En
1957, a los 77 años de edad, Chaplin rodó su última película, una fallida
comedia romántica titulada “La condesa de Hong-Kong” (A countess from Hong Kong), que podría haber
resultado mejor y tenido más éxito de no haber recurrido a dos estrellas internacionales:
Marlon Brando y Sofia Loren, que no se adecuaban a su estilo y forma de
trabajar. Hasta casi el final de su vida, Chaplin trabajó en los preparativos
de una película que habría de titularse “The freak”. Nunca se rodó. En su
dorado retiro de Suiza Chaplin, que había compuesto la música de todos sus
films sonoros (aunque la de “Luces de la ciudad” fue un plagio al parecer
involuntario de “La violetera” del maestro Padilla), y ya muy anciano se dedicó
a componer nuevas partituras para el reestreno de sus películas mudas. En tanto
que compositor, Chaplin siempre se inclinó por melodías dulzonas y
sentimentales aunque a veces – “Smile” – no exentas de inspiración. Apenas un
año antes de su muerte, ocurrida en 1977, incluso había decidido poner música a
“Una mujer de Paris” para su reposición, a pesar de los malos recuerdos que le
traía esa (maravillosa) película. Había
trabajado más de 80 años y los 62 que le dedicó al cine constituyen casi un
record que será difícilmente superable. Y si lo fuese algún día en cantidad,
jamás lo será en calidad.
LA QUIMERA DEL ORO (THE
GOLD RUSH, 1925)
“La
quimera del oro” fue la primera película cómica rodada por Charles Chaplin para
ser distribuida por la United Artist. Aunque había creado esa organización
junto a D.W. Griffith, Mary Pickford y Douglas Fairbanks en 1919, la anterior producción
de Chaplin para la misma había sido un drama, “Una mujer de Paris” (A woman of
Paris, 1923), que había tenido un gran éxito de crítica pero ninguno de
público. Chaplin ha descrito como se pasó semanas y semanas reflexionando,
estrujándose el el cerebro y dándole vueltas a las ideas con el fin de
encontrar un buen argumento. “Me decía continuamente a mi mismo que mi
siguiente película debía ser una epopeya: la mayor de todas”. La idea se le ocurrió
finalmente un domingo por la mañana , después de desayunar con el matrimonio Fairbanks
en su mansión Pickfair. Contemplando unas vistas estereoscópicas de Alaska y la
región de Klondike, se sintió especialmente impresionado por…..
“….una
vista del desfiladero de Chilkoot, con una larga hilera de buscadores de oro
ascendiendo por las heladas montañas, y con un pie en el que se describían los
sufrimientos y privaciones propios de esa clase de vida. Pensé que era un tema
maravilloso, lo suficientemente interesante como para estimular mi imaginación.
Inmediatamente comenzaron a ocurrírseme
situaciones cómicas y gags, y, aunque todavía no tenía claro el
argumento, comenzó a nacer uno en mi cabeza….”.
Otra
fuente de inspiración fue un libro sobre la catástrofe de la expedición de
Donner, en la que un grupo de unos 160 pioneros se despistaron en Sierra Nevada
a causa de la nieve, perdiendo así el camino hacia California. Solo
sobrevivieron 18, y el hambre y el frío les obligó a practicar el canibalismo y a comerse sus
propios mocasines. Chaplin se sentía siempre fascinado por lo macabro, y
aquella tragedia le inspiró la que es quizá su secuencia cómica más famosa,
aquella en la que se come su propia bota con todo el aire de un gourmet,
extrayendo los clavos como si fueran los huesos de alguna ave y tratando los
cordones como si fuesen espaguetis. Posteriormente se hizo las siguientes reflexiones:
“resulta
paradójico que la tragedia estimule el sentido del ridículo, y supongo que se
debe a que el ridículo no es sino una actitud de desafío. Enfrentados a nuestra
propia indefensión y a las fuerzas de la Naturaleza, no nos queda más remedio
que reírnos o volvernos locos”.
Tras
seis meses de pensar y pensar, Chaplin comenzó a rodar el 8 de febrero de 1924,
sin guión, basándose únicamente en situaciones divertidas y gags que se le
habían ocurrido, y en los estímulos de los escenarios naturales y del propio
rodaje. Ese era, por lo general, el método que seguía en la era del mudo: podía
permitirse “malgastar” el tiempo debido a que tenía a su disposición unos estudios
y un equipo permanentes. El rodaje terminó el 21 de mayo de 1925; de los 405
días dedicados a ésta labor, solo 170 fueron de auténtico rodaje. Los 235
restantes fueron “jornadas libres”, como se las llamaba en los planes de
filmación, utilizadas, sobre todo, para que el director y estrella pudiese
meditar y buscar nuevas fuentes de inspiración.
Una
parte de la película, incluyendo la espectacular escena inicial de la larga
hilera de buscadores de oro, se rodó en escenarios naturales de las Montañas
Rocosas, en el Monte Lincoln, a donde Chaplin había llevado a varios cientos de
vagabundos y desharrapados. “La quimera del oro” es pródiga en secuencias tan
perfectas como emocionantes y que han permanecido para siempre en el
inconsciente colectivo de la cinefilia. Tambien para muchos, esta película es
el florón del monumento chapliniano. Discusión inútil
Luis Betrán
Este
texto ha consultado “Mi Autobiografía”, de Charles Chaplin
Y
como postrer homenaje al genio y a uno de los nombres indiscutibles del arte y
la cultura del pasado siglo, dejó aquí testimonios audiovisuales para los años
y los años que haya existido, exista y existirá el cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario