miércoles, 5 de febrero de 2014

OBITUARIOS IMPRESCINDIBLES

MIKLOS JANCSÓ


Su nombre va unido en mi memoria al inolvidable Cine-Club Saracosta y al imprescindible Alberto Sánchez – y bien que  ha notado su ausencia la cinefilia aragonesa - , dado que allí, en el C.M.U. Lasalle, fue cuando hice mis deberes con este gran cineasta húngaro quizá uno de los tres pilares fundamentales del cine de ese país desde el advenimiento del sonoro (los otros serían Zoltan Fabri y Bela Tarr). No he leído en ningún medio la noticia alguna de su fallecimiento, ni mucho menos texto sobre su obra. Normal, era húngaro (¡ay! si hubiese nacido en Wisconsin), estaba demasiado olvidado y apenas recuerdo que en éste desdichado país – el nuestro – se estrenase película alguna suya en una sala de estreno. Sí en Filmotecas y circuitos alternativos como el mencionado cine-club. Alberto tenía debilidad por las cinematografías del este de Europa – Polonia, la antigua Checoslovaquia, la escindida Yugoeslavia…..y Hungría - y entre sus directores de cabecera figuró Miklos Jancsó. Alli vimos, los que estamos frisando la setentena,  “Los sin esperanza” (1965), “Silencio y grito” (1968), “Siroco de invierno” (1969)…... Su gran obra maestra, “Rojos y blancos” (1968),   la vi en Paris. El resto – no conozco film alguno posterior a 1990 – acá, allá y acullá. Facturó películas también en Italia, pero su tema fue Hungría y su historia. Bela Tarr dijo de él que le admiraba sin reservas. El gran maestro griego Theo Angelopoulos, en el Festival de Huesca, que no, que no habían  influido en su cine sus larguísimos planos-secuencia, pero que le consideraba un eximio realizador y un gran amigo personal. Tenía razón, porque el autor de “Eleni” y tantas obras maestras utilizaba suntuosos planos-secuencia, pero no a la manera de Jancsó. “Rojos y blancos” consta tan solo de doce planos. Angelopoulos se quedó en límites más cortos, aunque él también narrase la Historia reciente de Grecia.


En sus películas en blanco y negro podía resultar ciertamente tedioso – “Silencio y grito” o “Siroco de invierno” – y sus films italianos no tuvieron demasiado interés. En la revista “Nuestro Cine” le adoraban, en Film Ideal le ignoraron. Poco a poco fue evolucionando a una suerte de ritual en el que no estaban ausentes ni el color, ni las coreografías ni las canciones. “Salmo rojo” (1971) y “Szerelmen Elektra” (1974) fueron maravillosas, más la crítica y los festivales ya le eran adversos. Pensaban, erróneamente, que frivolizaba innecesariamente su eterna “Rapsodia húngara”, justamente el título del que ya solo pudo filmar la primera parte – allegro barbaro – en 1978. Hoy, Miklos Jancsó probablemente será poco homenajeado en las revistas clónicas de “Cahiers du Cinéma”. Quizás lo sea en la francesa “Positif”. Y ello, de cumplirse, manifestará una supina ignorancia por un gran cine de otrora y un autor decididamente importante.

EDOARDO COUTINHO


Su muerte, acuchillado por su propio hijo, parece evocar el “novo cinema” de los Glauber Rocha, Ruy Guerra, Roberto Farias, Carlos Diegues….muy dados a terminar sus films por las bravas. Pero no, Coutinho nada tenía que ver con ellos. Ni con el exótico Julio Bressane, ni con el llamado “cine de la retomada”. El fue un documentalista y en el instante de su atroz deceso era uno de los mejores del mundo. Ignorado en España, salvo en Festivales primordialmente consagrados al documental. Su filmografía comenzó en 1968 con “O homen que comprou o mundo” y finalizó en 2011 con la formidable “As cançoes”. 


Esta película y las otras que de él he visto – “Cabra marcado para morrer” (1985), “Boca de lixo” (1993), “Edificio master” (2002) y “Jogo de cena” (2007) – certifican con sobresaliente la calidad no ya de un documentalista sino de un gran cineasta sin adjetivos. Probablemente este magnífico director brasileño también tuvo su lejano – en el tiempo – referente en el inmenso Humberto Mauro y el excelente Nelson Pereira do Santos de “Rio, zona norte” (1958) o “Rio 40 graus” (1955). Yo no lo creo. Coutinho no se parecía a nadie en el país de Guimaraes Rosa y Caetano Veloso. Solo a él mismo. No será extraño que se le catalogue de posmoderno observacional. Es el metalenguaje de nuestros días aplicado al Arte. Con perdón, una solemne tontería. Que me la expliquen.

PHILIP SEYMOUR HOFFMAN


Podía reír pero evitaba las carcajadas, sollozar pero nunca gimotear, siempre austero en su histrionismo, parco en cualquier aspecto de exhibicionismo. Poseía una profunda voz de barítono y articulaba el inglés como si hubiese interpretado a Shakespeare en el Old Vic. Con motivo del estreno de “El lobo de Wall Street”, escribí que Leonardo di Caprio tal vez era el mejor actor estadounidense. Fui injusto, no lo era. Ahora quizá sí. Porque ha muerto el gordo,  y en circunstancias de crónica de negra. No, no era el Gordo de Minnesota. Era Philip Seymour Hoffman y a ese nadie le quitaba el puesto de nº 1 de Hollywood. Su físico le hubiese negado el acceso al estrellato, paro nadie emocionaba, entristecía, divertía, conmovía como él. Demasiadas películas en tan solo 45 años de vida. 


Demasiado en todo. “Too much, too soon”, como el penúltimo film que interpretó un ya destrozado Errol Flynn dando vida al dipsómano más contumaz de la fábrica de sueños: John Barrymore. En unos años, no muchos, se perpetrará un ignominioso biopic sobre este ACTOR extraordinario, y algún actorcillo de tres al cuarto comerá y comerá para asemejarse lo más posible al finado. No hubo una sola película en la que me decepcionará. P.S.H. estaba bien, muy bien o genial. Si acaso algo despistado en las  marcianadas de Paul Thomas Anderson: “Punch drunk love” (horrible), “Magnolia” (llovían ranas en vez de planchar conejos, ¡oh, que virulento el surrealismo yanqui!), “The master”, enfrentado a otro – Joaquim Phoenix – que tampoco sabía muy bien a quién coño interpretaba. Le dieron el oscar por su excelente mimetización de Truman Capote, pero a mi donde me arrebata este grandísimo de la actuación – y de los pinchazos – es en el desgraciado de la formidable “Antes que el diablo sepa que has muerto” o en el cura pedófilo de la inquietante “La duda”. Le vimos por última vez, dando vida a un segundo violinista algo envidiosillo en un Cuarteto de Cuerda que las pasaba canutas – como todos – al acometer el Opus 132 de Ludwig Van Beethoven. Como dijo John Huston en el funeral de Bogart “no debemos llorar por él sino por nosotros que le hemos perdido”. Lo demás a las redes sociales y al telecinquismo casposo que recorre los hemisferios y paralelos, de “El Mundo” a “Vanity fair”.

PETE SEEGER


¡¡Qué bonita bandera, que bonita bandera, que bonita bandera es la bandera portorriqueña!!. Así y esto cantó Pete Seeger en San Juan, cuando todavía en esa isla del Caribe había grupos opositores al Estado Libre Asociado de U.S.A. En Barleona cantó el “Ay Carmela·” de las tropas republicanas. En Zaragoza no cantó nunca. En la España franquista solo en Catalunya e invitado por su amigo, el valenciano Raimon. En mi juventud le escuchábamos o, más bien, le descubríamos a la par que a Woody Guthrie, Cisco Houston, The Weawers, Leadbelly….y pronto muy pronto Bob Dylan, Johnny Cash, Peter&Paul&Mary, Joan Baez, Buffy St. Marie, Julie Felix (¿Qué habrá sido de ella?), Judy Collins…Y no nos gustaba aunque comprábamos vinilos de rasposo sonido provenientes de sus grabaciones para Folkways Records. Decíamos que tenía “voz de cabra”. Éramos terriblemente injustos….porque esa voz nasal era más llevadera que la del gran Woody Guthrie. Mis recuerdos van ligados a una entrevista que Jaime Gaspar Auría (profesor mío de Historia del Arte y que luego llegaría ser el primer Vicepresidente, por el P.S.O.E., de la Comunidad Autónoma de Aragón) y servidor hiscimos. Sucedió que el que cantaba en el Teatro Principal (imposible recordar la fecha, pero fue antes, bastante antes, de la celebradísima muerte del “Generalísimo”) no era el norteamericano Seeger sino el sudamericano Atahualpa Yupanqui. El gran poeta y cantautor argentino ofreció un recital en el que lo que más me impactó fue una canción llamada “Meta bala”. A su conclusión, Jaime Gaspar y yo que escuchamos el concierto juntos nos dirigimos (el profesor no tenía la desventaja de la timidez) al camerino de don Atahualpa y le hicimos una breve entrevista para una pequeña revista de la Universidad. Una pregunta fue: ¿Qué piensa usted de Pete Seeger, le conoce?, a lo que Yupanqui respondió: claro que sí, es un extraordinario y viejo luchador, le admiro profundamente, no hay persona más valiente que él en los amos del Norte. 


Progresivamente fui sabiendo de su vida, de sus mil batallas libradas defendiendo la libertad, de sus años de militancia en el Partido Comunista Americano. Y le pude ver actuando en directo aunque, naturalmente, gracias a la televisión. Compré más discos suyos y ya me entregué a su música, su voz y su mensaje sin cortapisa alguna. “Were have all the flowers gone” fue/es la canción más bella que se compusiera contra la Guerra de Vietnam. Por supuesto, conservo los LPS, tengo CDS y hay uno del que se ha hablado poco o nada en estas fechas de su muerte que es el más que gusta y el más preclaro ejemplar de la “canción de protesta”. La grabación – ahora para CBS y estéreo – es muy buena y Pete Seeger no se acompaña en ningún tema con el banjo sino que lo hace con guitarra acústica e incluso escueto respaldo orquestal. Allí está la impresionante “Last train to Nuremberg” (¡¡todos a bordo!!), “Who killed Norma Jean” (Marilyn, claro), “Uncle Ho” (divertido y serio a la vez homenaje a Ho-Chi-Minh)……


Tampoco he leído u oído en medio alguno que Pete Seeger intervino en una película. Pues sí, lo hizo. Fue en una breve secuencia de la malhadada, y olvidada, “Alice’s Restaurant” (1969), de Arthur Penn cuando este cineasta era el más progre de Hollywood. Allí, el gran folksinger irrumpía en una habitación de hospital en la que, es un suponer, agonizaba Woody Guthrie y le cantaba un fragmento de una de sus canciones. La muerte de este  hombre “imprescindible” - los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles (Bertold Brecht) – es la muerte del último rojo de EE.UU, del único izquierdista incorruptible que restaba en el orwelliano Gran Hermano. Me jode que alguien como Bruce Springsteen se apuntase tardíamente a homenajearle.. Ël, “Born in the U.S.A.” Al igual que con Philip Seymour Hoffman será más que probable una biopic de Pete Seeger. ¿Quién la dirigirá?, ¿Quién la protagonizará?. Sorpresa, porque en el Hollywood de los bloquebusteres a lo más que se llega es a “liberales” votantes de Obama.

Luis Betrán

1 comentario:

  1. Esperemos - jejeje - que la Filmoteca de Aragón programe ciclos a Miklos Jancsó y a Coutinho.

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