TERESA VILLAVERDE
Transe (2006)
En dossier del mejor cine portugués, no podían faltar dos
mujeres: Teresa Villaverde y Rita Azevedo Gomes. Comienzo con la primera porque
ella también empezó a filmar y obtener premios mucho antes que la segunda. La
realizadora hizo con Transe su película más importante, filmando el periplo de
una mujer por la Europa del tráfico y la degradación. Y la actriz Ana Moreira
sube a los cielos de las grandes presencias femeninas en Cannes 2007 en donde
"Transe" entusiasmó en la Quincena de Los Realizadores.
Es la historia de Sonia, que abandona todo en San
Petersburgo, porque el paraíso ha sido deshecho y quiere cambiar de vida. No
quiere morir sin que nadie sepa que existió. Sonia no mira hacia atrás. Cuando
comienza a hacer su periplo europeo, Rusia, Alemania, Italia y Portugal, va a
mirar siempre hacia adelante y hacia adelante ha de ser lo que simplificamos
con la palabra "infierno" - degradación, prostitución, tráfico humano
... (pero es importante para definir a Sonia: la mirada adelante, de frente, y
la negativa a llorar). Es una Europa en tránsito, es una tierra en trance,
donde desaparecen fronteras y guerras entre países - pero donde "suceden
las guerras entre las personas", como se dice en la película. Este es el
territorio de Transe, donde encontramos una cineasta creativa en estado de
alerta, arriesgando y mirando también de frente, como el personaje de su
película.
Teresa Villaverde hace aquí una prueba de fuerza notable,
sobre todo para quien venía de un momento de pérdida (Agua y Sal, 2001). Pero
Transe es, también, una resolución y hasta una superación- de dilemas colocados
por su obra anterior, que ya eran películas pobladas por desheredados,
inadaptados, explotados, jóvenes emocionalmente violados; Hermanos (1994) o Los
Mutantes (1998). Se puede decir de esta forma: el cine de Villaverde se hizo
siempre de la intuición de la existencia del Mal, como un mal sueño allí al
lado, por eso se hacía de balances, derrapajes (un vaivén entre realismo y
onirismo). En el caso de que el mal existe, por eso es una película que se
aguanta como si fuera de un solo gesto, se hace de una sola actitud, de
principio a fin: está en alianza (casi) total con la lucha Y el aturdimiento de
su personaje ("No duermen", alguien le dice a Sonia). En el marco de
una interpretación de Ana Moreira que va a entusiasmar a cualquiera, Transe,
filmada en Rusia, en Alemania y en Portugal, es también (casi) ejemplar en la
forma en que incorpora las diferentes nacionalidades y personajes que encuentra
a lo largo de la vía sacra de Sonia: Es una película de una presencia, y una
película de una mirada. Será la más trascendente de las películas de
Villaverde.
RITA AZEVEDO GOMES
Rita Azevedo Gomes, nada que ver con Miguel Gomes, es la
última sensación del cine portugués y la mayor representante femenina, junto a
Teresa Villaverde, de esa cinematografía tan cercana, tan desconocida y tan
notable. Solo dos films, "La venganza de una mujer" y
"Correspondencias", la han bastado para situarse en la punta de la
vanguardia del cine portugués aunque su cine ofrezca aspectos de un clasicismo
que no reniega del todo del magisterio de Manoel de Oliveira.
La venganza de una
mujer (2012)
La película se abre, lentamente, con los títulos de crédito
sobre un rojo telón. Como a modo de advertencia, la directora nos presenta lo
que será la tónica del film: una puesta en escena absolutamente teatral que
consigue huir de las habituales faltas del llamado “teatro filmado”. Y es que
no estamos ante una mera adaptación teatral, ya que A vingança de uma muller
consigue exprimir hasta la perfección los recursos del cine para crear una obra
a medias entre el texto escrito, la teatralidad, el séptimo arte y la pintura.
Comencemos por el principio. A vingança de uma muller es una
historia de amor y orgullo. Si bien la película comienza con la introducción
del personaje de Roberto, dandy para unos, libertino para otros, no es el el
que llevará el peso de la historia sino la Duquesa. Misterioso personaje
femenino que conocemos tras una persecución seductora por las calles de Lisboa
que termina con las monedas de Roberto cayendo en un cuenco de cristal. En la
puerta de la casa de la Duquesa, un papel señaliza los diversos servicios que
ella presta; dentro, la apariencia esconde la verdadera historia de una mujer,
otrora de casta aristócrata, que usa su cuerpo para vengarse.
La película avanza poco a poco, sin prisas, mezclando
presente y pasado en la misma secuencia con una separación que marca el paneo
de la cámara. Pero, ¿acaso el pasado no forma parte del presente de la vida de
la Duquesa? ¿Acaso el recuerdo de lo sucedido en Sierra Leone no vuelve una y
otra vez a su memoria avivando más el fuego de una venganza lenta y eterna?
Rita Azevedo consigue, marcando este ritmo lento y pausado, mover continuamente
la curiosidad del espectador por conocer los detalles que motivan al personaje
de Rita Durão. Y lo hace como quien desdobla un pañuelo de tela, donde cada
pliegue muestra una nueva parte de la historia; al igual que la decisión de
cambiar entre pasado y presente con el sencillo movimiento de la cámara.
Pero, si algo destaca de esta película es la hermosa y
espectacular puesta en escena. Con unos escenarios marcadamente teatrales, Rita
Azevedo consigue filmar algunos de los planos más bellos del cine reciente. El
juego con la luz o con los objetos del escenario para encuadrar a los
personajes, por ejemplo, la secuencia del espejo donde Roberto y la Duquesa
recuerdan su anterior encuentro, roza una perfección tan solo al alcance de los
maestros del séptimo arte. Y es por eso que no podemos considerar A vingança de
uma muller como una obra meramente fílmica, sino que también es una obra
pictórica por su composición de la imagen; es una obra teatral por la
espectacular actuación de los dos actores protagonistas en esos infinitos
monólogos cargados de emoción y fuerza; es una adaptación libre de Barbey d’Aurevilly…
Es necesario destacar, antes de terminar, la importancia a
los ojos del que escribe, de la selección de la venganza a través de la
prostitución. No solo por las implicaciones de deshonra que la Duquesa explica
en la película, sino por la propiedad del cuerpo por parte de la mujer. Es la
Duquesa la que no puede consumar su amor por su amante y asiste a la muerte del
mismo a manos de los siervos de su marido, pero es la Duquesa también, ahora huida,
la que decide ser dueña de su cuerpo poniéndolo en manos de otros, es ella la
que decide usar su sexo como herramienta de su venganza. Y es que hablamos de
una película de transformación donde la mujer objeto (me refiero a ser la mujer
del Duque de) pasa a ser la mujer independiente (recuperando su linaje y su
honor para tramar la venganza contra el hombre que la somete).
Luis Betrán
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