sábado, 19 de junio de 2010

José Saramago y el viento




Ha muerto José Saramago y bien que lo siento. Era noticia esperada por la leucemía que padecía desde hace años. Que buen gusto irse al otro barrio en Lanzarote, lleno de saudade y casi con aromas de fado. Esa maravillosa música que Saramago amaba - comunista de pro - y que llevó al Premio Nobel portugués (1998) a decir algunas tonterías. Vgr: cuando falleció la única reina del fado que ha habido y habrá, o sea dona Amalia Rodrigues, el gran escritor llegó a decir de ella que hasta había aportado sustanciosos miles de escudos al Partido Comunista Portugués. Con toda mi devoción por la gran cantante me temo que la intérprete y creadora de "fado amalia" no fue precisamente muy roja.

Sería injusto no reconocer que don Xose en los últimos años incordiaba todo lo que podía a la derecha globalizada, lo que quiere decir que era un avispón que aguijoneaba sin mayores consecuencias a los políticos del mundo mundial. Mi primer contacto con él fue con "El Evangelio según Jesucristo", novela que me no me entusiasmó precisamente. Conste que a mi el asunto de Cristo, Buda o Mahoma me la trae flojílla. Bueno el de la Meca peor que estoy de islamistas radicales, burkas, talibanes y Alá hasta...... Otra cosa bien distinta fue "Ensayo sobre la ceguera", gran novela que el mamón de Fernando Meirelles se encargó de destrozar cuando la llevó al cine. Finalmente "La caverna", "Ensayo sobre la lucidez" y la estupenda "Caín". Saramago ya se había convertido en un militante, en un panfletario....todo lo que quieran. Pero estupendo y necesario. Hasta se mojó en el el encarcelamiento de Jafar Panahi. Por todo ello el hombre - con el que no cené bacalhau pena - me caía muy bien y el escritor me pareció siempre más interesante que genial. Desde luego otros, con infinitos menos dones para eso tan dificil de la literatura, casos de Mac Carthy, Houellebecq gustaban más. No molestaban nada, aunque el francés lo finja  en ese timo de "Las partículas elementales". O el muy español posmodernísimo Enrique Vila Matas que es tan intragable como en su tiempo lo fue Juan Benet.

Me levanto de buen humor pero enseguida se me va. Leo en "Heraldo de Aragón" que la deuda de la D.G.A. supera ya los 2.200 millones de euros y aumenta un 37% en los últimos 12 nmeses. El incremento se sitúa 9 puntos por encima del resto de las autonomías. El Ayuntamiento de Zaragoza ya debe más dinero que el de Barcelona. Tranquilos. Seguro que Juanito/Tranvías y Marcelinoelmudico lo resuelven en un plis plas. ¿Como?. Aragoneses ,cuanto mas pobres mejor, ¡¡¡a pagar¡¡¡. Ar.




Encima hace un viento del carajo. Es la leche esto. Toda m vida aquí y jamás he conseguido acostumbrarme a ese tremebundo elemento de la naturaleza llamado cierzo, palabra que proviene de circium que es el nombre con el que denominó a la zaragozana ventolera el ilustre pretor Catón cuando visitó Cesaraugusta y clamó luego ante el Senado ¡¡¡derriben esa polis, es inahabitable porque se vuela más que se camina¡¡¡. Así que trás la estela de tan ilustre togado, hace la tira de años escribí un texto sobre la cuestión que helo aquí tal cual con alguna ligerica (fabla) puesta al día.

¡AIRE, AIRE¡

El viento ululaba como una cabalgata de demonios aullando (Gonzalo Torrente Ballester, "Donde da la vuelta el aire")

Y ahora viento, sopla hasta reventar (Shakespeare "La tempestad")

Me gusta ver el cielo con densos nubarrones y oír los aquilones horrísonos bramar (José de Espronceda, "La desesperación")

Eolo nació en Zaragoza.

El provincianismo se erige en bastión inexpugnable en el comportamiento de los españoles. El desdichado tejemaneje de las autonomías  potencia, encima, la repelentísima figura del "comunitario" que no es sino multiprovinciano, y de nuevo cuño ya que trata de aunar las voluntades de todos los provincianos en la causa común de la autonomíerda. Ejemplo: los de Huesca han de olvidar su ancestral contencioso con los de Zaragoza para unirse frente al enemigo común, esa Cataluña que se lleva el agua del Ebro no se sabe cuando.Versión ultracutre y fablera - antidialéctica, claro -  del final del Manifiesto Comunista: "proletarios del mundo entero uníos" travestido en  ¡¡¡hala maños, sus y a ellos¡¡¡".





Dicho esto, vamos a centrarnos en el provincianismo no autonómico que, a la postre, no es más que un pecado venial. En Zaragoza el provincianismo tiene sus señas de identidad como en cualquier otro pago de Celtiberia y, sin un adarme de originalidad, hace hincapié en las características climatológicas de la ciudad. Perece ser que al provinciano le sienta como un tiro que se diga, se escriba y aún se piense que en su tierra hace un frío del carajo, llueve más que el día que enterraron a Zafra o se asfixian hasta los camellos. El provinciano, que hace de su terruño el ombligo del mundo, no está dispuesto a admitir que su cotidiano Paraíso Terrenal tenga defectillos y mucho menos problemas de clima puesto que es sabido que en el Edén, como en las Islas Canarias, no hace frío ni calor. Con la ventaja sobre ese archipiélago africano de que sus habitantes no están aplatanados. Pues no eran rijosos ni nada Adán y Eva.

Los españoles del Norte, y que perdonen el gentilicio los autonómicos, tienen la excusa preparada. La lluvia es elemento indispensable para conservar la belleza del paisaje. Cierto, ciertísimo; la Cornisa Cantábrica es verde porque llueve y los páramos de Aragón son pardos porque no llueve.

Los zaragozanos nos hallamos en precarias condiciones de justificar la violencia de su principal distintivo climatológico: el viento. Afortunadamente la ecología ha venido a  echarnos una mano convirtiéndose en espúrea aliada del infamante aquilón. Si a un zaragozano modélico; amantes de jotas, cachirulos , ensaladicas y virgencicas (fabla) se le hacen comentarios sobre los incordiantes rafagazos responderá que el aire evita la polución, aunque esparza mierda por todos los rincones.



El viento, o el aire como se dice en Zaragoza (se perdió la baturra ventolera, lástima), preside la vida y conducta de la capital de Aragón. El aire es causante directo de un elevadísimo porcentaje de gripes, catarros, neurosis y sorderas. El aire selecciona jubilados y los envía al otro barrio con admirable capacidad de controlador demográfico. El aire quebranta tímpanos y nos obliga a hablar a grito pelado. La mezcla de ambos ingredientes, la ferocidad del ventarrón y el estrépito del vocerío produce el incremento constante del número de sordos, algunos de los cuales - don Francisco de Goya o don Luis Buñuel - han alcanzado la inmortalidad. El aire es azote de asmáticos, debeledor de oídos sanos, padre y madre nutricias de la neurosis individual y colectiva de la ciudad de Zaragoza.

El viento es el gran trangresor del orden divino y humano. Impide aterrizajes de aeronaves, levanta faldas no diseñadas para excitar lascivias machistas hasta el punto de que las señoritas zaragozanas de los 50 y 60 sujetaban a los dobles de la prenda estrategica placas de plomo para evitar el suculento volteo. El viento mete goles en el campo de fútbol cuando traiciona intenciones primigenias como era el despejar a corner. Agudiza el stress ciudadano, derriba ancianos y antenas de TV en obscena promiscuidad. obliga a los viandantes a caminar encorvados y ganarnos el calificativo de cheposos. Y, enfin, la perceptible alteración piscosomática que todo ello nos produce nos debería invitar a la autorreflexión sobre nuestras intemperancias de carácter. Menos mal que lo soccarrón nos ayuda un tantico (fabla).
Uffff. Hoy ya no salgo. He perdido la cuenta los días en que el cierzo sopla, sopla y sopla. El muy borde.

Luis Betran

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