miércoles, 19 de marzo de 2014

DOSSIER ALAIN RESNAIS (I)

IN MEMORIAM: ALAIN RESNAIS (1922-2014)
 

Alain Resnais colaboró regularmente con guionistas diversos y escritores consagrados: sin embargo, su obsesión por los temas del tiempo y la memoria, su personalísimo estilo, el no renunciar nunca a ser un cineasta experimental, han terminado por dotar de unidad y coherencia al número de películas por él dirigidas. Nunca tuvo nada que ver con la “nouvelle vague” – a pesar de los repetidos intentos de asociarle a tan publicitado “movimiento” – y él, con su minimalista sentido del humor,  se desmarcaba firmando sus obras : realisation: Alain Resnas. Jamás “mise en scéne” de….Hubo dos etapas bien acentuadas en su filmografía: la “seria” y la “frívola”. Conjuntadas ambas, Alain Resnais permanece como uno de los cuatro o cinco más importantes cineastas franceses de la historia. Quizá tras Robert Bresson (únicamente) y a nivel igual o superior que Renoir, Duvivier, Guitry, Pagnol, Rohmer, Chabrol, Becker……


Existen pocos maestros del cine moderno cuya obra se vea más fuertemente marcada por la paradoja que Alain Resnais. A pesar de ser creador de un mundo cinematográfico específicamente suyo, Resnais se niega a seguir la tendencia predominante en el cine contemporáneo. Sobre todo en el llamado “artístico”, y a considerarse como el único autor de sus películas. Hablar del cine de Alain Resnais equivale a correr el riesgo de la simplificación, ya que cada una de sus obras lleva la impronta de un colaborador diferente: guionistas (muchas veces con obras literarias enjundiosas a sus espaldas), compositores, actores, actrices…Así, aunque el nombre de Resnais va indisolublemente ligado a la vanguardia cinematográfica y se le considera como un cineasta distanciado e intelectual, su forma de enfocar el cine no deja de lado que él ama por igual la alta cultura que la cultura popular, y sus elaborados métodos de trabajo parecen exigir, a veces, medios notables de producción. Poeta de la tristeza y la alegría, del amor y el dolor. Alain Resnais je t’aime, je t’aime.


Alain Resnais nació en Vannes, Bretaña, en 1922, y pertenece por tanto a esa destacada generación de cineastas que tanto contribuyeron a conformar el cine europeo de los 60 y 70. De hecho, cierta crítica llamada “canónica” le considera uno de los tres grandes popes de la “modernidad”, junto a Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni. Pas, Jean-Luc Godard. (á mon avis) Resnais versus Godard. Lo insoslayable y lo prescindible. Su carrera debe juzgarse en relación con la obra de estos cineastas – añadamos a Pasolini, Tarkowski, el postrer Buñuel francés,  o el asimismo fallecido hace muy poco tiempo Miklós Jancsó, o al mejor Losey británico, y…..avanzando leguas en el tiempo a Theo Angelopoulos, Bela Tarr, Aleksandr Sokurov, Terence Davies, los Dardenne….- e, insisto, no con la de los directores franceses de la “nouvelle vague”. Aunque empezó a dirigir largometrajes, más o menos al mismo tiempo que Godard, Chabrol, Truffaut, Rohmer, Rivette, Rozier…, Resnais tenía diez años más que ellos y las influencias sobre su vida y su obra tenían unos orígenes y unas características completamente distintas.


Hijo único de un farmacéutico de provincias, Resnais sufrió durante la infancia de una salud delicada y empezó a leer desde muy pequeño las obras que resultaban lógicamente atractivas para un muchacho asmático dotado de gran inteligencia y sensibilidad. El mismo lo ha contado, no sin ironizar “sur lui même”. Las novelas de Aldous Huxley, Marcel Proust, Katherine Mansfield…..De su madre, que se encargó de su educación, heredó una enorme afición por la música clásica, revelada con frecuencia en la elección de partituras para sus películas. Pero, al mismo tiempo, también nació un amor por los “tebeos” (Mandrake, Dick Tracy…), y la afición por la literatura popular, ejemplificada en los folletones sobre Fantomas. Resnais estudió interpretación, comenzó un curso de realización cinematográfica en la escuela de cine francesa más importante (IDHEC), y trabajó profesionalmente como montador. Mientras dudaba de la línea a seguir, disfrutaba como cineasta amateur, rodando en súper 8 cuando era adolescente y en 16 mm. algún tiempo después. Sus primeras obras en estos formatos se han perdido, pero según cuenta parece ser que esas primitivas películas poseían un tono fuertemente personal y una cierta cualidad improvisada, completamente ausentes en sus trabajos posteriores de carácter ya más profesional.


En 1948, se le encargó la realización en 35 mm. de un documental sobre Van Gogh. A continuación rodó otro sobre Gauguin (1950) y un análisis magistral del Guernica de Picasso (1950). En estos primeros documentales clarifica su forma de entender el tema, y es que durante ese período tenía ya ideas y planes para futuras películas de ficción: pero de hecho los ocho años siguientes los pasó íntegramente dedicado al cine documental. Junto con Georges Franju, se convirtió en la primera figura del documentalismo francés. Los cinco cortos realizados por Resnais entre 1950 y 1958 abordaron temas completamente distintos: la colonización y el arte indígena en “Les statues meurent aussi” (1953), la Biblioteca Nacional Francesa en “Toute la memoire du monde” (1957), la seguridad en el trabajo en “Le mystére de l’Atelier 15” (1957, desconocido para mí),  el proceso de fabricación de los plásticos en “Le chant du Styréne” (1958). Pude verlos por primera vez en el Instituto Francés de Zaragoza. 


Son excelentes, aunque su primera obra maestra no sea otra que “Nuit et brouillard” (1955), impresionante película llena de inteligencia y grado de compromiso que todavía sigue siendo – junto a la monumental “Shoah” de Claude Lanzmann – el más sobrecogedor testimonio del genocidio perpetrado por los nazis contra el pueblo judío. Añadir que, por ejemplo, Paul Eluard aparece como guionista en “Guernica” y Raymond Queneau en “Le chant du Styrène”. Alain Resnais se presenta ya como un hombre de izquierdas – aunque jamás militase en partido político alguno, pese a su amistad con Jorge Semprún – “de verdad”. No de mentirijillas “a lo Godard”.

Luis Betrán

Este texto ha consultado el libro “Viaje al centro de un demiurgo”, de Nuria Bou y entrevistas diversas a Resnais en la revista francesa “Positif”.

 Especialmente dedicado a los amigos Eduardo González y Emilio Lacambra.

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