miércoles, 15 de enero de 2014

LO QUE 2013 NOS DEJO Y LO QUE 2014 NOS ANUNCIA

MUSICA
 

Desde que uno era joven, muy joven, adolescente…..tengo la costumbre de iniciar esa absurda festividad del 1 de enero – ¿no hemos celebrado ya la noche del 31 de diciembre que es exactamente lo mismo? y que obedece a idéntico propósito: ¡¡chin, chin, hemos vivido un año más!! – yendo (en sueños) a la cita en Viena con la familia Strauss y amigos. Me encanta desde siempre el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. Cuando la televisión era en blanco y negro, el director solía ser el concertino Willy Boskowsky, probablemente el mayor experto que hubo en el pasado siglo en valses, polkas, mazurcas, cuadrillas y gallopes. Luego, invariablemente, comparecían los saltos de esquí de Garmisch. Yo veía ambas cosas en casi sacrosanta unción, mientras mis padres y algún otro familiar que acudía a dar la lata rezongaban: mira que este nene es rarito. De eso nada, jamás fui al único que siguió el programa establecido por la nacida RTVE.


Hay quien piensa que el susodicho concierto es una horterada abundosa en floripondios y japoneses. A mí el decorado barroco de la Musikverein me gusta tanto como esos maravillosos salones de palacios en los que los integrantes de los ballets (desde que hay ballets, claro) se desplazan con exquisita elegancia a los sones de “El Danubio Azul” o “Cuentos de los bosques de Viena”, dos obras maestras no de la pequeña sino de la gran música. El ilustrísimo Johannes Brahms respalda mi opinión cuando, como es sabido, anotó unos compases del más célebre de los valses en el abanico de la esposa del autor frau Adele von Johann Strauss padre. Y añadió: desgraciadamente no es de Johannes Brahms. El Concierto de Año Nuevo hace ya tiempo que se convirtió en un acontecimiento mediático que deja abundante monetario en las arcas de la hasta hace muy poquito mejor orquesta sinfónica del mundo (ese puesto se lo ha arrebatado quizá la Filarmónica de Berlín y, perdón, ninguna otra). Tambien hace sus añitos que es la propia orquesta la que elige al director del evento y no se ni de uno solo que haya rechazado la oportunidad, obviamente remunerada en consonancia. Es normal que repitan celebridades de la batuta. Herbert Von Karajan fue una de ellas. Y, ya que escribo sobre el inventor de la fusión marketing-música, he de ser justo y reconocer que en mi ranking particular de los Conciertos de Año Nuevo que llevo vistos y oídos, el nazi Karajan ocupa el segundo lugar tan solo superado por el inmenso Carlos Kleiber (hijo de Erich) que tuvo el mal gusto de morirse antes de hora, cuando quizás era el mejor, y más excéntrico, director de orquesta del mundo.


El de 2014 corrió a cargo de uno de los músicos a los que más antipatía profeso: el hebreo-argentino-español- ¿palestino? Daniel Barenboim. Un tipo que fue un sensacional pianista, un joven cabroncete cuando la por entonces su esposa – la eximia violonchelista Jacqueline Du Pré que fue la que lo propulsó a la fama – enfermó de esclerosis múltiple y el pibe Daniel aprovechó para dejarla agonizante y sin marido largándose con jovenzuela aprovechada. Escribo totalmente en serio y no hay más que leer la biografía del eterno candidato al Nobel de la Paz. Barenboim fue progresando imparable hasta alcanzar las más altas cotas de la interpretación pianística, sobre todo en Beethoven. Siendo lo más objetivo posible – algo casi tan imposible en los melómanos como en los cinéfilos – Daniel Barenboim fue uno de los más sublimes maestros del teclado de la segunda mitad del siglo XX y comienzos (poquitos años, ya) del XXI. Jamás, no obstante, alcanzó la inefabilidad absoluta de los Richter, Arrau, Rubinstein, Horowitz, Kempf, Backaus, Haskill, Argerich, Gould……..aunque posiblemente fallase menos notas. Ambicioso, sin dudar de si mismo, quiso convertirse asimismo en uno de los grandes de la dirección de orquesta, tomando como modelo nada menos que al más grande: Willhem Fürtwangler. No prosperó pero llegó a a dirigir tanto como a posar sus dedos sobre el piano y fuese el compositor que fuese. Se las apañó con cierta dignidad en Wagner…..pero con el resto nunca rebasó la proba artesanía. Cuando le convino unió a sus orígenes judíos y argentinos, la causa palestina y formó esa orquesta – Western Divan – en la que hay especialistas de los bandos enfrentados. Consiguió el premio príncipe de Astrurias – lo que le vino al pelo para adquirir también la nacionalidad española – pero se le resiste lo que es la culminación de una vida con más sombras que luces: ese Nobel de la Paz tan, por otro lado, desprestigiado desde que fue otorgado a terroristas de la CIA como Henry Kissinger o a un recién estrenado Presidente cuyo único mérito era el ser de raza negra: Barack Obama. 


Barenboim puede que naciese para los tangos, pero no para los valses y marchas preferidas de los austríacos. Su dirección fue calamitosa. Ni la más mínima idea de cómo otorgarle toda su trempera a una polka o aun galop, petrificó o congeló tanto a los bosques de Viena como a las supuestas azules (no son de ese color, lo juro) aguas del Danubio o Donau. Y remató la faena con una estupidez que arruinaron las palmadas de la Marcha Radeztky. Como es tan bueno y tan educado, Daniel saludó uno por uno a todos y cada uno de los músicos de la Filarmónica vienesa que hubieron de ponerse en pie, mientras los espectadores acompasaban o no sus manos porque Barenboim pasaba de ellos. Uno de los peores Conciertos de Año Nuevo que recuerdo – el de 2013 con el sosainas de Franz Welser-Molst tampoco fue manco-. Y a esperar, otra vez, a Zubin Mehta que no pasa de ser un probo artesano de segura eficacia, y muy dado a las bromas. Algunas graciosas. Otras no.

MÁS MUSICA

DER KAISER…..JONAS KAUFMANN


2013 fue el año de la definitiva consagración de Jonas Kaufmann como EL MEJOR TENOR DEL MUNDO, puesto que venía desempeñando apuradamente por la cortedad de su repertorio el peruano Juan Diego Flórez. La eclosión de Kaufmann ha sido lenta (ha rebasado ya la cuarentena aunque lo disimula muy bien), poco a poco, año tras año. Pero dudo que exista actualmente operófilo alguno que ose discutir su primacía. Sus cedés conmemorativos de los bicentenarios de Wagner y Verdi son sendas obras maestras. J.K. puede revolucionar el bel canto como no se había logrado desde María Callas. Y puede abonar en el intento un alto precio, también como La Divina. Sus armas son otras. Las intenciones similares. El tenor alemán cuenta con una voz – por ahora – sin fisuras. El timbre es bellísimo, el agudo sonoro y potente (capaz de superar la orquesta wagneriana), el grave cavernoso, la línea de canto perfecta, el fraseo el que demanda la ópera de turno, la versatilidad asombrosa, su capacidad de apianar pasmosa, parace cantar sin esfuerzo alguno y poder incrementar el volumen (ya enorme) de su voz cuando le pete y sin necesidad de trampear con feos calderones.


Y un plus de apostura, coquetería, presencia escénica que hasta él no había conocido la ópera. Elegido en 2011 por Vanity Fair “el hombre más sexy” del mundo, Kaufmann no vacila en aprovecharse de semejante “honor”. Se ha operado ya la nariz, luce invariablemente el pelo largo (melena hasta la cintura incluída en “La forza del destino”) exhibe su cabello rubio oscuro si interpreta a un ario (Löhengrin, Sigmund) o lo tiñe de negro mediterráneo (Don Carlo, la citada “Forza”, “Tosca”, “Il trovatore”,”La fanciulla del West”…..). Le preocupan escasamente las puestas de escena disparatadas con tal de que le permitan cantar en camiseta y vaqueros (¡¡Löhengrin, Sigmund!!) o lucir su depilado y apropiadamente musculoso.... torso desnudo. Le gusta también salir a escena en sus conciertos descalzo o calzado con juveniles deportivas y despechugadas camisas. Si la orquesta que le acompaña en sus recitales viste canónicamente smokings y lacitos.....será problema suyo, no de Kaufmann.


Canta “E lucevan le stelle” siguiendo el modelo Fleta y el aria de la flor de “Carmen” con el agudo final en pianísimi tal y como lo escribió Bizet. Finalmente es siempre dramáticamente convincente (no genial como la Callas, pero jamás exagerado). No es responsabilidad suya, el ser bajito de estatura (nadie es perfecto); sí  su desmedida propensión a cantarlo todo y deprisa, muy deprisa. Su privilegiado órgano foniátrico dudo que resista tamaño esfuerzo. Por si todo ello aún pareciese escaso, puede marcarse una napolitana canción con sista incluída y bien aprendido estilo aunque nunca será Pavarotti y su voz soleada. Resumiendo: sea como fuere Jonas Kaufmann ya tiene su lugar de gloria en la historia de la ópera (si se confirma como gran liederista, lo tendrá en el más exquisto y refinado habitáculo del canto). Que éste dure una década (otra vez Callas) o dos, o tres….depende de él mismo.
 
LITERATURA


Para mi 2013 será siempre el año Proust. Y bien que me lo gané a los largo de mi ya crepuescular vida. De joven y de cuarentón fracasé en dos ocasiones con “En busca del tiempo pérdido”. La primera vez leí solo “Du côté chez Swan”. La segunda bien pude sentirme el más ridículo de los mortales, ya que repetí – y admiré – “Swan” pero me quedé atrapado en el más insoportable tedio en la segunda parte de “A la sombra de las muchachas en flor”. No hay dos sin tres, y héme aquí que sesentón y malito he derrotado a Marcel y su inacabable obra maestra. Ahora me siento amigo de Swan, de Robert de Saint-Loup, de Elstir, de Charlus y hasta de esos cotillas de los Verdurin. Ya se – espero – que la “Sonata de Vinteuil” corresponde a César Frank y estoy locamente enamorado de la duquesa de Guermantes, de Gilberte y…..de ¡¡Albertine!!. Solo me cae fatal el putón verbenero de Odette de Crecy, aunque como dice el desdichado Swan: ¡¡y todo por una mujer que no era mi tipo!!. “La recherche……” ya es, junto a “La montaña mágica” de Thomas Mann, el libro que más adoro del pasado siglo.

Y EL CINE QUE YA LLEGA


He tenido la desgracia de ver “La gran estafa americana” (American hustle) tan solo unos días antes de su estreno en el todavía Reino (cuando llegará la III República, cuando, cuando, cuando). Es la película que va a competir, y ganar imagino, dado que responde al patrón de ser estúpida e inocua, en los oscares frente a los años de esclavitud del negrito tropical Steve Mac Queen. A mí no me gusta demasiado ese desquiciado y efectista melodrama de un, hasta ahora, gran cineasta fagocitado por Hollywood. Pero al lado de la suprema idiotez de la “estafa” (basada, como no, en hechos reales pero muy alejados de la era Obama) casi me resulta un portento cinematográfico. ¡¡Que diálogos se gasta el temible David O,Russell!! ¡¡Que filmación tan chapucera!!, ¡¡Que ridículo el Christian Bale con su postiza barriga y sus aditamentos capilares!! ¡¡Bradley Cooper, casi arrebatándole el puesto de peor actor actor del mundo a Nicholas Cage!!, ¡¡Que extremo lío el del infecto guión!!. ¡¡Qué horror de película!! Cinéfilos del mundo uníos, yo desde aquí os exijo no acudir a los bloquebusteres del peor cine del mundo. Convencido quedo de que no me vais a hacer ni puto caso.

Luis Betrán

3 comentarios:

  1. Gracias trucosguías. En efecto, hoy por hoy a Kaufmann nada se le pone por delante.

    ResponderEliminar
  2. luis, eres un crac sabes de musica muchisimo ,de verdad te envidio, pues a mi me gusta la musica y s9obre todo la opera pero se poco. estoy de acuerdo en que kaufman es extraordinario y es posible que el mejor tenor del mundo, tambien muy apuesto, esw decir guapisimo. pero luis, es alto lo vi en el Palau y uff. que voz ymedira 180 mas o menos. me gusta como escribes, saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Casilda. Lo último que le he escuchado a Kaufmann es nada menos que el "Parsifal" de Wagner, extraordinario tanto como cantante que como actor. La única compentencia que tiene en el gremio tenoril es quizá el peruano Juan Diego Flórez, tenor belcantista que no puede cantar lo que canta Kaufmann y viceversa. Cordiales saludos.

      Eliminar