jueves, 12 de marzo de 2015

DOSSIER BILLY WILDER I

Billy Wilder, el hombre que nunca trabajó con Cary Grant


Cuando me siento muy desgraciado, hago una comedia.
Y cuando estoy de muy buen humor, hago una película seria. (Billy Wilder)


Ahora que se cumplen los cien años del nacimiento de Billy Wilder, exactamente en junio, se me hace muy difícil escribir sobre él. Ya saben, “nadie es perfecto”. En vida se dijeron muchas cosas sobre su figura, su cine y todo lo que significa. Pero además, su fallecimiento no fue hace tanto. Nos dejó el 27 de marzo de 2002. Este hecho dio lugar a numerosos ríos de tinta en prensa y revistas especializadas. Y nuevamente salió a relucir uno de los tópicos constantes sobre su obra: Wilder, maestro de la comedia. Como si el peso de la que probablemente es su película más popular, “Con faldas y a lo loco”, hiciera olvidar a todas las demás. Una verdad a medias, pues Wilder fue más allá constantemente. Confío en que las siguientes líneas arrojen un poco de luz y permitan acercarse al mundo “wilderiano” con renovado interés.


Samuel Wilder nace el 22 de junio de 1906 en la ciudad de Sucha, ahora situada en Polonia pero entonces perteneciente a Austria. Su madre, que siente una gran atracción por los Estados Unidos, lo llama Billie. Muy joven, con 18 años y tras superar el bachillerato, empieza a trabajar como periodista en Viena, ciudad a la que la familia se traslada durante la I Guerra Mundial. Sin ninguna experiencia, se ofrece a un periódico porque es un buen observador. Realiza entrevistas, crónicas deportivas y de sucesos. En 1926 se encuentra en Berlín, adonde llega siguiendo la gira de una orquesta de jazz. Allí se ocupa como reportero especializado en historias de crímenes y escándalos. También llega a ser gigoló, de cara a escribir una serie de artículos que le reportan un buen nombre en el periodismo berlinés. Su lenguaje es directo, breve y conciso. Un importante bagaje vital que sin duda le influye en su visión de la vida. Precisamente, es en el vivaz Berlín de los años veinte donde tiene su primer contacto importante con el cine. Allí, Robert Siodmak, Edgar G. Ulmer y Fred Zinnemann preparan Gente en domingo (Menschen am Sonntag, 1930), cuyo guión escribe Wilder según una idea de Kurt Siodmak. La película, debido a la carencia de presupuesto, se lleva a cabo según un concepto muy moderno: se filma en escenarios naturales y con actores aficionados. Se capta la alegría de vivir en todo su esplendor. Una ciudad bulliciosa y llena de energía. Como el propio Billy Wilder, cuyo brío le acompaña hasta sus últimos días. Pero todo eso va acabar pronto. En 1933 Hitler accede al poder y ya nada vuelve a ser lo mismo. Muchas personas huyen. Otras no tienen tanta suerte. Es el caso de la madre de Wilder, quien fallece en el campo de concentración de Auschwitz junto con su padrastro, al que no conocerá, y su abuela. No es un tema que al director le agrade recordar. En las entrevistas apenas se refiere a ello. Sin embargo, esta mezcla de júbilo y amargura está presente en toda su obra posterior. La prueba de que todos estos acontecimientos le marcan.


En el mismo 1933 abandona Berlín camino de París. En una huida de película, oculta el dinero que reúne en el forro del traje que lleva y toma el tren nocturno. Deja un saldo de algo más de una decena de películas como guionista, además de trabajos no acreditados. De éstas, se estrenan en España unas nueve. Hoy, pese a la existencia del dvd y de internet, es muy difícil verlas. En cualquier caso suponen su fogueo como escritor y un aprendizaje crucial. En estos años ya trabaja en equipo con otros guionistas del cine alemán como Kurt Siodmak, Walter Reisch, Paul Frank o Max Kolpé. Así, no es algo que hace exclusivamente en Hollywood, debido a sus problemas con el idioma inglés, como tantas veces se ha dicho. Prácticamente desde sus inicios colabora con otros escritores. Y también aprende las primeras reglas de la escritura cinematográfica: no es lo mismo escribir para el cine mudo que para el sonoro; requieren tiempos distintos, especialmente si se trata de hacer reír pues hay que dejar respirar al espectador entre un chiste y el siguiente, ya que de lo contrario pueden pisarse y ya no se enteran del segundo. En París, la ciudad de las luces, coincide con otros exiliados y rueda la que es su primera película como director: Curvas peligrosas (Mauvaise graine, 1934), codirigida por Alexandre Esway. Filme poco conocido y que Wilder despacha sin darle demasiada importancia, no la tiene.


En 1934 y gracias al director alemán Joe May, se traslada a los Estados Unidos. Vuelta a empezar. Sus primeros años no son precisamente un camino de rosas. May le consigue un contrato de seis meses en la Columbia pero el guión en el que trabaja no se hace. Se termina su contrato y expira su permiso de turista. De este modo, pasa a México para solicitar un visado de inmigración. Situación absurda y desesperante que posteriormente refleja en un guión, Si no amaneciera (Hold Back the Dawn, Mitchell Leisen, 1941).Tras un pequeño periplo no demasiado exitoso por la 20th Century Fox y una breve estancia en un pequeño estudio que dirige Merian C. Cooper, Wilder recala en Paramount y su suerte cambia. En 1936 le presentan a Ernst Lubitsch y a Charles Brackett. El motivo tiene un nombre: La octava mujer de Barba Azul (Bluebeard’s Eighth Wife, 1938). Wilder y Brackett escriben el guión, Lubitsch dirige. La película no es un éxito en su momento sino todo lo contrario. Sin embargo, permite a Wilder conocer el modo de trabajar de Lubitsch, sus ideas y su genialidad. Desde entonces siempre tiene presente “¿Cómo lo haría Lubitsch?”. Éste participa en el proceso de escritura del guión, puliendo lo que los otros dos escriben, pero nunca aparece en los créditos. Por otra parte, inicia una relación con Brackett que se prolonga a lo largo de catorce películas entre 1938 y 1950. Un matrimonio profesional extraño: Brackett es un hombre conservador que vota a los republicanos, mientras Wilder manifiesta actitudes liberales contrarias al “buen gusto”, que da frutos enormemente ricos.


El tándem vuelve a trabajar para Lubitsch en Ninotchka (1939). Wilder aprovecha para ver en directo el modo de operar de su admirado maestro pero la protagonista de la obra, Greta Garbo, no quiere. De este modo, cuando puede se esconde entre bambalinas y espía el rodaje. Poco después le llega una nueva oportunidad de estar en un set. La película se llama Bola de fuego (Ball of Fire, 1941), dirige Howard Hawks y protagonizan Gary Cooper y Barbara Stanwyck. Hay un tercer director crucial en estos primeros años de Wilder en Hollywood: Mitchell Leisen. Para éste escribe tres guiones y el último de ellos es definitivo para que decida probar fortuna en la dirección. Estos filmes son Medianoche (Midnight, 1939), Adelante, mi amor (Arise, My Love, 1940) y Si no amaneciera. Medianoche es un ejemplo perfecto del mundo “wilderiano” y, sin lugar a dudas, una de las mejores comedias jamás realizadas en Hollywood. Nos cuenta la historia de Eve Peabody (Claudette Colbert), una corista que llega a París desde Montecarlo, donde ha perdido todo en el juego. Conoce a Tibor Czerny (Don Ameche), un vivaracho taxista que aunque le atrae no es a lo que ella aspira social y económicamente. Poco después logra introducirse en un círculo de la alta sociedad, gracias a la complicidad de Georges Flammarion (John Barrymore). A partir de aquí los enredos están servidos. Eve ama el dinero por encima de todo, pero no cuenta con enamorarse. Georges introduce a Eve en su círculo porque así podrá quitar de en medio al amante de su mujer. El disfraz, físico o psicológico, tan grato en el cine de Wilder, aparece en todo su esplendor. Los nombres de los personajes, sonoros y divertidos. Los diálogos, brillantes, rápidos, Perdición, una obra maestra del cine negro. Y por supuesto, el amor. Para el director y guionista, uno de los mejores temas sobre los que escribir. Eve Peabody se redime de su arribismo gracias al amor, como les ocurre a posteriores personajes de su filmografía.La última de las películas, Si no amaneciera, colma la paciencia de Wilder. En una de las escenas que escribe, el protagonista habla con una cucaracha por la desesperación que lleva ante la imposibilidad de conseguir su visado de inmigración. Leisen la elimina porque Charles Boyer se niega a interpretarla. La considera ridícula. El director no intenta convencerle y directamente la suprime. Wilder se indigna y como venganza escribe más diálogos para las actrices (Olivia de Havilland y Paulette Godard), dejándole a Boyer sólo lo básico. El poder de un guionista.


Poco después, logra debutar como director. El productor de Paramount Arthur Hornblow la da una oportunidad. En aquel tiempo no está en vigor la ley anti-trust y todos los grandes estudios tienen sus propias salas de exhibición, con lo que todas las películas producidas se estrenan aunque sean malas. No se corre riesgo permitiendo que Wilder dirija. Éste piensa que todos creen que a va hacer algo artístico y petulante, y que esperan que se estrelle. Sin embargo realiza la comedia El mayor y la menor (The Major and the Minor, 1942), con la estrella Ginger Rogers y Ray Milland. Nuevamente el tema del disfraz. Susan Applegate (Rogers) se disfraza de niña de 12 años porque no puede pagar un billete de tren de adultos. En el compartimiento coincide con el Mayor Philip Kirby (Milland). Ella se enamora y él se siente atraído por la niña pero ambos han de disimular. El debut de Wilder en la dirección se salda con un gran éxito, manejando con gran habilidad los resortes cómicos y una situación que hoy sería como mínimo delicada, al fin y al cabo el Mayor Kirby no sabe que Susan es una adulta disfrazada. El mundo de Wilder no es nada inocente, como la vida misma.

Luis Betrán

2 comentarios:

  1. De Abel Gance recuerdo poco,si del remake de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis,cuyo comienzo en Argentina de Julio,el protagonista, recuerda mas a un film de Ricardo Montalban y Esther Wiliams creo que su titulo era Fiesta Brava y resulta ridiculo en lo que se supone debia ser un film serio.Con respecto a Billy Wilder,varias de ellas dignas de recordar,El Apartamento,Un Dos Tres,Con Faldas y a lo Loco y hasta Avanti resulta simpatica y graciosa.Gracias por tan acertada y selecta informacion.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el comentario, Mhuel Laico. En efecto, la secuencia argentina de "Los cuatro jinetes del Apocalipsis", de Vincente Minnelli, es absolutamente ridícula e impropia de tan gran director. Bily Wilder fue un grande indiscutible del cine, además de las películas que citas yo añadiría los extraordinarios y sórdidos dramas "Perdición" y "El crepúsculo de los dioses". Un cordial saludo.

      Eliminar