En julio se cumplieron 30
años de la muerte de Luis Buñuel. En cualquier país de Occidente – e incluso de
Oriente – el genio de Calanda está
considerado como uno de los cineastas esenciales y fundamentales del pasado
siglo. Puede afirmarse, sin exageración alguna, que Buñuel es también figura
cultural imprescindible, en el pasado, en el presente y en el futuro. Durante
su vida y tras su muerte. Esto vale para Francia, Reino Unido, Escandinavia,
Polonia, Alemania, Austria, Italia, Estados Unidos, Suiza, Japón….pero no para
España y, menos aún, para Aragón. Unicos territorios, que yo sepa, en que se
discute a don Luis y hasta se le niega el pan y la sal. Cainismo desaforado, el
de la actual Chorizistán. Viene de lejos. Buñuel frecuentó a Unamuno en sus
primeros años parisinos y paseó en alguna ocasión con don Miguel, autor de la
inmortal nívola “Abel Sánchez” la más acerada crítica a la envidia española que
he leído.
DOSSIER LUIS BUÑUEL (I)
“A Buñuel le llaman de
todo: traidor, anarquista, pervertido, blasfemo, iconoclasta….pero no le llaman
loco, quizá porque el caos y la putrefacción que durante algo menos de una hora
nos presenta en “La edad de oro” no es
sino la locura de la civilización, el retrato implacable de los logros del ser
humano tras diez mil años de refinamiento”
Henry Miller (Paris, 1932)
Mire usted, conozco todas las películas de
Buñuel. Si no se nota en las mías se debe a que puedes ser influido por
Bergman, puedes tomar esto o aquello de Fellini, puede influirte Kurosawa,
etcétera. Pero Buñuel…
Está en la estratosfera, está en otro planeta, no hay
manera de que te influya porque es un genio demasiado perfecto.
Woody Allen (2-12-2003)
De todos nosotros, Buñuel
es sin duda el mejor y el más astuto. Porque al igual que Antonioni, Tarkovsky
o yo mismo, hace siempre la misma película pero es al único que no se le nota.
Ingmar Bergman (entrevista
para la televisión sueca emitida por la cadena Arte en 2004)
La famosa paradoja
pronunciada en cierta ocasión de Luis Buñuel: soy ateo gracias a Dios”, refleja
a la perfección su compleja y contradictoria personalidad. Solo un creyente
puede generar una falta de fe, un escepticismo, un exabrupto como los suyos, al
igual que nadie que no haya nacido y se haya criado en el seno de una burguesía
puede atacar de una manera tan fiera y escabrosa los valores de la misma, como
hizo Buñuel a lo largo de más de medio siglo.
Buñuel nació en 1900 en
Calanda, un pueblo del Bajo Aragón, y los tambores con los que en dicho lugar
se celebra la Semana
Santa son uno de los motivos que más frecuentemente
reaparecen en sus películas. Su familia era rica y Buñuel parece haber tenido
una niñez feliz. Se educó en Zaragoza, con los jesuitas, lo que fomento su
incipiente anticlericalismo, aunque siempre como un alumno inteligente y bien
educado. Su familia y los criados vivían en una casa seudomodernista en el Paseo de la Independencia. Luego pasó a
la Universidad
de Madrid, donde cursó estudios de Filosofía y Letras, alojándose en la famosa
Residencia de Estudiantes, donde conoció al poeta Federico García Lorca y, más
tarde, al pintor y escritor Salvador Dalí. Participando con entusiasmo en todos
los movimientos de vanguardia del momento.
En 1925 Buñuel marchó a
Paris, Apuesto y atlético (había practicado incluso el boxeo con el alias de
“El León de Calanda”) se abrió rápidamente paso en los círculos artísticos y
comenzó a trabajar como ayudante de dirección de Jean Epstein. No obstante sus
relaciones terminaron debido a que insultó sin contemplaciones a Abel Gance
cuando éste le ofreció un trabajo en su espectacular “Napoleón” (1927). Durante
este periodo, Buñuel se dedicó tambien a enviar inteligentes y agudas críticas
de cine a la prensa española, lo que le ayudó a sobrevivir durante algún
tiempo.
Buñuel y el surrealismo
Sin embargo Buñuel encontró
su verdadero hogar espiritual en el grupo de los surrealistas franceses, en el
que tanto él como Dalí (tambien en Paris desde 1925) se convirtieron en figuras
clave. Juntos realizaron la primera película genuinamente surrealista (como
dictaminó Louis Aragon, uno de los pontífices del movimiento) con un dinero que
adelantó la madre de Buñuel. “Un perro andaluz” (Un chien andalou, 1928) fue el
primer y genial intento de crear imágenes
nacidas directamente del subconsciente, ateniéndose únicamente a las
normas del surrealismo. Según Buñuel, él y Dalí se contaban sus sueños todas
las mañanas y, cuando alguno les gustaba a ambos, lo incluían en el guión. En
este breve y fundamental film está ya contenido todo Buñuel, él que se irá
desarrollando a lo largo de los años.
FEDERICO GARCIA LORCA: En Nueva York en donde escribiría su mejor
poemario bajo la influencia de Walt Whitman: “Poeta en Nueva York”: “Buñuel y
Dalí han hecho una mierdesita asi de pequeñita y la han titulado “un perro
andaluz”, el perro soy yo”.
El insolente y horripilante
plano inicial de la película, en el que una navaja de afeitar corta un ojo por
la mitad, basta para asegurar a “Un perro andaluz” un gran “succeés de
scandale”, así como para atraer la admiración y los denuestos a partes iguales
(ver mi texto “El ojo y la navaja” de Buñuel). Gracias a ésta película , Buñuel y Dalí obtuvieron una suma de dinero del vizconde de
Noailles, un distinguido mecenas, para rodar su siguiente proyecto, “La edad de
oro” (L’âge d’or”, 1930). Finalmente, la película sería realizada solo por
Buñuel y marcó el final de su amistad con Salvador Dalí (aunque el verdadero
motivo fuese la aversión que Buñuel profesó siempre a SuperGala).
“La edad de oro” no se
parece a ninguna otra película ni anterior ni posterior a ella. Con sus
extraordinarias imágenes, que revelan los aspectos horribles y disparatados de
la vida cotidiana, su anticlericalismo, antiautoritarismo, su oposición a los
valores burgueses, sus aspectos sádicos y blasfemos (al final Buñuel evoca la
orgía sadiana – la que tambien usó
Pasolini en “Saló” – de “Los 120 días de Sodoma y Gomorra”, y hace salir a los
mayores crápulas del festejo. El último en comparecer en la pantalla – mientras
suenan ininterrumpidamente los tambores de Calanda – es….Jesucristo en imagen
salsupiciana de sagrado corazón), su exaltación del “amour fou” y sobre todo,
su enorme carga de ironía y sentido del humor, constituye algo así como la
exposición del credo buñueliano, y una fuente de inspiración y referencia para
buena parte de sus películas posteriores. Tan seminal como “Un chien andalou”,
“La edad de oro” es quizá el título del grandioso cine mudo clásico más
impermeable al paso del tiempo. Su estreno en Paris provocó manifestaciones de
la extrema derecha, que tiró bombas contra la puerta del cine, e intervenciones
de la policía, mandada por Chiappe, que reflejaban la creciente derechización
de la sociedad francesa de la década anterior a la Segunda Guerra Mundial y a la
que Buñuel haría, posteriormente, una sarcástica referencia al final de
“Journal d’une femme de chambre” (1964).
Años difíciles
A su vuelta a España,
Buñuel rodó un documental extraordinario. “Tierra sin pan” (“Las Hurdes” o “La
terre sens pain”, 1932), que aplicaba una visión airada y esencialmente surrealista a las
duras condiciones de vida de las Hurdes extremeñas, una de las zonas más pobres, depauperadas y oprimidas de
España. La película sería prohibida por la censura de la
II República. Despues, y considerado ya como de las grandes
figuras del cine mundial, Buñuel desapareció prácticamente del mismo durante
veinte años, dedicándose a supervisar
las producciones de la
Nueva Empresa Filmófono, creada en Madrid por Ricardo Urgoiti
(entre ellas “Don Quintin el amargao” 1935, “La hija de Juan Simón” 1935 y “Quién me quiere a mi” (1936). Y luego
a colaborar en algunos documentales sobre la Guerra Civil Española. En 1939,
convertido en un exiliado (no está de más añadir que Buñuel jamás militó en el
P.C.E. - si durante pocos años en el P.C.F. - ni en el P.S.O.E., ni sintió la
menor simpatía por el anarquismo, el nacionalismo o el terrorismo), aceptó el
puesto que le ofrecía el Museo de Arte
Moderno de Nueva York, pero lo perdió poco después merced a una denuncia de
Dalí (que informó a los estadounidenses de que Buñuel era comunista) y la
intervención definitiva del siniestro Cardenal Spellman y del Departamento de
Estado, que amenazaron con represalias si ese “ANTICRISTO” no era despedido de
inmediato. Era la época del “new deal” pero la censura a Buñuel lo que
profetizaba era la Caza
de Brujas.
Buñuel no volvió a rodar
hasta 1947, año en que inició en México una larga serie de películas de bajo
presupuesto, rodadas en muy poco tiempo y que culminaron en el mazazo de “Los olvidados” (1950,
Patrimonio Mundial de la Humanidad, según la Unesco), un drama sin concesiones sobre los
delincuentes juveniles de México D.F. y en el que Buñuel mezclaba los aspectos
documentales con visiones y alucinaciones típicamente surrealistas. La obra
deslumbró a intelectuales como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Max Aub, Jean-Paul
Sartre o Henry Miller. Obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival
de Cannes1951 y resta como una de las
obras maestras inmortales de uno de los genios, insisto solo discutido en
España y Aragón, que más allá del cine conforman la Gran Cultura del Siglo XX.
Además, y junto a sus otras tres piezas maestras del surrealismo que iniciaron
su filmografía, le consagran como al único surrealista que ha resistido,
sin fisuras, el paso del tiempo. En 2013 pocos se acuerdan o leen la “Nadja” de
André Breton o la poesía de Louis Aragon. En cuanto a Salvador Dalí, excepto en
su primera época y cuando era amigo de Lorca y Dalí (a los que dedicó dos
maravillosos cuadros significativamente titulados “La miel es más dulce que la
sangre” y “La sangre es más dulce que miel”), siempre me ha parecido un pintor
melifluo y de colores dulzones y, en muchos aspectos, un invento comercial de Gala.
“Los olvidados” inicia tambien la etapa más fructífera y mejor de la
filmografía buñueliana: la mexicana.
Luis Betrán Colás
muy interesante
ResponderEliminarsaludos
J.D.V
Gracias J.D.V. Lo que viene a continuación aun es más interesante. Cordiales saludos.
ResponderEliminar