EL AÑO PASADO EN MARIENBAD (1961)
“L’année dernière á
Marienbad”
¿Qué ocurrió realmente el
año pasado en Marienbad?. Rara vez una película ha suscitado polémicas más
activas e incluso virulentas. Se llegó a decir que ni tan siquiera el director,
Alain Resnais, y el guionista, Alain Robbe-Grillet, estaban completamente de
acuerdo: que, según el primero, el año anterior se había producido un encuentro
entre los dos protagonistas, mientras que, según el segundo, el episodio entero
no era sino una fantasía imaginada por el narrador. Pero esta divergencia no
era sino un recurso fríamente pensado. una indicación al espectador de cómo
debía abordar la película: es decir, sin ideas preconcebidas. Un destacado
crítico francés, Jacques Brunius, afirmó tajantemente tras varios visionados
que era la mejor película de todos los tiempos, mientras que otros la
descartaron como una pretenciosa película de ”arte y ensayo”. Pero hay algo
innegable; para apreciarla plenamente es preciso que el espectador se entregue
a su peculiar estructura narrativa y a su inimitable estilo.
La primera voz que se
escucha en la película es la del narrador, que va diciendo al principio sin que
se le entienda muy bien, y luego cada vez más claramente: “una vez más recorro
estos pasillos, atravieso estos salones y galerías en este edificio de siglos
pasados…”, mientras la cámara recorre morosamente los interiores de un gran
hotel barroco. En uno de los grandes salones, el público contempla inmóvil una
obra teatral. “Y ahora”, dice la actriz sobre el escenario, “soy finalmente
tuya”. Cae el telón. El final de la obra prefigura la entrega de la
protagonista de la película al acabar ésta.
Poco a poco, a través de
fragmentos de conversaciones, planos de personas cuidadosamente situadas o de
grupos estáticos, la película va creando su perturbador universo, que puede ser
real o imaginario. Los tres personajes principales comienzan a revelar sus
respectivas identidades: la mujer melancólica que se aloja en el hotel junto a
un imperturbable hombre que puede ser o no su marido, y un insinuante extraño,
el narrador, quién afirma que la mujer le prometió encontrarse con él hace un
año. Ella niega conocerle y haberle tratado, pero el extraño prosigue su
cuidadosa táctica de persuasión. ¿No recuerda
aquella ocasión en la que, paseando juntos por el jardín, resbaló y se
rompió el tacón del zapato?. Más adelante, andando el uno al lado del otro,
ella se tambalea y se agarra al brazo de él en búsqueda de apoyo. Esta escena
está rodada a cierta distancia, por lo que no queda claro si se rompe el tacón
o no. ¿Ocurrió ello en el pasado, como afirma él, o es que la historia se
repite?. En esta delicada fusión entre
pasado y presente no puede haber nada seguro.
La película sugiere muchas
preguntas más. ¿No será ese extraño edificio, situado en medio de unos
geométricos jardines, un sanatorio mental, y el hombre un psiquiatra que
intenta hacer recordar a la mujer una experiencia emocional del pasado que se
ha bloqueado inconscientemente en su memoria?. Y sus ropas, típicas del estilo
Chanel y correspondientes a un determinado período histórico, ¿no proporcionan
acaso una clave para comprender lo que está ocurriendo?. Parece que, en
general, la protagonista viste de blanco en las escenas del presente y de negro
en las del pasado, pero no siempre es así. ¿Y qué decir de la figura en sombras
que parece ser su marido?¿Lo es en realidad?¿O es su amante?¿Su hermano? Casi
siempre se le ve jugando con cerillas y ganándole en el juego al tercer vértice
del triángulo, el no menos enigmático narrador. En un determinado momento,
cuando éste parece estar a punto de obligar a la mujer a admitir la realidad
del pasado, ella se vuelve hacia su marido y le suplica que no la deje. Su
respuesta no puede ser más fría y razonada: “pero si eres tú la que me estás
abandonando”. Cuando su predicción se hace realidad, ella le deja sin
sentimientos de alegría ni de autorrealización, sino como si estuviese
partiendo hacia un destino desconocido. En este enfrentamiento de voluntades y
persuasiones, ella parece ser la víctima de un sino inexplicable, que,
probablemente, la conduce a la muerte o al olvido.
La eterna fascinación de “Marienbad”
radica en que , cada vez que el espectador cree haber encontrado la clave del
acertijo, se presenta un nuevo aspecto que echa por tierra todas sus teorías.
Por ejemplo, cuando la mujer le pide al hombre que la deje en paz, él se apoya
en una balaustrada que se derrumba a causa de la presión. Debe tratarse de una
fantasía pasajera, piensa el espectador, y cuando vuelve a verse la
balaustrada, estará intacta. Pero ¡sigue rota!¿Refleja esto la inquebrantable
convicción del personaje de que su fantasía se ha producido en la realidad?¿No
es más que probable que se trate de una metáfora del deseo de la mujer de verse
libre del extraño?. Pensándolo cuidadosamente, la segunda explicación parece
más plausible. Pero, en lo referente a esta enigmática película lo único que se
puede decir es “creo”, y nunca “estoy seguro”.
En sucesivas visiones,
“Marienbad”, con sus sutiles claves, su complicada interrelación entre pasado y
presente y su representación de una realidad que puede ser simplemente un
sueño, adquiere el aspecto de una historia detectivesca. Las siluetas (pues son
más eso que personajes) de mueven de manera exquisitamente controlada por el
director que demuestra la precisión de un hábil jugador de ajedrez. El mundo
onírico en el que transcurre la historia posee la calidad del mejor cuento de
hadas, y, al igual que la mayoría de ellos, un cierto toque de amenaza oculta
que acecha en todo momento a sus personajes. “Marienbad” es una de las películas fundamentales que nos
ha ofrecido el cine. De las más amadas – por la cinefilia – y de las más
odiadas – por aquellos que solo van al
cine a pasar un buen rato. Resnais juega en su balneario con las mismas cartas
que Bergman en “Persona”, Buñuel en “El ángel exterminador”, Antonioni en “La
aventura”…………..En lo inaprehensible (o no) radica su grandeza. Películas
esenciales, imprescindibles, puntos y aparte de la Historia del Cine. Más allá,
por tanto, de la obra maestra.
Luis Betrán
Escrito tras enésimo
visionado
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