ENTRE ESPAÑA E ITALIA
AÑOS
60 y 70
ESPAÑA.- Situación política
“Recuerden
los españoles -dijo el Caudillo- que a cada pueblo le rondan siempre sus
demonios familiares, que son diferentes para cada uno. Los de España se llaman:
espíritu anárquico, crítica negativa, insolidaridad entre los hombres,
extremismo y enemistad mutua” (Francisco Franco). XXX Aniversario del
Alzamiento. Ley Orgánica del Estado. Todo va a quedar definitivamente “atado y
bien atado”. En España esto de votar se
vive febrilmente los dos últimos meses del año, tras el discurso de Franco ante
las Cortes en sesión extraordinaria del 12 de Noviembre de 1966. Cartelones
enormes de VOTA SI ante el Referéndum “democrático”. En lo que respecta al
cine, auge y esplendor de los cineclubs, aparición de las salas de arte y
ensayo y acercamiento entusiasta al cine
de autor europeo, que para algunos entrará a formar parte definitiva de
nuestras vidas. Estrenos, reposiciones, atisbos de la futura gran Filmoteca-TVE.
En última instancia, todo se puede compaginar, porque todo configura nuestra
identidad. La de un importante sector de la juventud española de los 60: el
cine prohibido y el no votar. A los 25 años de su realización se estrena “la
mejor película de la historia del cine”: “Ciudadano Kane” (1941) de Orson
Welles. Luis Buñuel en 1966. Casi de tapadillo y sin éxito alguno, se estrena
“Los olvidados” (1949), una de las dos películas (1) hoy consideradas
Patrimonio Artístico de la Humanidad. De otra parte el que se denominará “Nuevo
cine español” comienza a hacer su aparición: Manuel Sumers, Carlos Saura,
Miguel Picazo, Angelino Fons, Mario Camus, Julio Diamante…Sin calor popular se
despide el Bardem importante (para siempre) con la notable ”Nunca pasa nada”.
Llega a España Marco Ferreri, y con guiones de Rafael Azcona – escritor
recientemente fallecido, que asimismo colaborará en las dos mejores y más
radicales películas de Luis García Berlanga: “Plácido” y “El verdugo” y con el
primer y más comprometido Carlos Saura – llevará a cabo sucesivamente las
corrosivas “El pisito” y “El cochecito”.
Fernando Fernán Gómez rodará en esos años las dos mejores películas de su
faceta de director: la esperpéntica “El extraño viaje” y la extraordinaria y
durísima “El mundo sigue”, y el inmortal
don Luis de Calanda remata de cabeza y marca el más extraordinario gol a la
censura franquista con “Viridiana”, muy posiblemente la mejor película de la
historia del cine español hasta nuestros días. Repetirá la jugada en la menos
llamativa pero igualmente excelente “Tristana”.
El 20 de Noviembre de 1975 muere, tras larguísima agonía, el tirano.
El Nuevo Cine Español
De
1959 data el primer largometraje de Carlos Saura, “Los golfos”, todavía con
resabios neorrealistas. Pero la medida exacta de su talento nos la dará en “La
caza”, con la cual abre un camino inédito al cine español: la autenticidad. Se
trata de una obra violenta, cruel, revulsiva en la que una desenfadada y
deportiva caza al conejo se convierte en una despiadada caza al hombre. Con
ella el director oscense exorcizará cotidianos demonios del franquismo. Línea
que continuará con “El jardín de las delicias” (1970), Ana y los lobos” (1972)
y “La prima Angélica” (1973). Fue la revista “Nuestro Cine” la que otorgó el
nombre a un cine heterogéneo pero evidentemente rupturista, en el que Buñuel
era una referencia, el guionista Rafael Azcona otra (colaboró con Saura en las
películas citadas) y los escritores noventayochistas la tercera. Así Miguel
Picazo llevará al cine la “nívola” de Unamuno “La tía Tula” (1964) con
excelentes resultados. Angelino Fons hará lo mismo con “La busca” (1966) de Pío
Baroja con peor fortuna. Mario Camus, por el contrario recurrirá al narrador
“realista” prematuramente fallecido Ignacio Aldecoa en “Young Sánchez” (1963) y
“Con el viento solano” (1965), películas tan bienintencionadas como
inoperantes. Jaime Chavarri, ya en 1976, sorprenderá con el magnífico docudrama
“El desencanto” (implacable y muy dura confesión de los distintos miembros de
la desestructurada familia del poeta franquista Leopoldo Panero). Antón Eceiza,
oriundo de San Sebastián, hará una serie de películas en la línea realista
entre 1963 y 1969 (“El próximo otoño”, “De cuerpo presente”, Ültimo encuentro,
“Las secretas intenciones”, todas ellas de muy baja calidad). Víctor Erice
(colaborador de “Nuestro Cine”) hará junto a sus compañeros de publicación José
Luis Egea y Claudio Guerín “Los desafíos” (1969), antes de recibir las mejores
críticas de tirios y troyanos con la refinada “El espíritu de la colmena”
(1.973). Pedro Olea, un solvente profesional de limitados recursos artísticos,
fabulará con una Galicia valleinclanesca en “El bosque del lobo” (1970).
Basilio Martín Patino, cineasta absolutamente independiente y de difícil
clasificación, filma la que con “La caza”, es probablemente el manifiesto
ideológico del “Nuevo cine español”: la emotiva “9 cartas a Berta”, a la que
seguirá en 1971 “Canciones para después de la guerra”, auténtico “casus belli”
de la censura franquista. Francisco
Regueiro realiza “El buen amor” (1962), “Amador” (1965) y “Si volvemos a
vernos” (1967) películas suavemente románticas antes de inclinarse por la vía esperpéntica en
“Duerme, duerme mi amor” (1974) y “Las bodas de Blanca” (1975) con resultados
muy inferiores a Berlanga, Ferreri o Fernán Gómez. Gonzalo Suárez, otro
inclasicable, es alabadísimo por la crítica de “Film Ideal” con “Ditirambo”, “El extraño caso del dr.
Fausto” y “Aoom” (1967, 1969 y 1970) películas de vanguardia sumamente
crípticas que con el paso del tiempo – y la irregular evolución de autor” – se
han convertido en obras “de culto” que nada tienen que ver con el NCE. Sí se
suma a esta corriente el primer Manuel Summers con la delicada “Del rosa al
amarillo” (1963) y la virulenta “Juguetes rotos” (1966). José Luis Borau, un
francotirador aragonés, impactará con la ruda “Furtivos” en 1.976. Finalmente
solo una mención a la aparición de un cine catalán y a la “Escuela de
Barcelona”. Nada de cine social. Lo contrario a lo que ellos llamaban “cine
mesetario”. Los principales adalides de esta sofisticada “qualité” -
Carlos Durán, Joaquín Jordá, Jacinto Esteva, Pedro Portabella, José
Maria Nunes y los iniciales Jaime Camino, Jorge Grau y Vicente Aranda - se limitarán a copiar el cine francés de la
“nouvelle vague” en general y a Jean-Luc Godard en particular. Su estandarte
será la película “Dante no es únicamente severo” (1967, de Jordá y
Esteve). Nadie se acuerda de ella.
Películas sociales españolas más
distinguidas de los años sesenta y setenta
Luis
García Berlanga Plácido (1961)
Luis
García Berlanga
El verdugo (1963)
Marco
Ferreri
El pisito (1958)
Fernando
Fernán Gómez El
extraño viaje (1964)
Fernando
Fernán Gómez El mundo sigue (1963)
Luis
Buñuel
Viridiana (1961)
Luis
Buñuel
Tristana (1970)
Carlos
Saura
La caza (1965)
Miguel
Picazo
La tía Tula” (1964)
Victor
Erice
El espíritu de la colmena (1973)
RELACIONES ENTRE EL CINE ITALIANO Y EL
ESPAÑOL EN LOS AÑOS 60 Y 70
Ya
nos hemos referido a la dura situación política que atravesaron ambos países en
estas décadas. En lo que se refiere a las posibles relaciones que existieron
entre ambas cinematografías pasaremos por alto el cine que podríamos llamar de
consumo, en el que Italia destacó sobremanera en el terreno de la comedia con
estupendas películas de Mario Monicelli, Dino Risi, Pietro Germi, Luigi
Comencini, Luigi Zampa, Ettore Scola….directores que estuvieron ciertamente por
encima del mero artesanado. No podemos decir lo mismo de España; limitémonos a
referir que el mayor éxito popular fue “No desearás al vecino del quinto”
(1970), de Ramón Fernández y con el protagonismo de Alfredo Landa. Francesco Rosi
vino a España a rodar dos películas que pueden figurar entre las peores de su
filmografía: la anti taurina “El momento de la verdad” (1964) y la comercial
“Siempre hay una mujer” (1967).
“Operación Ogro” (1979), en la que Gillo Pontecorvo reconstruía con
escasa fortuna el asesinato perpetrado por ETA
del almirante Luis Carrero, supuesto delfín de Franco. Los dos actores
más internacionales de España en esos años – Francisco Rabal y Fernando Rey –
participaron el primero en “El eclipse” del maestro Antonioni, y el
segundo en “Cadáveres excelentes” de Francesco Rosi. El debutante Enrique
Irazoqui encarnaría a Jesucristo en “El Evangelio según san Mateo” (Il vangelo
secondo Matteo, 1964), de Pier Paolo
Pasolini. No hubo, en realidad, muy
evidentes conexiones entre los cines italiano y español en los 60 y 70. La más
reconocible influencia sería, en todo caso, la de Francesco Rosi el más
acreditado cineasta del discutiblemente llamado “realismo crítico”. Y al fondo,
como no podía ser menos, de ambas cinematografías en los estilos
comentados el neorrealismo, que perdura
en el nuevo milenio y lo seguirá haciendo en cualquier tiempo y lugar. Y es que
después de “Roma cittá aperta” (1945) el cine ya no solo sería “la fábrica de
sueños”.
Luis Betrán
1.-
La otra es “Metropolis” (1924), de Fritz Lang
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