jueves, 13 de julio de 2017

DOSSIER EL GRAN CINE PORTUGUÉS


Miguel Gomes (1)
 
Aquel querido mes de agosto (2008 Romance Miguel Gomes)

Con Miguel Gomes, llega a este dossier de cine portugués el cineasta más importante y más premiado del país vecino, una vez muertos Oliveira, Rocha y Monteiro. Si la historieta de bastidor teatral que el director Miguel Gomes cuenta es real, no importa mucho - poco a poco descubrimos que "historia real" es un concepto un tanto voluble en Aquel querido mes de agosto, película portuguesa que coloca mucho -. El buen humor, la ficción, el documental y el arte de la representación como un todo en cortocircuito. La historia es la siguiente: el equipo de filmación de Gomes (vivido en la película por él mismo) se instala en el interior del país para filmar la historia de Tânia, adolescente que, tras el resplandor de la madre, vive una relación intensa con el padre, La relación termina afectada cuando Tânia se interesa por su primo. Mientras Gomes aguarda el dinero de los productores (ya está todo montado en el arrendamiento, pero no hay un elenco seguro), decide poner la cámara para funcionar y registrar lo que aparece por delante. El metalenguaje está presente desde los créditos iniciales, que no salen como el director quería. A partir de ahí acompañamos al equipo por grabaciones documentales y entrevistas con moradores de la región en Aldeia de Benfeita, Pardieiros, en el Río Alva, en Coja, Anseriz, Pisión, Luadas, Vinhó ... Agosto es la época de los festejos locales, con mucho karaoke, comida, fuegos artificiales. La otra u otra aparece en escena con ese micrófono de sonido directo, el boom, que los portugueses llaman conejo, por ser chiquito.

El equipo asume que está conectando la cámara y tomando lo que ve, pero la disposición de ese material desde el principio es sofisticada (aunque los planos son casi todos estáticos y los cortes, raros), particularmente con el sonido de una escena invadiendo la otra - esta cuestión del sonido todavía va a rendir una broma impagable al final de la película. El caso es que la gran jugada de Aquel querido mes de agosto es mostrar que hay mucho de ficcional en la forma en que esta "vida real" se presenta y en la forma en que se ordena en la película.

En una escena, por ejemplo, el director Gomes filma jóvenes haciendo de broma con sombras, ante los faros de un coche, que están cazando un jabalí. Este jabalí muerto de mentirinha aparece minutos después, muerto de verdad, listo para ser limpio para la cena. Hay una ficción que se hace allí con material documentado, por lo tanto. Antes de eso, el propio material que Gomes cosecha ya viene impregnado de ficción. Como en la historia de Pablo, un sujeto malo de la cabeza que da un salto mortal del puente del Alva en pleno carnaval. Para cada persona que cuenta la historia de Pablo, oímos una versión diferente. "No vi, fue lo que me dijeron", dice un entrevistado. Otro momento emblemático: cuando el gringo del hacha, el día de su cumpleaños, da una entrevista al equipo acompañado de una intérprete lisboeta, pero, en lugar de traducir, rehace el testimonio del gringo con sus propias opiniones. Y ahí se oyen los ecos del viejo mantra semiótico de McLuhan, el medio es el mensaje. Sería muy difícil hacer una película como Aquel querido Mes de Agosto en otro lugar, porque es la tradición de historia oral del interior de Portugal  la que la fundamenta.

En el caso de que se trate de una película de ficción, se trata de una gran película sobre la representación de la realidad (y sobre el mito del género documental de que es posible ver el mundo imparcialmente, sin los filtros del observador), un pueblo de Sicilia lusitano. De repente, sin ningún cambio en el estilo, empezamos a ver la puesta en escena prevista allí al principio, la historia de Tania. El cineasta acabó tomando a los residentes del lugar para vivir los personajes, pues, como había dicho antes para un productor, él "quiere personas, no actores". Y si la primera mitad de la película era un documental con toques de ficción, la segunda se muestra una ficción con toques de documental - antes que nada, porque ya conocemos la historia anterior de aquel escenario, como cuando Tania y su primo paseaban sobre el puente (El mismo puente de donde Pablo salta). Y hay temas tocados por la ficción que forman parte de aquella comunidad de hecho, como el patriarcado arraigado. El resultado de la inversión de representaciones es genial. Es difícil saber hasta qué punto son mera escenificación escenas como la del incienso o de las procesiones. Y lo más interesante es que Gomes no se desvía de ese choque en ningún momento. En los últimos instantes de Aquel querido Mes de Agosto, cuando filma un árbol en un parque, él apunta a enfocar la plaquita que le explica la especie. Estamos en el cine, tierra de la ilusión, entonces es prudente mostrar la plaquita para que el espectador no se quede pensando que aquel árbol es de mentira. Pura belleza, fantasía, canciones, que no da un minuto de respiro.

Tabu (2012)

“Tabú”, si no recuerdo mal, se estrenó en Zaragoza lo que me exime de largo comentario. Distintas generaciones se entrecruzan en un entramado de relatos románticos hasta quedar irremediablemente atrapados en un sentimiento común de soledad, melancolía, saudade. El afecto y ternura que muestran unos con otros, cuando no amor fervoroso, apenas amortiguan la aspereza de unas relaciones humanas profundamente moldeadas por pautas coloniales y religiosas. Bello filme, repleto de detalles exóticos y emotivos en blanco y negro, dividido en dos partes, en que la sobriedad de los planos e intensidad de diálogos de la primera entrega contrastan, pese a la carga dramática y emocional, con la ligereza en el homenaje al cine mudo y la música retro colonial de la segunda, monolíticamente estructurada en torno a la narración en off. En palabras del director, se busca producir choques mediante cambios en el registro y las reglas del discurso. Los sentimientos de pérdida y culpabilidad irreversibles, los paraísos e infiernos de la memoria, y la vulneración de tabús o prohibiciones preestablecidos, son según Gomes algunas de las claves de este trabajo fabuloso ue bordea la genialidad.

Luis Betrán

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