A mi papá, a mi mamá, a mi hijita, a mi hijito, a mi tío, a mi tía, a mis primos, a mis sobrinos, a mis sobrinas, a mi amor, a mi cielo, a mis compañeros y compañeras y a todo el mundo del cine y hasta a los marcianos.
He aquí los Goyas 2009
Confieso que a mi lo de los cabezones me trae al fresco tanto como los oscares. Son ceremonias que me producen infinito aburrimiento y que no suelo ver jamás. Si acaso practico el zapping como mucho y vale. Pero este año tenía una poderosa razón para ver la alfombrada pasarela íntegra (la primera vez en mi vida, que conste), y era que en el capítulo de los obituarios del año pasado alguien, que no identificaré, me había soplado que iba a ser nombrado Alberto Sánchez. Y así fue. Vi otra vez, sin poder evitar ni controlar la emoción, la efigie de mi amigo desaparecido junto a la de gente como José Luis López Vázquez, Iván Zulueta, Mary Carrillo, Francisco Piquer, etc. Lo merecía tanto como los citados y muchos otros que vimos en la pantalla del Palacio de Congresos. Yo no olvido ni olvidaré , espero que nunca, al gran Alberto. Así que, una vez, más, hasta siempre colega.
Y como me zampé íntegro el coñazo diré algo esta vez y como el cuervo de Poe "never more".
Me sorprendió el Buenafuente ese en su tarea de animador. La verdad es que estuvo bastante sembrado sin abandonar la corrección política. Su gag final de despedida fue espléndido. Vamos que mucho mejor que el yanqui de turno en los superpremios del superpaís de los superhéroes, porque si alguna vez he soportado (poquito rato) las gracias del showman presunto la cosa me ha dado grima.
Me divirtieron los mohines de Maribel Verdú, la cara de poker de Amenábar (¿acaso esperaba más cabezudos para su más bien temible Ágora?), las dedicatorias interminables que me recordaban a los vetustos programas radiofónicos aquellos de discos dedicados solo que sustituyendo lo de "me estará escuchando" por "me estarán viendo". El Álex de la Iglesia pidió a los premiados que eliminaran ese sentimentalismo de pacotilla, pero ni caso.
El sr. Presidente de la Academia largó un discurso triunfalista de nulo interés, lo que hizo que aún me cayera más gordo todavía (no me gusta peli alguna de este caballero, ni siquiera la chorrada de El día de la bestia) a pesar de que afirmó que había perdido 35 kgs. Me hizo gracia la entrada en plan divo/diva de Pedro Almodóvar con el público en pie. Estuvo bien el homenaje a Mercero y, al no haber publicidad, el evento del cine español solo duró 3 horas. Caramba, ¿cuánto tiempo empleaban cuando había anuncios?
En cuanto al reparto de trofeos pues eso. Que Celda 211 era la mejor peli a años luz de las restantes. Que son indiscutibles Daniel Monzón, Lluis Tosar, Alberto Aman... y se ninguneó (que palabra tan fea, casi tanto como sinergia o sostenible) a Carlos Bardem. Que supongo que también lo es Lola Dueñas pero no he visto Gordos. Que me alegré barbaridad que pasaran los académicos de pestiños como Agallas o After. Y que Los abrazos rotos recibiera el enésimo premio para Alberto Iglesias (1).
Discrepo del concedido al mejor guión original al Amenábar y al Mateo ya que dicho libreto me parece del todo disparatado. También de la sra. Etura cuyas apariciones son lo que impiden que la marzmorra de Daniel sea del todo redonda. E incluso no comparto la pesada condecoración a El secreto de sus ojos que no está mal pero prefiero con mucho la uruguaya Gigante de Adrián Biniez. En lo que se refiere a Mar Coll y Tres días con la familia es la típica y tópica peli que encandila a los del Cahiers. Una chica joven con cara de pocos amigos viene a pasar tres día con su familia (claro está), los pasa y se larga. Metafísica de la nada, debe ser.
Y lo que sí me indigno fue el galardon a Slumdog Millionaire, la superoscarizada e infumable peli del siempre temible Danny Boyle. Y más porque entre las candidatas en lengua no hispana estaba la maravillosa Déjame entrar (Lat den rätte komma in, Tomas Alfredson). En el fondo no pasa nada, se contenta a los amos (que les importará un pito) y ya está.
He leído que fue la Gala más conseguida en años. Así sea. Y a otra cosa mariposa, que esto de no ser por Alberto, no tiene busilis.
Notas
(1) Tengo mis dudas. La música percutante de Roque Baños para Celda 211 es, justamente, la más adecuada posible a la gran obra de Daniel Monzón.
Coincido en lo de Marta Etura, sobretodo por lo breve de su intervención, y en lo de Déjame entrar. Y añado, ¿Soledad Villamil una revelación? ¿A estas alturas?
ResponderEliminarMe alegro de que Ágora se llevara solo los Goyas al mejor presupuesto (por cierto, casi todos sus Goyas se los llevó personal extranjero, curiosa observación), y de que Los abrazos rotos no ganara lo que no merecía ganar, y por supuesto Pe, que no tenía ni que haber estado nominada.
OK. Pepe. De acuerdo en todo. Y aprovecho: ahora ya solo me quedan tus 10 de 2009.¡¡Hasta Toni me las ha envíado¡¡¡.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y un abrazo
Vergerus
Coincido plenamente con vosotros en lo de Marta Etura, en lo de Soledad Villamil y especialmente en lo de "Déjame entrar". Añado mi desacuerdo también por el de mejor actor secundario a Raúl Arévalo. Debo tener yo un problema con este chico que casi siempre lo encuentro pasadito. Sin lugar a dudas, lo más emotivo fue la aparición de Alberto. Nadie le puede siquiera igualar.
ResponderEliminarPor cierto, tantas prisas con la lista de 2009 y resulta que no era el último. ¡Qué malas artes las tuyas!, jejeje.
Abra-cines
Yo tambien estoy en desacuerdo con el Arévalo. Y mira que lo tenían fácil. En vez de la srta. Etura se lo dan al Carlos Bardem que bien merecido lo tenía.
ResponderEliminarGrcias a los dos y abra-cines