FRANCESCO ROSI
IN MEMORIAM (1922-2015)
Ha
vivido 92 años, aunque llevaba tiempo retirado de toda actividad
cinematográfica y con la salud muy deteriorada. Rosi ha sido/es una de los
cineastas italianos más importantes de la historia del séptimo arte en la bota
de Europa y, quizá, el más radicalmente político. Un comunista que nunca
renunció a serlo aunque su partido, el P.C.I., hubiese desaparecido. En sus
mejores momentos un maestro de la dialéctica e incluso un "profeta"
de los que estaba por acontecer en su país y en el nuestro. En efecto mostró
las trapisondas y negocios sucios de la clase política italiana en su gran
película "Las manos sobre la ciudad" (1963) cuyo tema no era otro que
el de la especulación inmobiliaria y que ganó el Leon de Oro en el Festival de
Venecia de la edición de ese año.
El
llamado - por el crítico Guido Aristarco - "realismo crítico" pareció
estar acuñado para este director honesto y comprometido. De hecho "Las
manos sobre la ciudad" y su impresionante obra maestra "Salvatore
Giuliano" (1961) se erigen en los picos más altos de una estilo y una
escuela que en realidad nunca existieron. El realismo crítico fue una etiqueta
para denominar a la evolución del neorrealismo a la izquierda., a la línea dura
del Visconti de "La terra trema" de la que Rosi fue ayudante de
dirección del "camarada alteza". De esa colaboración se deriva el
singular aspecto estético de “Salvatore Giuliano”, una de las películas
indispensables en la historia del cine italiano. Un estilo que narra hechos
históricos como si fuera un documental sin serlo. El cine de ficción parece
excluido. Rosi creyó encontrar su panacea para acercarse a otros personajes
italianos de tan dudosa reputación como Enrico Mattei o Lucky Luciano. No
resultó, y estas notables obras quedaron muy por debajo de la consagrada al
bandido siciliano que, cuidado, nada tuvo que ver con la mafia.
Pero
el gran interés de su cine no se resume en esas dos películas. Antes ya había
filmado las excelentes "El desafío" (1956) e "I magliari"
(1959), y despues llegarían el panfleto antibelicista "Uomini contro"
(1970), la espléndida "El caso Mattei" (1972, Palma de Oro en el
Festival de Cannes), la menos lograda "Lucky Luciano" (1973) y las,
de nuevo, sobresalientes "Cadaveres excelentes" (1975) , "Cristo
se detuvo en Eboli" (1978) y "Tres hermanos" (1981), cinta que de
alguna manera significó el adiós de Rosi a la ética y la estética que le habían
hecho grande. Su cine ya no era de recibo en un mundo que se acercaba a la
globalización.
Mejor
olvidar su torpe adaptación de la mediocre novela de García Márquez
"Crónica de una muerte anunciada", sus "paseos" por España
en la bienintencionada pero frustrada "El momento de la verdad"
(1964), con todo una de las más interesantes películas que se han acercado al
universo taurino, la horrible "Siempre hay una mujer" (1967) protagonizada
por Sofia Loren y Omar Shariff y en la que intentó un cine comercial para el
que no reunía condiciones. Finalmente, su realización de la ópera de Bizet
"Carmen" 1983) con Julia Migenes Johnson y Plácido Domingo en
escenarios naturales se saldó con otro fracaso artístico y económico. La
decadencia se había instalado en su modus operandi y ya no le abandonaría.
Porque Rosi, fue un artista muy ligado a un contexto histórico determinado en
los años 60 y 70. Los años de plomo.
Francesco
Rosi había nacido en Nápoles. pero nunca rozó el tema de la camorra. En su
época dorada esa mafia exclusivamente napolitana no existía. Descanse en paz
este marxista consecuente que jamás debe ser olvidado. Rosi, como es lógico,
fue odiado por la crítica derechista de Cahiers du Cinéma y Film Ideal. En las
dos últimas décadas ese puesto de director vituperado hasta la exacerbación
corresponde a Ken Loach, quién algo se asimila a Francesco Rosi salvando
distancias geográficas.
Luis
Betrán
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