El cine de Arte y Ensayo fue un dique que filtraba algunas películas a cambio de detener muchas cosas. El año 1976 derribo varios diques. El del cine no podía ser una excepción y el tropel de películas llegó sin tener en cuenta si estaban bendecidas por las culturales siglas. El cine de Arte y Ensayo dejó en España de tener significación porque su nacimiento se englobaba dentro de una política represiva y que daba un paso adelante y dos atrás, al revés del diagnóstico de Lenin en el camino de las revoluciones.
El cine Rialto, inaugurado en 1949 con el inefable Technicolor-Universal (1) de "Noche en el paraíso" (A. Lubin), cerca de la cuesta de Morón al final de la Avenida San José, ocupaba el lugar de una antigua vaquería y lucía como independiente hasta 1955 en que acabó como último cine de circuito de la Empresa Parra. Era una sala de pocas butacas, pantalla baja y de grato recuerdo para los menores de edad por lo liberal de los porteros en materia de apreciar mayoría a los espectadores. Había un acomodador cojo cercano a una caracterización de Lon Chaney, y en conjunto era limpio y discreto contrastando con la siniestrez de las barracas del centro ("los coliseos de las ratas"). El público era el del barrio que hasta finales de los sesenta contó con dos de las fábricas de más abolengo en la ciudad: las cervezas "La Zaragozana", todavía en activo para desespero de los amantes del rubio líquido, y la Textil de Piera, ya desaparecida. Otras factorías menores, madereras y harineras, agrupaban a un proletariado de cierta especialización cuyo nivel de vida era aceptable para la época en un barrio de pequeñas parcelas en el que los dueños accedían a huertecillos de los que tan llena se presentaba esa zona, recorrida a su vez por dos acequias que lo mismo regaban la huerta que movían las fábricas. Si en los 50 el Rialto proyectó preferentemente films burgueses de la Metro más que folklóricos, ello da idea de los gustos más pequeño-burgueses que proletarios de los habitantes del susodicho barrio.
Pero el Rialto, como todos los cines de barrio, vio declinar su parroquia en cuanto esta pudo acceder con mayor facilidad a los salones del centro. De hecho las distancias centro-barrio perdieron el significado de antaño, los tranvías dejaron de circular - ¡que pena! (2) -, la especulación y algún plan que otro de urbanismo modificaron el entorno. Se cubrió la vía del ferrocarril que marcaba una suerte de frontera y, enfín, que nadie se conformaba ya con ver en un cine de barrio lo que fácilmente podía obtener semanas antes y en mejores condiciones. Por lo que el cine Rialto canceló su contrato con los Parra y en octubre 1977 se alistó con la nueva empresa que luego explotaría los Buñuel, lanzándose al Arte y Ensayo y la V.O. con un acusado carácter político y de significado inaquivocamente cultural. Los primeros meses fueron triunfales: "Sacco e Vanzetti" (G. Montaldo), "EL ACORAZADO POTEMKIN" (S.M. Eisenstein), "La tierra de la gran promesa" y "Las bodas" (A.Wajda), "Dersu Uzala" (A. Kurosawa).....agruparon en él a todos los aficionados.
Vinieron luego las vacas flacas y el barrio se desentendió de su cine. Películas de título extraño, de autores desconocidos y de desarrollo aburrido mandaban a su casa a gentes que preferían "Baretta" o "Sumarísimo" (horrendos productos televisivos) al volver del trabajo "pasando" nada menos que de "Octubre" (S.M. Eisenstein) o "Solaris" (A. Tarkowski). Para su nuevo destino, el cine había sido remozado hasta dotarle de una impersonal comodidad. Su futuro devino tristemente, hasta su cierre, en las películas "S" (porno blandito) o "X" (porno sin suavizaciones ridículas). Ese sería asimismo el implacable de cines como el Latino, el Coso, el Victoria, el Venecia, el Salamanca, el Norte.....Pero ello será objeto de otro estudio sobre el lastimoso declinar de salas que habían sido tanto de estreno como de circuito
Y llegaron los Multicines Buñuel....y en 2007 dijeron adios. Como dice el tango "treinta años no es nada".
(Ver post dedicado a tal asunto)
Luis Betrán
1) Las películas que la Universal produjo en los años 40 y primeros 50, cuando distaba de ser una de las "majors", en las que necesariamente tenía que salir un desierto y una historia derivada, más o menos de "Las mil y una noches", constituyen una de las manifestaciones más acabadas del "kitsch" de Hollywood. Solían ser tan entretenidas como infumables y tuvieron estrellas femeninas tan apetecibles como María Montez (la reina indiscutible), Ivonne de Carlo, Maureen O'Hara.... La filipina Merle Oberon nunca figuró en este Olimpo en que los caballeros no alcanzaron ni el rango de semidioses: Turhan Bey, John Hall, el exótico Sabú....Lo mejor de ellas, sin duda, era el maravilloso color que las adornaba y más si el operador era Leon Shamroy. Hoy, los cinéfilos las denominamos groseramente "de tetas y arena".
2) Zaragoza en aquella década, y en mi infancia, estaba dominada por el tranvía como único medio de transporte urbano. Se alcanzaron niveles de belleza en el diseño como el que figura en la foto y que corresponde al nº 11 que cubría el trayecto desde la plaza España hasta el Parque llamado entonces Primo de Rivera (hoy simplemente Parque Grande). El progresivo crecimiento del automóvil llegó a crear graves congestiones y líos de tráfico en la citada Plaza España y en las de Aragón y Basilio Paraíso. Fueron sustituidos poco a poco por silencioso trolebuses y, finalmente, autobuses como los que hoy circulan. Nada que ver con el absurdo capricho del impresentable alcalde sr. Belloch, conocido en este blog como juanitotranvías, que amén de engrosar con los nuevos su ya abultado bolsillo ha cortocircuitado con su "invento" el acceso a los principales hospitales de Zaragoza, creando graves problemas a las ambulancias y urgencias. Uno ha sufrido y sufre las interminables obras por mor de su cáncer. Por todo ello, una vez más, le maldigo y le deseo menos años de vida que a las Salas de Arte y Ensayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario