martes, 7 de septiembre de 2010

4 días de vacaciones 4

De nuevo aquí, en Zaragoza, tras unas vacaciones raquíticas de las que conservo aromas gratos. El pasado jueves fuime a Santander, ciudad que conozco bien ya que me he estado desplazando allí desde hace más de 30 años. Motivo: visitar a uno de mis tres o cuatro mejores amigos que reside en tan marina villa. A él y a su familia. Como voy a redactar una narración pormenorizada de tan breve viaje, mi querido amigo va a ser designado al kafkiano modo como Lord X, su esposa como Lady X, su hijo será Prince X y su hija Princess X. Me explico: mi amigo procede de noble cuna, aragonesa, por cierto. Y como le gusta que se note, en una mesa del amplio salón de su  palacio hay una pequeña y encantadora réplica de la reina Isabel de Inglaterra con su trajecito azul pálido, su bolso azul, pálido, sus zapatos azul pálido y.......cuando a la estatuilla la baña el sol agita su manecita como si saludara a la multitud.¡¡¡Oh, que lindo y fino detalle¡¡¡¡. Tampoco olvidaré a Queen Mother X, con quién tuve el sumo honor de compartir mesa y mantel el domingo día 5 de septiembre.




Exordio

Cantabria es una pura invención del Estado de las Autonomias. Los cántabros no existieron jamás, ni siquiera el héroe Laro que en el inconsciente colectivo de aquellas tierras y de su capital permanece como gran matador de romanos. Tampoco existe el idioma cántabro. Es otra mentira equiparable , por ejemplo, a la fabla aragonesa más o menos inventada por el  Partido Político de Ladrillo y Cachirulo cuyo líder es el rey sin corona de Aragón. Sucede lo mismo en la que con más propiedad podríamos denominar "avanzadilla de la Meseta en el Cantábrico". Igualmente hay un partido regionalista al que pertenece el Presidente sr. Revilla, popular y querido por los santanderinos. Me temo que en Zaragoza el sr. D. José Angel Biel importa menos que un rabanillo de 1/2 cm. a aquellos que la poblamos. Hacemos mal: ya lo pagaremos en diezmos, primicias y.....euros.

La virtual lengua de los virtuales cántabros (ventosidad a C. Nolan y "Origen", película y cineasta a los que, aviso a navegantes, pienso estar ridiculizando en todos y cada uno de los post de vergerus venga o no venga a cuento y hasta que expire la noche de San Silvestre), puede leerse en este terceto de exquisitos versos:

Santander bella tierruca
montañés, motañesuca
¡¡¡uca Santander¡¡¡



Dramatis personae

Lord X es persona cultivada aunque tan solo en el campo literario. Cualquier intento de conversación con él sobre libros es inútil. No te escucha, solo a si mismo sin disimular placentera sonrisa. Habla con conocimiento de causa pero como no vocaliza es difícil seguirle el hilo. Desprecia el cine y si por casualidad menciona alguna película que le haya gustado - milagroso asunto ya que ni va al cine jamás ni utiliza la tv para tal menester - es mejor taparse los oídos previamente. Su calidad humana está fuera de toda duda. Su pedantería tambien. Una venilla facciosa siempre le ha acompañado. No hay porque alarmarse. La nobleza suele ser rancia, conservadora y de derechas. Como la misma ciudad de Santander. Porta el "trade-mark" en su ropa que identifica el concepto del bien vestir en los galanes santanderinos, incluso en los exiliados. El cocodrilo de Lacoste en cuantas más prendas mejor.

Lady X es una dama de fuerte carácter pero, en el fondo, afectiva. Ama su profesión y en consecuencia su trabajo. A este respecto le chocó que un jubilado como yo pudiese pasar algunos días hasta 3 horas o más escribiendo "idioteces" en el ordenador para "vergerus". Debo corregirla: las idioteces las escribí con harta frecuencia en mi época laboral en una Alta Institución Aragonesa. Y más de 3 horas me costaban, en ocasiones. Discursos para cargos públicos magníficamente remunerados pero a los que no se les exigía saber leer y escribir. Tampoco a sus asesores que no eran pocos. Algunos de estos textos fueron editados y vendidos. Yo nunca percibí un céntimo ni se me permitió firmar nada. La pasta gansa engrosaba los bien repletos bolsillos de gentes cercanas al mencionado Partido de Ladrillo y Cachirulo.




Prince X es un jovenzuelo de 24 años narcisista, impertinente que rara vez hace un comentario agradable sobre algo que yo haya podido decir. Tambien porta la seña de identidad Lacoste. Habla un francés medianejo y supongo que un inglés algo más de recibo. Tampoco importa mucho porque, al igual que su padre, no vocaliza y parlotea entre dientes con lo cual no se le entiende prácticamente una sola palabra de lo que dice. Antes se las daba de rojo, ahora ha evolucionado hacia un tinte rosáceo con leves lineas azules. Le alabo el gusto de ser afrancesado y un pendón verbenero, aunque cuando hay que estudiar hasta se pone tapones en los oídos para que nada le moleste. Es pijete y fardoncete en temas de sexo. Y muy buen zagal, no fastidiemos. A veces esgrime un punzante sentido del humor. Le falta más latín y le sobra deporte.

Princess X es todo lo contrario que su hermano. Discreta, prudente, poco habladora pero, al igual que a su madre, se le entiende lo que dice aunque su tono de voz sea más bien bajo. La verdad es que cada vez que la veo está más guapa y sus modales son tan educados como encantadores. Me consta que su inglés es bueno y en cuanto al francés desde luego supera al de su hermano. Tampoco eso requiere grandes conocimientos de la lengua gabacha. Ni presumida ni narcisista. Algo misteriosa e inteligente. Terminó ya su graduación universitaria y está interesada en la investigación. Una joya, vamos.



Mi estancia en Santander fue sumamente grata. Disfruté de un magnífico clima, aprecié la belleza y decadentismo de la ciudad aunque la verdad es que ya me fijo poco en edificios de tantas veces que he estado allí. Como es sabido se trata de una ciudad que no tiene ni cien años ya que la original fue casi totalmente destruida en el incendio de  1941 (vease "Santander, la ciudad en llamas", Luis Marquina 1944 , peli mala pero divertida).  Las diversas comidas las llevé a cabo en palacio - magníficos bocartes o en diversos bares y restaurantes a los que me refiero ipso-jacto.

Quise invitar a sus altezas a una cena en gran restaurante. Guardaba buen recuerdo del llamado "Deluz", sito en el Sardinero entre calles flanqueadas por bellos chalets con aire "fin de siécle". Aunque acudí en el rutilante Mercedes de mis multimillonarios anfitriones conducido por un joven Bautista con antiparras, el festiín no salió bien. En una agradable terraza los platos que consumimos carecieron, en general, de interés. Un "steak tartare" impresentable, una terrina de foie insulsa, lo mismo las croquetas o los hojaldrillos de pato. Rape escaso y con una salsa que poco tenía que ver con lo que anunciaba la carta. Me quedó la duda del solomillo, que no probé, pero que al menos parecía suculento. Postres en la misma línea de mediocridad. Parecía un restaurante de Zaragoza de esos caros y malos que tanto abundan acá. No volveré. Lo juro por las viajeras cabezas de San Emeterio y San Celedonio, patrones de Santander.

Tampoco este fue el año de unas rabas en condiciones, pero si de unos notables bocartes. Algo es algo. Terrible la rueda de bonita seca, a la zaragozana, del antaño estupendo Machichaco. En contrapartida buenos pinchos y un excelente menú del día en "Los Arcos" al que asistió mi querida y venerada Queen Mother, con los 90 años rebasados pero tan rozagante como acostumbra. En este almuerzo fui protagonista de un incidente altamente celebrado por Lord X and the Prince. Consistió - serán bobos - en que derramé el contenido de la copa de vino y no acerté al trasvasar un café azucarado a un vaso con cubitos de hielo. A resultas de los cual mi mejor pantalón se quedó tricolor: gris claro, rojo y marrón. No entiendo para nada a que vinieron tantas carcajadas y bromas de dudoso gusto.

Pero hubo un instante de gloria alcohólica absolutamente jubiloso. Puro deleite. Una suerte de cocktail a base de dos vermús de ignotas marcas y distintos colores impregnados de licor de naranja. Exquisito pero para tomarlo con mesura. Uno es la sobriedad, dos la moderación, tres la vileza del borracho. Lugar: Bar Sena en la calle Vargas, cercano a la sede - horrorosa ella - del Gobierno de Cantabria.

El pequeño capricho de alguién inmensamente rico como es bien sabido. Volveré, como Mac Arthur. Adios amigos, adios Santander, adios al mar. Seguro que un día nos reencontraremos.

Luis Betrán

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