jueves, 9 de julio de 2015

DOSSIER ORSON WELLES (Y 5)



ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD ( Y 5)


A lo largo de los años, Welles, ha trabajado como actor infatigablemente, interpretando muchas veces dos y tres películas por año. Su más impactante presencia fue en la obra maestra de sir Carol Reed “El tercer hombre” (1949), según un relato de Graham Greene. Aunque sus incondicionales dijesen lo contrario Welles, honestamente, siempre admitió que él no filmó un solo plano de la mítica película ni dio consejo alguno al director británico. Queda la duda de la famosa réplica del reloj del cuco, que ni Welles ni Reed aclararon a quién pertenecía. Resultó notable su abogado de la interesante “Impulso criminal” (Richard Fleischer, 1959) y, ciertamente, sus mejores interpretaciones – exceptuando “Arkadin”, “El extraño” o “La dama de Shangai” – coincidieron en films dirigidos por él mismo: “Ciudadano Kane”, “Otelo”, “Sed de mal”, “Campanadas a medianoche” o “Una historia inmortal”. Sobre el resto me reservo la opinión. Tambien apareció en publicidad y en lo que fuese. El dinero le era muy necesario y no siempre para llevar a cabo sus obras como director.


“Una historia inmortal” (1968) nos presentó a mr. Clay, otro heredero de Kane y Arkadin. La cinta no tuvo éxito pero es muy bella. Basada en un cuento de su muy admirada, y con razón,  Isak Dinesen, el film se sustenta en una magnífica escritura, y es breve, clásico y casi perfecto, con un excepcional uso del color y una sensualísima Jeanne Moreau. Welles poseyó una voz rica e inimitable, de espléndida dicción y ello le sirvió para leer el comentario de varias películas. Fue así como entró en contacto con François Reichenbach y de su colaboración nació la fraudulenta “Fraude” (Fake/Quetion mark, 1973). A Welles le interesó el material rodado en 16 mm. por Reichenbach para una serie de televisión sobre dos  grandes estafadores: Elmyr de Hory y Clifford Irving.


En “Fake”, Orson se reviste, una vez más, de una desmesurada egolatría, se caracteriza a sí mismo como un demiurgo infalible de una genialidad no cuestionable. Además el film resulta tedioso en la parte referente a Clifford Irving. A mí, desde luego, me es por completo indiferente si el tal mr. Irving falsificó o no la biografía de Howard Hugues. Muy distinto es Elmyr de Hory que exhibe carisma, amaneramientos mil y simpatía a raudales en su profesión de falsificar, pintando muy bien, a grandes maestros del impresionismo y la modernidad. Señores, por cierto, infinitamente más importantes que el rey del dólar y ligón de actrices Howard Hugues. “Fake” tiene un momento de cine magnifico, e incluso de humildad y modestia, aquel en el que Welles observa a distancia la catedral de Chartres y pronuncia el elogio de los desconocidos artistas y artesanos que construyeron y decoraron tan glorioso monumento gótico.


De sus películas inacabadas, no me abstendré de aseverar que el montaje del infame Jesús Franco del material de “Don Quijote” es horrible y que los 20 minutos que se conservan, sin montar, de “The other side of the wind” constituyen una vergüenza para quien fue capaz de hacer “Ciudadano Kane”. Sucesión de planos mal filmados de Oja Kodar , útima esposa de Welles, desnuda. Juro que la señora Kodar no es precisamente Claudia Cardinale. El que ese film lleguemos a verlo más o menos, completo, depende de la tal Kodar, de Beatrice Welles y del emprendedor Peter Bogdanovich.


Ya mayor, pero todavía lleno de ímpetu juvenil, Welles disfrutó con su imagen de genio sin medida, mago y charlatán y, dicen, que afirmo ser él mismo un “fake”. Su lugar dentro de la Historia del Cine está más próximo a algunas de sus caracterizaciones trágicas. A pesar de tratarse de una de las figuras más potencialmente dotadas, su producción a lo largo de cuarenta años fue muy reducida y llena de proyectos frustrados o a medio acabar. ¿Welles, un genio sin medida?. Dejémosle en un maestro originalísimo e influyente, con atisbos de genialidad y que prefirió la vida al cine. Opción tan discutible como defendible.


George Orson Welles nació en Kenosha, Wisconsin, 6 de mayo de 1915 y murió en Hollywood, California, 10 de octubre de 1985). Pidió ser enterrado en la finca de Ronda de su amigo, el gran torero Antonio Ordóñez, y, en efecto allí reposan sus restos bajo un discreto monolito de piedra. Se cumplen en este año de 2015, los cincuenta años de su nacimiento.

Luis Betrán

Este texto ha consultado el Diccionario del Cine de Edicioines J.C, la biografía autorizada de Barbara Leaming y la larga entrevista de Film Ideal de 1965.

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