martes, 16 de marzo de 2010

MEMORIA DE ALGUNOS CINES DE ZARAGOZA 2

Algunos cines de Zaragoza.- Parte 2.- ¡¡¡Historia¡¡¡

 

                                                       Cine Elíseos


Los cines de circuito

A destacar el cine Actualidades, sobre todo tal y como era visible hasta 1.960. En realidad la sala de proyección no ofreció jamás ningún punto de interés y las sucesivas reformas se refirieron siempre al aspecto exterior del cine, vestíbulo y marquesinas. El cine Actualidades fue la apoteosis de dos colores tan irremisiblemente bellos como el verde y el naranja. Pero ¡cielos que colores!. La intensidad de ambos - distribuidos en el vestíbulo de forma bien singular, paredes de verde y recubrimientos de la columna central y techos en vivísimos naranjas con unos espejos colocados en el techo para completar el panorama - daba al espacio una atmósfera densa y dulzona. Una decoración tan propia de los años 40 parecía haber nacido para anunciar films de Carmen Miranda, Xavier Cugat o albergar shows según el estilo tropical de la época. De idéntica factura existió una sala de fiestas en el Piccadilly Circus londinense acogida al nada dudoso nombre de Flamingo y casualmente dedicada a espectáculos brasileños y bananeros. El Actualidades contaba con un frontal de baldosas naranjas de unos 30m. sobre el que se pegaban letras y carteles anunciadores de la película. El brillo del color se veía desde el otro lado de Independencia donde se encontraba el cine. Los colores de fachada y vestíbulo devinieron en una suerte de proustianismo, porque la evocación sugeridora de su intensidad, no exenta de cierta tristeza. es visible cada vez que ambos colores de fruta madura reaparecen ante nosotros cubriendo no importa qué forma. El cine de los colores naif cambió de piel en 1.960. Siguiendo el desdichado ejemplo del cine Dorado las formas que sustituyeron a las tan cromáticas citadas supusieron un sablazo de mal gusto y una invitación al olvido.

El cine Alhambra era casi hermano del Actualidades aun cuando su frontal anunciador, que era de baldosa negra, no hará falta decir que carecía de la alegría del de su colega. Un pasillo inacabable unía la entrada desde la calle al acceso a la sala. En ese pasillo, sin nada destacable por otra parte, existían infinidad de pequeños escaparates puestos con la sana intención de ser alquilados por el comercio zaragozano. Sólo Limpieza RiM había captado la oferta y colocado unas pintorescas miniaturas en uno pequeño que reproducían, convenientemente idealizadas, las funciones higiénicas de limpieza de locales y oficinas. Los restantes acabaron siendo usados para anunciar por la propia empresa explotadora del cine las películas a proyectar próximamente. Cada octubre las vitrinas se renovaban y se cubrían con los carteles de las novedades que la nueva temporada cinematográfica iba a ofrecer. Era como una lista de "Fotogramas" pero a gran tamaño y con los colores y forma que, a través del cartel de propaganda, personificarían el film para siempre. Algunas películas no se estrenaban y los carteles, sucios y deteriorados, se iban quedando meses y meses. Si la piqueta no hubiera hecho desaparecer tan histórico pasillo podríamos tener como seguro la presencia todavía de anuncios de films tan olvidados y tan no estrenados como "Frou-frou"; resistente al tiempo en la frigidez de su papel como un incunable que traspasa la historia. La sala del Alhambra tenía en bajorrelieve algo así como arabescos propios de la otra Alhambra, la granadina, y el tejado también estaba adornado con elementos del mismo origen. Pero una atenta visión da tan prodigioso kitsch le daba un tinte más mudéjar que otra cosa. Y es que se podía empezar por trasladar el espíritu del célebre monumento, pero se acababa mirando la torre de la parroquia del Gancho. El cine Alhambra pasó a mejor vida en 1964. Se sustituyó por un cine funcional - el Avenida - del que bien poco hay que decir ya que no deja lugar al pintoresquismo. Tambien se fue al carajo. Actualidades y Alhambra, con sus pasillos y corredores, devinieron el pasaje comercial - de mediano éxito - que los zaragozanos conocen como "El Caracol".

El cine Elíseos es una muy bella sala circular que tiene la particularidad de haber mantenido la decoración original. Decoración extensible a un restaurante que forma parte del mismo edificio. Se inauguró a mitad de los 40 con un melodrama de King Vidor titulado "Stella Dallas", y su existencia como cine ha sido verdaderamente azarosa. Pasó de ser el cine de moda en los 40 a cine de circuito en los 50, con frecuentes temporadas dedicadas a la exhibición de westerns y reposiciones. En 1.967 encontró su camino de salvación dedicándose a la proyección de films de Arte y Ensayo. Fueron los mejores años de su vida. Luego sede de la Filmoteca y, finalmente, cine de estreno de Zaragoza Urbana. Poco recomendable, por cierto, ya que las películas que en él se proyectan se ven y se oyen de espantosa manera. Consecuencias del envejecimiento de los equipos de proyección y sonido que - como en el caso del Cervantes - jamás se renovaron. La empresa propietaria hace años que se lo quiere quitar de encima, pero, afortunadamente, ello no parece posible tras lo sucedido con el Fleta. Veremos lo que sucede con él en Zaraconejos y sus impresentables representantes de la clase política. Antes y ahora.

Porque en verdad la decoración de este cine ha sido un símbolo de perennidad que le ha permitido sobrevivir a modas y modos. Sus mármoles y arañas, su color ocre tan solemne y, sobre todo, los motivos grecorromanos de la ornamentación parecían trasplantados de algún teatro a la italiana antes que adornos para un cine. Pero además tan suntuosos elementos no han carecido de homogeneidad y la sala ha tenido siempre un feeling que no parecía se pudiese conseguir con la solemnidad del entorno. El cine Elíseos tuvo un público muy concreto hasta mediados de los 50, compuesto por personas mayores ,casi siempre pertenecientes a la más florida burguesía, que solían acudir muchas veces solos. La sala deseaba un cierto estilo y el público que acudía parecía concedérselo. Era un cine en que llamaba la atención el silencio de los espectadores y el que no se llenara nunca, salvo en su etapa de Arte y Ensayo. Proyectó poco cine de actualidad y sí en cambio muchas reposiciones: Garbo, Crawford, Williams, etc. Por supuesto sigue siendo la sala cinematográfica más hermosa de la ciudad. Aunque soplen malos vientos para la lírica y la cultura.

El Teatro Circo ha hecho correr mucha tinta a los cronistas de la ciudad. La sala circular de las infinitas columnas hacía ver las películas a los desdichados espectadores de general a través de una columnata que por su preponderancia parecía el sueño de un Bernini de Teatro Chino. Con ello se conseguía la sensación de que el espectador estaba fuera del lugar donde se celebraba la película o función. Era la gran diferencia de estar detrás o delante de las columnas. Ni que decir tiene que el patio de butacas estaba delante de tan temibles elementos. He ahí una forma de distanciamiento que posiblemente desconocen los sacerdotes que ofician bajo tales fórmulas. A pesar de ser general de grada, el anfiteatro del "coliseo de la calle San Miguel", como se le llamaba, gozaba de buena reputación y la moral pública no sufría los duros embates de otros cines que luego veremos. Quizá la solemnidad de la columnata enfriaba los ánimos y el hecho de que era 0,50 pts. más caro que otros "generales" tradicionalmente menos comedidos. Realmente, y a pesar de su originalidad y encanto, no era una sala para ver cine. Por ello, entre otras razones, su desaparición no por llorada resultó inevitable.

El cine Latino se inauguró en 1.954 - el fresco del techo databa de 1.953 - con "El mundo en sus manos". Cine independiente de las empresas monopolizadoras, su propietario, el farmacéutico Rived desoyó las ofertas de las citadas y se mantuvo firme en su idea de explotarlo por su cuenta, lo que realizó hasta 1,970. El cine Latino era una sala de forma circular salvo la parte posterior que se cerraba con un segmento que trató de heredar el estilo, con todo lo que ello comporta, del cine Elíseos. Para empezar se dedicó a las reposiciones y adecuó totalmente su programación al público que acudía. A la vez la gente que iba era la que sabía encontrar su propia identificación con el estilo del local. La decoración no carecía de mármoles y de maderas oscuras, como de lugar indicado para elegantes celebraciones. Un telón rojo oscuro cuadraba con los bermellones y marrones del resto de la sala. Punto aparte merecía su gran aportación al bienestar del espectador: el perfume. Se ha señalado que el propietario lo era también de una farmacia pero además de una perfumería. En verdad su buen gusto en la elección de semejante producto quedó demostrada: el aroma desde la puerta de la calle se podía percibir. La fragancia del cine Latino, durante los 50, fue la magdalena proustiana de los aficionados al cine de Zaragoza. Su recuerdo nos aviva en la memoria imágenes de "Eva al desnudo", "Un americano en Paris" o "Mundos opuestos".

El cine Latino tenía un público burgués compuesto de abundantes mujeres. No ha existido otro cine en Zaragoza con tal poder de convocatoria para el bello sexo que esta bendita sala. Las había de todas las edades, aunque en justicia abundaban más las cercanas a la tercera, y parecían acudir al conjuro del perfume que llegaba a levantar pequeñas cortinillas de humo desde la parte inferior de la pantalla y por entre las columnas, pues también tenía columnas que enmarcaban la pantalla !faltaría más!. Con estas premisas, las proyecciones eran de carácter fuertemente conservador, si tal palabra puede tener algún signo diferenciador en el mundo del espectáculo de aquellos años. Se ponían melodramas y "altas comedias"; obras desarrolladas en ambientes lujosos en los que se llevaba el frac como si fuera el pijama. Films americanos de M. G, M. o de 20 Th. Century Fox constituían la base de los programas. Cuando en 1954 la furia del cinemascope derribó pantallas hasta de los cines más modestos, el Latino siguió manteniendo el recuadro tradicional hasta que en 1.970 no hubo manera de continuar tan apegados a la tradición porque el formato de las películas proyectables ya era en alargada pantalla Las películas de reputada qualité eran únicamente proyectadas dos días; lunes y martes, no pasaban ya de esa frontera temporal. Así se vieron "La perla"? "Ladrón de bicicletas", "Encrucijada de odios" o "Julio Cesar". Los años 60 arrumbaron el estilo del Latino. Los spaghetti-western lo tomaron por asalto. Las viejas señoras se quedaron viendo la televisión o pasaron a mejor vida y los olores que acompañaron a ese público añorado no eran precisamente los mismos que acompañaron a "Pandora y el Holandés Errante".

Fine del secondo atto

Luis Betrán,  y la colaboración importantísima de dos distinguidos miembros de la Tertulia Perdiguer: Emiliano Puértolas y José Luis Portolés, sin cuyo inigualable libro de consulta jamás hubiese llegado a buen puerto esta Historia de algunos cines de Zaragoza.

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