ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD (1)
“Despues de
Dios, Orson Welles”. Esta pulla del guionista Herman Manckiewicz resume a la
perfección la mezcla de temor y resentimiento con que fue acogida en Hollywood
la llegada de Orson Welles, para él que parecía haberse acuñado en exclusiva la
palabra GENIO. Había conseguido mucho prestigio como productor teatral y de la
radio. El presidente de los estudios RKO, George J. Shaefer, le dio carta
blanca y para du debut cinematográfico
Welles estaba decidido a crear algo original y personal. La recién descubierta
“To much Johnson” no es más que una sucesión de planos-gags sin sonido que da
más grima que otra cosa. Primero, ahora en serio, se planteó la adaptación de
la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” – que muchos años más
tarde daría lugar a la obra maestra de Francis Ford Coppola “Apoccalypse now” –
que resultó inviable debido a su elevado costo, y luego de vio obligado a
abandonar un proyecto basado en “The smiler with a knife”, debido a la aversión
de Carole Lombard y Rosalind Russell (las estrellas propuestas para la
película) a trabajar con un director desconocido.
Sin
desanimarse por todas estas adversidades, Welles se decidió por un guion
original, “Ciudadano Kane”, ideado por Herman Manckiewiz y él mismo (dudosa la
participación de Welles). A pesar de los riesgos que el proyecto implicaba,
Schaefer apoyó en todo momento a Welles y puso a su disposición todos los
medios con que contaba la RKO. Pero,
antes de su estreno, la película se encontró con problemas imprevistos, Louella
Parsons, que dirigía el departamento de cine
del imperio periodístico de Wiliam Randolph Hearst, fue una de las
primeras en ver la película y le contó
al magnate de la prensa que la historia de “Ciudadano Kane” no era sino una
versión poco halagadora del romance entre Hearst y su amante, la actriz Marion
Davies. Los periódicos de Hearst se negaron a aceptar los anuncios del film y,
como consecuencia de ello, no pudo ser exhibida en todo el país. A pesar de
obtener algunas críticas entusiastas, la película no fue el éxito de taquilla
en el que había confiado la RKO. Sí lo fue artístico. Durante muchos años, y
tras desplazar a “El acorazado Poetemkin” (1924) de Eisenstein, “Citizen Kane”
(1941) fue considerada la mejor película de la Historia del Cine. Actualmente,
y según los criterios de la revista inglesa “Sight and sound” ha perdido ese
puesto en beneficio de “Vertigo”. Una solemne tontería ya que “Kane“ es infinitamente
superior a la excelente película de Hitchcock y además cambió para siempre la
Historia del Cine. Tal y como había sucedido con el Potemkin. Dígase lo que se
diga, “Citizen Kane” es una inconmensurable obra maestra. Dígase lo que se
diga, Eisenstein sería con el tiempo la influencia visual más relevante en la
estética de posteriores films de Welles.
Mientras
tanto, el “genio” de Wisconsin estaba rodando para el mismo estudio su segunda
película, “El cuarto mandamiento” (The magnificent Amebersons, 1942), basada en
la notable novela de Booth Tarkington. Welles no actuaba en ella, prefirió
concentrarse totalmente en la labor de dirección. Conocía muy bien la historia,
ya que en 1939 había interpretado en la radio el papel del joven protagonista,
George Amberson Minafer. Eligió a Tim Holt para que lo interpretase en la pantalla,
y consagró todas sus energías a recrear la nostálgica imagen de la vida
estadounidense a finales del XIX. Los que consiguieron ver la versión montada
por el propio Welles en una prewiew celebrada en el United Artist Theatre de
Pasadena, recuerdan “El cuarto mandamiento” como una experiencia asombrosa e
imborrable, como una película cinematográficamente tan importante o más que
“Ciudadano Kane”. Sin embargo la RKO decidió que era necesario introducir en
ella cambios y la remontó totalmente dejando su duración en 88 m, con lo que se
amputaron más de 20 de la versión original. Mientras ocurría esto, Welles
estaba trabajando en dos proyectos: “Estambul” (Journey into fear, 1942) que
Welles interpretaba y dirigía conjuntamente con Norman Foster, y en un
documental sobre América del Sur realizado en cooperación con el gobierno
norteamericano, “It’s all true”
Hasta aquí
la leyenda. Preciosa si fuera cierta. Paro ya sabemos que no fue así. Welles,
un “bon vivant” de escasa profesionalidad, se largó al carnaval de Río de
Janeiro y filmó varios planos que dieron lugar a “It’s all true”, olvidándose
completamente de sus Ambersons que fueron remontados por Robert Wise, y tampoco
rodó un solo plano de “Estambul”, mediocre film de serie Z filmado íntegramente
en estudio, y en el que se lo debió pasar bomba con su romance de entonces con
la ya declinante y bellísima mujer Dolores del Río, que rápidamente haría las
maletas y regresaría a su Mexico natal donde recuperaría su condición de
estrella, gracias a Emilio Fernández y “María Candelaria. Ya tenía más de 40
años y nunca sería la suprema diosa del cine mexicano, puesto reservado a la
sublime “doña”, María Félix.
Luis Betrán
Este texto
ha consultado el Diccionario del Cine de Ediciones J.C. y la biografía
autorizada de Orson Welles escrita por Barbara Leaming.
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