miércoles, 8 de octubre de 2014

DOSSIER INSULA (VIII – FINAL)

ENTRE ESPAÑA E ITALIA

AÑOS  60 y 70
ITALIA


En 1956 Vittorio de Sica realiza la película Il Tetto, que anuncia la extinción del neorrealismo. Constituye un gran fracaso comercial, pese a su evidente calidad. En 1960 Luchino Visconti filma Rocco i suoi fratelli. La película - una indiscutible obra maestra - causa una notable conmoción en los medios artísticos y políticos italianos. Guido Aristarco, gran santón de la crítica cinematográfica del momento, considera que con ella nace un nuevo estilo renovador de los postulados neorrealistas al que da el nombre de  Realismo Crítico. 

Situación política

Los años de plomo (Gli anni di piombo)


Las Brigate Rosse (BR) nacieron a finales de los años 60 y, poco a poco, fueron sumergiéndose en una campaña de violencia que, junto a la grave crisis social de comienzos de los setenta, a las provocaciones neofascistas y a los complots desestabilizadores urdidos en el seno del aparato del Estado, persuadió a algunos observadores políticos de que el régimen democrático italiano caminaba hacia una crisis irreversible y definitiva. El 16 de marzo de 1978, un fuerte contingente de brigadistas asestaron el golpe más espectacular de estos años de plomo: el secuestro del presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, precisamente en el momento en que estaba negociando un Gobierno de solidaridad nacional con apoyo parlamentario comunista. Tras 55 días de agonía colectiva, en que las BR emitieron varios comunicados sobre el transcurso del juicio popular y diversos mensajes del secuestrado sembraron la discordia entre los partidarios de la negociación (PSI) y de la firmeza (PCI y Gobierno democristiano), el cadáver de Moro fue descubierto el 9 de mayo. Sin embargo, este discutible éxito político y militar marcó el comienzo del declive de las BR. Las acciones violentas comenzaron a saldarse con repetidos fracasos, debidos al caos interno, pero también a la reacción del Estado.  De otro lado, el PCI, bajo la dirección del eurocomunista Enrico Berlinguer alcanza la mayor fuerza que jamás tuviesen los comunistas en Italia. Los comunistas podrían formar gobierno ateniéndose a los resultados de elecciones democráticas. La negociación llevada a cabo entre Berlinguer y Aldo Moro, el secuestro de éste y su posterior ejecución por las BR con el asentimiento de la Democracia Cristiana y el Papa Pablo VI, suponen un punto de inflexión que trastornará para siempre el entramado político italiano hasta la desaparición de la mismísima Democracia Cristiana y el progresivo declive del PCI consumado tras la muerte de Berlinguer.


El cine se hará eco de toda esta convulsión y realizará un conjunto de películas alejadas, tanto ética como estéticamente, de los postulados neorrealistas. El término “realismo crítico” ,acuñado por el crítico y teórico Guido Aristarco, miembro del P.C.I. y, por tanto, debelador de aquellos films neorrealistas que no le parecían lo suficientemente de izquierdas. Es decir, lo opuesto a Zavattini,  el guionista por excelencia y “alma mater” del neorrealismo en cualquiera de sus tendencias. El calificativo de “realismo crítico” es ambiguo, ya que Aristarco consideraba que nacía con “Rocco y sus hermanos”, cuando ya podía considerarse al neorrealismo definitivamente periclitado. Es falso. Durante los años cincuenta ya existen películas que responden, más o menos, a lo que Aristarco demandaba. La irrupción de Francesco Rosi (tambien miembro del P.C.I.) y Pier Paolo Pasolini hace que el “movimiento” (en realidad  más “invento” que otra cosa), se afiance durante unos diez años, ya que el cine marcadamente político que vendría después (con nombres tan poco interesantes como, Damiano Damiani, Elio Petri o Stefano Vanzina ), no pasó de ser un producto oportunista y de muy baja calidad que se caracterizaba por los largos títulos de sus películas y que mezclaba, desafortunadamente, cine político (a sinistra), policíaco y judicial. Eran ya finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Con él, y el fallecimiento de gentes como Visconti y los grandes que le siguieron a la tumba, el cine italiano – que había sido el mejor de Europa durante dos décadas, desde 1946 – inicia una irreversible decadencia que llega hasta nuestros días en los que directores como Marco Tulio Giordana, Gianni Amelio, Matteo Garrone y Paolo Sorrentino  retoman, con desigual fortuna, el espíritu de este realismo crítico. El singular Pupi Avati nos recordará más al caligrafismo.


Películas sociales  italianas más distinguidas de los años 60 y 70

Marco Bellocchio                  I pugni in tasca.- 1965
Bernardo Bertolucci.-           Prima della rivoluzione.- 1964
Bernardo Bertolucci             Novecento.- 1975-76
Vittorio de Seta.-                   Banditi a orgosolo.- 1961
Carlo Lizzani.-                         Il processo di verona.- 1963
Mario Monicelli.-                   I compagni.- 1963
Ermano Olmi                          Il posto.- 1961
Ermano Olmi                          L’albero degli zoccoli.- 1978
Pier Paolo Pasolini                 Mamma Roma.- 1962
Gillo Pontecorvo                   La batagglia di Algeri.- 1965
Dino Risi                                   Una vita difficile.- 1961
Francesco Rosi                        Salvatore Giulano.- 1961
Francesco Rosi                        Le mani sulla citta.- 1963
Luchino Visconti                      Rocco i suoi fratelli.- 1960
Valerio Zurlini                           Cronaca familiare.- 1.962


La calidad de estas películas es alta. Las grandes obras son “Bandidos en Orgosolo” (gran película hoy injustamente olvidada tanto como su director), “El proceso de Verona” (obra cumbre del irregular Carlo Lizzani que recupera magistralmente la memoria histórica de la descomposición del fascismo),”Los compañeros” (el gran maestro de la comedia all´italiana realiza aquí su mejor y más comprometida película), “El empleo” y “El árbol de los zuecos” (dos grandes películas del único director democristiano aquí citado y que acaba de anunciar su retirada del cine tras su particular ajuste de cuentas con el Vaticano y la Iglesia Católica en su espléndidas “Cien clavos” (Centocchiodi 2007) y “Villagio di cartoné” (2010), ”La batalla de Argel” (la única gran película que hizo en su vida el mediocre Pontecorvo), “Vida difícil” (la obra maestra del recién fallecido Dino Risi), “Salvatore Giuliano” y “Las manos sobre la ciudad” (excepcionales muestras del talento de Francesco Rosi, sin duda el cineasta que si hubiera que elegir uno sólo, identificaría al realismo crítico.), “Rocco y sus hermanos” (hoy considerada en determinados segmentos de la crítica del país transalpino como la mejor película de la historia del cine italiano, representa sobre todo el universo personal e intransferible del maestro Visconti, el cual no pretendió en ningún momento ir de abanderado de movimiento cinematográfico alguno pese a todos los Aristarcos habidos y por haber), “Cronica familiar” (emotivo melodrama dialéctico basado en la novela de Vasco Pratolini). Con la excepción de Olmi, el resto de cineastas citados fueron próximos al PCI, y en los casos de Rosi, los hermanos Taviani, Pasolini y –curiosamente- el aristócrata Visconti militantes de dicho partido. Es obvio que esta corriente queda muy alejada en importancia y en cantidad del considerable número de grandes películas del inmortal neorrealismo que,”mutatis mutandi”, pervive en nuestros días en la mayoría de los países europeos y asiáticos.  

Luis Betrán

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