miércoles, 22 de abril de 2015

DOSSIER CINE Y LA GRAN GUERRA (1914-1918)

EL CINE Y LA I GUERRA MUNDIAL (IV)


Despues de la guerra aparece “Le diable au corps” (1947), de Claude Autant-Lara, adaptación de la novela de Raymond Radiguet que despertó fuertes polémicas por su supuesta inmoralidad. El tema son las relaciones amorosas de un adolescente con la mujer de un combatiente, y se hace eco de la problemática de la generación que era muy joven en la Segunda Guerra. El film, con el protagonismo de Gerard Philippe y Micheline Presle, es excelente, a pesar de la injusta mala fama de su director. En Checoslovaquia, Paolo Bielik realiza en 1958, “Styridsatstyri, película difícilmente localizable y que yo conseguí ver en la Cinémateque de Paris hace muchos años. Basada en un hecho real, el film trata del motín de un grupo de soldados eslovacos contra el militarismo austrohúngaro en el pueblo serbio de Kragujevac y se erige en un documento emocionante.


Llegamos a otra obra maestra, “La gran guerra” (La grande guerra, 1959), film realizado por el gran Mario Monicelli y León de Oro en el Festival de Venecia de 1960. Es una ridiculización del ejército italiano de la Primera Guerra Mundial que deviene en una medida y extraordinaria tragicomedia con una prodigiosa interpretación de Vittorio Gassman y Alberto Sordi. La contradicción de la guerra aparece en toda su crudeza en el irónico personaje de Landrú, del que Claude Chabrol nos ofrece una interesante aunque frustrada versión cinematográfica. Lástima, porque esta película hace bueno el proverbio de “que si matas a un hombre serás un asesino, si matas a un millar serás un héroe”. Los crímenes de Landrú se vuelven ridículos en el contexto de 1914-1918, y el famoso asesino de mujeres no pasa de ser un modesto artesano ante la industria genocida de la Gran Guerra.


En 1964, Joseph Losey crea otra obra maestra en la durísima “King and country”, con interpretaciones rayanas en la perfección de Dirk Bogarde y Tom Courtenay, sobre la ejecución de un soldado para servir como ejemplo a sus compañeros. La gratuidad de la “justicia”, el sistema de clases en el ejército británico de la Primera Guerra Mundial, la crueldad que engendra la guerra en oficiales y soldados etc., constituyen un vasto panorama que ayuda a desentrañar esa barbarie organizada.


El mismo tema es tratado en la aclamadísima, justamente, y prohibidísima durante años “Senderos de gloria” (Paths of glory, 1959). La primera obra maestra del genial Stanley Kubrick. Despues de una misión fallida, un general, para desahogar su propia ambición frustrada, manda fusilar a tres de sus soldados escogidos al azar. La condenación de la casta militar, del poder personal y de la gratuidad del mismo, otorga un valor universal y actualísimo al insoslayable film. Destaca también su penetración psicológica, apoyada en unos diálogos secos, exactos y expresivos. El virtuosismo técnico de Kubrick es un plus añadido. Inolvidables los travellings en las trincheras.


De 1967 es “L’Horizon”, de Jacques Rouffio, un film muy olvidado en el que el protagonista está muy lejos del héroe conquistador de “El gran desfile”. Jacques Perrin es un ser humano en evolución enfrentado a sus propias contradicciones: su incapacidad de rebelarse ante la movilización, su resignación consciente, el espíritu guerrero contagiado por el uniforme. Un hombre real que cambia con las circunstancias. Un film realmente amplio y sugerente, que pasa del problema individual  a consideraciones mucho más vastas, como la contribución de la Gran Guerra a la emancipación de la mujer – aquí la película es tramposa - , a la lucidez como arma fundamental para solucionar problemas como la guerra organizada en los que desempeña tan importante papel la estupidez humana. Un film más bienintencionado que logrado.

Luis Betrán

Este texto ha consultado el “Diccionario de los cineastas” de Georges Sadoul.

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