miércoles, 20 de noviembre de 2013

ANIVERSARIOS, CENTENARIOS, OBITUARIOS, EFEMÉRIDES (Y II)

MANOLO ESCOBAR

Pocas veces he leído tantas majaderías como en la triste circunstancia del fallecimiento del popular tonadillero. Como era de esperar en la España de Franco sin Franco (gobierna desde el cielo, sin duda a la vera de Dios padre, como pensarán los catolicazos, monseñor Rouco Varela – al carajo, ya era ahora- los enamorados de una ideología – el franquismo – que como me enteré no hace mucho es tan respetable como cualquier otra -¿nazismo, fascismo, estalinismo, maoísmo? – ministros y sujetos del Opus Dei y demás personal del que muy a gusto algunos, el que suscribe, podríamos vivir sin necesidad de sufrirlos en el día a día). Ignoro si Manolo Escobar fue una buena persona o no. Jamás le conocí ni mucho menos almorcé con él. Lo que si se es que compartió con el Raphael (el cantante phantástico, phenomenal y phabuloso) el dudoso honor de ser la voz canora del franquismo con Franco. Cantaba el buen hombre espantosas canciones – “El Porompompero”, “Mi carro”, “!!Que viva España¡¡” (que le birló a una cantatriz holandesa, lo que nunca se dice ni se escribe), “No me gusta que en los toros te pongas la minifalda” (claro, él hubiera preferido los pololos) -, representaba a la España más cañí y panderetera, y fue el más “eximio” representante de la “canción ratonera”, en afortunada definición de Manuel Vázquez Montalbán. Protagonizó filmes que da vergüenza solo el nombrarlos y en los que, menos mal, jamás pretendió ser actor. Descanse en paz, claro que sí, aunque yo no le echare de menos. Villano que es uno.

CARLO LIZZANI

Notable cineasta italiano al que le tocó, como a tantos otros de su maravilloso país, defraudar en más de una ocasión las esperanzas que despertaron películas tan notables como “Achtung banditi” (1950), “Cronache di poveri amanti” (1954, excelente adaptación de un relato de Vasco Pratolini), “Il processo di Verona” (1963) o “L’oro di Roma (1961). En el caso de “El proceso de Verona” , con la colaboración de una extraordinaria Silvana Mangano, llegó a rozar la obra maestra y se adelantó a lo más florido de los popes del realismo crítico (Rosi, Zurlini, De Seta….en sus obras maestras “Salvatore Giuliano”, Cronacca familiare” o “Banditi a Orgosolo”), a la vez que se alejaba de los postulados neorrealistas ya entonces obsoletos. Luego evolucionó a un thriller de izquierdas en las interesantes “Svegliatti e uccidi” (1966, tambien con la colaboración aquí de una excelsa Lisa Gastoni), “Banditi a Milano” (1968), “L’amante di Gramigna” (1968) o “Torino nero” (1968). Su “Mussolini ultimo atto” (1974) fue un baldío intento de regresar al historicismo de “El proceso…..”, y aunque no resultó una mala película tampoco rebasó la medianía con el agravante de que Il Duce fue interpretado por el casi siempre insufrible Rod Steiger. Spaghettis-westerns, giallos y marranadas de similar jaez probablemente le garantizaron la pitanza. No se lo tengamos en cuenta. Lizani, un comunista hasta el último aliento, merece ciertamente un respeto.

EDITH PIAF

Odié a Marion Cotillard por haber profanado la sacrosanta memoria de “la môme”. Luego comprobé que había sido injusto con una actriz estimable que nunca debió aceptar un reto de imposible victoria. Para los franceses y, por ejemplo, sus vecinos del sur de Europoa (“los Pirineos por fin guillotinando, la fina Francia, la brutal España”, Blas de Otero, gran verdad). Ni entro ni salgo en todo el amarillismo que rodeó a la inmensa Piaf. Ella fue la más genial y dramática intérprete de aquella portentosa “chanson” en la que reinó entre las féminas. Jamás la vi en vivo y en directo, pero actuó en España. ¿Dónde?. En el mismo programa de la televisión franquista en blanco y negro por el que tambien dejó su impronta el más genial y dramático intérprete (y poeta) de aquella portentosa “chanson” en la que reinó entre los machos: Jacques Brel. El programo citado se llamó “Amigos del martes, luego del lunes”, lo realizaba Arthur Kaps y lo presentaba Franz Johan (“los vieneses”). Tanto Piaf  como Brel cantaron en vivo y sin playback alguno.

Conservo todo lo que existe en dvd de aquella mujer, baja de estatura, baqueteada por la vida, adicta al alcohol y a las drogas, y que se metamorfoseaba en un escenario (el Olympia, el Bobino….) con su eterno vestido negro de extraño escote. Verla, y oírla, cantar “Milord”, “Padam”, “Misericorde”, “Hymne a l’amour”, (escrita por ella misma), “Exodus”, “Johnny tu n’est pas un ange”, “Mon Dieu”, “La foule”, “C’est en Hambourg”, “Non je nén regrette rien”…..y tantas otras, es una experiencia que nunca ha dejado de hacerme temblar de emoción. Mejor olvidarse de sus escasos acercamientos al cine, con la excepción de sus “cameos” en el estupendo “Napoleón” de Sacha Guitry o en la obra maestra de Jean Renoir “French Can-Can”.

THE BEATLES

Confieso que estoy hasta el gorro de la avalancha de loas, alabanzas y “miles gloriosus” con motivo de no se cual aniversario de la disolución del “mítico” grupo poprock de Liverpool. Sucede que a mi el rock me gusta más bien escasamente y el pop ni aún eso. Así que me uno al excelso cineasta inglés (de Liverpool, por supuesto) Terence Davies – uno de los cinco o seis que más me fascinan actualmente y del que no he visto (y han sido todas) una película que no sea buena, muy buena o extraordinaria – cuando en su exuberante y más o menos autobiográfica “Of time and the city” (acaso primus inter pares en su breve filmografía) afirma jocundamente “que cuando escuché por primera vez a The Beatles, me aficioné instantáneamente a la música clásica”. Bueno, no seré tan severo. En su extensísimo cancionero hay diez o doce piezas de Lennon, Mac Carney o Harrison que me parecen muy agradables: “Yesterday”, “Girl”, “Michelle”, “Eleanor Rigby”, “Something”, “A day in the life”, “Lucy  in the sky with the diamonds”, “Here comes the sun”. “Hey Jude”, “Let it be”……….que conviven con horrores como “Help”, “Obladi, oblada”, “Yellow submarine”, “She loves you”.
En cualquier caso debo ser el más excéntrico de los mortales ya que no poseo ni un solo cd del celebérrimo cuarteto. Que le vamos a hacer, ninguna de esas canciones me parece comparable a, por ejemplo, “Bridge over trouble water” de Simon y Garfunkel. Para mas inri mi nula empatía con ellos se agrava con las terribles películas que hicieron con el tan a menudo terrible Richard Lester. “Que noche la de aquel día” y “Help” fueron en la época en la que la beatlemanía arrasaba consideradas como “geniales” (¿????????), e incluso algún crítico llegó a escribir que The Beatles superaban a los mismísimos Hermanos Marx. Espero que con el paso del tiempo nadie ose hoy proclamar tamaña estupidez. El inefable García Márquez (el más sobrevalorado de los escribidores latinoamericanos) llegó a redactar en la tribuna de “El País” “que los mejores músicos de la Historia habián sido Johan Sebastian Bach y……Lennon y Mac Carney. Ni perdono ni olvido.

MARILYN MONROE

El que lo desee que escuche la canción del nonagenario Pate Seeger “Who killed Norma Jean” y nos ahorramos la crónica negra en torno a miss Monroe. Terenci Moix escribió una novela, más bien floja, titulada “El día que murió Marilyn” en la que rindió pleitesía a la “mayor diosa del cine”. Y en esas seguimos. No creo ser cabronecete pero otra vez me toca ser “el abogado del diablo”. Fïsicamente Marilyn , guapa y rotunda de formas, no deja de recordarme a una de tantas barbies del cine americano. Y no fue en absoluto una buena actriz. Podía defenderse bien en comedias inocuas del tipo “Como casarse con un millonario” o en otras de sabor más agridulce como “Bus stop”. No se comía para nada a Laurence Olivier en “El príncipe y la corista”, pero ella si que era devorada por Jack Lemmon y Tony Curtis en la memorable “Some like it hot”. Su gran rol dramático se lo sirvió su maridísimo Arthur Miller en la sobresaliente “The Misfits” de John Huston………, que no fue la obra maestra que bien pudo ser justamente por el ridículo y molesto personaje que le endilgó el autor de “La muerte de un viajante”. Estos inadaptados o “vidas rebeldes” hustonianos son Clark Gable (en su mejor, y última, prestación dramática), el ya roto Montgomery Clift, los desencantados Eli Wallach o Thelma Ritter, pero en ningún momento Marilyn que estorba hasta en sus gritos ecologistas sobre los caballos en la portentosa secuencia que cierra el film.

No me gustan The Beatles, no adoro a Marilyn. No, yo no quiero ser políticamente incorrecto. ¡Ay, la edad!. Estoy pirado. ¡¡Socorro, Help, Au secours, Aiuto¡¡.

Luis Betrán.

4 comentarios:

  1. Luis, a mí tampoco me gustan los Beatles. Su música me parece dengue y su estilo algo cursi.
    Reconozco que melodías como "Yesterday" tienen su mérito y, sin rubor, puede ser calificadas de "bonitas".
    Ahora bien, eso no justifica que el grupo haya de ser reputado como el de unos genios del pasado siglo XX.

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  2. Lo mismo pienso yo, amigo Julio. Por cierto ¿has visto la película que cito "Of time and the city" del gran Terence Davies?. Nunca se estrenó en Zaragoza, pero es de una belleza apabullante. Como todo lo que lleva filmado este eminente outsider británico.

    Gracias por el comentario y saludos.

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  3. Descanse en paz ese gran cantante popular que solo un izquierdoso de salón puede despreciar.

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  4. Lo que usted diga. Estoy gordo de no discutir y menos lobos con el apellido. Saludos con el poropompero.

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