sábado, 19 de enero de 2019

LA INSOPORTABLE PESADEZ DEL TEDIO



El lobo de Wall Street (2013)

Bien sabido es que el aburrimiento no es un estado de ánimo que pueda generalizarse. En uno de los textos de la semana pasada se hablaba de Marcel Proust y la “Recherche”, y no me dolían prendas en reconocer que había precisado tres intentos para conseguir leer, y disfrutar, entera la magna obra. Pues bien, conozco a un amigo que se la tragó a los 30 años, la repitió a los 50 y la adornó con la más que voluminosa biografía de Proust escrita por Georges Painter,  y a una muy alarmante mayoría que no ha pasado de Charles Swan. En música, en cine…..sucede lo mismo. Yo no me he aburrido nada con películas de tan enorme duración como “La condición humana” (Masaki. Kobayashi), “la Trilogía de Apu”(Satyajit Ray), “Satantango” (Bela Tarr), “Voces espirituales” (Aleksandr.Sokurov), “Milestones” (Robert Kramer), “Misterios de Lisboa” (Raúl Ruiz), “El zapato de raso” (Manoel de Oliveira), “La vie d’Adéle” (Kechiche)…….más el tedio me ha derrotado en tan cortas como insignificantes novelas: “El guardián en el centeno” (que cuenta los bobos pensamientos de un adolescente bobo que no medita más que en boberías), “El astillero” (tras ésta y “Juntacadaveres” jamás retorné a Santa María ni a Larsen ni a Brausen, tampoco a Región pero el ingeniero Benet las escribía mucho más largas). Y con el cine me salí de la proyección de “Avatar” (James Cameron) antes de los 40 minutos. Pasados ya de los 70 tacos me importa un ardite el tener que acabar por narices un libro o una película que o me irritan o me son  completamente indiferentes.

Hará como una década, más o menos, que en el Festival de Huesca comparecieron los veteranos críticos peliculeros Carlos Heredero, José Enrique Monterde y Orlando Mora (colombiano). El motivo fue un debate – que a lo postre no fue tal ya que al primer espectador (mira tú por dónde, era yo) que se le ocurrió formular una pregunta a tan ilustre triunvirato, una azafata le frenó en seco con la orden de ¡¡no hay tiempo ya para las preguntas que hay que ir a comer!! – sobre la aplicación al cine de la nueva (¿?) tecnología del 3D. El sr. Monterde, vehemente, arremetió justamente contra “Avatar” y fue respaldado con no escasa cautela por el sr Mora, en tanto que el sr. Heredero, tras acogerse a Umberto Eco (“Apocalípticos e integrados”), apoyó lo del cine “en relieve” arguyendo que incluso Martin Scorsese iba a filmar su próxima película (así fue, se trató de “La invención de Hugo”) en las dichosas 3D-. Monterde, que ya he escrito que no anduvo con chiquitas, le contrarreplicó: ¿Scorsese?, ya no es un director de cine sino un mercenario. Exabrupto que me sonó excesivo y que no comparto. Si acaso Marty (como le llaman los que han cenado con él) antes que mercenario sería mayordomo de……Leonardo di Caprio, buen actor ciertamente, aunque su fusión con el autor de “Taxi driver” haya funcionado regular.

Para nada quiero aparecer como un aguafiestas, pero esta película se ubica en el nivel más bajo al que ha llegado Scorsese. Una vez más la exageración, la truculencia, fuck, fuck, fuck, el desenfreno, fuck, fuck, fuck...hacen que no me crea que la vida de este caballero - por otra parte, individuo sin interés alguno - pudiera ser como nos la cuentan en tres inacabables horas Scorsese y Di Caprio. Film concebido "pour épater les bourgeois" y en el fondo más políticamente correcto que un engendro de superhéroes. La ¿crítica? española - clónica de Cahiers du Cinéma - la puso por las nubes PORQUE NO SE PUEDE HABLAR MAL DE UNA PELÍCULA DE SCORSESE. Hace ya años que el sujeto no da una a derechas y no es otra cosa que una venerable reliquia de un pasado que fue espléndido. El mismo caso de F.F. Coppola. Sé que el aburrimiento es meramente subjetivo, pero hacía mucho tiempo que no miraba tanto el reloj durante una proyección. Un guión horripilante, como de costumbre en los bloquebusteres, se impone incluso a un payasesco Di Caprio que no nació ni para la comedia ni para la parodia. Un show de horterismo yanqui modelo Las Vegas, una apoteosis de mal gusto, grosería y ordinariez rematada por la presencia de ese tipo con cara de idiota y que solo sabe hacer de idiota: Jonah Hill. Algunas secuencias producen vergüenza ajena.

Si a estas alturas Scorsese no supiese donde poner la cámara andaríamos aviados, pero ¿la pone él o Di Caprio para su narcisismo exhibicionista? Probable que le den el Oscar, es una de esas interpretaciones "bigger tan life” que tanto gustan a los conservadores de Jolibú.. No le dieron el monigote dorado cuando lo merecía: a los quince años en ¿Quien ama a Gilbert Grape?, ya más que treintañero en "Revolutionary road". Y no, la película no me parece buena sino mala hasta decir basta. 

Luis Betrán

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