, El cardenal, Primera victoria). Sería la última alegría que nos proporcionaría el director vienés. David Lean en 70mm: Doctor Zhivago (¡¡oh Julie Christie!!!), megaproducción basada en la novela de Pasternak y rodada en parte por tierras españolas. No es la mejor que hemos visto del gran director británico pero sigue teniendo usía. Vamos que no nos da el disgusto que si hace Stanley Donen en Arabesco. Y es que Gregory Peck y Sofía Loren están a años luz de Cary Grant y Audrey Hepburn en Charada (que tanto nos gustó y "tempus fugit" ahora un poco menos).

No, no miento. El "spaghetti western" es tomado en serio porque así lo decretan en Film Ideal mientras en Nuestro Cine se parten de risa. Y con razón. Con o sin Sergio Leone, por "puñados de dólares" o La muerte tenía un precio. Y Django, Sartana, y tu les matas que yo cobro la recompensa y Sergio Sollima, Tonino Valeri, Sergio Corbucci... Y (todo es susceptible de empeorar) el "paella western" con Carrancho que quiere decir Fernando Sancho. No gusta. Pero el "spaguetti", como el desopilante "peplum" siguen teniendo persistentes fans de la tribu cahierista, alguno llega a decir (hoy) que Erase una vez en el Oeste (Hasta que llegó su hora), de Leone, es la mejor película de la historia del cine italiano. Muy por encima, verbigracia, de El gatopardo. Y en el nuevo milenio la cosa se perpetua. No es broma. Poco tiempo después de 1966 llegaría el "giallo" y Dario Argento y Mario Bava. Hasta Bertrand Tavernier (lo dijo en el Festival de Huesca de¡¡¡2008!!!) cree que Riccardo Freda (rey del peplum o de lo que fuere) era un gran artista y le terminó una película (La hija de D’Artagnan). Bravísimo. Menos mal que por esos paisajes deambulaban maggiorattas de segunda tan apetecibles como Gianna Maria Canale, la pérfida de ojos rasgados. Y Clint Eastwood se ganaba la vida en Almería.

¿Un segundo Tati en el cine francés?. Voilá. ¿Quién se acuerda de El pretendiente y de Pierre Etaix, actor y director?. Pues fue un éxito de considerables dimensionen en nuestra entonces amada ciudad. Y como ahora va de franceses el malvado Carné estrena Therese Raquin y nadie va a verla y a los que nos gusta, François Truffaut nos excomulga de por vida. Dios es Alfred Hitchcock, no fastidiemos.

La comedia italiana (¡¡forza tutti!!!) llena las salas con la algo más que burlona Divorcio a la italiana de Pietro Germi, con un Mastroianni impagable como el siciliano Barón Cefalú. Y hasta cine de la U.R.S.S. No alarmarse: se trata nada menos que de Don Quijote del gran Kozintsev que no tuvo aquí la misma fortuna que con Hamlet. Los orates de la censura franquista no podían entender que se trataba de una lectura en clave marxista del magnum opus cervantino.

¿Nos falta algo? Hombre claro, el llamado nuevo cine español representado ese año por un Manuel Summers inoperante en El juego de la oca y realmente punzante en Juguetes rotos, su mejor película. Como nadie va a verla, su director trucaría la gimnasia por la magnesia y se integraría en el más bochornoso y consumista cine español. Como le pasaría al mismísimo Bardem (futuro regista de Marisol y Sara Montiel) tras el fracaso de esa revisión en tono menor de su magna Calle Mayor.

Concluyo con unas frases para la Historia tras tanto pareado:

"Creo que no necesito invocar en este momento histórico mi ya larga experiencia de gobierno y mis prolongados servicios a la nación. Toda mi vida discurrió en la vanguardia de sus empresas, ya en las gestas bélicas y victoriosas –como en la primera mitad de mi vida– ya pacíficas y de gobierno al servicio del bien público como en los últimos 27 años. Durante esta dilatada vida, en el afán constante de servicio, permanecí siempre atento a una observación minuciosa, a un análisis incansable de las grandes tendencias del mundo que pudieran afectar a nuestra Patria. A base de ello, y deseando completar el cumplimiento de mi deber en estos años decisivos para la nación, y dado lo beneficioso de la total ordenación de nuestras instituciones para el desarrollo, la estabilidad y el bienestar de la nación, que ya no tendrá motivos de incertidumbre en el futuro por la cuidadosa y prudente visión del mismo que en dichas leyes se contiene. Plenamente consciente de mi RESPONSABILIDAD ANTE DIOS Y ANTE LA HISTORIA, os pido vuestro consenso o acuerdo respecto al presente proyecto de Ley Orgánica, que deseo someter a aprobación final en un próximo Referéndum Nacional".

(Franco a los "cortesanos")

AÑO 1978.- Las Cortes Democráticas finalizan sus trabajos constitucionales.


La vida es implacable con el hombre
La Historia no se puede parar...

(De la canción Planta un árbol, de José Antonio Labordeta)


Notas

(1) Título de una comedia de Jacinto Benavente.

(2) Desgraciadamente así es. Un ejemplo: en revista tan sesuda como Dirigido por son capaces de dedicar un monográfico en dos números a cineasta americano tan insignificante como André De Toth. En Cahiers España escriben que Jacques Tourneur es influencia importantísima en director tan radical como el luso Pedro Costa. Y que decir de Carlos Boyero o Jordi Costa (ambos en El País). Me lo callo.

(3) No era un "auteur" ni un maestro de la puesta en escena. Así que ¡¡¡a formar!!! que lo dice Godard. La monda.

(4) El terror de las chicas, El botones, Las joyas de la familia (horreur de horreures)... Pero Godard dice (no paraba el charlatán) que es el mejor director americano. ¡¡¡En formación!!!, otra vez.

2 comentarios:

  1. Coño, Luis, me has hecho retroceder un buen montón de años, y ha merecido la pena.
    Anda que si te digo que yo viví el famoso referendum en Eibar, ciudad que registró uno de los índices de participación más bajo del país... Curiosamente aquel día salió mucha gente al campo... Se mascaba un ambientillo que ya, ya.
    Tú tenías suerte, que las veías de estreno. Yo, en una ciudad como aquella, las veía unos meses más tarde, y eso si llegaban. Ahora que las del oeste llegaban casi todas. Aún me acuerdo cuando Eastwood iba contando los muertos al final de su primer gran éxito, mientras la platea le acompañaba. Y es que la letra era fácil de seguir.
    Pero teníamos un cine club -el que más películas proyectaba al año de todo el país- y nunca le agradeceré lo suficiente lo que aquellos programadores hicieron en mis 18 añitos...

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  2. Gracias una vez más Fernando por el seguimiento que haces de mi blog.

    Luis Betrán-Vergerus

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