ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD ( Y 5)
A lo largo
de los años, Welles, ha trabajado como actor infatigablemente, interpretando
muchas veces dos y tres películas por año. Su más impactante presencia fue en
la obra maestra de sir Carol Reed “El tercer hombre” (1949), según un relato de
Graham Greene. Aunque sus incondicionales dijesen lo contrario Welles,
honestamente, siempre admitió que él no filmó un solo plano de la mítica
película ni dio consejo alguno al director británico. Queda la duda de la
famosa réplica del reloj del cuco, que ni Welles ni Reed aclararon a quién
pertenecía. Resultó notable su abogado de la interesante “Impulso criminal”
(Richard Fleischer, 1959) y, ciertamente, sus mejores interpretaciones –
exceptuando “Arkadin”, “El extraño” o “La dama de Shangai” – coincidieron en
films dirigidos por él mismo: “Ciudadano Kane”, “Otelo”, “Sed de mal”,
“Campanadas a medianoche” o “Una historia inmortal”. Sobre el resto me reservo
la opinión. Tambien apareció en publicidad y en lo que fuese. El dinero le era
muy necesario y no siempre para llevar a cabo sus obras como director.
“Una
historia inmortal” (1968) nos presentó a mr. Clay, otro heredero de Kane y
Arkadin. La cinta no tuvo éxito pero es muy bella. Basada en un cuento de su
muy admirada, y con razón, Isak Dinesen,
el film se sustenta en una magnífica escritura, y es breve, clásico y casi
perfecto, con un excepcional uso del color y una sensualísima Jeanne Moreau.
Welles poseyó una voz rica e inimitable, de espléndida dicción y ello le sirvió
para leer el comentario de varias películas. Fue así como entró en contacto con
François Reichenbach y de su colaboración nació la fraudulenta “Fraude” (Fake/Quetion
mark, 1973). A Welles le interesó el material rodado en 16 mm. por Reichenbach
para una serie de televisión sobre dos
grandes estafadores: Elmyr de Hory y Clifford Irving.
En “Fake”,
Orson se reviste, una vez más, de una desmesurada egolatría, se caracteriza a sí
mismo como un demiurgo infalible de una genialidad no cuestionable. Además el
film resulta tedioso en la parte referente a Clifford Irving. A mí, desde
luego, me es por completo indiferente si el tal mr. Irving falsificó o no la
biografía de Howard Hugues. Muy distinto es Elmyr de Hory que exhibe carisma,
amaneramientos mil y simpatía a raudales en su profesión de falsificar,
pintando muy bien, a grandes maestros del impresionismo y la modernidad.
Señores, por cierto, infinitamente más importantes que el rey del dólar y ligón
de actrices Howard Hugues. “Fake” tiene un momento de cine magnifico, e incluso
de humildad y modestia, aquel en el que Welles observa a distancia la catedral
de Chartres y pronuncia el elogio de los desconocidos artistas y artesanos que
construyeron y decoraron tan glorioso monumento gótico.
De sus
películas inacabadas, no me abstendré de aseverar que el montaje del infame
Jesús Franco del material de “Don Quijote” es horrible y que los 20 minutos que
se conservan, sin montar, de “The other side of the wind” constituyen una
vergüenza para quien fue capaz de hacer “Ciudadano Kane”. Sucesión de planos
mal filmados de Oja Kodar , útima esposa de Welles, desnuda. Juro que la señora
Kodar no es precisamente Claudia Cardinale. El que ese film lleguemos a verlo más
o menos, completo, depende de la tal Kodar, de Beatrice Welles y del
emprendedor Peter Bogdanovich.
Ya mayor,
pero todavía lleno de ímpetu juvenil, Welles disfrutó con su imagen de genio
sin medida, mago y charlatán y, dicen, que afirmo ser él mismo un “fake”. Su
lugar dentro de la Historia del Cine está más próximo a algunas de sus
caracterizaciones trágicas. A pesar de tratarse de una de las figuras más
potencialmente dotadas, su producción a lo largo de cuarenta años fue muy
reducida y llena de proyectos frustrados o a medio acabar. ¿Welles, un genio
sin medida?. Dejémosle en un maestro originalísimo e influyente, con atisbos de
genialidad y que prefirió la vida al cine. Opción tan discutible como
defendible.
George Orson Welles nació en Kenosha, Wisconsin, 6 de mayo de 1915 y murió en Hollywood, California,
10 de octubre de 1985). Pidió ser enterrado en la finca de Ronda de su amigo,
el gran torero Antonio Ordóñez, y, en efecto allí reposan sus restos bajo un discreto
monolito de piedra. Se cumplen en este año de 2015, los cincuenta años de su
nacimiento.
Luis Betrán
Este texto ha
consultado el Diccionario del Cine de Edicioines J.C, la biografía autorizada
de Barbara Leaming y la larga entrevista de Film Ideal de 1965.
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