Mi "visión" del llamado
Séptimo Arte difiere ostensiblemente de las de prácticamente todos y todas,
cinéfilas y cinéfilos que integran la "Tertulia Perdiguer".
Explicándome más pormenorizadamente yo me situó en la fila opuesta al
"cahierismo" o "filmidealismo" (o Dirigido por, o Caimán).
No admito dogmas de fe ni en la vida ni mucho menos en algo tan secundario como
el cine. Creo firmemente que, en una relación, en nuestros globalizados días,
cantidad/calidad/coste, el cine americano es el peor del mundo. Que no existe
un solo cineasta yanqui que me produzca no ya emoción sino siquiera interés,
con las excepciones de Woody Allen, Richard Linklater y Clint Eastwood en
penosa decadencia perceptible en su cine desde "Gran Torino". Y,
finalmente, que toda película - como toda novela, ensayo o pieza teatral - está
ideologizada, guste o no.
Abundando en el tema añadiré que
he llegado incluso a recibir amenazas, comentarios irónicos, desplantes etc. La
progresiva infantilización del cine americano ha traído consigo la asimismo
progresiva infantilización de las cada día más vacías plateas. La estricta
lógica de Aristóteles se cumple una vez más. El cine ha sido es y será un
formidable vehículo de propaganda incluso cuando deje de existir, luctuoso
hecho que sucederá implacablemente y que ya Susan Sontag había previsto hace
casi veinte años. La aldea global, el pensamiento único, el capitalismo salvaje
constituyen las señas de identidad de nuestro tiempo y ello implica que el cine
del amo supremo (USA) manufacture productos que intenten, y consigan, cercenar
al espectador su capacidad de pensar y analizar. Ya apenas vemos cine porque
las películas las contemplamos mayormente en un televisor, o en un ordenador e
incluso en un teléfono móvil. Luego lo que vemos nada tiene que ver con un arte
concebido para degustarse en una pantalla y una sala cuando más grandes mejor.
¿Quiere decir esto que el cine ya ha dejado de existir? En absoluto, todavía
no. Se hacen excelentes películas en Europa y Asia, pero lo habitual es que
solo lleguen a las grandes ciudades y aun así en una mínima proporción. He
hablado de amenazas, desplantes…Claro que sí, aunque ello no me produzca ni
miedo (¡¡que risa!!) ni inquietud alguna. Citaré tres ejemplos espaciados en el
tiempo. No tienen desperdicio.
En no muy lejana ocasión,
encantáreme por la calle con un cinéfilo de nuevo cuño. Joven, culto, con más
de una carrera universitaria terminada. Le conocía desde unos cinco años no
más. Naturalmente charlamos de cine, de que otra cosa iba a ser. Y ante mi
escepticismo sobre la calidad de directores como David Finscher, Christopher
Nolan o Michael Mann, repondiome contundentemente ¡vaya forma que tienes de
hacer amigos! O sea, la amistad o no
puede depender o iniciarse o perpetuarse según se ame o no a los cineastas
mencionados. Porque, y este otro suceso es recentísimo, un amigo sobre el que
nunca he albergado duda alguna sobre sus sentimientos hacia mi persona viene a
visitarme acompañado de su esposa que, para su salud mental, no pertenece a la
raza cinéfila. Cuando le comento que el cine americano actual me parece en su
mayoría tirando a espantoso exclama sumamente irritado: ¡¡lo que me faltaba por
oír!! y al imperativo de ¡¡vámonos!! él y su santa cónyuge se largan de mi casa
con portazo incluido. Y tercero y último: coincido en FNAC - y aquí he de
remontarme a más de cinco años y un día - con un muy considerado cinéfilo
zaragozano al igual que yo con blog incluido. Llevo en la bolsa "ad
hoc" dos pelis de Bergman. El muy cretino las mira y con una sonrisa
compasiva e incrédula aduce: pero Luis hombre parece mentira si ya sabes que
antes de Steven Spielberg no existía el cine. En la crítica cinematográfica de
los últimos años hay casi más “americanismos” que palabras en castellano. Y no
digan nunca superproducción, digan blockbuster, y no digan nunca cine americano
sino estadounidense. Parafraseando a Orwell, todos los países del continente
americano son iguales, pero hay uno que es más igual que otros.
Como diría Godard,
jajajajajajajaja, que risa.
Luis Betrán
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