¿Acaso el antiguo camarada del
P.C.I. va a desembocar en su ocaso en postulados cercanos a Ordine Nuevo?. La
respuesta de "El inocente" es, otra vez, el triunfo de la
inteligencia del que antes se hablaba. Visconti recupera el análisis dialéctico
interrumpido desde "El gatopardo" para crear una obra compleja y
subyugante partiendo de un soporte literario de casi nulas posibilidades. El
protagonista-suicida de "El inocente" no tiene nada que ver con Gustav
von Aschenbach, con Luis II de Baviera o con el profesor de
"Confidencias", y mucho menos
con N'Toni Valastro, Livia Serpieri, Rocco Parondi o don Fabrizio de Salina.
Tullio es un desgraciado sin talento alguno. Un energúmeno que engaña, seduce y
asesina sin conseguir ni uno sólo de sus objetivos. Un hombre sin sitio en una
sociedad sin futuro posible. El abandono, la soledad y ,sobre todo, la
indiferencia de su antigua amante por su solemne confesión le impelen a un
suicidio - fuera del escenario - que a nadie - y mucho menos a Visconti -
emociona, porque es, a fin de cuentas, un acto ridículo de orgullo herido en un
aspirante a tirano que no puede dominar ni tan siquiera a esas mujeres de las
que ha creído servirse para alcanzar sus mezquinas ambiciones. "El inocente"
es un melo gélido no poco brechtiano que recordaría "Senso" (6) sino
fuese porque en él no existe el menor vestigio operístico y porque carece de un
personaje potente como la condesa Serpieri. Servido por unos diálogos cortantes
y precisos, realizado con un sentido del equilibrio que parecía perdido,
"El inocente" llega a ser un excitante estudio dialéctico aplicado a
una trama de mala novelería decimonónica. El viejo león, de nuevo con sus
facultades intelectuales a tope, parece querer asi vengarse de sus detractores
ofrendándoles una despedida digna de su antigua reputación.
Luchino Visconti no llegó a ver
estrenada la película, ahorrándose el disgusto que le hubiese deparado la
incomprensión con que fue acogida. Ello no es óbice para volver a insistir que
la muerte llegó –que no sorprendió - al genial director cuando no había dado
por concluida su obra a la vista de las múltiples sugerencias que se desprenden
de "El inocente", obra hoy completamente revalorizada.
Conclusión forzosa.
Entierro de Luchino Visconti
Calibrar la real importancia de
un cine tan distinto al que nos gusta habitualmente como es el de Luchino
Visconti es labor comprometida que exige el auxilio siempre dudoso de la
objetividad. Las diversas alternativas del pensamiento del conde de Modrone han
sido reflejadas en unas películas abiertas, contradictorias en la superficie
pero coherentes con los vaivenes ideológicos de su autor. En cualquier caso el
signo de la obra viscontiana es la lucidez que vuelve a recuperarse
inexorablemente cuando parecía que se había perdido. Y aún en estas ocasiones
será sustituida por la poesía. Lucidez que no excluye la necesidad íntima del
director de remitirse a unas raíces culturales que no podrán borrar todas las
militancias que sigan a Marx, Lucidez que en él está reñida con el optimismo histórico
de los materialistas. Nada codificable, nada etiquetable, este formidable
artista es el único en la historia del cine que pudo relatar lo siguiente:
"cuando había baile en casa, íbamos en pijama al palco superior del salón
de baile. Nos levantábamos muy pronto, porque la música sonaba todavía, y
mirábamos como bailaban las últimas parejas, un poco el final de “El Gatopardo”
si se quiere. Esta escena, efectivamente, me recuerda el final de los bailes en
la mansión de mi infancia"
Luchino Visconti murió a los 69
años el 17 de marzo de 1976. En su mesilla de noche estaban dos fotografías:
una de Helmut Berger y otra de Marlene Dietrich, su sempiterna amiga. Su ataúd
estaba rodeado en su entierro de un gentío que enarbolaba banderas rojas y
cantaba “La Internacional” y “Bella Ciao”. Lo portaban a hombros, entre otros,
Enrico Berlinguer, Pietro Ingrao, Michelangelo Antonioni, Tonino Guerra,
Francesco Rosi………Semioculto, con unas enormes gafas negras, Burt Lancaster
lloraba.
Luis Betrán
1) De hecho, la muy notable “Cosi
ridevano” (1998, Gianni Amelio) parece a ratos un remake de “Rocco y sus
hermanos”
2) Hoy un escritor mitificado por
los cinéfilos más radicales. De hecho la novela “El cartero siempre llama dos
veces” no pasa de un entretenimiento fácilmente olvidable de no ser por el
cine. Y “Doble indemnización” queda a considerable distancia de la película que
sobre ella hizo Billy Wilder en 1944 (Perdición, Double indemnity).
3) El cine antropomórfico.-
¿Que es lo me ha llevado a una actividad
creadora, al cine concretamente?. (Actividad creadora; la obra de un hombre que
vive en medio de otros hombres o que quede claro que por este término entiendo
lo que atañe absolutamente al dominio del artista. Viviendo todo trabajador
crea algo en el contexto en que habita. Es decir, en la medida en que las
condiciones de su existencia son libres y están abiertas o no; tanto para el
artista como para el obrero). No es la imperiosa llamada de una pretendida
vocación, concepto romántico alejado de nuestra realidad, término abstracto
forjado en las costumbres de los artistas a fin de oponer su actividad
privilegiada a la de otros hombres. Porque la vocación no existe, lo que existe
es la conciencia de la propia experiencia, el desarrollo dialéctico de la vida
de un hombre en contacto con otros hombres. Pienso también, que es solamente a
través de una experiencia vívida, estimulada cotidianamente por el estudio
ferviente y objetivo de los hechos humanos, como una persona puede alcanzar la
esencial superación. Pero sucede a muchos artistas que la especialización
termina por servir a culpables evasiones de la realidad y, hablando cruelmente,
se transforman en cobardes abstencionistas. El cine me ha atraído porque en él
se juntan y se unen los deseos y exigencias de muchos que quieren un mejor
trabajo de conjunto. Y el cine que me interesa es un cine antropomórfico.
(Luchino Visconti)
4) Anna Magnani fue el gran icono
del neorrealismo. Visconti no solo la homenajeó en “Bellísima” sino tambien en
su episodio de “Siamo donne” (1953), divertidísimo y estupendo juego entre la
actriz y el director. En otro famoso film de capítulos (a los que tan
aficionado fue el cine italiano de los 50, 60 y 70), “Bocaccio 70” (1962), el mediometraje de Visconti,
titulado “Il lavoro”, superaba no solo a los de Fellini, De Sica y Monicelll
sino que cabe considerarle un logro cercano a la perfección. Allí resplandecía
Romy Schneider tanto como en la sublime “Ludwig”
5) Efectivamente, Richard Wagner
(interpretado excelentemente por Trevord Howard que hasta se parece físicamente
al compositor) hacía y deshacía con el mito y la Historia lo que le venía en
gana. Lo cual no hay que confundir con el hecho de que, generalmente,
escribiese buenos libretos para sus extraordinarias óperas. Como es sabido Wagner
carecía de cualquier escrúpulo o sentido de la ética.
6) “Senso” se basa en un relato
de Camilo Boito, mediocre escritor, compositor que sólo obtuvo reconocimiento
con su ópera “Mefistófeles” (irregular pero de indudable interés) y, sin
embargo, muy buen libretista de las dos últimas óperas de Verdi (Otelo y
Falstaff, ambas basadas en Shakespeare). En el guión de “Senso” colaboró,
además de los habituales amigos de Visconti (Enrico Medioli, Suso Cecchi
d’Amico), nada menos que Tennesee Williams.
Sr Betran,una delicia leer sus cronicas y opiniones,a la par de didacticas les imprime un sello especial Gracias
ResponderEliminarGracias a usted amigo Jorge por leerlas. Ahora me temo que me voy a tomar un descanso hasta diciembre. Cordiales saludos.
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