domingo, 10 de julio de 2011

Memorias de 1967 a 1977-La década prodigiosa XI-Salas de Arte y Ensayo, y 4


Con este texto termina este bloque dedicado al cine de Arte y Ensayo. Y con una sola y última sala. Sucede, no obstante, que no se puede mencionar el cine Cervantes (todavía enhiesto, aunque agonizante) sin una referencia al que fue su vecino y al que cinéfilo alguno de Zaragoza echa de menos. No se mencionó en el post "los cines de estreno". Lo hago ahora porque tan ciclópeo esperpento bien merece una postrera carcajada. Hoy, su lugar lo ocupan las dependencias del Hotel Palafox (5 estrellas) y el Casino que sustituyó al fenecido Montesblancos, sito en Alfajarín. Un negocio, con matices negrísimos, que costó el asesinato de un auditor de cuentas. Crimen sobre el que se arrojaron toneladas de tierra encima. Pocos zaragozanos se acuerdan. Yo si.

Luis Betrán.- Zaragoza,   10 de julio de 2011.





El cuartel de Carmen en Zaragoza estaba situado en el centro de la ciudad. Una hábil combinación, favorecida por el entonces Capitán General de la V Región Militar, Baturone Colombo, entre el ejército y las familias Escoriaza/Sanz permitió a éstos adueñarse de la imponente manzana que flanqueaban calles como Bilbao, Sanjurjo, capitán Portolés y la antigua Plaza del Pueblo. Era hacia el final de los años 50. La tal familia, a través de su empresa Zaragoza Urbana, tuvo los terrenos en barbecho a la espera de que la especulación, lenta pero segura, situara el valor de aquellos solares a niveles de Oriente Medio. Mientras tanto el circo Americano levantaba su carpa para las Fiestas del Pilar en tal lugar. No hará falta decir que aquellos eran tiempos en que la "operación cuarteles" se conjugaba en futuro imperfecto. Siempre será un misterio  como los más sabrosos terrenos de Zaragoza con procedencia del ejército pudieron ir a parar a Zaragoza Urbana cuando la empresa rival, los Parra, contaban en sus filas familiares un número considerable de generales y otras altas graduaciones militares. Que una familia que profesaba la adhesión inquebrantable al régimen franquista en épocas que semejante actitud era la patente de corso para descerrajar cofres públicos o privados, se viera excluida de tan goloso pastel entra dentro de la fantasmagoría de la ciudad.







Habiendo especulado cuanto se pudo llegó el momento de edificar, y como todo el mundo sospechaba se construyeron dos cines, amén de otros edificios por supuesto. El primero en nacer lo hizo en 1975, y se acogió al disparatado nombre de Don Quijote. Nada más alejado del ascetismo del caballero de la triste figura que el colosalismo del nuevo cine. Combinando lo viejo con lo nuevo, los mármoles con las mallas metálicas, las moquetas con los plásticos; el cine Don Quijote, a través de sus originales butacas, nació con la pretensión de curar enfermedades renales o provocarlas según la estatura del espectador. Mala cosa que el punto recordable de un cine sea su techo o sus butacas, pero así fue la historia. Las butacas de este Polifemo estaban diseñadas pensando que el volumen medio del zaragozano oscilaba entre el Conde Maximiliano y el fallecido Hércules Cortés (ambos luchadores de "catch" muy en boga en el proletariado). Los más pequeños - que somos unos cuantos - buscaban una imposible intimidad en una butaca venida del reino de Gulliver. A mi apenas me llegaban los pies al suelo, a otros el cogote les quedaba donde debiera estar la nuca y, sobre todo, si se entraba con las luces apagadas por haber comenzado la proyección, debía tener sumo cuidado de no sentarse en una butaca ya ocupada aunque por los caprichos de los volúmenes parecía no estarlo ni parcialmente.






El techo negro y de él pendían como pequeños estandartes superficies malladas, a modo de metálicas rejillas de serio aspecto - más negro - y que abovedaban solemnemente la sala. El monstruo resultó irregular, con aspecto de sala de sesiones de algún parlamento tipo Naciones Unidas. Las paredes eran algodonosas de color marrón claro. La pantalla de tal curvatura que condenaba a los espectadores de los extremos a no ver ni poco ni mucho la parte de la misma cercana a su butaca. La proyección desenfocada, la brillantez de la luz dejando bastante que desear y el sonido solo apto para captadores de susurros. Este cine, de ingrato recuerdo, se creó cuando el asunto del Todd-Ao y los 70 mm. estaban en declive. El proyecto obedecía a las necesidad de encontrar local apto para los "Ben-Hur" de turno. Notable error: los Judás y Mesalas ya no competían en carreras de cuádrigas y la gran pantalla ya no "mataba" a las pequeñitas de la televisión. Se inauguró con "Nicolás y Alejandra" (Franklin J. Schaffner), cosechó sus mayores ingresos vía taquilla con "El coloso en llamas" (J. Guillemin) y tuvo su timbre de gloria cinematográfica con la exhibición de la obra maestra de Kubrick "Barry Lindon". R.I.P.







A mediados de 1975, y al lado del gigantesco Don Quijote, surge la sala Cervantes, de pequeño volumen, con vocación eliseística, correcta decoración en tonos azules y butacas anatómicas con reposacabezas de notable comodidad. Buena perte de su decoración, suelos, colocación de la cabina de proyección, son similares a los de su hermano mayor jocundamente desaparecido. Comenzó con buena proyección - hoy es espantosa - y deteriorado sonido (no hubo dicha completa). En 1976 pasó temporalmente al régimen de Arte y Ensayo cuando esta calificación era ya un coladero y para aprovechar la pintiparada ocasión de proyectar "La naranja mecánica". Bajo tales auspicios conoció sus mayores éxitos: además del film de Kubrick, "La caida de los dioses" /(L. Visconti), "Portero de noche" (L. Cavani).....La gente no entendió el discurso de Kubrick y Burguess pero creyó ver pornografía en fino. El sexo de Charlotte Rampling pudo admirarse durante tres meses y las gracias del amante de Ludwig Van y su panda más de seis.







Pasada esta furia el cine Cervantes devino un lugar sumamente agradable y uno de los escasos cines de aquella Zaragoza que llevaban una política de películas altamente coherente y atractiva, basándose en films tan civilizados como de elevada calidad. Fue, incluso, una sala bergmaniana de altos vuelos: "La flauta mágica", "Secretos de un matrimonio", "Sonata de otoño"........ya lastimosamente dobladas. Por escaso tiempo, como ha quedado dicho, la última Sala de Arte y Ensayo de la ciudad de Zaragoza.


Luis Betrán Colás


Estos textos sobre las Salas de Arte y Ensayo fueron escritos en 1979. He agregado acotaciones con el fin de "aggiornarlos". En 2011, y desde hace al menos una década, el cine de Arte y Ensayo es objeto de burlas y aquellos que gozamos sus mejores muestras de gran arte, además de recibir el sobrenombre de "gafapastas", tambien somos recipiendiarios de insultos, burlas, etc. Provenientes de orates que escriben en las espantosas revistas cinematográficas españolas: Cahiers-España o Dirigido por...y en diarios en los que sientan cátedra de ignorancia cinematográfica y de atroz incultura gentes como Carlos Boyero o Carmen Puyó. La razón es sencilla: las salas de Arte y Ensayo proyectaron poquísimo cine americano (¡¡¡anatema!!!) y en nuestros días uno no acaba de imaginarse a las eximias "obras maestras" del cine de superhéroes, playstation, videojuegos, comics y demás chorradas del Imperio en cines con programación de cierto nivel cultural. Asimismo el cine de Arte y Ensayo fue auspiciado por revistas como la francesa "Positif" (todavía superviviviente y sin haber perdido la categoría de mejor-publicación-cinematográfica-del-mundo, en la que no caben ni estrellitas de calidad ni siquiera fotografías en color, solo análisis dialéctico y concienzudo)) y la española "Nuestro Cine", ambas de ideología acusadamente izquierdista y en las que se cachondeaban no poco de Godard y jamás consideraron que Alfred Hitchcock fuese el cineasta más importante de la historia del Septimo Arte. O sea, lo más terrible en nuestro "civilizado" y "globalizado" tiempo. Aguardo, impertérrito, denuncias, encarcelamientos y, quién sabe, ajusticiamento con inyección letal y sin "juicio justo". La acusación entiendo que será de peligroso terrorismo cultural y cinematográfico. Je.je.

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