viernes, 31 de enero de 2014

EL CINE ESPAÑOL DURANTE EL FRANQUISMO (IV)

RAZA Y JOSÉ LUIS SAENZ DE HEREDIA
 
RAZA (1941)


Si apenas un año antes la muy gay “Harka” (Carlos Arévalo, 1941), había abierto las puertas de un cine de intenciones esencialmente patrióticas, con el empeño puesto en la idea de la “cruzada gloriosa”, “Raza” supone la consolidación del género y su punto de máximo esplendor. En cierto modo, ese era el objetivo esencial de quienes se habían afanado en su producción. Y resulta incuestionable  que los vaticinios en torno a le película se cumplieron sobradamente, pues tras su estreno resultó ser uno de los títulos de mayor éxito de la década de los 40, y, por supuesto, el que más fielmente respondía a la voluntad ideológica de los vencedores de la Guerra Civil. Sin duda, por ello, el cuidado en su realización, sin objetar medios técnicos ni despliegue económico, fue absoluto, así como tambien lo fue el mimo con que fue planificada su exhibición. De igual manera, se puso especial esmero en la elección de quién habría de realizar la cinta, siendo finalmente José Luis Sáenz de Heredia el nombre designado para tan interesada labor. No en balde parecía acreditarle su parentesco con José Antonio Primo de Rivera y el hecho de ser uno de los directores más prometedores del cine español en esos momentos. Sin duda, nadie más que Heredia  podía ofrecer mayor confianza, ni nadie más que él iba a recibir el total beneplácito de quién, tardíamente, iba a revelarse como el autor del guión: el propio Francisco Franco (Joaquín de Andrade).


En efecto, resultaba ser “Raza” una adaptación cinematográfica de un texto novelado del dictador, donde encubiertamente el autor trata de relatar su propia historia familiar, con el trasfondo de la Guerra Civil como escenario argumental básico. Más bien puede decirse que tanto novela como película responden ,en mayor medida, a una reconstrucción autobiográfica, ensalzando situaciones reales y falseando a voluntad  personajes y sucesos. En tal sentido, la visión que se ofrece del padre de la familia Churruca, poco o nada tiene que ver con la verdadera personalidad del padre de los Franco, animado por un espíritu liberal y crítico siempre opuesto a la concepción de su hijo Francisco. De este modo, parece en ocasiones constituir “Raza” más una narración ficticia de circunstancias nunca acaecidas, que un relato fiel al sentido de la Historia. Sea como fuere, no deja de ser la película, un alegato sin miramientos a favor de los nuevos ideales que gobiernan  la España de los 40. Como tal, la visión que se ofrece de su período recientemente acontecido alcanza alarmantes niveles de subjetivismo, lo que convierte al film en un preclaro ejercicio propagandístico. Se glorifica la actitud bélica de los nacionales, al tiempo que se ofrece una definición, entre esperpéntica y despectiva, de quienes se adscriben al bando republicano. En este sentido, la matanza de monjes a orillas de la playa por parte de un grupo de milicianos resume a la perfección el clima partidista de la película, como igualmente contribuye a crearlo la actitud de Pedro Churruca (José Nieto) renunciando a sus convicciones republicanas y transformándose ideológicamente, a pesar de que en ello le vaya su propia vida: el fin de una de las dos Españas  a favor de la otra.


Ciertamente las intenciones elementales que justifican “Raza” son hábilmente construidas por Sáenz de Heredia. Sin alardes formales ni atrevimientos narrativos, fija sus objetivos en el continuo transcurrir de la historia sin que nada la entorpezca ni confunda. Para ello busca con insistencia construir el plano con intenciones psicológicas de igual modo que fuerza la función dramática del mismo, y falsea la atmósfera de la luz, en especial cuando se trata de iluminar esas constantes miradas al vacío llenas de intenciones casi “místicas”…..


El hilo narrativo, sin embargo, parece enrevesado como si se intuyera una especie  de ansiosa precipitación por decir cosas, con independencia del valor puramente argumental que puedan tener. Así el empleo del flashback parece injustificado (Pedro Churruca relata las hazañas de su antepasado en Trafalgar), y con demasiada frecuencia se pierde la medida del tiempo sobre el cual avanza el argumento. Es decir, se acortan situaciones aparentemente de interés, mientras por el contrario se acentúan sin limitación aquellas otras enaltecedoras y apologéticas. De otro lado todo resulta ser tan simbólicamente claro que nada parece inesperado ni sorprendente. Ni siquiera el fusilamiento de José Churruca (Alfredo Mayo) del cual sale indemne crea incertidumbre pese a lo irreal del suceso. En este sentido su detallada narración  viene a ser como un resumen secuencial de todo el film: José, heroico y valiente, es abatido a tiros al grito por su parte de ¡¡Viva España!!,  mientras en las paredes situadas al fondo deja verse una pintada que reza ¡¡Viva Rusia!!.


Lo demás, quizá, no es más que una intencionada redundancia pergeñada entre Sáenz de Heredia y Jaime de Andrade (Franco). “Raza” no es una buena película. No es “Olimpiada” ni “El triunfo de la voluntad”. No es un documental, que eso vendría en 1964 con “Franco ese hombre”, en el que   Sáenz de Heredia no se acerca ni mínimamente (en lo visual) a Leni Riefensthal,  pero es de obligado conocimiento para hablar con propiedad del cine español durante el franquismo.

Luis Betrán


Posdata: Carlos Arévalo fue un cineasta falangista pero no franquista. Ello explica que los militares de “Harka” sean claramente homosexuales y apenas se disimule. En 1942 este escultor de profesión filmó la extraordinaria “Rojo y negro”, intento de un cine falangista – no aparece ni la figura ni el nombre Franco en toda la película – impregnado de idealismo, de romanticismo, en el que la pareja protagonista vive un amor imposible que roza lo “fou” y que no tiene otro desenlace posible sino el más trágico. La película “desapareció” así como su director. Pero acabó por encontrarse una copia que nos la devolvió en toda su belleza, porque “Rojo y negro” es una de las mejores películas de la Historia del Cine Español.


 JOSÉ LUIS SAENZ DE HEREDIA

Fue un artesano competente, peor que Rafael Gil pero mejor que Juan de Orduña, Antonio Román, Luis Lucia, Pedro Lazaga, Arturo Ruiz Castillo o Antonio del Amo. Aunque todos ellos tengan alguna película interesante. En su abundante filmografía me parecen películas notables y bien dignas de ser revisadas las siguientes:
1934.- Patricio miró una estrella
1935.- La hija de Juan Simón


1943.- EL ESCÁNDALO
1944.- El destino se disculpa
1947.- MARIONA REBULL
1948.-  LAS AGUAS BAJAN TURBIAS


1950.- DON JUAN (en mi opinión su mejor film)
1952.- LOS OJOS DEJAN HUELLAS
1954.- Todo es posible en Granada
1955.- HISTORIAS DE LA RADIO (su mejor comedia y algo más)
1957.- Faustina


El resto es pura basura fílmica presta a ser reciclada por Quentin Tarantino (ni de broma, espero, que la catadura moral del autor de “Django unchained” me parece algo dudosa). Le enviaré un e-mail al respecto por si acaso. “Franco ese hombre” (1964)   en su estreno se aplaudía en todas las Salas de Cine y en todas las capitales de la España  una, grande y libre. ¿Se atreverá el actual Gobierno del P.P. a reponerla?. Difícil y bien que lo siento porque seguramente se vería a Ruiz Gallardón, monseñor Rouco Varela y “tutti quanti” en el milagroso estado de la levitación.


Luis Betrán

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