Si al citar la biopic quedaban apuntados los reflejos
políticos que se podían advertir tras las aparentemente más inocuas biografías,
cabe suponer la existencia de un conjunto de obras que con aporte melodramático
presentaban intenciones claramente políticas.
EL MELODRAMA NEW DEAL
De entre los films de este cariz existe un pequeño número
que podríamos llamar melodrama rooseveltiano o de propaganda de la filosofía
económica y política del equipo de Franklin D. Roosevelt, presidente U.S.A.
desde 1930 a 1945. Las películas de estas características se agruparon en dos
tipos de géneros cinematográficos: el melodrama y la comedia. Aunque en
realidad buena parte de estas cintas tenían un pie en cada lado y no existía
solución de continuidad entre ambos. Cada film contenía casi en iguales
proporciones el espíritu del melo y el
de la comedia.
No es cuestión de hacer un análisis histórico del porqué
existió un cine del “new deal”, palabras casi mágicas que resumían la política
rooseveltiana , lo cierto es que las películas que podemos cobijar bajo tal
denominación no fueron muchas en número pero si que tuvieron fuerte
significado. Los años culminantes fueron el período 1932-1939. Comenzada la guerra el melodrama
“new deal”, siempre presentado bajo una capa de bonhomía, puso cara de
circunstancias y acabó derivando en el melodrama bélico. Había que mantener la
ilusión y el optimismo de los ciudadanos pero lógicamente en los años de
batalla el significado debía ser otro. El millonario insolidario y corrupto
dejaba de ser el enemigo para ser sustituido por el nazi o el japonés…..y años
más tarde por el hombre allende el telón de acero.
Las connotaciones puramente melodramáticas del “new deal” no
fueron las mismas que se significaron en la comedias de idéntico apellido. En
el melodrama familiar los deseables objetivos de familia, trabajo y propiedad
privada podían conseguirse mediante la aplicación constante del esfuerzo
individual en una sociedad estructurada de forma tal que los hombres que aplicaron ese
constante esfuerzo individual conseguirían el éxito porque no había impedimentos creados por la
propia sociedad. Eran herederos del espíritu pionero. La tierra de las mil
oportunidades en el espacio de nadie. Un terreno a ocupar. Una raíz a arrancar
o un camino a recorrer.
Pero el melodrama “new deal” hablaba del poder corruptor del
dinero y de cómo para la consecución de la felicidad individual y colectiva
había que bordear las pirámides de dólares. Hasta entonces el melodrama
familiar soslayaba cualquier aspecto moral en cuanto a la tendencia hacia la
riqueza, siguiendo la óptica protestante que tanto ayudó al desarrollo del
capitalismo que consideraba los bienes como premio al trabajo y al esfuerzo. El
melodrama familiar consideraba pues el dinero como la indiscutible
consecuencia a una moral de vida. Por el
contrario el “new deal” – por razones que excederían estas líneas – siguiendo
las conveniencias políticas del momento,
estimó en sus películas que el dinero era segura fuente de corrupción y que
solo las recuperación de una supuesta pureza en el hombre, sobre todo en el
hombre americano, devolvería la fuerza perdida por la sofisticación de la vida
yanqui de los pasados años y por el deterioro de la justicia en la aplicación
de las leyes – las leyes no se cuestionan -. El melodrama del “new deal” presenta las desdichas del héroe
provocadas por una situación social injusta, pero esta injusticia nunca deberá
ser una invitación a la revolución, sino una vuelta a los principios de la
democracia, tal y como figura en la Constitución americana. Este planteamiento
denuncia claramente el objetivo principal de este cine: cerrar el paso al
socialismo e unos momentos, tras la de principios de los treinta, que parecía
campo abonado para la extensión de cualquier doctrina de la izquierda. Había que devolver la
confianza en el sistema y para ello nada mejor que acumular dificultades en la
vida del héroe – que otra vez no pasaba de ser “un rostro en la multitud” –
para que pudiera superarlas con el único apoyo del propio sistema, una vez
purificado de la ganga nociva que lo había mixtificado.
Este regeneracionismo se expresó vivamente a través de
melodramas. No es tampoco el único proyecto regenerador que se ha expresado por
semejante vía. El “new deal” propició obras que impulsaban al público a creer
en una política que volvía a la sencillez de la vida, al canto a la lucha
individual cuyo premio no sería la riqueza sino la solidaridad colectiva. Se
podía evitar la invasión de las ideas comunistas si la bondad del sistema hasta
entonces vivido volvía a funcionar libre de trabas. ¿Y quién lo haría
funcionar?. El pequeño héroe, oscuro militante de la primera legión, la de los
ciudadanos caminantes con su cargamento de sinceridad, sonrisas y lágrimas. Ese
y no otro sería el aprendiz de brujo que
si sabía dominar las tempestades y limpiar una atmósfera que para el americano
medio o pobre se había vuelto irrespirable y corrupta. En la comedia el análisis
no fue especialmente riguroso, y el “malo” se circunscribió al
millonario cascarrabias más propio de cuento que de otra cosa. Pero en el
melodrama el “new deal” alumbró obras más consistentes. “¿Little man and now
what?” y “Let the freedom sing” aportaban la esencia final de la política del
“new deal” predicada por Roosevelt, y en ellas la lucha por la “limpieza” se
hacía patente a través del combate individualizado en bien de la comunidad y de
la recuperación de una dignidad perdida. No sería el tosco representante del
socialismo – “¿Little man and now what?” – ni el terrateniente demagogo y
paternalista – “Let the freedom sing” – quienes levantarían al hombre hundido
por los desastres de la contienda del dinero, sino el pequeño industrial
antimonopolista y emprendedor – “¿Little man and now what?” – o el héroe
juvenil capaz de usar por igual la cabeza y los puños – “Let the freedom sing”
– los que secarán las lágrimas por tanta calamidad pasada y propondrán una
honesta oportunidad de concebir la vida como algo más que una acumulación de
dinero.
Luis Betrán
Luis, enhorabuena por tus comentarios en torno al melodrama.
ResponderEliminarDeberías de remitirlos a un editor para su publicación, puesto que han de interesar a más de un estudioso.
Gracias Julio por el comentario. Están siendo remitidos y, espero, que antes de final de año estén publicados.
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