El debut cinematográfico de
Alain Resnais en el campo del largometraje tuvo lugar con su segunda obra
maestra “Hiroshima mon amour” (1959), sobre un libreto de Marguerite Duras.
Fues/es una película maravillosa en la que cine y literatura se conjugan
admirablemente y que, curiosamente, influirá decisivamente en la no muy
distinguida carrera cinematográfica de la gran escritora francesa. Tambien la
única ocasión en que Duras se vio correspondida por un cineasta a su altura.
Piénsese en terribles films basados en
novelas de ella, con “10,30 p.m. summer” de Jules Dassin (1965, rodado en
España con Melina Mercouri, Romy Schneider, Peter Finch y.. ¡Julián Mateos!)
como el más execrable resultado. Ton nom c’est Hiroshima, ton nom c’est Nevers.
Allí conocimos por primera vez a la extraordinaria Emmanuele Riva…….a la que
probablemente hemos despedido en otra obra maestra del calibre de “Amour”
(2012) de Michael Haneke. Siguieron a esta joya inmarcesible – je parle de
“Hiroshima” -, cuatro películas más, y en cada una de ellas colaboró con un novelista que tenía poca o ninguna
experiencia como guionista: Alain Robbe-Grillet para “L’année dernière á
Marienbad” (1961), Jean Cayrol para “Muriel ou le temps d’un retour” (1963),
Jorge Semprún para “La guerre est finie” (1966) y Jacques Sternberg para “Je
taime, je taime” (1968). La medida de la influencia de Resnais la da el hecho
de que sus cuatro primeros colaboradores se convirtiesen luego en realizadores
ocasionales. Con todo los resultados fueron variables: genial en el caso de
“Marienbad”, excelente en el de “Muriel”, mediocre en el de “La guerra ha
terminado” y rotundamente malo en el de “Je t’aime, je t’aime”. Ni la política,
ni la ciencia-ficción convinieron nunca a Resnais.
Aunque todas ellas
sumamente originales, estas cinco películas no carecen de homogeneidad estilística.
Existe un constante retorno a los problemas del
tiempo y la memoria. En “Hiroshima mon amour”, el pasado y el presente
se funden en dos apasionadas historias de amor separadas por 14 años de
diferencia, pero unidas en la mente de la protagonista. Por el contrario “El
año pasado en Marienbad” rechaza toda cronología. El intento de separar lo real
y lo imaginario, lo ocurrido este año y el pasado, es simplemente una de las
muchas trampas tendidas por el guionista Robbe-Grillet, que, al igual que Duras,
fue uno de los estandartes del “nouveau roman” y que, como ella pero aún peor,
se convertiría en realizador durante los años 60 y 70. En “Muriel” (escrita por
Jean Cayrol, que había colaborado también en el guión de “Noche y niebla”), el
enfoque vuelve a ser distinto. La novedad de esta película radica en su
estricto respeto de la cronología. Incluso cuando se cuentan dos acciones
simultáneas, así como en la aceptación sin reservas de los elementos aleatorios
y casuales introducidos en el rodaje. Se trata también de la única película de
Resnais que se atiene estrictamente al escenario de la vida real en que
transcurre la historia, el puerto de Boulogne Sur-Mer. En “La guerra ha
terminado” o la descripción de la vida de un comunista español en el exilio (Federico
Sánchez, o sea Jorge Semprún), Resnais
recurre con frecuencia a la técnica del “flash foward” o salto adelante, para
anticipar acontecimientos que pueden, o no, ocurrirle a su protagonista. Pero
cae en lo manido y la estulticia en “Te amo, te amo”, un mal cuento de seudo
ciencia-ficción en la que la lógica y la cronología se ven obviamente
abandonadas a favor de un entretejido aparentemente casual de distintos niveles
del tiempo y del espacio, que reflejan una lógica más gélida – e incluso ridícula
– que emocional con la inevitable muerte del “héroe”.
Resnais en los años 70
“Je t’aime, je t’aime” fue
un merecido fracaso comercial. Para colmo su estreno coincidió con los sucesos
políticos de mayo del 68, cuando de los cineastas se esperaba un mayor grado de
compromiso. Situación aprovechada por el astuto Godard que organizó la de dios
en el Festival de Cannes de ese año (incluida bofetada a Geraldine Chaplin)
hasta interrumpirlo, se exhibió por las calles de parís para que lo filmase su
amigo Chris Marker y dejó atrás el ¿maoísmo? de “La chinoise” para gestar el
futuro grupo Dziga Vertov. A las órdenes de Godard, la siempre gaullista (de De
Gaulle) “Cahiers du cinéma” declaró ¡¡¡los Estados Generales!! y durante varios
años castigó a sus lectores no publicando las mejores del año. Toma ya
rojerío. Pasarían 6 años antes de que a
Resnais se le diese la oportunidad de volver a dirigir. Por una vez, quiso
hasta resultar comercial con la mediocre “Stavisky” (1974), sobre otro guión de
Jorge Semprún y el protagonismo del actor menos adecuado para el cine del autor
de “Marienbad”: Jean-Paul Belmondo, estrella francesa tan longeva como
insoportable.
“Providence” (1977), fue
una producción hablada en inglés, sobre guión del dramaturgo británico David
Mercer e interpretada por actores tan
eminentes como John Gielgud y Dirk Bogarde, aquí totalmente fuera de sitio.
Socarronamente se la conoce como la película del Chablis, debido a que los
personajes bebían continuamente tan suntuoso vino blanco. Film muy cuidado y de
meticulosa realización, pero carente de fuerza e inventiva. No ocurre lo mismo
con le película bisagra “Mon oncle d’Amerique” (1980), con guión de Jean
Gruault y en la que el gran cineasta recupera toda la libertad creativa de sus
más inspirados momentos. Aunque el proyecto se remontaba a varios años antes, guionista y director
consiguen que “Mi tío de América” ya no resulte polvoriento y aburrido sino
fresco y lleno de ironía. En ella se entrecruzan los destinos de tres
personajes que, aparentemente, nada tienen que ver entre sí: dos hombres y una
mujer que entra en contacto con ambos más las explicaciones del biólogo francés
Henri Laborit. Sobre sus teorías acerca
del comportamiento tanto animal como humano basado, según él, en el principio
de acción y agresión y tomando como cruciales puntos de referencia películas de
los años 40 interpretadas por el gran Jean Gabin, la exquisita Danielle
Darrieux y el objeto de deseo de Cocteau Jean Marais. Con su montaje en
contrapunto de imágenes documentales y de ficción, los recuerdos personales de
sus protagonistas y ajustadas dosis de didactismo, este “Tïo de América” fue/es
un experimento fascinante, resume a la perfección la trayectoria anterior de
Resnais y anuncia la que vendrá en el futuro.
Luis Betrán
Este texto ha consultado
elo libro “Viaje al centro de un demiurgo”, de Nuria Bou y varias entrevistas a
Resnais en la revista francesa “Positif”.
Especialmente dedicado a los amigos Eduardo González y Emilio Lacambra.
Especialmente dedicado a los amigos Eduardo González y Emilio Lacambra.
Que interesante dossier, realmente de Resnais, conozco muy poco, pero lo poco que he visto me ha resultado interesante, siempre es complejo revisar la filmografía de un autor, pero en algún momento me pondré a revisar juiciosamente las grandes películas de ciertos directores, un saludo
ResponderEliminarGracias Andrés por el comentario. Tardará al menos una semana en completarse este dossier Resnais, y con un texto especial a su "opus magnum", "El año pasado en Marienbad".
ResponderEliminarCordiales saludos.