miércoles, 8 de octubre de 2014

DOSSIER INSULA (VIII – FINAL)

ENTRE ESPAÑA E ITALIA
AÑOS  60 y 70

ESPAÑA.- Situación política


“Recuerden los españoles -dijo el Caudillo- que a cada pueblo le rondan siempre sus demonios familiares, que son diferentes para cada uno. Los de España se llaman: espíritu anárquico, crítica negativa, insolidaridad entre los hombres, extremismo y enemistad mutua” (Francisco Franco). XXX Aniversario del Alzamiento. Ley Orgánica del Estado. Todo va a quedar definitivamente “atado y bien atado”. En España esto de votar se vive febrilmente los dos últimos meses del año, tras el discurso de Franco ante las Cortes en sesión extraordinaria del 12 de Noviembre de 1966. Cartelones enormes de VOTA SI ante el Referéndum “democrático”. En lo que respecta al cine, auge y esplendor de los cineclubs, aparición de las salas de arte y ensayo y  acercamiento entusiasta al cine de autor europeo, que para algunos entrará a formar parte definitiva de nuestras vidas. Estrenos, reposiciones, atisbos de la futura gran Filmoteca-TVE. En última instancia, todo se puede compaginar, porque todo configura nuestra identidad. La de un importante sector de la juventud española de los 60: el cine prohibido y el no votar. A los 25 años de su realización se estrena “la mejor película de la historia del cine”: “Ciudadano Kane” (1941) de Orson Welles. Luis Buñuel en 1966. Casi de tapadillo y sin éxito alguno, se estrena “Los olvidados” (1949), una de las dos películas (1) hoy consideradas Patrimonio Artístico de la Humanidad. De otra parte el que se denominará “Nuevo cine español” comienza a hacer su aparición: Manuel Sumers, Carlos Saura, Miguel Picazo, Angelino Fons, Mario Camus, Julio Diamante…Sin calor popular se despide el Bardem importante (para siempre) con la notable ”Nunca pasa nada”. Llega a España Marco Ferreri, y con guiones de Rafael Azcona – escritor recientemente fallecido, que asimismo colaborará en las dos mejores y más radicales películas de Luis García Berlanga: “Plácido” y “El verdugo” y con el primer y más comprometido Carlos Saura – llevará a cabo sucesivamente las corrosivas  “El pisito” y “El cochecito”. Fernando Fernán Gómez rodará en esos años las dos mejores películas de su faceta de director: la esperpéntica “El extraño viaje” y la extraordinaria y durísima “El mundo sigue”,  y el inmortal don Luis de Calanda remata de cabeza y marca el más extraordinario gol a la censura franquista con “Viridiana”, muy posiblemente la mejor película de la historia del cine español hasta nuestros días. Repetirá la jugada en la menos llamativa pero igualmente excelente “Tristana”.  El 20 de Noviembre de 1975 muere, tras larguísima agonía,  el tirano.

El Nuevo Cine Español  


De 1959 data el primer largometraje de Carlos Saura, “Los golfos”, todavía con resabios neorrealistas. Pero la medida exacta de su talento nos la dará en “La caza”, con la cual abre un camino inédito al cine español: la autenticidad. Se trata de una obra violenta, cruel, revulsiva en la que una desenfadada y deportiva caza al conejo se convierte en una despiadada caza al hombre. Con ella el director oscense exorcizará cotidianos demonios del franquismo. Línea que continuará con “El jardín de las delicias” (1970), Ana y los lobos” (1972) y “La prima Angélica” (1973). Fue la revista “Nuestro Cine” la que otorgó el nombre a un cine heterogéneo pero evidentemente rupturista, en el que Buñuel era una referencia, el guionista Rafael Azcona otra (colaboró con Saura en las películas citadas) y los escritores noventayochistas la tercera. Así Miguel Picazo llevará al cine la “nívola” de Unamuno “La tía Tula” (1964) con excelentes resultados. Angelino Fons hará lo mismo con “La busca” (1966) de Pío Baroja con peor fortuna. Mario Camus, por el contrario recurrirá al narrador “realista” prematuramente fallecido Ignacio Aldecoa en “Young Sánchez” (1963) y “Con el viento solano” (1965), películas tan bienintencionadas como inoperantes. Jaime Chavarri, ya en 1976, sorprenderá con el magnífico docudrama “El desencanto” (implacable y muy dura confesión de los distintos miembros de la desestructurada familia del poeta franquista Leopoldo Panero). Antón Eceiza, oriundo de San Sebastián, hará una serie de películas en la línea realista entre 1963 y 1969 (“El próximo otoño”, “De cuerpo presente”, Ültimo encuentro, “Las secretas intenciones”, todas ellas de muy baja calidad). Víctor Erice (colaborador de “Nuestro Cine”) hará junto a sus compañeros de publicación José Luis Egea y Claudio Guerín “Los desafíos” (1969), antes de recibir las mejores críticas de tirios y troyanos con la refinada “El espíritu de la colmena” (1.973). Pedro Olea, un solvente profesional de limitados recursos artísticos, fabulará con una Galicia valleinclanesca en “El bosque del lobo” (1970). Basilio Martín Patino, cineasta absolutamente independiente y de difícil clasificación, filma la que con “La caza”, es probablemente el manifiesto ideológico del “Nuevo cine español”: la emotiva “9 cartas a Berta”, a la que seguirá en 1971 “Canciones para después de la guerra”, auténtico “casus belli” de la censura franquista.  Francisco Regueiro realiza “El buen amor” (1962), “Amador” (1965) y “Si volvemos a vernos” (1967) películas suavemente románticas antes de  inclinarse por la vía esperpéntica en “Duerme, duerme mi amor” (1974) y “Las bodas de Blanca” (1975) con resultados muy inferiores a Berlanga, Ferreri o Fernán Gómez. Gonzalo Suárez, otro inclasicable, es alabadísimo por la crítica de “Film Ideal”  con “Ditirambo”, “El extraño caso del dr. Fausto” y “Aoom” (1967, 1969 y 1970) películas de vanguardia sumamente crípticas que con el paso del tiempo – y la irregular evolución de autor” – se han convertido en obras “de culto” que nada tienen que ver con el NCE. Sí se suma a esta corriente el primer Manuel Summers con la delicada “Del rosa al amarillo” (1963) y la virulenta “Juguetes rotos” (1966). José Luis Borau, un francotirador aragonés, impactará con la ruda “Furtivos” en 1.976. Finalmente solo una mención a la aparición de un cine catalán y a la “Escuela de Barcelona”. Nada de cine social. Lo contrario a lo que ellos llamaban “cine mesetario”. Los principales adalides de esta sofisticada  “qualité” -  Carlos Durán, Joaquín Jordá, Jacinto Esteva, Pedro Portabella, José Maria Nunes y los iniciales Jaime Camino, Jorge Grau y Vicente Aranda -  se limitarán a copiar el cine francés de la “nouvelle vague” en general y a Jean-Luc Godard en particular. Su estandarte será la película “Dante no es únicamente severo” (1967, de Jordá y Esteve).  Nadie se acuerda de ella. 

Películas sociales españolas más distinguidas de los años sesenta y setenta


Luis García Berlanga                           Plácido (1961)
Luis García Berlanga                           El verdugo (1963)
Marco Ferreri                                       El pisito (1958)
Fernando Fernán Gómez                    El extraño viaje (1964)
Fernando Fernán Gómez                    El mundo sigue (1963)
Luis Buñuel                                            Viridiana  (1961)
Luis Buñuel                                            Tristana (1970)
Carlos Saura                                          La caza (1965)
Miguel Picazo                                       La tía Tula” (1964)
Victor Erice                                           El espíritu de la colmena (1973)
                                                              
               
RELACIONES ENTRE EL CINE ITALIANO Y EL ESPAÑOL EN LOS AÑOS 60 Y 70  


Ya nos hemos referido a la dura situación política que atravesaron ambos países en estas décadas. En lo que se refiere a las posibles relaciones que existieron entre ambas cinematografías pasaremos por alto el cine que podríamos llamar de consumo, en el que Italia destacó sobremanera en el terreno de la comedia con estupendas películas de Mario Monicelli, Dino Risi, Pietro Germi, Luigi Comencini, Luigi Zampa, Ettore Scola….directores que estuvieron ciertamente por encima del mero artesanado. No podemos decir lo mismo de España; limitémonos a referir que el mayor éxito popular fue “No desearás al vecino del quinto” (1970), de Ramón Fernández y con el protagonismo de Alfredo Landa. Francesco Rosi vino a España a rodar dos películas que pueden figurar entre las peores de su filmografía: la anti taurina “El momento de la verdad” (1964) y la comercial “Siempre hay una mujer” (1967).  “Operación Ogro” (1979), en la que Gillo Pontecorvo reconstruía con escasa fortuna el asesinato perpetrado por ETA  del almirante  Luis Carrero,  supuesto delfín de Franco. Los dos actores más internacionales de España en esos años – Francisco Rabal y Fernando Rey – participaron  el primero en  “El eclipse” del maestro Antonioni, y el segundo en “Cadáveres excelentes” de Francesco Rosi. El debutante Enrique Irazoqui encarnaría a Jesucristo en “El Evangelio según san Mateo” (Il vangelo secondo Matteo, 1964),  de Pier Paolo Pasolini. No hubo, en realidad, muy evidentes conexiones entre los cines italiano y español en los 60 y 70. La más reconocible influencia sería, en todo caso, la de Francesco Rosi el más acreditado cineasta del discutiblemente llamado “realismo crítico”. Y al fondo, como no podía ser menos, de ambas cinematografías en los estilos comentados  el neorrealismo, que perdura en el nuevo milenio y lo seguirá haciendo en cualquier tiempo y lugar. Y es que después de “Roma cittá aperta” (1945) el cine ya no solo sería “la fábrica de sueños”.

Luis Betrán 

1.- La otra es “Metropolis” (1924), de Fritz Lang

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