jueves, 16 de septiembre de 2010

Dossier Claude Chabrol (y 3)




No existe una “nueva ola”, sólo existe el mar. (Claude Chabrol)




La producción de André Genoves, la misteriosa mirada de Stephane Audran, actores como el gran Michel Bouquet o el inquietante Jean Yanne se convertirán en colaboradores esenciales de la época en que Chabrol realiza sus películas más cercanas a la obra maestra. Los dardos contra la burguesía y el crimen se conjuntarán admirablemente en las magníficas "Le boucher", "Que la bête meure" (1969) o "Juste avant la nuit" (1971), de las cuales la primera y la tercera constituyen a mi modo de ver las dos cintas cumbres de la abrumadora filmografía chabroliana. Son films serios - el humor personalísimo del director francés aún tardaría en dar señales de vida - de los que se ha escrito que deben no poco a Hitchcock. Se podría admitir en las intrigas criminales que sirven de telón de fondo, pero Chabrol posee un grado de perversión por completo fuera del alcance de sir Alfred. Y la crítica social jamás interesó al mitificado autor de "Psicosis" ("Psycho" 1960). "El carnicero" ("Le boucher") está además aureolado de un hálito romántico en el desdichado personaje de Jean Yanne que no reaparecerá jamás en el cineasta galo, como tampoco lo hará la dureza y crueldad de "Al anochcer" ("Juste avant la nuit").




El pestílente olor de la col - inevitable en la irregularidad chabroliana - atufará en películas como "La rupture" (1970), la ridículamente pretenciosa "La décade prodigieuse" (1971) o la simplemente horrenda
"Docteur Popaul" (1972). Y otra larga serie en las que las lechugas - suponiendo que tan insípido vegetal sea el más digerible de los propuestos en el proverbio - escasearan y nuestro querido Claude volverá a tardar en reencontrar su mejor vena. Me ahorro citar no pocos disparates y me detengo en la más curiosa que lograda "Les noces rouges" (1973) donde Chabrol se lanza sin red al más puro "amour fou", o el más atrevido intento de cine político en la tan impersonal como entretenida "Nada" (1973). Y luego llegó Isabelle Huppert en la malograda y gélida "Violette Nozière" (1978). Sombrereros y pollos demostrarían que nuestro cada día más gordo gourmet podía recuperar, si le venía en gana, su privilegiado paladar en las excelentes "Las fantômes du chapelier" (1982) o "Poulet au vinaigre" (1984), ciertamente divertidas e irónicas y sin hacer demasiada sangre. Pero no creáis por eso que Chabrol iba a dejar de sembrar berzas.





Hasta 1995 en que trabajará con productores como Marin Karmitz y Patrick Godeau y comenzarán a lloverle premios y homenajes por doquier,  - Genovés dejo de producir a Chabrol en 1975 - las películas serán otra vez de calidad discutible con algunos engendros como "Doctor M" (1990) o su penosa versión de "Madame Bovary" (1991) tan mala por lo menos como la de Jean Renoir (1933), digan lo que digan en "Cahiers du Cinéma". Godard y cia. hacía años que lo despreciaban y le consideraban un artesano de derechas a lo Christian Jacque o Jean Delannoy. No si si el "rojísimo" Jean-Luc leyó alguna vez aquellas declaraciones de C.B. referidas a mayo del 68 y los "estados generales". Venían a contar lo bien que se lo pasaban entonces jugando a ser de izquierdas. Bueno, el suizo al que le van a dar un Oscar honorífico (1) continua desde  la creación del "grupo Dziga Vertov" a "Film-Socialisme (2009) con el mismo pasatiempo. No importa nada, a la postre nadie ve sus películas.




En 1994 y 1995 Chabrol exhibe buen pulso en "L'enfer" (1994) y "La ceremonie" (1995), films dramáticos y notables aunque nada originales. La primera es una película más sobre el horror de los celos, la segunda una fidedigna adaptación de "Las criadas" de Jean Genet. La Huppert sustituye a la Audran y no creo que la supere en su rol de musa aunque sea mejor actriz. Su rostro desagradable y muy apto para expresar el sadomasoquismo, la mala leche, el autoritarismo carece de la ambiguedad del de la primera esposa del realizador. Pero ella es la reina de la última etapa chabroliana. Y en ella las punzadas no son volapiés en el hoyo de los agujas (¡uy perdón por usar un término taurino!) de la "bêtisse" burguesa sino cuasihilarantes pinchazos hondos (¡otra vez1) que se traducen en muy buenas - "Merci pour le chocolat" (2000)", "La fleur du mal" (2003), "La demoiselle d'honneur" (2004) - o menos buenas - "Rien ne va plus" (1997), "L'ivresse de pouvoir" (2006), "La fille coupée en deux" (2007) películas. Chabrol ya peca de chabrolismo.



Su despedida, sorprendentemente no estrenada en España hasta ahora, es sin embargo "en beauté". Dedicada al inmortal Georges Brassens y filmada en la mismísima Sête, "Bellamy" es un más que estimable compendio de los tics chabrolianos. El inspectot Lavardin (elefantiásico Gérard Dépardieu), la buena comida, la intriga habilidosa, el humor más presente que nunca. Y todo ello en una obra que tiene algo de testamentaria. Acaso Chabrol ya estaba enfermo y lo sabia. No importa nada. "Bellamy" nos deja con un estupendo sabor de boca. El que cabría esperar de aquel que tanto apreciaba toda suerte de cocinas. No creo que Claude Chabrol haya sido un grande del cine - si lo fue Eric Rohmer por no salirnos de la obsoleta "nouvelle vague"- pero cuando pudo o quiso ser autor con mundo reconocible como pocos, mereció nuestro respeto, admiración y placer. Bon voyage et bon repas.


Luis Betrán

1) Godard ya ha anunciado que no acudirá a recoger su Oscar. Naturalmente: ahora se entregan unos veinte días antes de la Gran Ceremonia de la Imbecilidad y no están presentes los gritos y vítores, las grandes stars ni el glamour.








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