ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD (2)
Cuando
Welles volvió a Hollywood, lo hizo solo en calidad de actor. Primero trabajó en
“Alma rebelde” (Jane Eyre, 1943). El productor, David O’Selznick, había elegido
a Robert Stevenson como director y nada menos que a Aldous Huxley como
guionista. El principal papel había sido pensado para Joan Fontaine, mientras
que el de Rochester estaba inicialmente destinado a un actor mayor: Ronald
Colman o Laurence Olivier. Al rechazarlo ambos por distintos motivos, la
elección de Welles sorprendió pero lo interpretó con brío y cierta teatralidad,
aportando una furia romántica muy cercana a Emily Brönte. Le película es
notable y tuvo éxito, lo que permitió a Welles dirigir, con guion ajeno e
interpretar al nazi malvado, “El extraño” (The stranger, 1946) con la que,
según él, quería demostrar a Hollywood que podía ser un director comercial.
Salvo la escena final de su muerte, bastante wellesiana, el film es mediocre y
resultó un fracaso de público y crítica.
Probablemente
Welles se inventó la historia esa de que estando en el aeropuerto de Boston, vio
en una estantería una novela titulada “La dama de Shangai”, llamo a Harry Cohn
y le dijo: mándame 50.000 dólares, compra el libro y yo dirigiré la película.
El patrón de la Columbia no iba a aceptar tamaña sugerencia, pero el caso es
que el film se hizo y el presupuesto se encareció porque lo protagonizó Rita
Hayworth, recién divorciada de Welles. Historia tan rocambolesca como la propia
película, en la que Weles interpretó, pésimamente, a un idiota, le plantó a
Rita una peluca rubia y la convirtió en la mantis religiosa de un argumento
idiota. Como resultado se puede citar que el mito de Hayworth quedó destrozado,
que el film no superó la medianía pero que Welles, el prestidigitador, sacó de
su chistera de trucos una secuencia icónica: la del laberinto de espejos,
varias veces homenajeada y brillantísima. Recuérdese, a beneficio de
inventario, “Misterioso asesinato en Manhattan” de Woody Allen.
Se dice
(¿??¿) que Vera Ralston, la esposa del propietario de la Rebublic, Herbert J. Yates , productora de series B,
convenció a su cónyuge de que contratase
a Welles y a John Ford para dar un toque de clase al estudio. Cierto o no, hoy
principalmente se recuerda a la Republic por “Elhombre tanquilo” – un gran Ford
– “Johnny Guitar” – un excelente Nicholas Ray – y…..por “Macbeth”, de Orson
Welles. Ford y Ray trabajaron con presupuestos aceptables. No fue el caso de
Welles, cuyo “Macbeth” se filmó en solo 23 días y con parvo bagaje de dólares.
Se trata de una película desigual, con magníficos momentos y una horrorosa lady
Macbeth. Aunque volvería, una vez más, a Hollywood para rodar “Sed de mal”
(Touch of evil, 1958) este “Macbeth” de 1948 es el título que marca su divorcio
definitivo como cineasta en la Meca del Cine. Fue también la primera de una
serie de adaptaciones de obras de Shakespeare realizadas a lo largo de su
carrera y, por supuesto, la peor. “Othelo” (1949-1952) sería muy superior y
“Campanadas a medianoche” (1966) una extraordinaria y melancólica obra maestra.
De sus trabajos como actor en la década de los 40, imposible olvidar su
magnética presencia en la sublime “El tercer hombre” (1949) en la que, como
siempre ha reconocido honestamente Orson Welles, no dirigió una sola secuencia
y esta mítica película le corresponde íntegramente al británico sir Carol Reed.
Lo que no tiene
nada de sorprendente es la afinidad de Welles con Shakespeare. El actor y
director se pasó sesenta años de su vida reflexionando sobre la grandeza y los
misterios de la portentosa obra de Shakespeare. Otra leyenda poco creíble
cuenta que cuando tenía siete años se sabía “El rey Lear” de memoria, y a los
diez se había aprendido todos los grandes papeles trágicos de Shakespeare.
Nunca pudo filmar “El rey Lear”, pero es rigurosamente cierto que varias veces representó
en teatro y dirigió algunas tragedias
del vate de Strafford, incluso antes de “Ciudadano Kane” montó un “Julio
César” interpretado íntegramente por actores de raza negra, siempre con la
compañía del Mercury Theatre que él mismo fundó y que protagonizan el mencionado
“ciudadano”
Tras
completar “Macbeth”, comenzó a rodar “Otelo” (Othello). Esta película habría de
convertirse en la odisea llena de dificultades que caracterizaría a partir de
entonces la mayoría de los proyectos de Welles. El rodaje se arrastró
interminablemente hasta 1952 – de paso big Orson se largó a rodar “El príncipe
de los zorros” (1950) y se permitió garbeos por España para ver, con o sin Ava Gardner,
corridas de toros en las que participase el gran diestro Antonio Ordóñez en
cuya finca de Ronda pidió ser enterrado. Pero queda mucho trecho para el fatal
desenlace. Aunque las peripecias de la producción se reflejan también en el
resultado final – y una fuerte influencia de Eisenstein en el magnífico
arranque del film – con secuencias filmadas en Italia o Marruecos, “Otelo”
supera de largo a “Macbeth”, y si su Desdémona – Suzanne Cloutier – es también
impresentable, su amigo Michael Mac Liammoir crea un maravilloso y felino Yago,
cuya maldad, según insinúa la película, esta originada por su impotencia
sexual. “Otelo” volvería, de algún modo, a consagrar a Welles ya que ganaría,
seguramente con justicia, la Palma de Oro en Cannes.
Luis Betrán
Este texto
ha consultado datos biográficos en el Diccionario delCine de Ediciones J.C, y
en la biografía autorizada de Orson Welles escrita por Barbara Leaming.
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