El Festival de Cine de Huesca
La edición de 2009 tuvo como plato fuerte la presencia del gran realizador griego Theo Angelopoulos, del cual se exhibieron varias películas suyas. Lástima no haber conseguido la segunda parte de Eleni (I skoni tou Chronou, 2009), pese a los esfuerzos del inolvidable Alberto Sánchez. En menor medida, también la presencia de Basilio Martín Patino, amén de las habituales secciones del Festival.
Angelopoulos -uno de los más grandes cineastas del mundo- estuvo amable, con fina ironía y con el inconveniente de una traductora que -en francés- ejercía su oficio de una curiosa manera. Cambiando el sentido y algunas frases de ciertas -no todas- preguntas que se hicieron al director. Amén de las prisas y cortes por lo sano que debió padecer más de uno que pretendió entablar diálogo con él. Es este un aspecto, que el Festival debe cuidar más en el futuro. De otra parte es comprensible dado que Angelopoulos venía de una larga entrevista con Cahiers-España y se le veía cansado, cosa lógica a sus 74 años. Con todo, dejó bien claro que él hacía un cine de autor marcadamente de izquierdas, no esquivando un regusto amargo y escéptico sobre la globalización y sus consecuencias.
Peor fue lo de Basilio Martín Patino. Este caballero, y su guardia de corps, entró voceando el nombre de cierta amiga suya de Salamanca, y no entró al trapo de las preguntas hasta que estuvo bien seguro de que la señora o señorita estaba en la sala. Poco simpático, despotricó e insultó a los antiguos censores -nadie le va a quitar la razón por ello- y fue prácticamente imposible un mínimo diálogo con él, ya que las preguntas eran rápidamente cercenadas por la citada "guardia", aunque el tiempo concedido a los asistentes dependió no poco de según quién se tratase. Como nada de lo que dijo el autor de Nueve cartas a Berta (1965) tuvo el menor interés, este "encuentro" resultó altamente decepcionante. No, Basilio Martín Patino no se pareció en nada al maestro griego y no hará falta decir que como cineasta no le llega ni a la parte inferior del tobillo. Y hablo de alguien que ha hecho -y hace- notables aportaciones al cine español. Seamos justos: Canciones para después de una guerra (1971) fue/es una película fundamental y su autor sufrió no pocos padecimientos por ella.
La verdad es que vi pocos largometrajes, pero si quisiera destacar al menos tres:
Anticristo.- Lars von Trier (2009)
Sin duda la película más esperada, en tanto que el boca a boca o la información había sido suficiente para que el personal supiera que iba a ver un film "escandaloso", "gore", "blasfemo" y no se cuentas cosas más. El Olimpia, en consecuencia, se llenó hasta los topes y no se produjeron desmayos, ni gritos de horror aunque por lo que uno pudo oir a la salida la película de Von Trier había gustado más bien poco. Tampoco yo salí especialmente entusiasmado de la función, pero más tarde (y trás un segundo visionado en Zaragoza), cambien de opinión en no poco medida.
Si exceptúo Los idiotas (Idioterne, 1998) y Dogville (2005), a mi el cineasta danés me suele dejar indiferente o cabreado. Algo de lo segundo me sucede con Antichrist, pero nada de lo primero. La película podríamos dividirla en tres partes. En un prólogo de unos 20 minutos bellísimo -con la inestimable colaboración de Haendel y su maravillosa aria Lascia io piango-, una larga zona "tarapéutica" en la que William Dafoe se pone pesadísimo explicándole a su perversa y torturada esposa (inmensa Charlotte Gainsborough) une serie de remedios a su extravío en plan psicoanalista de tres al cuarto que parece no tener fin. Hasta que llegamos a la casa del bosque donde nos aguarda un rosario de "morceax de bravoure" sadomasoquistas que oscila entre lo sublime y lo ridículo. Pero es en este tercer segmento en el que Von Trier consigue planos tan espeluznantes como atractivos, algunos de ellos tomados prestados del Bergman de Gritos y susurros (Viskningar och rop, 1972) y de Pasión (Em passion, 1970). Y es que Anticristo no deja de ser una versión bizarra de Escenas de una matrimonio (Scener ur ett aktenskap, 1973) en la que el petulante danés busca aquello de llamar la atención, algo nada nuevo en su corta filmografía. En cualquier caso, Anticristo es un film irregular, extraordinariamente interesante, y que recupera en no poca medida el crédito perdido por Von Trier tras la innecesaria Manderley (2005) y la horripilante El jefe de todo esto (Direktoren for dert kele, 2007).
Tres monos.- Nuri Bilge Ceylan (2008)
Fue la película que clausuró el Festival y, en general, no recibió la acogida que merece esta magnífica obra del gran cineasta turco. Acaso sorprendió el giro que supone respecto a Lejano (Uzak, 2002) y Climas (Inklimer, 2005), sobre todo a esta última. Lejos de la sofisticación y antonionismo, Tres monos (Uç maymun) nos presenta -con regusto barroco- las aventuras y desventuras de una familia bien alejada de la pequeña burguesía, demostrando que los registros del más internacional y festivalero realizador turco pueden variar sin mermar un ápice la calidad.
Acné.- Federico Veiroj (2007)
Aunque en su producción intervienen nada menos que cinco países, incluida España, esta es una película fundamentalmente uruguaya. Su argumento no es precisamente original -la iniciación al sexo de un adolescente de 14 años con acné y todo- pero la frescura de la realización, la gracia interpretativa del jovencísimo protagonista y del resto del elenco, la convierten en una muestra más del curiosísimo y valioso cine que se está haciendo en un país de no más de 10 millones de habitantes. Acaso sea en Uruguay, junto a México, donde se gesta el más atractivo cine latinoamericano del momento. Sorprendente y admirable.
En conjunto el Festival fue, como siempre, un más que estimable evento cinematográfico y no cito más películas por tres razones: 1) Ya las había visto y algunas más de una vez; 2) No dispuse del tiempo necesario; y 3) No me interesaban gran cosa. Ello, entiéndase bien, no supone merma alguna y no es óbice -mi discutible opinión- para felicitar a la ciudad de Huesca y recordar que en la capital de Aragón no se llevan a cabo certámenes internacionales de este jaez. Sabido es el "interés" que nuestras Instituciones manifiestan reiteradamente por la cultura. Hasta el año que viene y gracias.
Apostilla al Festival de Huesca
Sin nada que ver con el Festival y unos meses más tarde, leo en el formidable blog de Toni Alarcón (Cinegoza) que se va a proyectar en el Olimpia por la noche y al precio de 1 euro La cinta blanca de Michael Haneke, película que ganó la Palma de Oro en Cannes 2009. Totalmente pasmado llamo a Toni y me confirma la noticia completándola con que va a ser una estupenda copia y en V.O.S.E. Naturalmente, y acompañado de Oswaldo, Iván y Agus (el ala joven de la Tertulia Perdiguer), acudimos a tan apetecible sesión. La sala presenta un lleno a rebosar que incluso supera el que generó Anticristo, y eso que en esta ocasión el reclamo es el gran cine y no cierto morbo que podía destilar la película de Lars Von Trier en el Festival. La cinta blanca dura dos horas y media y la fotografía es en blanco y negro, amén de que Haneke no es precisamente alguién que atraiga masas con sus duras películas. Ni una voz, ni el más mínimo murmullo durante la larga proyección. A la salida, los cuatro estamos de acuerdo. Hemos visto una extraordinaria película. La cinta blanca no se ha exhibido cuando escribo estas líneas en Zaragoza, sí lo ha hecho en Madrid, Barcelona y otras importantes capitales. Pero EL ESTRENO ABSOLUTO DE ESTA MAGNA OBRA HA CORRESPONDIDO A HUESCA Y SOLO A HUESCA. Otra vez gracias y ¡¡¡BRAVO!!!
La cinta blanca (Das weisse bend).- Michael Haneke, 2009
Esta película ganadora de la Palma de Oro de Cannes 2009 es, digamoslo ya sin ambages y con rotundidad, una auténtica obra maestra, la mejor película del gran cineasta austriaco (uno de los absolutamente fundamentales desde la maravillosa El vídeo de Benny (Benny's video, 1992) y no dudo en atreverme a considerarla no solo como una de las cumbres de la última década sino incluso una obra que resta ya para la gran Historia del Cine. Cahiers du cinema no piensa lo mismo, naturalmente (a pesar de la grave concesión que supuso el remake yanqui de Funny Games, Haneke es austriaco y esa nacionalidad pesa poco) y en su ya publicada en Francia lista de la mencionada década no figura. Si que están los bastardos tarantinianos que eso sí que es puesta en escena y cine con enjundia y no los posibles "mensajes" de La cinta blanca película que le arrebató la Palma dichosa a Quentin. Estos jurados en los que no estamos nosotros... Sobra indicar que las opiniones de Cahiers me han importado, me importan y me importarán lo mismo que el cine de su santón Godard. O sea, nada.
La cinta blanca no ha sido entendida en toda su cósmica dimensión. Quedarnos en el simple sustrato de que los sucesos que acontecen en el pueblo ¿alemán, austríaco? (que más da), anticipan la llegada del nazismo y la incubación del "huevo de la serpiente" (1), resta no pocos enteros a la desesperada y gélidamente irónica crónica de Haneke (2). No. Das weisse bend expone la crueldad, violencia y maldad intrínseca del ser humano bajo la severa advocación de Hobbes (3) y la extiende con distanciamiento (que no militancia) brechtiana hasta nuestros días, hasta el futuro inminente, hasta lo futurible. La cosmovisión de Haneke destila el pesimismo histórico que en él es habitual.
Pero este fundamental realizador ya no necesita golpes de efecto como en Funny Games (la original, la de 1997) o La pianista (La pianiste, 2001). Su narración fluye con obligada morosidad como un aparente río tranquilo sacudido por intermitentes avenidas que, sabemos, se producirán hasta su desembocadura en un probable mar muerto. La violencia, la muerte, la crueldad ya no se ve físicamente. Se sugiere mediante una neutra voz en off e incluso con puertas o tabique varios que la ocultan aunque la escuchamos. El estilo del realizador ha alcanzado la depuración propia de una serena madurez.
He visto ya esta película tres veces y como toda obra imperecedera las visiones sucesivas siempre descubrirán algún matiz, alguna pequeña escena que nos había pasado por alto. El privilegio del Cine Inmortal. Del Arte Eterno, del que La cinta blanca es una impoluta muestra.
Notas
(1) Alusión a la fallida The Serpent's Egg (1977) de Ingmar Bergman.
(2) Haneke entronca fácilmente con el gran escritor de su país Thomas Bernhard.
(3) "El hombre es un lobo para el hombre" (Leviatan)
La edición de 2009 tuvo como plato fuerte la presencia del gran realizador griego Theo Angelopoulos, del cual se exhibieron varias películas suyas. Lástima no haber conseguido la segunda parte de Eleni (I skoni tou Chronou, 2009), pese a los esfuerzos del inolvidable Alberto Sánchez. En menor medida, también la presencia de Basilio Martín Patino, amén de las habituales secciones del Festival.
Angelopoulos -uno de los más grandes cineastas del mundo- estuvo amable, con fina ironía y con el inconveniente de una traductora que -en francés- ejercía su oficio de una curiosa manera. Cambiando el sentido y algunas frases de ciertas -no todas- preguntas que se hicieron al director. Amén de las prisas y cortes por lo sano que debió padecer más de uno que pretendió entablar diálogo con él. Es este un aspecto, que el Festival debe cuidar más en el futuro. De otra parte es comprensible dado que Angelopoulos venía de una larga entrevista con Cahiers-España y se le veía cansado, cosa lógica a sus 74 años. Con todo, dejó bien claro que él hacía un cine de autor marcadamente de izquierdas, no esquivando un regusto amargo y escéptico sobre la globalización y sus consecuencias.
Peor fue lo de Basilio Martín Patino. Este caballero, y su guardia de corps, entró voceando el nombre de cierta amiga suya de Salamanca, y no entró al trapo de las preguntas hasta que estuvo bien seguro de que la señora o señorita estaba en la sala. Poco simpático, despotricó e insultó a los antiguos censores -nadie le va a quitar la razón por ello- y fue prácticamente imposible un mínimo diálogo con él, ya que las preguntas eran rápidamente cercenadas por la citada "guardia", aunque el tiempo concedido a los asistentes dependió no poco de según quién se tratase. Como nada de lo que dijo el autor de Nueve cartas a Berta (1965) tuvo el menor interés, este "encuentro" resultó altamente decepcionante. No, Basilio Martín Patino no se pareció en nada al maestro griego y no hará falta decir que como cineasta no le llega ni a la parte inferior del tobillo. Y hablo de alguien que ha hecho -y hace- notables aportaciones al cine español. Seamos justos: Canciones para después de una guerra (1971) fue/es una película fundamental y su autor sufrió no pocos padecimientos por ella.
La verdad es que vi pocos largometrajes, pero si quisiera destacar al menos tres:
Anticristo.- Lars von Trier (2009)
Sin duda la película más esperada, en tanto que el boca a boca o la información había sido suficiente para que el personal supiera que iba a ver un film "escandaloso", "gore", "blasfemo" y no se cuentas cosas más. El Olimpia, en consecuencia, se llenó hasta los topes y no se produjeron desmayos, ni gritos de horror aunque por lo que uno pudo oir a la salida la película de Von Trier había gustado más bien poco. Tampoco yo salí especialmente entusiasmado de la función, pero más tarde (y trás un segundo visionado en Zaragoza), cambien de opinión en no poco medida.
Si exceptúo Los idiotas (Idioterne, 1998) y Dogville (2005), a mi el cineasta danés me suele dejar indiferente o cabreado. Algo de lo segundo me sucede con Antichrist, pero nada de lo primero. La película podríamos dividirla en tres partes. En un prólogo de unos 20 minutos bellísimo -con la inestimable colaboración de Haendel y su maravillosa aria Lascia io piango-, una larga zona "tarapéutica" en la que William Dafoe se pone pesadísimo explicándole a su perversa y torturada esposa (inmensa Charlotte Gainsborough) une serie de remedios a su extravío en plan psicoanalista de tres al cuarto que parece no tener fin. Hasta que llegamos a la casa del bosque donde nos aguarda un rosario de "morceax de bravoure" sadomasoquistas que oscila entre lo sublime y lo ridículo. Pero es en este tercer segmento en el que Von Trier consigue planos tan espeluznantes como atractivos, algunos de ellos tomados prestados del Bergman de Gritos y susurros (Viskningar och rop, 1972) y de Pasión (Em passion, 1970). Y es que Anticristo no deja de ser una versión bizarra de Escenas de una matrimonio (Scener ur ett aktenskap, 1973) en la que el petulante danés busca aquello de llamar la atención, algo nada nuevo en su corta filmografía. En cualquier caso, Anticristo es un film irregular, extraordinariamente interesante, y que recupera en no poca medida el crédito perdido por Von Trier tras la innecesaria Manderley (2005) y la horripilante El jefe de todo esto (Direktoren for dert kele, 2007).
Tres monos.- Nuri Bilge Ceylan (2008)
Fue la película que clausuró el Festival y, en general, no recibió la acogida que merece esta magnífica obra del gran cineasta turco. Acaso sorprendió el giro que supone respecto a Lejano (Uzak, 2002) y Climas (Inklimer, 2005), sobre todo a esta última. Lejos de la sofisticación y antonionismo, Tres monos (Uç maymun) nos presenta -con regusto barroco- las aventuras y desventuras de una familia bien alejada de la pequeña burguesía, demostrando que los registros del más internacional y festivalero realizador turco pueden variar sin mermar un ápice la calidad.
Acné.- Federico Veiroj (2007)
Aunque en su producción intervienen nada menos que cinco países, incluida España, esta es una película fundamentalmente uruguaya. Su argumento no es precisamente original -la iniciación al sexo de un adolescente de 14 años con acné y todo- pero la frescura de la realización, la gracia interpretativa del jovencísimo protagonista y del resto del elenco, la convierten en una muestra más del curiosísimo y valioso cine que se está haciendo en un país de no más de 10 millones de habitantes. Acaso sea en Uruguay, junto a México, donde se gesta el más atractivo cine latinoamericano del momento. Sorprendente y admirable.
En conjunto el Festival fue, como siempre, un más que estimable evento cinematográfico y no cito más películas por tres razones: 1) Ya las había visto y algunas más de una vez; 2) No dispuse del tiempo necesario; y 3) No me interesaban gran cosa. Ello, entiéndase bien, no supone merma alguna y no es óbice -mi discutible opinión- para felicitar a la ciudad de Huesca y recordar que en la capital de Aragón no se llevan a cabo certámenes internacionales de este jaez. Sabido es el "interés" que nuestras Instituciones manifiestan reiteradamente por la cultura. Hasta el año que viene y gracias.
Apostilla al Festival de Huesca
Sin nada que ver con el Festival y unos meses más tarde, leo en el formidable blog de Toni Alarcón (Cinegoza) que se va a proyectar en el Olimpia por la noche y al precio de 1 euro La cinta blanca de Michael Haneke, película que ganó la Palma de Oro en Cannes 2009. Totalmente pasmado llamo a Toni y me confirma la noticia completándola con que va a ser una estupenda copia y en V.O.S.E. Naturalmente, y acompañado de Oswaldo, Iván y Agus (el ala joven de la Tertulia Perdiguer), acudimos a tan apetecible sesión. La sala presenta un lleno a rebosar que incluso supera el que generó Anticristo, y eso que en esta ocasión el reclamo es el gran cine y no cierto morbo que podía destilar la película de Lars Von Trier en el Festival. La cinta blanca dura dos horas y media y la fotografía es en blanco y negro, amén de que Haneke no es precisamente alguién que atraiga masas con sus duras películas. Ni una voz, ni el más mínimo murmullo durante la larga proyección. A la salida, los cuatro estamos de acuerdo. Hemos visto una extraordinaria película. La cinta blanca no se ha exhibido cuando escribo estas líneas en Zaragoza, sí lo ha hecho en Madrid, Barcelona y otras importantes capitales. Pero EL ESTRENO ABSOLUTO DE ESTA MAGNA OBRA HA CORRESPONDIDO A HUESCA Y SOLO A HUESCA. Otra vez gracias y ¡¡¡BRAVO!!!
La cinta blanca (Das weisse bend).- Michael Haneke, 2009
Esta película ganadora de la Palma de Oro de Cannes 2009 es, digamoslo ya sin ambages y con rotundidad, una auténtica obra maestra, la mejor película del gran cineasta austriaco (uno de los absolutamente fundamentales desde la maravillosa El vídeo de Benny (Benny's video, 1992) y no dudo en atreverme a considerarla no solo como una de las cumbres de la última década sino incluso una obra que resta ya para la gran Historia del Cine. Cahiers du cinema no piensa lo mismo, naturalmente (a pesar de la grave concesión que supuso el remake yanqui de Funny Games, Haneke es austriaco y esa nacionalidad pesa poco) y en su ya publicada en Francia lista de la mencionada década no figura. Si que están los bastardos tarantinianos que eso sí que es puesta en escena y cine con enjundia y no los posibles "mensajes" de La cinta blanca película que le arrebató la Palma dichosa a Quentin. Estos jurados en los que no estamos nosotros... Sobra indicar que las opiniones de Cahiers me han importado, me importan y me importarán lo mismo que el cine de su santón Godard. O sea, nada.
La cinta blanca no ha sido entendida en toda su cósmica dimensión. Quedarnos en el simple sustrato de que los sucesos que acontecen en el pueblo ¿alemán, austríaco? (que más da), anticipan la llegada del nazismo y la incubación del "huevo de la serpiente" (1), resta no pocos enteros a la desesperada y gélidamente irónica crónica de Haneke (2). No. Das weisse bend expone la crueldad, violencia y maldad intrínseca del ser humano bajo la severa advocación de Hobbes (3) y la extiende con distanciamiento (que no militancia) brechtiana hasta nuestros días, hasta el futuro inminente, hasta lo futurible. La cosmovisión de Haneke destila el pesimismo histórico que en él es habitual.
Pero este fundamental realizador ya no necesita golpes de efecto como en Funny Games (la original, la de 1997) o La pianista (La pianiste, 2001). Su narración fluye con obligada morosidad como un aparente río tranquilo sacudido por intermitentes avenidas que, sabemos, se producirán hasta su desembocadura en un probable mar muerto. La violencia, la muerte, la crueldad ya no se ve físicamente. Se sugiere mediante una neutra voz en off e incluso con puertas o tabique varios que la ocultan aunque la escuchamos. El estilo del realizador ha alcanzado la depuración propia de una serena madurez.
He visto ya esta película tres veces y como toda obra imperecedera las visiones sucesivas siempre descubrirán algún matiz, alguna pequeña escena que nos había pasado por alto. El privilegio del Cine Inmortal. Del Arte Eterno, del que La cinta blanca es una impoluta muestra.
Notas
(1) Alusión a la fallida The Serpent's Egg (1977) de Ingmar Bergman.
(2) Haneke entronca fácilmente con el gran escritor de su país Thomas Bernhard.
(3) "El hombre es un lobo para el hombre" (Leviatan)
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