En 1966 Fraga Iribarne, entonces ministro de Información y Turismo, monta una operación de prestigio y se inventa una primavera que en la penuria cinematográfica de aquellos tiempos acabó pareciendo un verano. Aquella tímida liberalización incluía la resurrección del espíritu de Salamanca del ya lejano 1955, con la presencia del falangista Garcia Escudero en la Dirección General de Cinematografía hombre que el menos si le gustaba el cine y no pedía que el cine español se iluminara con biografías de María Goretti, como se solicitaría pocos años despues. Llegó la creación desde altas cúspides de lo que se llamó "Nuevo Cine Español". Fraga se sentía el Malraux celtíbero y si la V República francesa había traído la "nouvelle vague", los planes de desarrollo tambien debían aportar sus profetas del cine. Pero aparte del problema de la producción, estaba el de la exhibición. Lógicamente cualquier intento liberalizador supondría que algunos temas "non sanctos" hasta entonces tendrían que llegar a los espectadores. Despues de todo no se enciende la luz para ocultarla, dice el Evangelio, luego habría que inventar un entramado legal que destruyera el primer escalón de la censura; o sea, que quedaban infinitos menos uno. Y así se inventaron las Salas Especiales y de Arte y Ensayo que bien poco tenían que ver con sus homónimas francesas (1). Ciertas salas de ciudades de más de 100.000 habitantes y con capacidad no superior a las 200 butacas podían apuntarse a la proyección de esas películas que parecían constituir el paraíso de la esperanza cinéfila. Y en esas aguas, en la inmortal ciudad del Ebro y el Pilar, navegó primero el bellísimo cine Elíseos, y luego el Avenida, y más tarde el Actualidades, y el Palacio, y el Cervantes rematando de cabeza el Rialto, el Latino y los Multicines Buñuel (de los que se hablado en post.)
El cine Elíseos - Zaragoza Urbana - conoció su época de oro cuando los atormentados personajes de Losey-Pinter repitieron la eterna farsa del amo y del criado. Las esplendidas arañas y los mármoles grecolatinos iluminaron las ilusiones de tantos aficionados que accedían a nombres y películas sabiamente mitificadas por aquella prensa cinematográfica que hablaba de Losey, Pasolini, Buñuel, Polanski (Positif en Francia, Nuestro Cine en España). De 1967 a 1976 fueron diez años en los que el cine Elíseos mantuvo una programacion de Arte y Ensayo. Cuando tal modalidad era novedosa, el cine Elíseos recibía a los espectadores cumpliendo las agradables leyes de la hospitalidad. Entregaba un programa en papel couché conteniendo fotos, ficha técnica y comentario de la película que se estrenaba; alegría de coleccionistas hoy son una pieza de museo, encantador testimonio de su tiempo, su mensaje ha sobrepasado lo circunstancial de los textos o lo incompleto de las informaciones. Durante estos años el cine Elíseos fue la sala de Zaragoza que mantuvo la calidad más alta de la ciudad.
Sin embargo las principales distribuidoras de los films de arte y ensayo (siempre en versión original subtitulada) pertenecían precisamente a la órbita de la empresa Parra, el otro gran bloque monopolista de la exhibición cinematográfica zaragozana. En los folios dedicados a los avatares de las primeras proyecciones en cinemascope o 70 mm. quedó reflejado el conservadurismo de este grupo que solo dotó a sus cines de de instalaciones aptas para estos sistemas cunado vio que el proceso era irreversible, justo lo contrario de Zaragoza Urbana. En el caso de las Salas de Arte y Ensayo, y a pesar de que a nivel de vox populi esas películas eran poco menos que films pornos - ¡que vocación la de este pueblo! - no se decidían a dedicar una sala en la que exhibir el grueso de los lotes de estas películas que, ironías del destino, a Parra le correspondían por mor de las exclusivas con ciertas distribuidoras. Así los aficionados se pasaban la vida en vilo pensando que "Repulsión", "Mamma Roma", "Un perro andaluz", "Freud", "El ángel azul", "Sábado noche, domingo mañana", "Dios y el diablo en la tierra del sol" etc, pasarían de largo sobre Zaragoza, sin dejar más huella en el recuerdo que las citas del mr. Belvedere de la época en la revista Fotogramas.
A principios de 1967 la empresa Parra vio que se agolpaban las películas en V.O. y que había que darles salida. Y decidió incorporar al cine Palacio a este menester. Pero por si no existieran suficientes frustraciones, el Palacio pasó al limbo de los nonatos, porque en razón de alguna historia el arrepentimiento de la empresa fue de los de cruda penitencia. Se vino atrás de su decisión, anuló el proyecto, pero, al menos, permitió que algunos films de su exclusiva - Cidensa, Mercurio, CB Films - se proyectaran en el cine competidor. De este modo el Elíseos , que hasta entonces tenía que dedicar dos semanas de proyección a cada película por mor de carencia de material para su sustitución, que no de su rentabilidad, pudo aumentar sus inventarios y "Repulsión", "Marat-Sade" y "Mamma Roma" visitaron el precioso local de los mármoles, las arañas, los adornos grecolatinos y la sala cuasicircular.
La defenestración de Fraga en octubre de 1969 supuso el advenimiento al poder ministerial de Alfredo Sánchez Bella. Técnico en turismo familiar, soportaba el bikini y las costumbres del turismo porque traían divisas. No hará falta decir que los pobres films de Arte y Ensayo no aportaban divisas sino la la existencia de otros mundos ante los cuales España era diferente. Sánchez Bella anunció su propósito de cargarse las salas de Arte y Ensayo. En su fuero interno se supone que como focos de perversión. Oficialmente no se adujo razón alguna. Pero existía un entramado legal y de intereses que hacía difícil suprimir algo que, aun a trancas y barrancas, había conseguido tener vida propia. Y optó por otro sistema: agudizar la censura. Pocos films pasaron y los que lo hicieron no siempre llevaron consigo ni calidad ni interés taquillero.
Hubo entonces un acontecimiento que hizo virar el interés de los Parra hacia las ahora denominadas Salas Especiales. El estreno de la multitudianaria e infame "Helga" (si, esa, la que mostraba un parto que provocaba síncopes en espectadoras y en en el vestíbulo hubo que contratar enfermeras para atender a las damas que se privaban) efectuado en el Elíseos en 1970. Nuevas "Helgas" vendrían y lo que no nos traía el placer lo proporcionaría la ginecología. En 1970 el cine Avenida estrenaba "El cuchillo en el agua", vista en Madrid y Barcelona un año antes y con ello, tras casi cuatro años de pensárselo, la empresa Parra ofrecía al distinguido público de Zaragoza su primer cine de Arte y Ensayo.
Luis Betrán
1) En Paris continuan existiendo cines de Arte y Ensayo. La cigüeña se equivocó conmigo. En esa maravillosa ciudad tenía que haberme dejado y no taerme a la hoy mastuerza Zaraconejos.
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