lunes, 27 de junio de 2011

Memorias de 1967 a 1977-La década prodigiosa VI-El Cine:Dossier Federico Fellini 3





"La doce vita" cierra la etapa biográfica de los hijos de las procesiones y los amantes del matirio. La provincia queda atrás. El Pan Marshall dio sus frutos. La estabilidad política italiana, vista desde el prisma occidental, es un hecho. "Il Miracolo Italiano" no debe nada a santa Margarita de Siena, y el cine de la bota de Europa produce los artistas que el momento requiere. ¿El neorrealismo?, recuerdo de Filmoteca. Los "papparazzi" hablan de los amores de las estrellas del nuevo renacimiento. Agnelli (1) ha arrinconado las bicicletas y el Vaticano es objeto de las primeras sátiras. La púrpura cardenalicia es color de chiste. La Italia del "sorpasso" y de Rita Pavone reemplaza a la del miserabilismo. Este existe pero queda encerrado en un sepulcro sino del Cid por lo menos de Garibaldi. Gino Bartali y Fausto Coppi - la delgadez absoluta - se sustituyen por el aspecto saludable y un poco anglosajón de Baldini o Nencini. El Torino es una esquela y el Milano una realidad. Mazzola se llevó de este mundo al ladrón de bicicletas. Nadie recuerda el resultado - ni que partido fue - a cuya salida Lamberto Maggioranni y Enzo Staiola se daban la mano, perdidos entre los tiffossi (2), a la espera de una utópica solidaridad que permita al menos intercambiar ,con el hombre, al que se siente codo con codo a la salida del estadio,  la amargura de la pérdida de la bicicleta con la del penalty fallado.


 


Muere la Italia de De Gasperi, Togliatti, Coppi, la dama bianca (3), Pio XII y el neorrealismo. Les sustituyen Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, Antonioni y sus paseggiattas y el neorrealismo da paso al realismo crítico. El compromiso histórico queda lejos. El P.C.I. ya no es el sueño del amante de la ragazza de Bube (4). Las computadoras y las negociaciones  usurparán la metralleta del partisano. Kennedy sucede a Eisenhower. De Gaulle ha instaurado la IV República. Va a nacer el Africa independiente. Kruschev, al menos nominalmente, ha liquidado el estalinismo. La solidaridad del proletariado se resquebraja. Unicamente en América Latina la figura del Che Guevara parece surgida de los viejos tiempos en que el universal ruego que sella la tumba de Marx era la verdadera consigna de campesinos, obreros, desheredados de La Tierra.....





En esa Italia cambiante en un mundo en ebullición, Fellini rueda en 1958 su "Dolce Vita". La protagoniza un superviviente del "ancien régime". Un periodista que antes de llegar a Roma, a presenciar el declive del Imperio, había escrito los reversos de las estampas de los santos católicos. Marchaba a Roma para ser el testigo de la corrupción de la inocencia, pero lo hace llevando sobre si la mala conciencia de dos mil años de cultura cristiana mal asimilada. Su visión de la Roma ,de esa "dolce vita" en Via Venetto, le atormenta porque le resulta imposible conectar con el candor de los pecadores veniales. El Mastroianni de esta película, bastante castigada por el paso del tiempo, es el redactor/juez que distorsiona lo que observa porque lo hace a través de unos hechos para creer, y no dudar,  que Cabiria es la prostituta del Evangelio y que los estafadores de "Il bidone" son algo asi como Zaqueo recibiendo a Cristo en su casa.







Con semejante telaraña en los ojos, Marcelo/Fellini cuando ve a Anita Ekberg bañarse en la Fontana de Trevi imagina a San Juan Bautista en el Jordán ante la figura de Salomé, Y cuando al final de su viaje a los infiernos contempla el amanecer en una playa desierta, solo turbada por la presencia de una angelical adolescente femenina, le parece sentir la espada flamígera hiriéndole los diez segundos de rigor para ordenar su vida y arrepentirse por sí y por los demás. La imposible pureza, el sueño que inflama el rescoldo de la nostalgia - ¡tambien! - del paraíso perdido. Se despertará en un paisaje  puramente material que puede servir de decorado para un nuevo intento de retorno  al reino de los cielos desde el perentorio aquí y ahora. A Fellini le costaría ocho años deshacerse de este intermediario, justo hasta le llegada del "Satyricon" (1969). Con esta larguísima "vita", inaudito escándalo en su tiempo, fallida en buena parte por una filosofía expuesta por un existencialista suicida (Alain Cuny) que hoy resulta tan ingenuo como anacrónico (otra vez, el imposible Fellini intelectual), Federico apaga la sonrisa de Gelsomina y asesta el mazazo del olvido a la idea del pecado tal y como el enseñaron los curas en Rímini. Cierra los ojos ante un cristianismo represivo, se arroja de bruces a otro averno que no por más laico le va a atormentar menos.





A comienzos de los 60 filma "Ocho y medio" (Otto e mezzo, 1962) y de la superación afirmativa de la represión - que ya no tiene para él otro valor que el de simple recuerdo sentimental utlizable a la luz del día y solo cuando las circunstancias lo aconsejan - pasa al que da a sus beatos y beatas la categoría de sublimidad: el mundo del arte. Fellini se siente algo más que cineasta. Es el emperador que ordena y dirige obras y organiza un cirio artístico de impresionante envergadura al que bautiza con el enigmático nombre de "Ocho y medio". El circo de su niñez ya eleva la carpa: fieras, payasos, equilibristas y domadores se aprestan a salir a la pista. Y de nuevo Mastroianni se atusa y engalana para la representación. Solo que esta vez el proceso vampírico del personaje-director sobre el personaje-actor es mucho mayor. Mastroianni es ya el alter-ego absoluto de Fellini. El sueño se cumple. La vida entera va a desfilar delente de él al compás de otras "barras y estrellas". Reaparecerán sus quimeras en la lejana Rímini, sus comienzos. Pero todo ello depurado de la presencia de los espectros que ha podido exorcizar en su primera época de autor cinematográfico. Ni Gelsomina, ni Zampanó, ni Cabiria tienen papel en el grotesco reparto. Han sido peldaños duramente escalados para izar la bandera del FIN.






Fellini tiene en su mano el sombrero, las cartas y los conejos que, jugados como buen prestidigitador - y él es excelentísimo - asombrarán a un mundo expectante. Pero ¿que es lo que realmente esperan de él?. En "Ocho y medio" juega a desprenderse de todo lo anterior y ese vacío debe cubrirlo con la habilidad de su mano, que no tiene otra otra cosa para jugar más que su autosuficiencia sin dioses ni diablos. Fellini teme no ganar el juego y, como supremo desvergonzado, hace una película de su propio temor. El espectáculo no es el podio del artista; el show es correr debajo de la mesa perseguido por la multitud que le grita ¡¡artista!! con la misma fe que se grita ¡torero! en la plaza de toros de México D.F. ¡Genio! ¡Dános de comer y beber!, ¿Puedes multiplicar los panes y los peces?, ¿Eres tú el que ha de venir o ha de ser otro?. Nuevo aprendiz de brujo, al conjuro de las mágicas palabras asa-nisi-masa, dominará la tempestad desde su propia debilidad. "Ocho y medio" se construye desde la duda  y con cajones de doble fondo.





Nadie negará que Fellini sabía de antemano los resortes de su triunfo y como accionarlos. "Ocho y medio"  no es el cinéma-verité, no es la película que se hace mientras se rueda. Es, muy al contrario, un film que procede de una disciplina férrea, de unas ideas preconcebidas, de una estructura ya creada que al aparentar surgir espontáneamente antes los ojos del espectador es porque el ,hasta entonces, inmenso cineasta es un fabuloso jefe de pista, duro y autócrata. No ha habido acontecimiento que haya rebasado a Fellini. "Ocho y medio" es LA OBRA MAESTRA de la que se derivarán todas las  películas que filmará hasta su muerte.


Luis Betrán

1) Gianni Agnelli, patrón y dueño de la FIAT.

2) Nombres de grandes futbolistas, ciclistas y de los no-actores que protagonizaron "Ladrón de bicicletas" (Ladri di biciclette, 1948), la obra maestra de Vittorio de Sica con guión de Cesare Zavattini. Durante muhos años fue considerada la mejor película de tan insigne dúo, honor que quizá ha perdido en beneficio de la extraordinaria "Umberto D" (1952).

3) "La dama bianca" era el nombre que los italianos adjudicaban a la misteriosa compañera sentimental de Fausto Coppi  el que, dadas las condiciones de las carreteras y de las bicicletas de la postguerra, no pocos amantes del ciclismo o profesionales (Bahamontes) tienen como el mejor y más sufriente corredor que jamás haya existido en tan duro deporte.

4) "La ragazza de Bube" (1963),  interesante film de Luigi Comencini protagonizado por Claudia Cardinale y Georges Chakiris.

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