jueves, 3 de enero de 2019

VICTOR SAVILLE



VICTOR SAVILLE

En la historia del cine británico Victor Saville ocupa un lugar, menor posiblemente, pero que merece nuestra atención por el género que le hizo famoso en los años 30 del pasado siglo y que yace sumergido en las más profundas aguas del olvido. Saville fue el creador de los mejores musicales ingleses durante la primera etapa del sonoro, trasladando a la pantalla todo el encanto y talento de intérpretes como Jessie Mathews, la estrella de “Compañeros de fatigas” (The good companions, 1933) y “Siempre viva” (Evergreen, 1934). Se impone evocar a la citada miss Jessie. Fue, salvando las distancias que no son cortas, una suerte de Fred Astaire femenino e inglesa, inglesísima. Era más bien feucha, o siendo benevolentes tenía carita de boba pero no desagradable. Cantaba de forma gallinácea pero ¡¡¡stop!!, bailaba estupendamente y se movía con tanta gracia y habilidad en un vals como en el mismísimo tap. Su éxito en la “pérfida Albión” fue apoteósico y bien que merecen ser revisadas sus películas, dirigidas o no por Victor Saville. Difíciles de encontrar, muy cierto. Yo las adquirí en Londres en dvds., lógicamente sin subtítulo alguno. No hace tantos años. Y pude comprobar que se vendían a ladies and gentlemen de mediana o casi (y hasta sin casi) tercera edad.

Victor Saville no se limitó al musical. Su filmografía se inicia en 1919 con “The story of oil” y continua en el cine silente, aunque ejerciendo tareas de productor hasta 1928 en la película “Tesha”. A partir de ese film, que nunca he podido encontrar por ningún lado, Saville va paulatinamente convirtiéndose en una de las grandes figuras del cine británico, casi capaz de competir con Alexander Korda ya que ejercerá las funciones de productor, director y guionista hasta 1935 alternando los musicales con melodramas victorianos o no, films de íntriga y comedias Un excelente artesano todoterreno. Mi conocimiento de esta gran etapa en su larga carrera es muy limitado. Pero “Michael and Mary” (1932) y “The faithful hearth” (1933) son comedias, con toques melodramáticos, de un notable ingenio y cuentan con una realización acusadamente estilizada. Huelga decir que tambien las ví en Londres, a través de las emisiones de la BBC, ya que mi trabajo me llevó a viajar a esa ciudad más de una semana durante unos 20 años. Añado, como podéis imaginar, que el cine no me supuso nunca ingresos que me hubiesen servido para alimentarme de manjares que no fuesen pipas de girasol, castañas pilongas o patatas fritas (de bolsa). Mala dieta.

Hasta 1940 continua en el Reino Unido y filma la magnífica “La mujer enigma” (The dark journey, 1937), su más sobresaliente film junto a la citada “Evergreen” y, sobre todo, produce “La ciudadela” (The citadle, King Vidor, 1938) y “Goodbye mr. Chips” (Sam Wood, 1939). Esta película, suficientemente conocida en la que el gran Robert Donat logra una interpretación conmovedora arrasa en las taquillas norteamericanas y conduce a Saville a Hollywood, primero en su faceta de productor, y después ya director al final de la Segunda Guerra Mundial. Nunca rebasará una categoría funcionarial, apto para un barrido como para un fregado. Lo mismo servirá para ilustrar el melodrama de Cronin “Los verdes años” (The green years, 1947) que la aventura iniciática en “Kim de la India” (Kim, 1950), aplicando su oficio con probidad, pero sin entusiasmo. Consciente, acaso, de que en la “fábrica de sueños” es un desubicado al que le están vedadas frivolidades artísticas.

Victor Saville puede y debe ser tenido en cuenta como un muy interesante cineasta por sus películas inglesas. Y por sus musicales, y por Jessie Matthews. Ignoro si “Evergreen” es localizable. Me permito la recomendación de buscarla. Sorprenderán la película, la estrella y la fastuosa realización en un matizado blanco y negro. Si. Hubo un musical inglés. Y Victor Saville y Jessie Matthews plantaron en él en él su indeleble huella.

Luis Betrán

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