miércoles, 19 de marzo de 2014

DOSSIER ALAIN RESNAIS II


El tiempo y la memoria
 

El debut cinematográfico de Alain Resnais en el campo del largometraje tuvo lugar con su segunda obra maestra “Hiroshima mon amour” (1959), sobre un libreto de Marguerite Duras. Fues/es una película maravillosa en la que cine y literatura se conjugan admirablemente y que, curiosamente, influirá decisivamente en la no muy distinguida carrera cinematográfica de la gran escritora francesa. Tambien la única ocasión en que Duras se vio correspondida por un cineasta a su altura. Piénsese  en terribles films basados en novelas de ella, con “10,30 p.m. summer” de Jules Dassin (1965, rodado en España con Melina Mercouri, Romy Schneider, Peter Finch y.. ¡Julián Mateos!) como el más execrable resultado. Ton nom c’est Hiroshima, ton nom c’est Nevers. Allí conocimos por primera vez a la extraordinaria Emmanuele Riva…….a la que probablemente hemos despedido en otra obra maestra del calibre de “Amour” (2012) de Michael Haneke. Siguieron a esta joya inmarcesible – je parle de “Hiroshima” -, cuatro películas más, y en cada una de ellas  colaboró con un novelista que tenía poca o ninguna experiencia como guionista: Alain Robbe-Grillet para “L’année dernière á Marienbad” (1961), Jean Cayrol para “Muriel ou le temps d’un retour” (1963), Jorge Semprún para “La guerre est finie” (1966) y Jacques Sternberg para “Je taime, je taime” (1968). La medida de la influencia de Resnais la da el hecho de que sus cuatro primeros colaboradores se convirtiesen luego en realizadores ocasionales. Con todo los resultados fueron variables: genial en el caso de “Marienbad”, excelente en el de “Muriel”, mediocre en el de “La guerra ha terminado” y rotundamente malo en el de “Je t’aime, je t’aime”. Ni la política, ni la ciencia-ficción convinieron nunca a Resnais.
 

Aunque todas ellas sumamente originales, estas cinco películas no carecen de homogeneidad estilística. Existe un constante retorno a los problemas del  tiempo y la memoria. En “Hiroshima mon amour”, el pasado y el presente se funden en dos apasionadas historias de amor separadas por 14 años de diferencia, pero unidas en la mente de la protagonista. Por el contrario “El año pasado en Marienbad” rechaza toda cronología. El intento de separar lo real y lo imaginario, lo ocurrido este año y el pasado, es simplemente una de las muchas trampas tendidas por el guionista Robbe-Grillet, que, al igual que Duras, fue uno de los estandartes del “nouveau roman” y que, como ella pero aún peor, se convertiría en realizador durante los años 60 y 70. En “Muriel” (escrita por Jean Cayrol, que había colaborado también en el guión de “Noche y niebla”), el enfoque vuelve a ser distinto. La novedad de esta película radica en su estricto respeto de la cronología. Incluso cuando se cuentan dos acciones simultáneas, así como en la aceptación sin reservas de los elementos aleatorios y casuales introducidos en el rodaje. Se trata también de la única película de Resnais que se atiene estrictamente al escenario de la vida real en que transcurre la historia, el puerto de Boulogne Sur-Mer. En “La guerra ha terminado” o la descripción de la vida de un comunista español en el exilio (Federico Sánchez,  o sea Jorge Semprún), Resnais recurre con frecuencia a la técnica del “flash foward” o salto adelante, para anticipar acontecimientos que pueden, o no, ocurrirle a su protagonista. Pero cae en lo manido y la estulticia en “Te amo, te amo”, un mal cuento de seudo ciencia-ficción en la que la lógica y la cronología se ven obviamente abandonadas a favor de un entretejido aparentemente casual de distintos niveles del tiempo y del espacio, que reflejan una lógica más gélida – e incluso ridícula – que emocional con la inevitable muerte del “héroe”.


Resnais en los años 70


“Je t’aime, je t’aime” fue un merecido fracaso comercial. Para colmo su estreno coincidió con los sucesos políticos de mayo del 68, cuando de los cineastas se esperaba un mayor grado de compromiso. Situación aprovechada por el astuto Godard que organizó la de dios en el Festival de Cannes de ese año (incluida bofetada a Geraldine Chaplin) hasta interrumpirlo, se exhibió por las calles de parís para que lo filmase su amigo Chris Marker y dejó atrás el ¿maoísmo? de “La chinoise” para gestar el futuro grupo Dziga Vertov. A las órdenes de Godard, la siempre gaullista (de De Gaulle) “Cahiers du cinéma” declaró ¡¡¡los Estados Generales!! y durante varios años castigó a sus lectores no publicando las mejores del año. Toma ya rojerío.  Pasarían 6 años antes de que a Resnais se le diese la oportunidad de volver a dirigir. Por una vez, quiso hasta resultar comercial con la mediocre “Stavisky” (1974), sobre otro guión de Jorge Semprún y el protagonismo del actor menos adecuado para el cine del autor de “Marienbad”: Jean-Paul Belmondo, estrella francesa tan longeva como insoportable.


“Providence” (1977), fue una producción hablada en inglés, sobre guión del dramaturgo británico David Mercer  e interpretada por actores tan eminentes como John Gielgud y Dirk Bogarde, aquí totalmente fuera de sitio. Socarronamente se la conoce como la película del Chablis, debido a que los personajes bebían continuamente tan suntuoso vino blanco. Film muy cuidado y de meticulosa realización, pero carente de fuerza e inventiva. No ocurre lo mismo con le película bisagra “Mon oncle d’Amerique” (1980), con guión de Jean Gruault y en la que el gran cineasta recupera toda la libertad creativa de sus más inspirados momentos. Aunque el proyecto se remontaba  a varios años antes, guionista y director consiguen que “Mi tío de América” ya no resulte polvoriento y aburrido sino fresco y lleno de ironía. En ella se entrecruzan los destinos de tres personajes que, aparentemente, nada tienen que ver entre sí: dos hombres y una mujer que entra en contacto con ambos más las explicaciones del biólogo francés Henri Laborit.  Sobre sus teorías acerca del comportamiento tanto animal como humano basado, según él, en el principio de acción y agresión y tomando como cruciales puntos de referencia películas de los años 40 interpretadas por el gran Jean Gabin, la exquisita Danielle Darrieux y el objeto de deseo de Cocteau Jean Marais. Con su montaje en contrapunto de imágenes documentales y de ficción, los recuerdos personales de sus protagonistas y ajustadas dosis de didactismo, este “Tïo de América” fue/es un experimento fascinante, resume a la perfección la trayectoria anterior de Resnais y anuncia la que vendrá en el futuro.


Luis Betrán

Este texto ha consultado elo libro “Viaje al centro de un demiurgo”, de Nuria Bou y varias entrevistas a Resnais en la revista francesa “Positif”. 

 Especialmente dedicado a los amigos Eduardo González y Emilio Lacambra.

2 comentarios:

  1. Que interesante dossier, realmente de Resnais, conozco muy poco, pero lo poco que he visto me ha resultado interesante, siempre es complejo revisar la filmografía de un autor, pero en algún momento me pondré a revisar juiciosamente las grandes películas de ciertos directores, un saludo

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  2. Gracias Andrés por el comentario. Tardará al menos una semana en completarse este dossier Resnais, y con un texto especial a su "opus magnum", "El año pasado en Marienbad".

    Cordiales saludos.

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