miércoles, 10 de septiembre de 2014

DOSSIER INSULA I

ENTRE ESPAÑA E ITALIA


Hacia noviembre del año 2009, le prestigiosa revista cultural INSULA se dirigió al inolvidable Alberto Sánchez solicitándole la colaboración de 6 miembros de la Tertulia Cinematográfica Perdiguer de Zaragoza, con el objeto de que escribiéramos en su número extraordinario de Enero/Febrero 2010 unos textos sobre relaciones y conexiones – históricas, políticas y cinematográficas – entre Italia y España a lo largo del pasado siglo XX. Y así lo hicimos, y así se publicó aunque también se nos prometió un estipendio que jamás se nos abonó. Los escritores fuimos el citado Alberto – ya fallecido -, el Juez Magistrado de la Audiencia  de Zaragoza don Luis Gil Noguer, el fundador del grupo Eisenstein en Zaragoza don Emiliano Puértolas,  el licenciado en Historia del Arte don Luis Antonio Alarcón y el que suscribe. Hubo otro – el economista Oswaldo Somolinos – que se ocupaba de las dos últimas décadas del mencionado. Siglo. Otra sorpresa no menos desagradable: INSULA no publicó su texto. Con lo que restaron solamente cinco que son los que traigo a Vergerus. Como todos fueron de notable extensión, he prescindido de algunos datos quizá abrumadores, a la vez que he practicado el “aggiornamiento” de los mismos. Dedicado, por tanto, a la ilustre memoria del gran Alberto Sánchez que tanto cine nos hizo ver y que tanta gente importante del Séptimo Arte llevó al Festival de Huesca,  facilitándonos las conversaciones y ruedas de prensa con ellos.

Entre España e Italia

CINE: LOS PRINCIPIOS


Cuando apareció el cine como nuevo espectáculo de masas, los sistemas de producción, distribución y exhibición estaban personalizados en unas pocas firmas que filmaban cientos de películas todas las semanas para vender copias a todos los exhibidores que se distribuían por el mundo, muchos de ellos ambulantes. En dichos años, mientras la fabricación de películas se iba extendiendo a todos los países, los filmes, de pocos minutos de duración llegaban de las marcas más importantes que comenzaron en Francia (Lumière, Pathé, Gaumont, etc.) que enviaron a sus cámaras fotógrafos a filmar por todo el mundo. No había conciencia de nacionalidad en los productos cinematográficos sino temas procedentes de otros países, a poder ser exóticos y bellos para el viajero. Pero tan pronto como se conforman las primeras grandes productoras cinematográficas el trasiego de artistas, realizadores, fotógrafos, técnicos, especialistas, etc. se hizo imparable. Es muy difícil entrar en un estudio minucioso de todos esos intercambios de personas que hubo en el mundo del cine de los primeros años. Es interesante saber que en 1894, antes de que se aceptara la proyección de los Lumière como invento oficial del cine, Filoteo Alberini había presentado su kinetógrafo en Italia, al tiempo que Edison lo hacía en EE.UU. o Scaladanovski en Alemania. 


Desde entonces es lógico que las cinematografías correspondientes a países de áreas geográficas culturales e históricas cercanas tuvieran una gran difusión entre esos países avalada por un público muy cercano y afín. El caso de relación cultural entre Italia y España es bien representativo, a pesar de la diferencia de idioma –por otra parte de una misma raíz y no muy difícil de comprensión mutua: los italianos y españoles han sido desde siempre dos pueblos muy semejantes en gustos culturales que se han reflejado en la aceptación de sus cinematografías a ambos lados del Mediterráneo con las consiguientes influencias y colaboraciones.


No es necesario insistir en que la industria del cine italiana, desde sus principios y desde la creación de las grandes productoras, se ha desarrollado y ha influenciado mucho más que la española. Y tampoco hay necesidad de demostrar que las grandes estrellas y los géneros cinematográficos italianos más característicos han tenido igual éxito en España que en su país de origen. Sólo en las últimas décadas la presencia de cada cinematografía en el otro país ha desaparecido prácticamente, al menos en las salas comerciales. Hace medio siglo, cualquier aficionado al cine español conocía y admiraba un gran número de actores y actrices italianos, incluso muchos directores, músicos, guionistas… Hoy sería muy difícil encontrar espectadores que llevaran más de media docena de nombres en su memoria. Pero es el signo de los tiempos, del mercado, de las nuevas tecnologías, de distinta manera de ver el cine.


Desde el primer momento Italia estuvo muy por encima del cine español en producción y nivel de calidad, no sólo con referencia al cine español sino al cine mundial, al menos hasta 1915, sirviendo incluso de ejemplo al cine norteamericano. Los films históricos de Pastrone son los ejemplos más conocidos (La caida de Troya, 1910; Jerusalén Libertada, 1911; Quo Vadis?, 1912; Cabiria, 1913…) pero no hay que olvidar que se produjeron entre varios cientos de películas cada año. El cine español estaba muy por debajo de esa situación pero todas esas películas se veían en los cines españoles con parecido éxito. Las mismas estrellas italianas del cine mudo, con Francesca Bertini a la cabeza, eran igualmente aceptadas y admiradas por ambos públicos.

Es precisamente esa política de estrellas uno de los puntos a considerar en ese éxito de forma permanente. Los nombres de Vittorio Gassman, Ana Magnani, Sofía Loren, Gina Lollobrígida, Alberto Sordi, Nino Manfredi, Marcello Mastroianni, Vittorio Gassman,  Claudia Cardinale, etc. etc. arrastraban al público español a las salas al margen de que algunos de ellos participasen en películas de coproducción; menos conocidas pero con indiscutible éxito fueron algunas estrellas españolas en Italia, como Raquel Meller, Imperio Argentina, Sara Montiel, nuestros niños cantores, etc. Igualmente, entre los aficionados, los españoles cuentan con un buen acerbo de directores italianos conocidos y admirados por el público, sobre todo a partir de la aparición del neorrealismo; no puede decirse lo mismo a la inversa salvo Florian Rey, Luis Buñuel, J.A. Bardém, Luis G. Berlanga… y hoy, Almodóvar.


Respecto a la diferencia de calidad entre ambas cinematografías el propio historiador italiano de ascendencia española Richotto Canudo, planteaba así la cuestión: Si yo fuera español puro… protestaría con todas mis fuerzas contra la presentación muy respetada en el cinema, de una España terriblemente convencional… En ese arranque contemporáneo de las naciones latinas, en el que el libro universal de la pantalla registra cotidianamente las páginas conmovedoramente históricas o dramáticas, España juega, indudablemente, un papel inferior al que le pertenece.

Albarto Sánchez/Luis Betrán

No hay comentarios:

Publicar un comentario