EL CINE Y LA I GUERRA MUNDIAL (II)
Con la
aparición del sonoro las tendencias se inclinan del lado pacifista. En el mismo
año 1930 aparecen dos versiones del tema antibelicista cuya única diferencia
estriba en el punto de vista del respectivo país de origen. En la obra maestra
– acaso el mejor film jamás rodado sobre la Gran Guerra – “Cuatro de
Infantería” (Westfront 1918), de G.W. Pabst, se nos ofrece el punto de vista
alemán partiendo de un ambiente muy concreto: el socialdemócrata (el gran
director germano entonces se ubicaba políticamente en ese espacio, más tarde
coquetearía con el nazismo). Sin intriga propiamente dicha, el film alemán se
limita a contar episodios de la vida de cuatro camaradas de guerra de una
sección de infantería que defiende su posición contra los fuertes ataques
franceses. De tono documental y realista, se propone rehusar la visión nazi del
honor y de la guerra, aunque su aspecto neutralista hizo que no fuera prohibido
en Alemania. El realismo tiene una portentosa expresión en la secuencia inicial
de la película – la cámara marchando paralela en traveling a la columna de la
primera línea, como ejemplo culminante de movilidad concordada de la cámara y
el elemento visual - para identificar a los personas. Sin desdeñar su
perfección técnica “Cuatro de Infantería”
resta tan impresionante como aterradora. El horror de la guerra en su
máxima expresión en cine.
En Estados
Unidos, Lewis Milestone realiza la conmovedora “Sin novedad en el frente” (All
quiet on all the western front, 1930), cuya inevitable comparación con “Cuatro
de Infantería” da notoria supremacía en todos los aspectos a la obra de Pabst.
Lo que en éste es inteligencia y realismo, en Milestone degenera en
sentimentalismo, esquematismo sicológico y efectismo tremendista. Hay que contemplarla
como un melodrama en tiempos de guerra, y como tal queda espléndido. Su final,
entre lo cursi y lo sublime, es ciertamente inolvidable.
Al año
siguiente aparece en Alemania “Tierra de nadie” (Niemansland, 1931), del
húngaro Vistor Trivas. Cinco soldados durante la primera Guerra Mundial quedan
casualmente reunidos en tierra de nadie, recuerdan la vida de cada unoi y están
todos de acuerdo en condenar la decisión de los gobiernos que los llevaba a
matar o morir. “Tierra de nadie” es una de las películas más progresistas de la
época pre hitleriana. “El crucero” (Emden, 1932), de Louis Ralph, representa en
cambio una clara exaltación militar, defensa de la tesis de que Alemania no fue
derrotada militarmente sino traicionada por conjuras exteriores e interiores.
Es un film difícil de ver – yo lo vi hace muchos años en la Cinematéque de
Paris – y a día de hoy casi imposible de localizar-.
En este
sentido aparece al año siguiente “Crepúsculo rojo” (Morgenrot), de Gustav
Ucicky, exaltación heroica de la actividad submarina durante la Gran Guerra.
Hitler asiste a su proyección, la izquierda anuncia su peligrosidad y en
Holanda los comunistas logran su prohibición. En 1934, Hans Zoberlein realiza
“Stosstrup 1917”, que intenta ser, sin conseguirlo, una contrapartida de
“Cuatro de Infantería”. Interesa como expresión de un nuevo concepto, claro
exponente de una mentalidad que se extiende y afianza: la justificación de la
guerra como sacrificio necesario para la pervivencia nacional.
Luis Betrán
Este texto
ha consultado el “Diccionario de los cineastas” de Georges Sadoul
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