El Cine-club Saracosta
El cine-club Saracosta se consideraba el heredero, previa mutación, del legendario cine-club Zaragoza. Patrocinado por el Club Cine Mundo; institución esta que sostenía el cine-club como tapadera cultural para lo que era su principal fuente de dividendos: los bailes celebrados en sus locales de la calle Almagro. Ganó el cine-club y cedió los trastos a unos aficionados algunos de ellos de la vieja guardia cineclubística y a otros de nuevo cuño. Pronto el Saracosta adquirió una bien ganada personalidad - gracias a Alberto Sánchez - que le diferenciaba de los demás de su especie y que a la vez se potenciaba a si mismo.
Desdeñaba presentaciones y coloquios y a cambio editaba unos folletos bastante bien cuidados donde figuraba la ficha técnica y una serie de comentarios - casi siempre de críticos de de las filas de la ortodoxia histórica cinematogrñafica - sobre el film a proyectar. No se defendía ninguna postura: ni la política de autores ni su negación, ni la crítica al sistema ni su exaltación.
El Saracosta, a través de sus dos sesiones semanales, proyectaba títulos inéditos a través de los canales de distribución que le proporcionaba la Federación de Cine-Clubs debido a estar encuadrado en la categoría A. En sus programas no solían caber nunca films comerciales. Las sesiones tenían aire de absoluta novedad y, a un cierto nivel , hizo soportable la versión original ¡¡¡sin subtítulos¡¡¡. Su público - entre el que siempre me conté - buscaba ver lo que la cartelera diaria le negaba, incluídos los restantes cine-clubs de la ciudad. Cine europeo a la última moda que en la España franquista resultaba imposible de encontarar. Así llegaron por primera vez al espectador zaragozano películas de Malle, Godard, Losey, Bergman, Wajda Kawalerowicz, Jancsó, Fabri, Gregoretti, Rosi, Nemec, Kachyna, Brook....y tantos otros que la lsita sería larga, larga. Santones del cine europeo, pero tambien Rocha, Guerra, Fernández, ¡¡¡Buñuel¡¡¡...Sesiones que eran verdaderos acontecimientos y que en varias ocasiones llenaban la buena sala del C.M.U. Lasalle. Gentes ya iniciadas en la cuestión cinéfila....pero no exclusivamente.
El Saracosta cumplió durante muchos años con una importante labor cultural de divulgación cinematográfica, trayendo películas que para muchos era un sueño mítico el verlas. Luego proyectó en Zaragoza obras que los exhibidores comerciales se negaron a traer, y así el carácter novedoso no se perdió en su vida.
Otras ocasiones especiales fueron las proyecciones "undergound" de films en 8 mm. que supusieron verdaderas sesiones de catacumbas desarrolladas ante sospechas de clausura y temor de "problemas administrativos". Pero así llegaron "Viridiana", "El acorazado Potemkin" y otras. Así y no de otra manera. A veces se olvida que hubo unos años en que la simple exhibición de un film - no hacía falta que fuera político - era un acto revolucionario en un panorama como el de la Zaragoza de los sesenta. Esto ha sido olvidado por quienes creían o creyeron que el cine no producía más que voyeurs o reaccionarios (algunos de ellos hoy en cargos públicos muy bien remunerados y no precisamente de izquierda), y que había que "revolucionar" el cine-club pasando a la acción (???).
Es revolucionario quién hace la Revolución y no quién habla de ella. Bonita frase que se aplicaba para descalificar a Eisenstein, por ejemplo. De esta lamentable forma las tardes del Saracosta se vieron invadidas por los que iban a expulsar al Régimen y erigirse en salvadores de la Patria (¡¡ja, ja, ja¡¡¡). Y el espectáculo total que preconizaban acabó totalmente con el espectáculo. No voy a dar nombres aunque podría hacerlo. Algunos están muertos. Descansen en paz, lo digo sinceramente (1).
Cierto que años más tarde no sería necesario acudir al Saracosta ya que llegaron las Salas de Arte y Ensayo y, afortunadamente, se abrieron otros caminos y el Saracosta se hubiese visto obligado a evolucionar. Pero de seguro que jamás lo hubiese hecho por el disparatado camino que le marcaron sus rectores postreros, cuando Alberto y los suyos se/nos largaron y crearon el Gandaya.
Se renegó de una labor hecha en los sesenta como antes he citado, olvidándose que el Saracosta era el faro que alumbraba el más menguado fulgor de otros apasionados cine-clubs. Un trabajo que quizá solo consistió en pasar celuloide por la linterna mágica, pero cuyo significado fue decisivo en la cultura cinematográfica de una ciudad que siempre se negó a tenerla.
Luis Betrán
1) ¿En 2010 hay todavía alguién que se crea que el PSOE - tanto felipista como zapaterista - ha sido un partido político de izquierdas en la otorgada y no ganada democracia española?
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