El Gatopardo (Il Gattopardo, 1963), de Luchino Visconti
Estrenada en cine Rex
A modo de prólogo
Existen muchas versiones de El gatopardo. La que se estrenó en el cine Rex fue la de la Fox. Con una duración aproximada de 160 min., doblada y con el color bien distinto a la original. Para colmo el personaje de Tancredi (Alain Delon) pasó a llamarse Alfonso. La versión original e íntegra, sin doblar y con el color pensado por Visconti, solo se pudo ver en Zaragoza muchos años después en los Multicines Buñuel y en la Filmoteca. Rebasa los 200 minutos y precisa de una pantalla grande (que no de 70mm. como la del Rex en aquel año), por lo que podemos afirmar que nunca hemos visto esta obra maestra imperecedera en las condiciones idóneas. Exactamente igual sucede con Ludwig, en este caso incluso con más versiones todavía.
EL GATOPARDO
1) ... "Y después será distinto, pero aún peor. Nosotros fuimos los gatopardos, los leones; los que nos sustituyan serán los chacales y borregos, y todos: gatopardos, leones, chacales y borregos seguiremos creyéndonos la sal de la tierra" (Don Fabrizio de Salina).
Unicamente Luchino Visconti podía llevar al cine la celebrada (1) novela de Lampedusa. Ambos procedían de la antigua aristocracia italiana; de Milán el uno, de Sicilia el otro. Así que no es de extrañar que esta, y no otra incluso más personal (Muerte en Venecia, Confidencias), sea la la cumbre del cine de Visconti. La violenta ruptura que supuso en 1953 Senso (2), respecto al Visconti de las urgencias neorrealistas (Obsesión, Ossesione, 1942, La terra trema, 1948, Bellisima, 1851), anunciaba claramente que una etapa había terminado y otra comenzaba. En 1961 el cineasta italiano concibe su "Gatopardo", en muy importantes aspectos bien distinto al de Lampedusa. Habría que considerar opiniones como la de Jaime Picas (excelente crítico del Fotogramas de los sesenta, nada que ver con los actuales), en el sentido de que Senso habría supuesto una especie de ensayo general de El gatopardo. La novela de Lampedusa serviría entonces de punto de partida para que Visconti articulase su propio discurso sobre la decadencia de la nobleza a la que él pertenecía -y amó hasta el final de su vida- sin por ello traicionar su ideología marxista. Complejo asunto solo plausible en la "vividora" Italia. El Conde de Modrone envíando el definitivo guión al entonces secretario general del PCI Palmiro Togliatti, quién, naturalmente, le dio el visto bueno para estupefacción -y no poco espanto- de Guido Aristarco (3). Tranquilo, seguro de si mismo y en plena posesión de sus medios artísticos, el genial director podía expresar un sueño largamente acariciado; la plena asunción de sus contradicciones con el máximo grado de lucidez. El príncipe Don Fabrizio de Salina (excepcional Burt Lancaster en una poco presumible "a priori" transformación que deviene interpretación que, por sí sola justifica toda una carrera) sería el primer portavoz de Luchino Visconti, conde de Modrone, antiguo partisano y con carnet del Partido Comunista.
2) ... "Todo queda como está, es tan solo una imperceptible sustitución de clases. Los burgueses no nos quieren destruir a nosotros, sus padres. Únicamente quieren ocupar nuestro sitio . Con dulzura, con buenos modales, tal vez poniéndonos en los bolsillos algunos miles de ducados" (Don Fabrizio de Salina)
El Risorgimiento. La unificación italiana bajo el reinado de los Saboya. Una Revolución traicionada (Garibaldi) que condujo a una Monarquía Constitucional de signo marcadamente burgués. Don Fabrizio de Salina -inteligente, burlón, rijoso- traicionará sus más íntimas convicciones con tal de perpetuar un aposentamiento para una aristocracia que va a ser despojada de sus antiguos privilegios de clase. Este príncipe renacentista "ma non troppo", concertará el matrimonio de su sobrino, el arribista e inmoral Tancredi (Alain Delon), con la bellísima Angélica (Claudia Cardinale, radiante como nunca) hija del alcalde de Donnafugata (Sicilia) don Calogero Sedara (Paolo Stoppa, excelente como casi siempre), buen burgués, riquísimo, deslumbrado por los fastos y protocolos de la Casa Salina, y que se sentirá integrado en una "clase superior" aunque ello le cueste esos miles de ducados. Consciente de su dimisión moral, Don Fabrizio camina hacia la vejez y la muerte reflexionando serenamente sobre el destino político de su familia, de su clase, de la misma Italia ("este es el país de las componendas"). La culminación de este doloroso y lúcido itinerario será la larga y prodigiosa secuencia del baile en el palacio Ponteleone, trágico desfile de máscaras agonizantes en tonos rojos y negros.
3) "Para que todo siga igual es preciso antes que todo cambie" (Tancredi)
El gatopardo es uno de los escasos films históricas que no traiciona la verdad y esencia de la Historia. Nada extraño en Visconti (La caída de los dioses, Ludwig), pero frente al melodrama operístico El gatopardo está exento de convulsiones, desenfrenos o decadentismo ornamental. Muy al contrario, esta absoluta obra maestra (acaso "primus inter pares") (4) nos es presentada como una crónica fría, distanciada, objetiva -a pesar de las obvias afinidades electivas de Visconti- , clarificadora. Y en la que no está ausente la ironía, matiz este por demás insólito en un autor s-e-r-i-o donde los haya. El gatopardo es una suntuosa superproducción en la que se explora un discurso intimista y un período histórico que abarca a, prácticamente, toda la Europa de finales del siglo XIX.
4) "Nos hemos casado entre nosotros y hemos dado lugar a una raza de idiotas"
(Don Fabrizio de Salina)
El gatopardo (Palma de Oro en Cannes 1963 y definido por Jean Paul Sastre como "un Himalaya de belleza", es el film más perfecto de Visconti. Su hermosura pude arrebatarnos menos que la de Muerte en Venecia, más su energía es muy superior. Ninguna vacilación ni secuencia innecesaria. Acaso el travelling más bello jamás filmado (el que recorre las figuras blanquecinas y terrosas de los miembros de la familia Salina en la iglesia de Donnafugata). El gatopardo es implacable y no hay en él decorativismo o decadentismo que no sea mera funcionalidad. Desde la excelsa partitura de Nino Rota (con ayudas de Verdi) hasta la magnífica fotografía (en la versión italiana completa, no en la mutilada de la Fox) de Rotunno en ocres, amarillos, rojos, azules y negros. Un visillo se agita suavemente al principio de la película antes de que la cámara penetre en el palacio Salina. Visconti anuncia ya que ha destapado el tarro de las esencias.
Notas
(1) El tardío descubrimiento del manuscrito de Lampedusa y el impulso mediático de Feltrinelli, consiguieron que esta desigual novela fuese, y sea, considerada una obra maestra de la literatura italiana del siglo XX. Discrepo. Por una vez (hay otras aunque pocas) una novela famosa es superada por su versión cinematográfica. Visconti jamás hubiese filmado párrafos como este "viajaban a Donnafugata en vetustas calesas, hoy lo hubieran hecho en aviones a reacción", amén de prescindir de la historia de amor/desamor de la pareja Angelica-Tancredi después de la muerte de don Fabrizio, y carente del menor interés en todos los aspectos.
(2) Senso (1953), el que fue llamado "film-ópera" es, en si misma, otra de las obras maestras absolutas de Visconti.
(3) Guido Aristarco, sumo pontífice en los 50, 60 y 70 de la crítica italiana. El que decidía lo que era neorrealismo y lo que no. El que detestaba a Rossellini y a De Sica por su catolicismo (él era marxista, claro). El que aplaudió a rabiar Senso considerándola la mejor película de la historia del cine italiano (hecho que se repitió con Rocco y sus hermanos, Rocco i suoi fratelli, 1960) y, paradójicamente, se sintió decepcionado por El gatopardo. El inventor de la denominación "realismo crítico" para el cine de los mejores Rosi, Zurlini, De Seta, Olmi (¿?), Maselli, Lizzani... Particularmente odiado por Cahiers du Cinema y su sucursal española y casposa Film Ideal. O sea, interesante.
(4) Hace algo así como unos diez años o más, la revista Dirigido por... llevó a cabo una encuesta entre sus redactores para elegir la mejor película de la Historia del Cine. El gatopardo fue la vencedora. El voto debió de ser muy secreto porque José María Latorre confesó que no lo esperaba. ¿Cómo era posible que no hubiese salido elegida una de Ford o una de Hitchcock?... Por mi parte añadiré que me importan poco esos maximalismos, sin ocultar que se trata de la película que más me ha gustado en mi larguísimo y mantenido idilio con el cine.
Estrenada en cine Rex
A modo de prólogo
Existen muchas versiones de El gatopardo. La que se estrenó en el cine Rex fue la de la Fox. Con una duración aproximada de 160 min., doblada y con el color bien distinto a la original. Para colmo el personaje de Tancredi (Alain Delon) pasó a llamarse Alfonso. La versión original e íntegra, sin doblar y con el color pensado por Visconti, solo se pudo ver en Zaragoza muchos años después en los Multicines Buñuel y en la Filmoteca. Rebasa los 200 minutos y precisa de una pantalla grande (que no de 70mm. como la del Rex en aquel año), por lo que podemos afirmar que nunca hemos visto esta obra maestra imperecedera en las condiciones idóneas. Exactamente igual sucede con Ludwig, en este caso incluso con más versiones todavía.
EL GATOPARDO
1) ... "Y después será distinto, pero aún peor. Nosotros fuimos los gatopardos, los leones; los que nos sustituyan serán los chacales y borregos, y todos: gatopardos, leones, chacales y borregos seguiremos creyéndonos la sal de la tierra" (Don Fabrizio de Salina).
Unicamente Luchino Visconti podía llevar al cine la celebrada (1) novela de Lampedusa. Ambos procedían de la antigua aristocracia italiana; de Milán el uno, de Sicilia el otro. Así que no es de extrañar que esta, y no otra incluso más personal (Muerte en Venecia, Confidencias), sea la la cumbre del cine de Visconti. La violenta ruptura que supuso en 1953 Senso (2), respecto al Visconti de las urgencias neorrealistas (Obsesión, Ossesione, 1942, La terra trema, 1948, Bellisima, 1851), anunciaba claramente que una etapa había terminado y otra comenzaba. En 1961 el cineasta italiano concibe su "Gatopardo", en muy importantes aspectos bien distinto al de Lampedusa. Habría que considerar opiniones como la de Jaime Picas (excelente crítico del Fotogramas de los sesenta, nada que ver con los actuales), en el sentido de que Senso habría supuesto una especie de ensayo general de El gatopardo. La novela de Lampedusa serviría entonces de punto de partida para que Visconti articulase su propio discurso sobre la decadencia de la nobleza a la que él pertenecía -y amó hasta el final de su vida- sin por ello traicionar su ideología marxista. Complejo asunto solo plausible en la "vividora" Italia. El Conde de Modrone envíando el definitivo guión al entonces secretario general del PCI Palmiro Togliatti, quién, naturalmente, le dio el visto bueno para estupefacción -y no poco espanto- de Guido Aristarco (3). Tranquilo, seguro de si mismo y en plena posesión de sus medios artísticos, el genial director podía expresar un sueño largamente acariciado; la plena asunción de sus contradicciones con el máximo grado de lucidez. El príncipe Don Fabrizio de Salina (excepcional Burt Lancaster en una poco presumible "a priori" transformación que deviene interpretación que, por sí sola justifica toda una carrera) sería el primer portavoz de Luchino Visconti, conde de Modrone, antiguo partisano y con carnet del Partido Comunista.
2) ... "Todo queda como está, es tan solo una imperceptible sustitución de clases. Los burgueses no nos quieren destruir a nosotros, sus padres. Únicamente quieren ocupar nuestro sitio . Con dulzura, con buenos modales, tal vez poniéndonos en los bolsillos algunos miles de ducados" (Don Fabrizio de Salina)
El Risorgimiento. La unificación italiana bajo el reinado de los Saboya. Una Revolución traicionada (Garibaldi) que condujo a una Monarquía Constitucional de signo marcadamente burgués. Don Fabrizio de Salina -inteligente, burlón, rijoso- traicionará sus más íntimas convicciones con tal de perpetuar un aposentamiento para una aristocracia que va a ser despojada de sus antiguos privilegios de clase. Este príncipe renacentista "ma non troppo", concertará el matrimonio de su sobrino, el arribista e inmoral Tancredi (Alain Delon), con la bellísima Angélica (Claudia Cardinale, radiante como nunca) hija del alcalde de Donnafugata (Sicilia) don Calogero Sedara (Paolo Stoppa, excelente como casi siempre), buen burgués, riquísimo, deslumbrado por los fastos y protocolos de la Casa Salina, y que se sentirá integrado en una "clase superior" aunque ello le cueste esos miles de ducados. Consciente de su dimisión moral, Don Fabrizio camina hacia la vejez y la muerte reflexionando serenamente sobre el destino político de su familia, de su clase, de la misma Italia ("este es el país de las componendas"). La culminación de este doloroso y lúcido itinerario será la larga y prodigiosa secuencia del baile en el palacio Ponteleone, trágico desfile de máscaras agonizantes en tonos rojos y negros.
3) "Para que todo siga igual es preciso antes que todo cambie" (Tancredi)
El gatopardo es uno de los escasos films históricas que no traiciona la verdad y esencia de la Historia. Nada extraño en Visconti (La caída de los dioses, Ludwig), pero frente al melodrama operístico El gatopardo está exento de convulsiones, desenfrenos o decadentismo ornamental. Muy al contrario, esta absoluta obra maestra (acaso "primus inter pares") (4) nos es presentada como una crónica fría, distanciada, objetiva -a pesar de las obvias afinidades electivas de Visconti- , clarificadora. Y en la que no está ausente la ironía, matiz este por demás insólito en un autor s-e-r-i-o donde los haya. El gatopardo es una suntuosa superproducción en la que se explora un discurso intimista y un período histórico que abarca a, prácticamente, toda la Europa de finales del siglo XIX.
4) "Nos hemos casado entre nosotros y hemos dado lugar a una raza de idiotas"
(Don Fabrizio de Salina)
El gatopardo (Palma de Oro en Cannes 1963 y definido por Jean Paul Sastre como "un Himalaya de belleza", es el film más perfecto de Visconti. Su hermosura pude arrebatarnos menos que la de Muerte en Venecia, más su energía es muy superior. Ninguna vacilación ni secuencia innecesaria. Acaso el travelling más bello jamás filmado (el que recorre las figuras blanquecinas y terrosas de los miembros de la familia Salina en la iglesia de Donnafugata). El gatopardo es implacable y no hay en él decorativismo o decadentismo que no sea mera funcionalidad. Desde la excelsa partitura de Nino Rota (con ayudas de Verdi) hasta la magnífica fotografía (en la versión italiana completa, no en la mutilada de la Fox) de Rotunno en ocres, amarillos, rojos, azules y negros. Un visillo se agita suavemente al principio de la película antes de que la cámara penetre en el palacio Salina. Visconti anuncia ya que ha destapado el tarro de las esencias.
Notas
(1) El tardío descubrimiento del manuscrito de Lampedusa y el impulso mediático de Feltrinelli, consiguieron que esta desigual novela fuese, y sea, considerada una obra maestra de la literatura italiana del siglo XX. Discrepo. Por una vez (hay otras aunque pocas) una novela famosa es superada por su versión cinematográfica. Visconti jamás hubiese filmado párrafos como este "viajaban a Donnafugata en vetustas calesas, hoy lo hubieran hecho en aviones a reacción", amén de prescindir de la historia de amor/desamor de la pareja Angelica-Tancredi después de la muerte de don Fabrizio, y carente del menor interés en todos los aspectos.
(2) Senso (1953), el que fue llamado "film-ópera" es, en si misma, otra de las obras maestras absolutas de Visconti.
(3) Guido Aristarco, sumo pontífice en los 50, 60 y 70 de la crítica italiana. El que decidía lo que era neorrealismo y lo que no. El que detestaba a Rossellini y a De Sica por su catolicismo (él era marxista, claro). El que aplaudió a rabiar Senso considerándola la mejor película de la historia del cine italiano (hecho que se repitió con Rocco y sus hermanos, Rocco i suoi fratelli, 1960) y, paradójicamente, se sintió decepcionado por El gatopardo. El inventor de la denominación "realismo crítico" para el cine de los mejores Rosi, Zurlini, De Seta, Olmi (¿?), Maselli, Lizzani... Particularmente odiado por Cahiers du Cinema y su sucursal española y casposa Film Ideal. O sea, interesante.
(4) Hace algo así como unos diez años o más, la revista Dirigido por... llevó a cabo una encuesta entre sus redactores para elegir la mejor película de la Historia del Cine. El gatopardo fue la vencedora. El voto debió de ser muy secreto porque José María Latorre confesó que no lo esperaba. ¿Cómo era posible que no hubiese salido elegida una de Ford o una de Hitchcock?... Por mi parte añadiré que me importan poco esos maximalismos, sin ocultar que se trata de la película que más me ha gustado en mi larguísimo y mantenido idilio con el cine.
Cuando el día de la patrona del pueblo de mis padres oigo tocar la banda de música mi mente me traslada al momento en que otra banda toca en el pueblo de Donnafugata cuando llega el principe Salina con su familia.
ResponderEliminarEse sonido ancestral me traslada a aquel momento -uno más- de esa obra maestra de Visconti. Ha habido veces que me lo he puesto en el DVD solamente para reconciliarme con el cine...
Yo tambien veo de vez en cuando "El gatopardo" a la que considero - subjetivamente - como la mejor película que recuerdo.
ResponderEliminarLuis Betrán-Vergerus
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTecleé mal una palabra y parecía una falta de ortografía. Odio eso. Por eso borré todo el comentario. En él decía que el Gatopardo de Visconti crea adicción. Que hay que verlo vaias veces y que, cada vez, se encuentra algo nuevo que admirar. Las obras maestras son fruto de la unión de varios factores, algunos involuntarios. Esta obra es una obra maestra. Como otros colegas, opino que es una de las mejores que ví. Aunque soy incapaz de recordar a que Opera pertenece el pasacalle que toca la banda del pueblo cuando llega la familia Salina a Donnafugata. ¿Alguien podría recordármelo?.
ResponderEliminarCarlos 12.Septiembre 2010
Gracias por vuestros comentarios Fernando y Carlos. El pasacalle que toca la banda cuando la familia Salina llega a Donnafugata (y luego dentro de la iglesia, el tema que se interpreta al órgano) pertenecen ambos a "La traviata" de Verdi. Luego viene el más fabuloso travelling que yo recuerde: aquel que recorre los rostros y los vestidos llenos de polvo de todos los Salina. Por una vez voy a ser maximalista: en versión original e íntegra creo - es mi opinión y nada más - que "El gatopardo" viscontiano no solo es muy superior a la novela de Lampedusa sino que es la mejor película de la Historia del Cine. Lo afirmo a 12 de septiembre de 2010.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Luis Betrán