miércoles, 2 de julio de 2014

DOSSIER MELODRAMA CLÁSICO (X)


Si al citar la biopic quedaban apuntados los reflejos políticos que se podían advertir tras las aparentemente más inocuas biografías, cabe suponer la existencia de un conjunto de obras que con aporte melodramático presentaban intenciones claramente políticas.

EL MELODRAMA NEW DEAL


De entre los films de este cariz existe un pequeño número que podríamos llamar melodrama rooseveltiano o de propaganda de la filosofía económica y política del equipo de Franklin D. Roosevelt, presidente U.S.A. desde 1930 a 1945. Las películas de estas características se agruparon en dos tipos de géneros cinematográficos: el melodrama y la comedia. Aunque en realidad buena parte de estas cintas tenían un pie en cada lado y no existía solución de continuidad entre ambos. Cada film contenía casi en iguales proporciones el espíritu  del melo y el de la comedia.


No es cuestión de hacer un análisis histórico del porqué existió un cine del “new deal”, palabras casi mágicas que resumían la política rooseveltiana , lo cierto es que las películas que podemos cobijar bajo tal denominación no fueron muchas en número pero si que tuvieron fuerte significado. Los años culminantes fueron el período  1932-1939. Comenzada la guerra el melodrama “new deal”, siempre presentado bajo una capa de bonhomía, puso cara de circunstancias y acabó derivando en el melodrama bélico. Había que mantener la ilusión y el optimismo de los ciudadanos pero lógicamente en los años de batalla el significado debía ser otro. El millonario insolidario y corrupto dejaba de ser el enemigo para ser sustituido por el nazi o el japonés…..y años más tarde por el hombre allende el telón de acero. 


Las connotaciones puramente melodramáticas del “new deal” no fueron las mismas que se significaron en la comedias de idéntico apellido. En el melodrama familiar los deseables objetivos de familia, trabajo y propiedad privada podían conseguirse mediante la aplicación constante del esfuerzo individual en una sociedad estructurada de forma  tal que los hombres que aplicaron ese constante esfuerzo individual conseguirían el éxito  porque no había impedimentos creados por la propia sociedad. Eran herederos del espíritu pionero. La tierra de las mil oportunidades en el espacio de nadie. Un terreno a ocupar. Una raíz a arrancar o un camino a recorrer. 


Pero el melodrama “new deal” hablaba del poder corruptor del dinero y de cómo para la consecución de la felicidad individual y colectiva había que bordear las pirámides de dólares. Hasta entonces el melodrama familiar soslayaba cualquier aspecto moral en cuanto a la tendencia hacia la riqueza, siguiendo la óptica protestante que tanto ayudó al desarrollo del capitalismo que consideraba los bienes como premio al trabajo y al esfuerzo. El melodrama familiar consideraba pues el dinero como la indiscutible consecuencia  a una moral de vida. Por el contrario el “new deal” – por razones que excederían estas líneas – siguiendo las conveniencias  políticas del momento, estimó en sus películas que el dinero era segura fuente de corrupción y que solo las recuperación de una supuesta pureza en el hombre, sobre todo en el hombre americano, devolvería la fuerza perdida por la sofisticación de la vida yanqui de los pasados años y por el deterioro de la justicia en la aplicación de las leyes – las leyes no se cuestionan -. El melodrama del “new deal” presenta las desdichas del héroe provocadas por una situación social injusta, pero esta injusticia nunca deberá ser una invitación a la revolución, sino una vuelta a los principios de la democracia, tal y como figura en la Constitución americana. Este planteamiento denuncia claramente el objetivo principal de este cine: cerrar el paso al socialismo e unos momentos, tras la de principios de los treinta, que parecía campo abonado para la extensión de cualquier doctrina  de la izquierda. Había que devolver la confianza en el sistema y para ello nada mejor que acumular dificultades en la vida del héroe – que otra vez no pasaba de ser “un rostro en la multitud” – para que pudiera superarlas con el único apoyo del propio sistema, una vez purificado de la ganga nociva que lo había mixtificado. 


Este regeneracionismo se expresó vivamente a través de melodramas. No es tampoco el único proyecto regenerador que se ha expresado por semejante vía. El “new deal” propició obras que impulsaban al público a creer en una política que volvía a la sencillez de la vida, al canto a la lucha individual cuyo premio no sería la riqueza sino la solidaridad colectiva. Se podía evitar la invasión de las ideas comunistas si la bondad del sistema hasta entonces vivido volvía a funcionar libre de trabas. ¿Y quién lo haría funcionar?. El pequeño héroe, oscuro militante de la primera legión, la de los ciudadanos caminantes con su cargamento de sinceridad, sonrisas y lágrimas. Ese y no otro sería el aprendiz de brujo  que si sabía dominar las tempestades y limpiar una atmósfera que para el americano medio o pobre se había vuelto irrespirable y corrupta. En la comedia el análisis  no fue especialmente riguroso, y el “malo” se circunscribió al millonario cascarrabias más propio de cuento que de otra cosa. Pero en el melodrama el “new deal” alumbró obras más consistentes. “¿Little man and now what?” y “Let the freedom sing” aportaban la esencia final de la política del “new deal” predicada por Roosevelt, y en ellas la lucha por la “limpieza” se hacía patente a través del combate individualizado en bien de la comunidad y de la recuperación de una dignidad perdida. No sería el tosco representante del socialismo – “¿Little man and now what?” – ni el terrateniente demagogo y paternalista – “Let the freedom sing” – quienes levantarían al hombre hundido por los desastres de la contienda del dinero, sino el pequeño industrial antimonopolista y emprendedor – “¿Little man and now what?” – o el héroe juvenil capaz de usar por igual la cabeza y los puños – “Let the freedom sing” – los que secarán las lágrimas por tanta calamidad pasada y propondrán una honesta oportunidad de concebir la vida como algo más que una acumulación de dinero.

Luis Betrán

2 comentarios:

  1. Luis, enhorabuena por tus comentarios en torno al melodrama.
    Deberías de remitirlos a un editor para su publicación, puesto que han de interesar a más de un estudioso.

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    1. Gracias Julio por el comentario. Están siendo remitidos y, espero, que antes de final de año estén publicados.

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