miércoles, 10 de junio de 2015

DOSSIER ORSON WELLES (1)


ORSON WELLES: MITO Y REALIDAD (1)





“Despues de Dios, Orson Welles”. Esta pulla del guionista Herman Manckiewicz resume a la perfección la mezcla de temor y resentimiento con que fue acogida en Hollywood la llegada de Orson Welles, para él que parecía haberse acuñado en exclusiva la palabra GENIO. Había conseguido mucho prestigio como productor teatral y de la radio. El presidente de los estudios RKO, George J. Shaefer, le dio carta blanca  y para du debut cinematográfico Welles estaba decidido a crear algo original y personal. La recién descubierta “To much Johnson” no es más que una sucesión de planos-gags sin sonido que da más grima que otra cosa. Primero, ahora en serio, se planteó la adaptación de la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” – que muchos años más tarde daría lugar a la obra maestra de Francis Ford Coppola “Apoccalypse now” – que resultó inviable debido a su elevado costo, y luego de vio obligado a abandonar un proyecto basado en “The smiler with a knife”, debido a la aversión de Carole Lombard y Rosalind Russell (las estrellas propuestas para la película) a trabajar con un director desconocido.




 Sin desanimarse por todas estas adversidades, Welles se decidió por un guion original, “Ciudadano Kane”, ideado por Herman Manckiewiz y él mismo (dudosa la participación de Welles). A pesar de los riesgos que el proyecto implicaba, Schaefer apoyó en todo momento a Welles y puso a su disposición todos los medios con que contaba  la RKO. Pero, antes de su estreno, la película se encontró con problemas imprevistos, Louella Parsons, que dirigía el departamento de cine  del imperio periodístico de Wiliam Randolph Hearst, fue una de las primeras en ver la película  y le contó al magnate de la prensa que la historia de “Ciudadano Kane” no era sino una versión poco halagadora del romance entre Hearst y su amante, la actriz Marion Davies. Los periódicos de Hearst se negaron a aceptar los anuncios del film y, como consecuencia de ello, no pudo ser exhibida en todo el país. A pesar de obtener algunas críticas entusiastas, la película no fue el éxito de taquilla en el que había confiado la RKO. Sí lo fue artístico. Durante muchos años, y tras desplazar a “El acorazado Poetemkin” (1924) de Eisenstein, “Citizen Kane” (1941) fue considerada la mejor película de la Historia del Cine. Actualmente, y según los criterios de la revista inglesa “Sight and sound” ha perdido ese puesto en beneficio de “Vertigo”. Una solemne tontería ya que “Kane“ es infinitamente superior a la excelente película de Hitchcock y además cambió para siempre la Historia del Cine. Tal y como había sucedido con el Potemkin. Dígase lo que se diga, “Citizen Kane” es una inconmensurable obra maestra. Dígase lo que se diga, Eisenstein sería con el tiempo la influencia visual más relevante en la estética de posteriores films de Welles.




Mientras tanto, el “genio” de Wisconsin estaba rodando para el mismo estudio su segunda película, “El cuarto mandamiento” (The magnificent Amebersons, 1942), basada en la notable novela de Booth Tarkington. Welles no actuaba en ella, prefirió concentrarse totalmente en la labor de dirección. Conocía muy bien la historia, ya que en 1939 había interpretado en la radio el papel del joven protagonista, George Amberson Minafer. Eligió a Tim Holt para que lo interpretase en la pantalla, y consagró todas sus energías a recrear la nostálgica imagen de la vida estadounidense a finales del XIX. Los que consiguieron ver la versión montada por el propio Welles en una prewiew celebrada en el United Artist Theatre de Pasadena, recuerdan “El cuarto mandamiento” como una experiencia asombrosa e imborrable, como una película cinematográficamente tan importante o más que “Ciudadano Kane”. Sin embargo la RKO decidió que era necesario introducir en ella cambios y la remontó totalmente dejando su duración en 88 m, con lo que se amputaron más de 20 de la versión original. Mientras ocurría esto, Welles estaba trabajando en dos proyectos: “Estambul” (Journey into fear, 1942) que Welles interpretaba y dirigía conjuntamente con Norman Foster, y en un documental sobre América del Sur realizado en cooperación con el gobierno norteamericano, “It’s all true”





Hasta aquí la leyenda. Preciosa si fuera cierta. Paro ya sabemos que no fue así. Welles, un “bon vivant” de escasa profesionalidad, se largó al carnaval de Río de Janeiro y filmó varios planos que dieron lugar a “It’s all true”, olvidándose completamente de sus Ambersons que fueron remontados por Robert Wise, y tampoco rodó un solo plano de “Estambul”, mediocre film de serie Z filmado íntegramente en estudio, y en el que se lo debió pasar bomba con su romance de entonces con la ya declinante y bellísima mujer Dolores del Río, que rápidamente haría las maletas y regresaría a su Mexico natal donde recuperaría su condición de estrella, gracias a Emilio Fernández y “María Candelaria. Ya tenía más de 40 años y nunca sería la suprema diosa del cine mexicano, puesto reservado a la sublime “doña”, María Félix.

Luis Betrán

Este texto ha consultado el Diccionario del Cine de Ediciones J.C. y la biografía autorizada de Orson Welles escrita por Barbara Leaming.


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