Hace años, en Londres tuve la oportunidad de conocer a Jeremy Thompson, periodista del Times y, a su vez, cronista independiente de la historia del cine. Tras una buena sesión de pintas en un local de Paddington, me reveló algo que – sin duda – es uno de los hallazgos más sorprendentes para la historia del cine reciente. Pocas horas antes de morir, en el año 1999, Stanley Kubrick accedió a conceder a Thompson una entrevista a raíz del estreno de Eyes Wide Shut. Lo que viene a continuación es una reproducción de dicho encuentro, si bien, la traducción es mía y pueden encontrarse ciertos errores, producidos por el ansia de publicar tan valioso y desconocido documento. Y también porque mi inglés ya no es el que fue cuando trabajaba y tenía que ir todos los años a Londres (unos 15 días) por motivos profesionales.
JEREMY THOMPSON Y STANLEY KUBRICK
La lluvia de Londres terminó por
despejarse en la estación de St. Albans, lugar acordado con Emilio, el chófer
de Stanley Kubrick, para que me recoja. Hoy visito Childwick Bury, el hogar de
Mr. Kubrick. La apertura de verjas se sucede como debieran ser los puentes
levadizos de los castillos y, allí, en la misma puerta principal de la mansión,
Mr. Kubrick me espera, vistiendo un atuendo de un azul desgastado, que le haría
parecer un empleado del ferrocarril francés.
“Buenos días, Mr. Thompson” Me
recibe brevemente y con familiaridad Stanley Kubrick. Me lleva hasta su cocina,
un espacio inmenso lleno de plantas que cuelgan desde el techo, donde nos
sentamos y es él mismo quien me pide que empiece la entrevista.
JT: Han pasado más de diez años
desde que presentó usted su última película, ¿se encuentra nervioso ante los
cambios en el mundo y en la industria?
SK: Abordar una película es un
reto sumamente arriesgado. Presentarla es un auténtico suicidio. ¿Cómo saber
que lo que estás escribiendo interesará al público varios años después, cuando
el filme esté efectivamente terminado? Es algo sobre lo que conviene pensar.
JT: Sin embargo usted ha parecido
siempre elegir sabiamente los temas de sus películas respecto a la época en las
que realizó. Si 2001 hubiera sido realizada posteriormente, ¿quién sabe si
películas como Star Wars habrían llegado a hacerse?
Mr. Kubrick piensa frotándose su
barba debilitada por los años. Una profunda expresión reflexiva ocupa su rostro
y responde con suma cautela.
SK: 2001 no habla de ciencia
ficción, sino de espiritualidad. Son temas que trascienden el tiempo. De lo que
habla en realidad es de Niezstche. O si no, ¿por qué cree que hay tantas formas
circulares, tanto paso de hombre a superhombre y la música de Así habló
Zaratustra? El tema de 2001 es bastante anterior de lo que muchos creen y, de
hecho, Niezstche solo es una ejemplificación de lo que trata.
JT: Pero, por ejemplo, hizo La
naranja mecánica en una época en que la violencia juvenil tenía una importante
relevancia en la sociedad, y El resplandor llegó para dar rienda suelta a la
explosión de películas de terror.
SK: Sin duda no soy impermeable a
las circunstancias de la sociedad. A pesar de vivir cómodamente recluido de la
vida pública, me mantengo perfectamente en sintonía con los acontecimientos
actuales. Sin embargo, uno de los aspectos que me interesa de su pregunta es el
siguiente: ¿es una película fruto de su época o las películas – y el resto de
hechos culturales – son los que conforman una determinada corriente de
pensamiento y actuación en una época concreta? Es un factor en el que pienso a
menudo.
JT: Precisamente le quería
preguntar por su decisión en cuanto a su estilo de vida.
SK: ¿Qué quiere decir?
JT: Oh, perdón. Me refería
precisamente a, como usted lo ha llamado, “reclusión”.
SK: ¿Reclusión?
JT: Sí, hace un momento así se ha
dicho.
SK: Espero que no me
malinterprete, Mr. Thompson, pero en absoluto me considero un recluido.
Simplemente, he preferido alejarme del mundanal ruido. Si usted hiciera
películas comprendería algo muy importante que muchos cineastas olvidan: la
dedicación total a la obra. Es imposible realizar un filme de calidad con
distracciones. Yo no salgo por las noches, ni hago largos viajes, ni
entorpecedoras visitas promocionales. Yo me dedico en cuerpo y alma a mi obra.
Existe una fina línea entre una película de verdad y jugar a hacer cine. Muchos
directores solo juegan. Están rodeados de fiestas y mujeres, cuando en realidad
lo que deberían es llevar una vida monacal durante la producción de su
película. Yo siempre estoy trabajando, por lo que siempre abogo por esa vida
monacal.
Mr. Kubrick coloca delicadamente
sus gafas sobre su nariz, recuperando elegantemente su correspondiente puesto.
Sus pequeños dedos blancos son delicados como plumas. Inyecta su mirada
directamente sobre mi blog de notas y mi grabadora, como si pudiera ejercer
alguna especie de poder mental sobre ellos.
JT: Por lo que deduzco de sus
palabras, diversión es lo último que aparece por su mente a la hora de realizar
una película.
SK: Pero eso es porque una
película no es divertida de realizar. Siempre se entra en conflicto con
alguien, ya sea el productor, los actores o todos a la vez. Yo particularmente,
disfruto mucho más con la escritura del guión y con la soledad de la sala de
montaje que con la farándula del rodaje. Por eso, entre otras cosas, siempre
reduzco mis rodajes a la más mínima expresión. No hablo de tiempo, sino de
personal. No quiero 13 ayudantes trayendo cafés cuando 3 lo pueden hacer
perfectamente.
JT: También significa menos gente
observando su trabajo.
SK: ¿Exactamente cuál es su
propósito con esa pregunta, señor Thompson?
Trago saliva, no sé porqué he
dicho algo semejante, ha sido un acto reflejo.
JT: Espero que me disculpe Mr.
Kubrick, lo que quería decir es que usted siempre ha sido muy celoso de su
intimidad, especialmente cuando trabaja.
SK: ¿Quiere hablar de intimidad?
Le diré algo, jovencito. Le daré una buena noticia, aunque no creo que pueda
publicarla. Ahí, entre esos documentos existe una copia de los primeros minutos
de los que será mi próxima película.
JT: ¿Eyes wide shut?
SK: Salió muy bien pero seguro
que dicen que es mala. No, por supuesto que no. Me refiero a la película que
está en preproducción que empezaré a rodar en cuanto adecue los acontecimientos
a mi favor.
JT: ¿Está hablando realmente de
su siguiente filme?
SK: Así es, hijo.
JT: ¿Puedo preguntar el título?
Mr. Kubrick sonríe. No es una
sonrisa cariñosa ni sarcástica, pero sí una mueca labial que demuestra
perfectamente que sabe de su dominio de la situación.
SK: Cocteau escribe en Orfeo:
"¿Qué debo hacer?" Y la respuesta es: "Sorpréndeme".
La pausa que se crea, constriñe
el ambiente como una lápida que cubriera la luz. Mr. Kubrick se levanta y coge
una pequeña bobina de 16mm.
SK: Son tan sólo pruebas.
Bosquejos. Apuntes. Creo que, de ahora en adelante, cambiaré mi esquema de
producción y, empezaré por rodar escenas sueltas sin saber muy bien dónde va la
historia ni la acción. Simplemente para definir los personajes y la estructura.
Para sorprender mi imaginación.
JT: Para estimularla.
SK: En efecto.
JT: Puedo preguntare cuales son
sus directores favoritos.
SK: ¡Oh que original!. Pero le
contesto, Max Ophüls y Luis Buñuel. Tengo hijos, perros y gatos. Mi preferido
es un siamés al que le llamo Max.
JT: ¿Y qué tiene que ver usted
con un austríaco y un español?
SK. No conocí personalmente a
ninguno de los dos, pero "Eyes wide shut" debe algo a Ophüls y en
cuanto a Buñuel me ofrecí a terminar su genial mediometraje "Simón del
desierto". No obtuve respuesta alguna.
JT: Buñuel se declaraba ateo por la
gracia de Dios y Ophüls agnóstico. ¿Y usted?.
SK: Yo solo creo en el monolito
de "2001". Dios y su gracia me son ajenos. No soy una persona
religiosa. Bueno miento, creo en una religión con un solo dios verdadero que,
por supuesto, se llama Stanley Kubrick. (Se ríe con sonoras carcajadas).
JT: A quién ama por encima de
todo.
SK: Vaya tontería, a mi esposa y
a mis hijos y no odio a nadie salvo a Kirk Douglas un narcisista insoportable
que se creía un gran actor. Y como él dijo de mí, no era más que un mierda pero
sin talento alguno.
Mr. Kubrick accionó el proyector
y lo que vi en la pantalla no puedo describirlo. Aún hoy, años después de su
muerte no puedo contar a nadie lo que vi aquel día en Childwick Bury. Sólo
puedo decir que, hace un año, volví allí. Soy un auténtico admirador de volver
a visitar la escena del crimen. Volví a su casa y hablé con su viuda. Ella me
dijo que “sabía perfectamente que Stanley había dejado su obra inacabada, que
no eran más que bocetos de lo que le hubiera llevado 10 años completar”. Si los
dioses de este mundo lo permitieran, podríamos ver esos minutos de puro arte.
Pero ¿si se vieran tendrían el mismo valor? Quizá solo Mr. Kubrick pudiera
responder a esa pregunta.
Esta ha sido la mejor traducción
que he podido hacer del texto íntegro. Pero espero que así, al menos, exista un
modo de que la gente tome conciencia y, algún día, seamos muchos los que
reivindiquemos ese testamento cinematográfico que El Maestro en persona dejó
antes de morir.
Stanley Kubrick: autodisciplina,
control y dedicacion en cuerpo y alma. La envidiable sincronía de un genio. Para
mí Kubrick es uno de los contados genios de la historia del cine.
Mil gracias al sr. Thompson
Luis Betrán
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