RAZA Y
JOSÉ LUIS SAENZ DE HEREDIA
RAZA
(1941)
Si apenas un año
antes la muy gay “Harka” (Carlos Arévalo, 1941), había abierto las puertas de
un cine de intenciones esencialmente patrióticas, con el empeño puesto en la
idea de la “cruzada gloriosa”, “Raza” supone la consolidación del género y su
punto de máximo esplendor. En cierto modo, ese era el objetivo esencial de
quienes se habían afanado en su producción. Y resulta incuestionable que los vaticinios en torno a le película se
cumplieron sobradamente, pues tras su estreno resultó ser uno de los títulos de
mayor éxito de la década de los 40, y, por supuesto, el que más fielmente
respondía a la voluntad ideológica de los vencedores de la Guerra Civil. Sin
duda, por ello, el cuidado en su realización, sin objetar medios técnicos ni
despliegue económico, fue absoluto, así como tambien lo fue el mimo con que fue
planificada su exhibición. De igual manera,
se puso especial esmero en la elección de quién habría de realizar la cinta,
siendo finalmente José Luis Sáenz de Heredia el nombre designado para tan
interesada labor. No en balde parecía acreditarle su parentesco con José
Antonio Primo de Rivera y el hecho de ser uno de los directores más
prometedores del cine español en esos momentos. Sin duda, nadie más que
Heredia podía ofrecer mayor confianza,
ni nadie más que él iba a recibir el total beneplácito de quién, tardíamente,
iba a revelarse como el autor del guión: el propio Francisco Franco (Joaquín de
Andrade).
En efecto,
resultaba ser “Raza” una adaptación cinematográfica de un texto novelado del
dictador, donde encubiertamente el autor trata de relatar su propia historia
familiar, con el trasfondo de la Guerra Civil como escenario argumental básico.
Más bien puede decirse que tanto novela como película responden ,en mayor
medida, a una reconstrucción autobiográfica, ensalzando situaciones reales y
falseando a voluntad personajes y
sucesos. En tal sentido, la visión que se ofrece del padre de la familia
Churruca, poco o nada tiene que ver con la verdadera personalidad del padre de
los Franco, animado por un espíritu liberal y crítico siempre opuesto a la
concepción de su hijo Francisco. De este modo, parece en ocasiones constituir
“Raza” más una narración ficticia de circunstancias nunca acaecidas, que un
relato fiel al sentido de la Historia. Sea como fuere, no
deja de ser la película, un alegato sin miramientos a favor de los nuevos
ideales que gobiernan la España de los
40. Como tal, la visión que se ofrece de su período recientemente acontecido
alcanza alarmantes niveles de subjetivismo, lo que convierte al film en un
preclaro ejercicio propagandístico. Se glorifica la actitud bélica de los
nacionales, al tiempo que se ofrece una definición, entre esperpéntica y
despectiva, de quienes se adscriben al bando republicano. En este sentido, la
matanza de monjes a orillas de la playa por parte de un grupo de milicianos
resume a la perfección el clima partidista de la película, como igualmente
contribuye a crearlo la actitud de Pedro Churruca (José Nieto) renunciando a
sus convicciones republicanas y transformándose ideológicamente, a pesar de que
en ello le vaya su propia vida: el fin de una de las dos Españas a favor de la otra.
Ciertamente las
intenciones elementales que justifican “Raza” son hábilmente construidas por
Sáenz de Heredia. Sin alardes formales ni atrevimientos narrativos, fija sus
objetivos en el continuo transcurrir de la historia sin que nada la entorpezca
ni confunda. Para ello busca con insistencia construir el plano con intenciones
psicológicas de igual modo que fuerza la función dramática del mismo, y falsea
la atmósfera de la luz, en especial cuando se trata de iluminar esas constantes
miradas al vacío llenas de intenciones casi “místicas”…..
El hilo narrativo,
sin embargo, parece enrevesado como si se intuyera una especie de ansiosa precipitación por decir cosas, con
independencia del valor puramente argumental que puedan tener. Así el empleo
del flashback parece injustificado (Pedro Churruca relata las hazañas de su
antepasado en Trafalgar), y con demasiada frecuencia se pierde la medida del
tiempo sobre el cual avanza el argumento. Es decir, se acortan situaciones
aparentemente de interés, mientras por el contrario se acentúan sin limitación
aquellas otras enaltecedoras y apologéticas. De otro lado todo resulta ser tan
simbólicamente claro que nada parece inesperado ni sorprendente. Ni siquiera el
fusilamiento de José Churruca (Alfredo Mayo) del cual sale indemne crea
incertidumbre pese a lo irreal del suceso. En este sentido su detallada
narración viene a ser como un resumen
secuencial de todo el film: José, heroico y valiente, es abatido a tiros al
grito por su parte de ¡¡Viva España!!, mientras
en las paredes situadas al fondo deja verse una pintada que reza ¡¡Viva Rusia!!.
Lo demás, quizá,
no es más que una intencionada redundancia pergeñada entre Sáenz de Heredia y
Jaime de Andrade (Franco). “Raza” no es una buena película. No es “Olimpiada”
ni “El triunfo de la voluntad”. No es un documental, que eso vendría en 1964
con “Franco ese hombre”, en el que Sáenz de Heredia no se acerca ni mínimamente
(en lo visual) a Leni Riefensthal, pero
es de obligado conocimiento para hablar con propiedad del cine español durante
el franquismo.
Luis Betrán
Posdata: Carlos
Arévalo fue un cineasta falangista pero no franquista. Ello explica que los
militares de “Harka” sean claramente homosexuales y apenas se disimule. En 1942
este escultor de profesión filmó la extraordinaria “Rojo y negro”, intento de
un cine falangista – no aparece ni la figura ni el nombre Franco en toda la
película – impregnado de idealismo, de romanticismo, en el que la pareja
protagonista vive un amor imposible que roza lo “fou” y que no tiene otro
desenlace posible sino el más trágico. La película “desapareció” así como su
director. Pero acabó por encontrarse una copia que nos la devolvió en toda su
belleza, porque “Rojo y negro” es una de las mejores películas de la Historia
del Cine Español.
JOSÉ LUIS SAENZ DE HEREDIA
Fue un artesano
competente, peor que Rafael Gil pero mejor que Juan de Orduña, Antonio Román,
Luis Lucia, Pedro Lazaga, Arturo Ruiz Castillo o Antonio del Amo. Aunque todos
ellos tengan alguna película interesante. En su abundante filmografía me
parecen películas notables y bien dignas de ser revisadas las siguientes:
1934.- Patricio
miró una estrella
1935.- La hija de
Juan Simón
1943.- EL
ESCÁNDALO
1944.- El destino
se disculpa
1947.- MARIONA
REBULL
1948.- LAS AGUAS BAJAN TURBIAS
1950.- DON JUAN
(en mi opinión su mejor film)
1952.- LOS OJOS
DEJAN HUELLAS
1954.- Todo es
posible en Granada
1955.- HISTORIAS
DE LA RADIO (su mejor comedia y algo más)
1957.- Faustina
El resto es pura
basura fílmica presta a ser reciclada por Quentin Tarantino (ni de broma,
espero, que la catadura moral del autor de “Django unchained” me parece algo
dudosa). Le enviaré un e-mail al respecto por si acaso. “Franco ese hombre”
(1964) en su estreno se aplaudía en
todas las Salas de Cine y en todas las capitales de la España una, grande y libre. ¿Se atreverá el actual
Gobierno del P.P. a reponerla?. Difícil y bien que lo siento porque seguramente
se vería a Ruiz Gallardón, monseñor Rouco Varela y “tutti quanti” en el
milagroso estado de la levitación.
Luis Betrán
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