jueves, 27 de febrero de 2014

DOSSIER CHARLES CHAPLIN II


CHARLES CHAPLIN

Con el siguiente cambio de Chaplin, sus honorarios ascendieron a 10.000 dólares a la semana, con gratificaciones extra. Dedicó 16 meses a las doce películas de 2 bobinas que rodó en los estudios Lone Star para la Mutual. Las tramas eran más elaboradas y las películas estaban plagadas  de gags inspirados por una situación o un escenario natural, como sugieren los propios títulos: “Charlot encargado de bazar” (The floorwalker, 1916), “Charlot bombero” (The fireman, 1916), “Charlot tramoyista de cine” (Behin the screen, 1916), “Charlot héroe del patín” (The rink, 1916) y “Charlot en el balneario” (The cure, 1917), “Charlot en la calle de la paz” (Easy street, 1917). Algunas de ellas son verdaderas muestras de virtuosismo: por ejemplo, “Charlot a la una de la madrugada” (One a.m.1916) es prácticamente un “solo” en el que Charlot vuelve a casa borracho y se enfrenta con una cerradura que se niega a abrir, una cama plegable, una piel de tigre, un  temible reloj y otros peligros domésticos. Por su parte, “Charlot prestamista” (The pawn shop, 1916) incluye una larga toma ininterrumpida de la “autopsia” del despertador del cliente. Otras películas, incluyendo “Charlot músico ambulante” (The vagabond, 1916) y “Charlot inmigrante” (The Inmigrant, 1917), exploraban más bien la capacidad de Chaplin para el patetismo y el drama. Todos estos films constituyen auténticas joyas, y en el caso de “One a.m.” y “The inmigrant”, verdaderas obras maestras de opuesto registro. Una calificación, la de obra maestra, que no me gusta demasiado aplicar pero que en este dossier inevitablemente aparecerá con frecuencia.


Un nuevo acuerdo de distribución con la First National, permitió a Chaplin ver cumplida su ambición de contar con un estudio propio, en el que trabajaría durante los 24 años siguientes. El contrato le exigía realizar ocho películas en el plazo de 18 meses. En lugar de ello, tardó cinco años en rodarlas, pero entre ellas – casi mediometrajes – hay al menos tres obras maestras. La primera, “Vida de perro” (A dog’s life, 1918) agudizó el elemento de sátira social, ya presente en films anteriores, trazando un claro paralelismo entre la vida de Charlot y la de su fiel perro callejero. Luego Chaplin se vio acusado de mal gusto por retratar de forma cómica la vida en los frentes durante la Primara Guarra Mundial; pero los hombres que realmente la padecieron se sintieron conmovidos y encantados con la portentosa “Armas al hombro” (Shoulder arms, 1918), y, hoy en día, la metamorfosis cómica que hace Chaplin de la guerra proporciona una idea más nítida de cómo debieron ser aquellos tiempos que otros films más dramáticos. “Al sol” (Sunnyside, 1919) es una suerte de comedia pastoral poco representativa del estilo de Chaplin y que no tuvo demasiado éxito, ni comercial ni artístico. Pero “Un día de juerga” (A day’s pleasure, 1919) es, no obstante, un más que divertido retrato de las desventuras de un hombre sencillo que lleva a su familia de excursión en un Ford T. Uno de los hijos era interpretado por Jackie Coogan, cuyo talento y espontaneidad inspiraron en parte la maravillosa “El chico” (The kid, 1921).


Esta inmortal obra, ya cercana al largometraje, es un melodrama sobre una madre soltera y su hijo abandonado, que permitía la risa con la involuntaria adopción del niño por parte de Charlot, y llorar con las desventuras de ambos y la entrañable y profunda relación que se desarrolla entre el niño y el adulto. Chaplin reencontraba a Dickens y a sí mismo. La repercusión popular fue enorme y, tras su estreno, Chaplin decidió hacer turismo por su país natal y una gira por toda Europa. Fue quizá el momento culminante de toda su carrera, pues, hasta entonces pocas celebridades habían despertado tanta expectación y entusiasmo como él, viéndose además adulado por famosos políticos y estadistas europeos.


Las dos películas que rodó a su vuelta, “Vacaciones” (The idle class, 1921), basada en una típica situación de “slapstick” y en la que interpretaba dos papeles, y “Dïa de paga” (Pay day, 1922) otra comedia sobre la vida real en la que se veía a Charlot con un trabajo, un hogar y una esposa gruñona fueron tan solo logros moderados, pero con “El peregrino” (The pilgrim, 1923) su reputación crítica volvió a subir como la espuma. Con toda la razón. Esta nueva obra maestra cuenta la historia de un preso que se fuga de la cárcel, roba las ropas de un sacerdote que se está bañando, y es confundido con el recién nombrado pastor de una pequeña comunidad del Midwest americano. Este argumento ofrecía a Chaplin numerosas oportunidades de burlarse de la beatería, la hipocresía y los buenos modales.

Luis Betrán

Este texto ha consultado las “Memorias” de Charles Chaplin.

EL INMIGRANTE


También titulada en España “El emigrante” o “Charlot emigrante”. Escrita y dirigida por Charles Chaplin. Su primera obra mayor.

“The inmigrant” (1917) es, probablemente, la primera película esencial de Chaplin y la que demostró de manera concluyente que su talento como director no tenía nada que envidiar a su capacidad como mimo. Desde el primer plano hasta el último, la labor de Chaplin como realizador es un acierto total. Las secuencias rítmicas y rápidas se alternan con las más relajadas y sosegadas. Los primeros planos son siempre eficaces. Los gags están perfectamente ensamblados en la narrativa, utilizándose muchas veces con efectos retardados, como cuando Charlot se apodera de la propina dejada por un cliente para pagar su propia cuenta, lo que provoca un divertido gesto de incredulidad y desprecio en el rostro del camarero-jefe (el inefable Eric Campbell), al final de la escena del restaurante. Chaplin evita también el exceso de sentimentalismo, y los comentarios sociales resultan doblemente eficaces por estar rigurosamente controlados.


La narrativa de la película es de una maravillosa austeridad. Hay solo cuatro decorados: la cubierta del barco, el comedor del mismo, un exterior de calle y el restaurante. Y pocos actores. Chaplin logra crear la impresión de un barco repleto de inmigrantes cuando en realidad las “masas” de la película están formadas por solo unos 15 intérpretes, pero cuidadosamente utilizados, como en el caso de Henry Bergman que da vida al artista del restaurante y, disfrazado con un gorro y un delantal, a la señora gorda del barco. La mímica del propio Chaplin es de lo más efectiva. El balanceo de la nave dota de una nueva dimensión a su característica forma de andar. La partida de póquer da lugar a un gag extraordinario, aquel en el que Charlot le quita la pistola al tahúr, se agacha para recoger su sombrero pero sin dejar de apuntarle….con el arma entre las piernas. Al final de la película, la escena en la que teme tener que enfrentarse al monstruoso camarero-jefe del restaurante, constituye una combinación perfecta de los sentimientos de rebeldía, desafío y desesperación.


La dura suerte de los inmigrantes no es olvidada en ningún momento. Primero permanecer echados sobre cubierta, mareados y enfermos, mientras Charlot realiza sus divertidas acrobacias. Luego, tras la aparición de la Estatua de la Libertad, se ven contenidos y empujados hacia atrás por medio de sogas. Finalmente descienden del barco para enfrentarse a una gran ciudad, extraña y hostil, características bellamente subrayadas por Chaplin en la escena del restaurante, en la que se olvida de que debe quitarse el sombrero y es incapaz de leer el menú.


Los inmigrantes necesitan dinero, y éste desfile burlonamente ante sus ojos sin que puedan conseguirlo nunca. El dinero que Charlot entrega a la chica es en realidad el dinero de su madre que el tahúr le ha robado y ha perdido luego en una partida de póquer. Charlot utiliza una moneda que le ha caído  al camarero-jefe para pagar su cuenta y, como resulta ser falsa, se apodera de la propina que dejado un cliente. Los dos dólares que le pide prestados al artista se destinan a adquirir la licencia de matrimonio. No se sabe adónde han ido a parar las ganancias de la partida ……ni tampoco importa. No. Chaplin ya sabía que Estados Unidos no era la tierra de promisión sino el reino del capitalismo salvaje. “The inmigrant” fue su primera carga de profundidad contra el país que le había hecho millonario. Pronto llegarían “Una mujer de Paris” (A woman of Paris, 1923) y “La quimera del oro” (The gold rush, 1925). Faltaban muchos años, y el advenimiento del sonoro, para el ataque ya frontal de “Monsieur Verdoux” (1946), la película que a la postre supondría la expulsión de Chaplin de su tierra de adopción.

Luis Betrán (26 de febrero de 2014)

Escrito tras ser revisado el film.

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