En Zaragoza se tiene poco aprecio por Luis Buñuel y sus películas, salvo en lo que a los cinéfilos se refiere. La crítica actual – mejor olvidar la del pasado – respeta a Buñuel….pero ¿por cuanto tiempo?. Teniendo en cuenta que al maestro le importó siempre un rábano la teoría de la puesta en escena, la política de los autores y “Cahiers du Cinéma” las cosas pueden cambiar en cualquier momento. Además Buñuel era español e hizo cine en su país, en México y en Francia. A lo peor un día leemos en revistas tan horripilantes como “Dirigido” que su única buena película fue “The Young one”, que para eso era usaca. No tendrá la menor importancia, salvo para aquellos que la citada Cahiers y sus clones hispanos constituyen dogmas de fe. SDurrelismo puro y duro. Buñuel fue “ateo por la gracia de Dios”. Mal asunto para Chorizistán en la que gobiernan los franquistas sin Franco
LOS MULTICINES BUÑUEL CERRARON EL 5 DE JULIO DE 2007
UN SENTIDO HOMENAJE
DE 1.977 A
1.980.- AUGE Y DECADENCIA
En los años sesenta y setenta, todo aficionado al cine que visitaba Paris quedaba admirado de los cines múltiples: pequeñas – y aún pequeñísimas - salas reunidas en un solo local, con equipos de proyección únicos. Los duplex, triples, y aún quíntuples permitían hacer rentables films que de otra manera no hubieran llegado a salas donde los gastos generales resultan, lógicamente, más altos que la escasa proporción que les toca en los múltiples tras el reparto de la totalidad de aquellos.
De pronto en Zaragoza surge la noticia de que se están construyendo cuatro minicines o multicines de esas características. El emplazamiento, al final de Francisco Vitoria, cerca del Camino de las Torres – todavía recorrido parcialmente por una acequia – es céntrico pero sin excesivo valor comercial. El anuncio de que se iban a instalar estos cines trajo consigo un cúmulo de reacciones que situaban a la ciudad a la altura mental de la villa de “Gigantes y cabezudos”. Sin saber de que iba, como la Pilar de la zarzuela – ¡porqué Dios mío no se leer¡ - ante la carta indescifrable de su amado; un cúmulo de declaraciones – y lo que es peor de acciones – se hicieron de dominio público. El quid de la cuestión estaba en que los tales multicines no pertenecían a ninguna de las dos poderosas empresas de Zaragoza – la de los tranviarios y la de los militares (1) -, y para colmo de males la explotación y construcción parecía estar ligada a un partido político soportador durante cuarenta años de los valores eternos del insulto, la calumnia, la infamia, la cárcel y la eliminación física (2). Para cortarles el paso - ¡que mal calcularon la fuerza del enemigo¡ - inventaron la historia de que se iban a dedicar a cines porno. Esta estulticia era favorecida por quienes, a solo quinientos metros, mantenían el cine Palacio cuya vocación por los sex-films era superior a la de San Francisco Javier por convertir orientales. La hoja parroquial de Santa Engracia se hizo portavoz de semejante ultraísmo. Que si no se iba a poder andar por la calle a causa de las gentes que iban a ir allí -¡esos cines que se los lleven a otro lado¡ - porque los depravados sexuales cumplirían con su triste trabajo hasta hacer imposible incluso el aparcamiento (¿?). Cualquiera que conozca la calle Francisco Vitoria sabe que la “gens” que la habita en su lado de diversión es propia de bares, discotecas y disco-clubs. Amigos de Travolta pero poco de Resnais y similares.
Una vez superadas las trabas
administrativas – si cumplían o no el reglamento de 1.934 o de 1.937 – y
prometido que dichos cines se dedicarían no a la explotación de los bajos
instintos, como temían las buenas gentes de derecha, sino a la cultura, - o
sea, a un objetivo tan extraño al medio – pudieron inaugurarse los multicines,
acogidos al sacrosanto nombre de Luis Buñuel, en abril de 1977. Tan señalado
momento histórico sirvió para que en sus distintas salas se vieran como debut “La Edad de Oro”/”Simón del
desierto”, “La gran comilona”, “La encajera” y “La batalla de Chile” primera
parte “La insurrección de la burguesía”, título profético como luego veremos.
(3) Las salas respondían al modelo
francés de funcionalidad absoluta. Solo servían para ver cine. Paredes
desnudas, butacas cómodas, pantalla colgante sin telones, buen sonido, buena
proyección, versión original subtitulada, ambiente acogedor enormemente
apropiado para su uso y disfrute. El paraíso del cinéfilo, en principio. Pero
tras las sesiones inaugurales la euforia va decayendo. El ciclo Bogart, el
ciclo “nuevo cine alemán” (4), el musical, dejaban paso a un ciclo Saura de
circunstancias.
Pronto se vio cuan infundados
eran los temores que habían precedido a su inauguración. Había sitio para
aparcar y la salida al término de las sesiones mostraba a tres y al de la
guitarra – barbas, pelliza, lentes – que para colmo no tenían ni coche. La
burguesía, naturalmente, no quiso saber nada. Los multicines empezaron a verse
frecuentados por un público muy localizado – y muy escaso – y las sesiones
fueron la reunión de una docena de soledades. Por otra parte la proyección, de
innegable valor cultural e informativo – todo hay que decirlo – no se veía
siempre acompañada por la amenidad, y es bien sabida la existencia de una
teoría que muchos defienden y pocos desmienten de que no existe cine bueno ni
malo sino entretenido y aburrido. Como las desgracias no vienen
solas, el suelo del hall, interior y exterior, se vio presa de una inundación
que obligó a levantar todo el enmaderado y sustituirlo por ladrillo. Se tomaron soluciones, se buscó
la película juvenil. Al igual que la Joven
Guardia Roja (5) creía atraer adeptos con conciertos de rock
en sus mítines, los Buñuel montaron ciclos con horribles películas que, a falta
de otra cosa, daban marcha al cuerpo, a la espera de que por este camino se
llenarían las salas. Algo de eso ocurrió con la inefable “Grease” (6),
proyectada como quién se agarra a la tabla de salvación económica. Hay que
decir que previamente habían abjurado de la versión original y la película doblada podía tener carta de
naturaleza en el hasta entonces templo de la versión original. De cualquier
forma, salvo “Grease”, tampoco la película rock ha añadido laureles ni ha
quitado números rojos. El semblante de la señora viuda de Julián Grimau (7),
encargada y anfitriona amabilísima y educadísima de los Buñuel , se había
vuelto sombrío. Ciertamente los Buñuel han
surgido en un momento en el que al desaparecer la legislación de las películas
en versión original, éstas tan apenas figuran en las listas de material. No hay
films importantes y los que existen están en manos de potentes distribuidoras
contratadas en exclusiva con las grandes empresas. Quedan las distribuidoras
especializadas, a la espera de una legislación más benigna, pero, mientras
tanto, tiempos duros.
Para los aficionados al cine en
Zaragoza, raza a extinguir, la apertura de los Buñuel suponía un rayo de
esperanza en la mediocridad de esta ciudad. Se pensó que la imaginación llegaba
al poder aún en una parcela tan limitada. Por ello esta falta de firmeza en su
desarrollo supone una innegable desilusión. Política de parcheo que ha
continuado con la proyección de los
films que dejan libres el Goya y el Fleta. Vamos, algo así como unos
sustitutos del Alambra y del
Actualidades, lo que hace gritar una vez más aquello de ¡no es eso¡¡ ¡no es
eso¡ (8). La simbólica bajada de pantalones de los Multicines Buñuel es una de
las pruebas más concluyentes de la miseria cultural de la ciudad. Habrá que
esperar a una política de protección de estas salas – improbable salvo extraños
acontecimientos en el período 1979/1983 – y que sean las únicas que
desarrollen una labor cultural
cinematográfica de cierta entidad para ver si así se afianza el camino y todos
saben a que atenerse. La cuestión es llegar vivos. Entretanto “el cielo puede
esperar” (9). No fue así. Como bien sabemos es triste
recordar ese pasado y contemplar el presente. Veánse las carteleras de la Zaragoza del nuevo
milenio. Bazofia yanqui y poco más. Las
salas Renoir que parecieron recoger el testigo de los Buñuel, bien pronto
abandonaron la versión original subtitulada. No podían hacer otra cosa. Al
público mayoritario le horrorizaba. En 2009 proyectan un film en VOSE
únicamente las sesiones de los jueves.
Luis Betrán
1) Zaragoza Urbana y Parra,
respectivamente
2) Obviamente el Partido
Comunista de España (PCE)
3) L’age d’or (1930, Luis Buñuel
y Salvador Dalí), “Simón del desierto” (mediometraje de Luis Buñuel no
concluido por falta de dinero, 1.964)
4)Películas derivadas del
“Manifiesto de Oberhausen” (1.962), cineastas como Alexander Kluge, Volker
Schlondorff, los hermanos Schamoni (Uli y Peter) y, más tarde, Werner Herzog,
Werner Schröter, Rosa Von Prauheim, Jean-Marie Straub, Rainer Werner
Fassbinder, Hans Jürgen Syberberg y un no corto etc.
5) Sección juvenil del PT (Partido
del Trabajo) de ideología maoista
6) “Grease” (1.978, Randal
Kleiser con John Travolta y Olivia Newton-John)
7) Julián García Grimau. Célebre
dirigente comunista detenido por la policía franquista en Madrid en 1962. Fue
conducido a la Dirección General
de Seguridad sita en la Puerta
del Sol y, tras diversas torturas, arrojado por la ventana. Como no falleció
del impacto, fue finalmente fusilado el 20 de abril de 1.963.
8) Frase contenida en el célebre
artículo “El error Berenguer”, publicado en el Diario “El Sol” el 15 de
noviembre de 1930 , de José Ortega y Gasset
9) Alusión a la película de Ernst
Lubitsch del mismo título (Heaven can wait, 1.943)
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ResponderEliminarGracias por el excelente comentario, Alekhine 64. Personalmente creo que se trata de un asunto político sin posible remedio. Al menos en los próximos años. Las salas continuaran desapareciendo y con ellas el cine. Porque el cine visto en nuestros receptores de televisión no es cine. El cine en 3D es un retorno a la barraca circense solo que carísimo. Con la complicidad, supongo que pagada, de los medios para el espectador en general y de las revistas especializadas para el cinéfilo, el futuro inmediato no creo que vaya a deparar otra cosa que no sea cine palomitero USA y la implantada cota de cine español. Habrá excepciones en Madrid y Barcelona, que irán deviniendo en extravagancias en provincias hasta desaparecer. La proyección, por ejemplo, en Zaragoza de una película como "La vie d'Adèle ha sido posible porque ganó la Palma de Oro en Cannes, pero, la anterior película del mismo director - el francotunecino Kechiche - "La Venus noire" permanece inédita incluso en las dos grandes capitales. En el fondo son las reglas del juego democrático. Ese cine de palomitas, superhéroes de Marvel, videojuegos etc. es el que prefiere la mayoría de espectadores que todavía acude a las salas. Ergo: pan y circo. Y, por encima de todo, fútbol. Nada nuevo, salvo que el pan puede acabarse. Cordiales saludos.
ResponderEliminarComo lectora habitual de tu blog no sabía que estuvieras otra vez enfermo, querido Luis (permíteme que te llame así, de leerte con frecuencia eres parte de mi familia virtual).
ResponderEliminarYo era usuaria de Cine Clásico (nunca dejaré de lamentar su desaparición) y tenía entendido que te habías curado, tal y como tú mismo nos habías anunciado públicamente.
Y así fue, amiga Marta pero recaí - algo habitual en los linfomas - , luego sufrí un trasplante de hígado y, la verdad, estoy hecho una birria pero sobrevivo aunque cada día más deteriorado. Ignoro lo que duraré, pero nunca me ha faltado la fuerza de voluntad. Gracias por tu interés y un abrazo.
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